Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 25

LILLIE

El camino se hizo un poco largo, ya que en todo el tiempo guardamos silencio desde que nos subimos al auto. No sabia que decirle, no después de lo que había pasado la noche anterior entre nosotros.

Era algo que estaba esperando con muchas ganas, pero ahora sentía que era distinto, no era como el principio cuando quería follarla por toda una noche y hasta hartarme de ella votarla como lo hice todo el tiempo con otras mujeres.

Pero con ella era diferente, no era igual a las demás. No sabía exactamente que era esto lo que estaba sintiendo, por esa razón sabía que no era lo mismo. Moría de ganas de volver hacerla mía. Pero me di cuenta de que era virgen y yo había sido el primero, no sé porque no me lo dijo, tal vez eso hubiera ayudado a que yo no la presionará tanto, como lo hice en muchas ocasiones.

Me tuve que enterar en el instante que la hice mía, y lo comprobé hoy al despertar cuando vi las sábanas un poco manchadas de sangre. En vez de tener sexo con ella le hice el amor, creo que así es, nunca había sido cuidadoso, nunca había tomado a una mujer con delicadeza y con paciencia. Al principio así quise hacerlo, no sé porque, pero después lo hice por ella, porque me di cuenta que era su primera vez. Esa noche dejé de ser el Diablo para sacar un lado que ni yo sabía que existía en mí.

— ¿A dónde vamos? — su calmada voz me sacó de mis pensamientos.

— Pronto lo sabrás.

Frunce los labios en el momento que le respondo, y le echaba una mirada rápida, aún seguía manejando.

El lugar a donde íbamos era a las afueras de la ciudad, algo muy retirado. Después de que pregunto nos tardamos como quince minutos más en llegar a nuestro destino.

Se trataba de un club campestre. Este sitio lo había adquirido mi padre, cuando yo a penas era un niño. Deje de frecuentarlo después de que murieron mis padres. Pero Edgardo se hacía cargo de él.

El club está abierto las veinticuatro horas al día y todos los días del año, al público. Yo estaba apunto de cerrarlo, pero Edgardo lo evitó al momento que me mostró la administración del negocio, siempre ha dado muy buenas ganancias y cada vez los números crecían más. Me aconsejo que servía también de camuflaje para nuestros negocios sucios. Y tenía razón, este lugar, el hotel y la empresa me han funcionado muy bien aquí en esta ciudad.

Después de un largo tiempo volvía a uno de los lugares donde mi padre me traía a entrenar y a pasar el rato con mi madre y conmigo. Aquí habían muchos recuerdos, unos que me enorgullecía y otros que aún dolían.

Nunca demostré mi dolor, ni mucho menos lloré cuando los pedí. Todo me lo guardé para mí mismo. No quería demostrar debilidad, y mucho menos que mis enemigos se enterarán de mí sufrimiento.

No sé porque razón la traía a este lugar, nunca había hecho algo así, de echo nunca salía con mis polvos. Pero ella no significaba eso para mí, ella era mucho más, la quería tener cerca de mí, que no se fuera, quería protegerla todo el tiempo y también estaba ansioso por tomarla duro contra la pared de los baños o casilleros, cualquier sitio de aquí.

Volver a repetir lo de anoche una y otra vez, todas las veces que mi cuerpo me lo pida, y aún así nunca tendría fin.. de ella nunca me cansaría, lo sé, porque me moría por tenerla otra vez entre mis brazos, besarla apasionadamente mientras la follo duro.

— Este es un…

— Un club — la interrumpí.

— No entiendo, ¿para qué me has traído aquí?

— Pronto lo sabrás — giro la cabeza para mirarla y le guiño un ojo mientras le sonrío, ella solo pone los ojos en blanco.

Termino de estacionamiento el auto, al salir le doy las llaves al chico del valet parking y ruedo el vehículo para ayudarla a bajar. 《Ella nunca espera a que uno sea a comedido con ella》ya estaba casi abajo cuando llegue a su lado.

La tomo de la mano y caminamos juntos hacia las puertas grandes de la entrada. No dice nada, solo me ve con los ojos muy abiertos.

Llegamos a la recepción, ya que quiero que le hagan saber a Albert el encargado del lugar, que ya estoy aquí. En la mañana llame para avisar que venía, y así me tuviera lista la área que iba a ocupar.

— Llama a Albert — digo a la chica de recepción.

Ella solo me ve sin entender.

— ¿Perdón? — dice.

— Odio repetir las cosas… — mascullo fastidiado — Qué le llames a Albert, en este mismo momento — digo entre dientes.

— Sí, claro. — responde mientras parpadea varias veces como embelesada — ¿Quién lo busca?

Resoplo, y me paso la mano por la cara frustrado. 《Estoy lleno de ineptos 》

— Dile.. que lo busca.. ¡tú jefe! — levanto la voz y ella da un saltó junto con Lilli, que sigue a mi lado.

Le aprieto más la mano para que no se suelte de mi agarré. No pienso perderla de vista.

— U–usted es.. el.. señor Mancini… — tartamudeo mientras abre sus ojos y me con terror.

— Solo haz tu maldito trabajo — respondo mientras la fulminó con la mirada.

Ella solo asiente rápidamente y comienza a temblar cuando toma el teléfono para llamar a Albert.

En cuanto pueda y tenga tiempo pediré que cambien de personal. La recepcionista inútil me hace saber que Albert está en el campo esperándome y que ya está listo lo que había pedido.

Solo me giro para salir de ahí y dirigirme al sitio de encuentro con Albert. Jalo un poco de Lilli ya que se quedó dándole las gracias a la tonta chica.

Salimos por unas puertas laterales que dan un camino largo a unas canchas de tenis y otros deportes, nosotros tomamos otro rumbo, ya que el lugar a donde nos dirigíamos no es una cancha.

El club es muy grande, cuenta con amplias instalaciones de canchas deportivas de todo tipo, también hay gimnasio, restaurante, Spa, albercas y mi lugar privado. Es donde solía pasar tiempo entrenando, pero por el momento solo la llevaré a una parte de ese sitio.

Minutos después llegamos al campo, esta algo retirado de todo lo demás. Y visualizo a Albert.

— ¿Es aquí donde me querías traer? — después de mucho tiempo habla para preguntar.

Recorre con su mirada el lugar, y le brillan los ojos cuando ve unos caballos trotar en el campo.

— Exactamente no es aquí — digo.

Sigo caminando hasta llegar con el encargado.

Solo escucho que resopla desanimada. Al parecer se decepcionó.

— ¡Albert! — digo en forma de saludo.

El se gira hacia nosotros, ya que se encontraba distraído viendo los caballos.

— ¡Dante! — dice con una sonrisa.

Se acerca y me saluda enérgicamente con un abrazo y una palmada en la espalda.

— ¿Qué tal va todo? — pregunte al momento que nos separamos del abrazo.

— Como siempre todo bien. Me alegra volverte a ver — Albert es un hombre como de la edad de Edgardo, ellos dos son muy amigos — ¿Y esta preciosura quién es?

Su mirada se posa en Lilli, ella se sonroja. Maldita sea hasta así es hermosa.

— Lillie el es Albert, un viejo amigo — me pegó un poco a ella al momento que le digo — Albert, ella es Lillie.

El estira su mano para tomar la de ella y deposita un beso suave en su antebrazo. Él y Edgardo sus formalidades de caballero.

— Es un placer señorita — le guiña el ojo, viejo zorro y astuto — No sabía que tenías novia.

Este tipo deberás nunca se calla nada, siempre tiene que decir lo que piensa. Tampoco es que lo haya negado, se que no somos nada, pero no quiero contradecirlo, probablemente nos llegué a ver en algún momento que nos besamos y ella quedara mal vista, no es que me importe el que dirán, jamás me ha importado, pero tal vez a ella si le importe su reputación. No como a mí que me vale mierda lo que piensen de mi vida.

— ¿Esta listo el lugar? — pregunte.

— Ya está todo arreglado, como lo habías pedido. Vamos — dice mientras se encamina al lugar y lo seguimos.

Lilli sigue callada, quisiera saber que tanto piensa, pero no me atrevo a preguntarle, quizás se esta arrepintiendo por lo que sucedió anoche y por haber venido conmigo. Conociendo como es, tal vez sea por eso su silencio.

Llegamos a las instalaciones, es un cuarto amplios con varias cabinas, aquí solemos entrenar el tiro. Esta localizado atrás del gimnasio que suelo usar para ejercitarme para las peleas. Le pedí a Albert que el lugar lo tuviera exclusivamente para nosotros, normalmente lo comparto con otros socios y conocidos cercanos que suelen venir a mi club, pero por hoy esta cerrado al público, para estar a solas con ella.

— Esto es.. — artículo pocas palabras mientras sus ojos se abren y su boca también del asombro.

— Es un campo de tiroteo — termino de decir.

El lugar está muy equipado, cuenta con toda la seguridad, sacos, dianas, los objetos que necesita usar un principiante, en mi caso yo solo uso el arma y comienzo a tirar. Pero para ella es necesario usar todo el equipo.

— No me interesa ver como disparas a esas cosas — señala el objetivo. — Nunca pensé que me traerías a un sitio así, pero de ti se puede esperar cualquier cosa.

Sí antes quería que hablara, ahora ya no lo quería. Volvía hacer la misma fiera que no se callaba nada. Aunque me guste que sea así, a veces prefería que no dijera nada.

— No soy yo el que va a disparar, sino tú — contesto — Y se les llama dianas.

En el momento que dije que sería ella, gira su cabeza con rapidez y me ve con terror que después cambia a una mirada de furia.

— ¡Tú estás loco o qué! — grita — ¡Oh sí se me olvidaba con quién estoy hablando! ¡Con el mismísimo Diablo! — y sigue mientras camina dando vueltas en el mismo sitio.

— ¡Hey! — me coloco enfrente de ella y tomo de sus brazos para que se detenga — Tranquila, no es algo del otro mundo. Solo quiero enseñarte a usar un arma.

— Y yo para que quiero aprender a usar eso — dice regañadientes — Ni me interesa y tampoco te lo pedí, así que no tienes porque decidir por mí.

Resoplo exasperado, esta mujer va acabar conmigo.

— Se que no me lo pediste, yo quiero que aprendas por lo menos a saber tomar un arma y disparar, eso te podría ayudar en el futuro.

— No lo creo, así que no me obligaras a tomar un arma, esas cosas las carga el Diablo — me mira y yo curvo mi labio en una media sonrisa, ella roda los ojos — Engreído…

— Solo déjame enseñarte a cómo tomarla entre tus manos y que sepas como apuntar al lugar correcto.

— ¿Para qué quieres que aprenda? — cruza sus brazos — No es algo que necesite, este no es mi mundo, si me expuse ese día fue un error, uno que no volverá a suceder.

Niego con la cabeza.

— De todas formas ya estás adentro, ellos no olvidarán tu rostro… — saco el aire, no quería decirle eso, ahora tendrá más miedo — Mira, yo prometo protegerte, a ti y a tu familia, te prometo que nada malo les pasará, pero también es necesario que sepas usar un arma por si yo no llego a estar y te tengas que proteger por ti misma.

No dice nada más y solo me mira, se nota preocupada y se que lo que le dije la puso así. Era necesario para que entendiera el motivo por el que lo hago, no es algo agradable  que sepa usar armas y este metida en toda esta mierda. Pero no nos queda de otra. Y tendrá que aprender, por su protección y la de sus seres queridos.

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