Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 26

LILLIE

Esto no me agrada mucho, tomar un arma entre mis manos y disparar a alguien no es algo que lindo. Se supone que estoy estudiando para ser médico, para poder salvar vidas, no para quitarlas.

Él dice que es necesario para mí protección, ya que supuestamente corro riesgo por los matones esos con los que se enfrentó en el club. No creo que vuelva a suceder ¿o sí?, no creo que lo vuelva a ver después de lo que pasó entre nosotros, ya obtuvo lo que quiso. Terminara aquí conmigo y más tarde me regresará a mi casa lugar, se marchará y no volveré a verle, nunca más.

No es hombre de tener una relación amorosa, él de tierno y lindo no tiene nada, así que no puedo quedarme a esperar a que me pida que sea su novia o se casé conmigo porque le haya entregado mi virginidad, qué ingenua soy.

Él me lo dejó claro, solo quería "sexo" y como ya lo logró, ahora me votará como si fuera una mujer más de la lista por las que pasaron por su cama. Lo peor de todo es que me estoy prendado por él, no sé si pueda acostumbrarme a no volver a sentir sus manos recorrer mi cuerpo o sus labios suaves besando los míos.

Oh por Dios, estoy completamente perdida.

Se acerca y trae con sigo en sus manos una orejeras y un arma, paso saliva nerviosa, nomas de pensar que agarrare una pistola tiemblo.

— Colócate esto en tus orejas — me tiende con su mano el objeto. Yo lo agarro y hago lo que dice — Ahora ponte estos guantes — señala una mesa donde se encuentran — Pon atención. Vas a tomar el arma, pero primero relájate, inhalo y exhala, varias veces hasta que te sientas más tranquila — se coloca detrás de mí, siento su pecho pegado a mí espalda y nuca — Ahora sí se viene la mejor parte — se inclina hacia enfrente para hablar muy cerca en mi oído, su aliento y su respiración rozan mi oreja y mi mejilla.

Si cree que así me voy a relajar esta muy equivocado, tenerlo así tan cerca hace que mi corazón se acelere.

— No… creo poder… — tiemblo y no solo por su cercanía sino también porque acaba de poner el arma en mis manos, sin soltarme el por detrás.

— Venga, toma bien la pistola, esto se le llama empuñadura — dice refiriéndose de donde tomamos el objeto — Este de acá arriba es el seguro, esta bloqueada, tú lo quitarás.

— Y–yo.. — tartamudeo.

— Sí tú, tienes que conocer y saber todas las partes de un arma — con dedos tembloroso hago lo que dijo y quitó el seguro — Después pasas la corredora — señala el punto y prosigo con la tarea — Vas muy bien. Ahora toma así el arma y fija tu objetivo, le tenemos que apuntar y después disparar a esa diana, pero cuando ya tengas el punto fijo. Tú me avisas.

Con ayuda de él alzamos el arma juntos, yo tengo el arma entre mis manos y él tiene las suyas en mis antebrazos, ayudándome a que mi nerviosismo disminuya. Fijo la vista en el punto que me había dicho, inhalo por la nariz y exhalo por la boca, sacando todo el aire retenido.

— Listo — respondo ya un poco más tranquila.

— Perfecto, ahora tiraras del gatillo, que viene siendo este. No vayas a cerrar los ojos — señala con un dedo — ¿Entendido? — no sé si se refería como disparar o que no cerrara los ojos, yo solo asentí con la cabeza — A la cuenta de tres. Uno.. dos.. tres..

No reacciono rápido, paso unos segundos después del tres para que me armara de valor y diera del gatillo. Sin quitarla vista fija del punto disparo y la bala sale volando, un ruido que parece romperte los tímpanos se escucha y resuena en todo el lugar. Nunca pensé que llegara hacer algo así, pero a la vez se siente una liberación, no sé el porqué, que hasta quisiera volverlo hacer.

— ¡Oh por Dios! Lo logré — grito asombrada.

— Y no es por nada pero para ser la primera vez lo hiciste muy bien.

Dante toma el arma y yo me giró para verlo, está sonriendo y yo aún más.

— Como sabré si le di, de aquí no se alcanza a ver casi nada.

Nos encontrábamos a varios metros de distancia, muy apenas podíamos ver las dianas.

— Ven conmigo — me tiende la mano para que la tome y sin pensarlo lo hago, me lleva consigo a ese sitio donde se encuentra la figura a la que le apunté — ¿Ves aquí? — dice mientras apunta con su dedo en la orilla del círculo, yo abro los ojos. Le di — Ese agujero es por donde paso la bala que acabas de disparar. No es el lugar que quería que le dieras, pero aún así le diste al objeto, que es lo que cuenta.

— Lo logre — sonrío ampliamente.

El asiente con la cabeza sin dejar de verme.

— Volvamos, te mostraré cómo se hace y luego lo intentarás nuevamente — me guiña el ojo.

Regresamos al lugar en el que nos encontrábamos anteriormente y nos ponemos el equipo, él solo toma el arma y dispara sin detenerse en ningún segundo, oh por Dios hasta con un arma y disparando es tan sexy.

— Pon atención — me regaña — Mira hacia al frente y no a mí.  Eso podrás hacerlo más tarde. — eleva la comisura de su labio en una sonrisa seductora.

— Presumiendo — susurro.

Y me giro para ver solo a las dianas, él sigue con lo suyo, dejando casi todos los círculos perforados por las balas. Después me explica la forma de posición y me dice todos los nombres de cada parte de un arma. Minutos más tarde me sigue enseñando a como apuntar y disparar, en un momento me dejo hacerlo sola, y hasta que pude lograrlo.

Más tarde nos dirigíamos hacia el interior del gimnasio, ya había pasado más de una hora desde que comenzamos el entrenamiento de tiro. Ahora íbamos a otro lugar, pero aún no sabía que me iba a pedir que hiciera.

Llegamos, es gimnasio es muy grande, tiene máquinas de ejercicio, variedad de ellas, ring de boxeo, costales. Todo bien equipado.

— ¿A dónde vamos ahora? — pregunto.

Pasamos por el ring donde se encontraban varios tipos corpulentos entrenando y otros en unas máquinas ejercitándose. Silban y también gritan palabras vulgares, creo que esas van dirigidas hacia mí, no veo otra mujer más aquí. Dante jala de mi mano para acercarme más hacia él.

— Tu trasero es muy provocador y más en esos pantalones ajustados — masculle cerca de mi nunca.

— Yo no tengo la culpa de ello..

— Solo yo puedo verlo y tocarlo — dice molesto.

Cuando iba a responder, me atrae mas para apretar mi cuerpo con el suyo y después pone una de sus manos en mi trasero para estrujar lo con su amplia mano, me sobresaltó por su acto.

Qué se cree, es un posesivo.

Entramos a una habitación privada, no se encuentra nadie más que el equipo de entrenamiento de boxeo. Mi mirada recorre todo el lugar, es parecido al otro solo que más pequeño y con menos máquinas.

— ¿Qué haremos aquí? — Intento averiguar.

— Charlar no será — responde de mala gana.

¿Qué le sucede?

No entiendo su cambio de humor, cuando estábamos en el campo de tiro estaba diferente, algo amable y sonriente. Ahora está con su cara malhumorada y muy grosero con su sarcasmo.

— Sí te vas a estar con tu mal humor, será mejor que me lleves ya a casa. No me gusta convivir con personas bipolares. — pongo mis manos en mis caderas mientras lo veo.

Él me ignora, se aleja de mí para ir hacia una mesa y tomar de ahí unos guantes, regresa conmigo y me ofrece un par.

— Póntelos — solo dice eso.

Sin dejar de verlo los tomo y me los pongo, no lograré nada discutir con él, y menos ahora que me esta ignorando, solo saldría perdiendo. Los guantes son parecidos a los que usan para boxear, solo que estos son más pequeños y menos vultuosos.

Él se coloca otros pero son muy diferentes a los míos. Nos colocamos en el centro de la habitación, en un tapete amplio. Y él toma una posición con sus manos alzadas casi en su cara.

— Acércate más — dice — Intenta golpear en mis manos.

Frunzo el entrecejo, no estaba entendido muy bien. Aún así doy el golpe. Pero al parecer no lo doy muy bien.

— No sé cómo — digo.

— Solo golpea, yo moveré las manos y tu intentarás esquivar cuando las acerque a ti, y después darás el golpe.

— ¿Para qué hacemos esto?, no soy buena golpeando.

— Se le llama entrenamiento de defensa personal. Esto te ayudará a defenderte sin en algún caso intentan tocarte y agredirte, sin necesidad de un arma.

— ¿Entonces para que me enseñaste a usar un arma?, si puedo aprender a defenderme con los puños.

— Porque es necesario saber de todo un poco. Yo no soy muy bueno con las pistolas, mis puños son muy mejor arma. Pero aún así me entrené para usar una y sigo haciéndolo aunque ya se manejar una.

— Es distinto, ese es tu trabajo, eres un mafioso. En cambio yo no ocupo saber nada de esto. — le contradigo.

Él niega con la cabeza.

— Estas muy equivocada, no necesitas ser mafioso o ser criminal para saber defenderte. En algún momento de tu vida lo necesitarás. — dice serio — ¡Ahora golpea! — levanta la voz.

Parece que su mal humor aumentó con mi discusión. Este hombre exaspera, pero también me vuelve loca, enojado se ve más atractivo, pero no me gusta verlo así, prefiero sus tontas bromas y verlo sonreír con esa sonrisa seductora que solo él hace provocar con ella que se agite mi corazón.

Comenzamos nuestro siguiente entrenamiento, que parece que quiere acabar conmigo porque no tiene fin. La verdad me ha gustado, pero ya me duelen mis brazos y mis piernas y no hablaremos de lo que paso anoche, que también quede un poco dolorida de mi parte muslos, a pesar de que tuvo cuidado. Puede ser que haya sido porque mi cuerpo aún no está acostumbrado a esos tipos de ejercicios sexuales.

Después de enseñarme a dar patadas y puños en su cara, que nunca logré darle ni un bendito golpe. Termino toda molida, no puedo más. Sí me sale con que quiere que intentemos otro entrenamiento de quien sabe que cosa, ahora si lo golpeare sin importarme que ya no tenga guantes en mis manos.

— ¿Ya podemos irnos? Necesito una ducha urgente — digo mientras me dejo caer en piso, boca arriba, ya no aguante más.

— Puedes darte la ducha, no necesitas esperar — apunta a sí atrás de él, se ve un pasillo — Ahí se encuentran las regaderas, si quieres puedes darte un baño, mientras yo hablo con Albert.

— ¿Tú no tomarás una ducha? — aduras penas me levanto, y hago una mueca cuando me apoyo en mis piernas.

Él nota mi molestia y me ayuda a ponerme de pie.

— Sí deseas que nos duchemos juntos, no es necesario que lo preguntes, solo con pedirlo es más que suficiente. — mueve las cejas varias veces y después me guiña un ojo.

— Yo.. no… me refería a eso.. — Balbuceo.

Me giro para alejarme de él, no quiero que note que me puse nerviosa y que mis mejillas se sonrojaron por su comentario. Me dirijo hacia las regaderas casi corriendo, espero no me siga. Cuando llegó me doy cuenta de que no lo hizo y siento una decepción enorme, tal vez sí quisiera tomar un baño junto a él, sentir su cuerpo nuevamente pegado al mío. No más de recordarlo e imaginar su cuerpo desnudo comienzo a sentir esa sensación y ese calor en mi interior.

Oh por Dios estoy excitada.

Termino de quitarme la ropa y entro en un cubículo, abro la llave y comienza a caer el agua de la lluvia artificial, cayendo por mi cuerpo. Empiezo a enjabonarme pero en eso mi mente comienza a fantasear con la imagen en mi cabeza de ese hombre perfecto, con su abdomen desnudo, sus brazos fuertes, y su gran miembro.

Me había vuelto loca, ahora mi mente se lo imaginaba de esa forma, bueno de todas las formas, pero más así, no sé porque pero quería más de ese hombre, nunca pensé que después de entregarme a él iba a querer más y más, que nunca llenaría de él. Oh Dios estaba tan jodida, y todo lo que quería en este momento era que me tomara aquí mismo, justo ahora.

Frote mis ojos para quitar el agua, después de terminar de enjabonar mi cuerpo. Intente girarme para buscar una toalla, pero en ese momento sentí como un cuerpo caliente y firme se pegaba a mi espalda y mi trasero. Con tuve la respiración, me quedé  pasmada en mi sitio sin poder ni pestañear. ¿Era él? Y si no. El pánico comenzó a invadir me. Pero de pronto se fue cuando escuché su voz.

— No me ibas a esperar — murmuró, su voz ronca y su aliento rozó mi oreja — Solo con pensar que estabas aquí desnuda no me pude resistir y quería volverte a ver así y tenerte entre mis brazos para sentir tu piel. Estoy bien jodido por ti, contigo no tengo suficiente, quiero más y más, un sin fin…

La duda que me carcome mi cabeza desde anoche, se va aclarando al escucharlo confesar, eso hace que me alegre y me excite más, yo también lo deseaba de esa forma, no podía dejar de pensar en él y como me hizo el amor. Yo tampoco puedo ver un final para nosotros.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno]