Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 27

DANTE

Ella estaba parada en las duchas, su delicioso cuerpo desnudo estaba disponible para que yo la tomara en este mismo lugar. Justo frente a mis ojos se encontraba con esa figura que simple pero que ante mis ojos la miraba exuberante como ninguna otra mujer.

No hay belleza más sensual que una mujer sexy sin esforzarse por serlo.

Llevaba unos cuantos minutos aquí de pie, a una distancia donde ella no me podía ver, en silencio me quedé viendo como se duchaba, mientras mis ojos se desvían por todas sus curvas. Las burbujas del jabón recorrían toda su piel, mi deseo empezó a incrementar más y quise acercarme para seguir el rastro de la espuma, y así poder acariciar su suavidad. Pero aún así me quedé solo contemplando la desde el lugar donde me encontraba.

Su cabello dorado que me encantaba, estaba mojado mientras caía en sus hombros y espalda. Ella estaba de espaldas así que tenía una gran vista de su redondo y bien formado trasero, que me volvía loco y moría de ganas por volverlo a estrujar entre mis manos, su cuerpo era completamente grandioso, hermoso y perfecto.

Podría llevarme horas viéndola así, sin cansarme de hacerlo, no tenía fin y tampoco es que quisiera terminar con ello. Quería más de Lilli, más de mi fiera.

No podía esperar más, en cuanto la vi que estaba terminando su baño y casi apunto de salir. Camine en pasos largos y rápidos para acercarme a ella y así pegarme a su desnuda y húmeda espalda. Ella se detiene, se queda inmóvil sin mover ningún músculo, siento su cuerpo rígido. Me inclino un poco, y me acerco a su oreja.

— No me ibas a esperar — pronuncie en voz baja — Solo con pensar que estabas aquí desnuda no me pude resistir y quería volverte a ver así y tenerte entre mis brazos para sentir tu piel. Estoy bien jodido por ti, contigo no tengo suficiente, quiero más y más, un sin fin…

Mis palabras salen por si solas, nunca pensé llegar a decirle algo así a una mujer. Y es que nunca había sentido algo así por nadie más, pero no sabía exactamente si esto solo era deseo, sexo o era algo mucho más que eso. Algo en mi sentía que estaba cambiando que me decía que había más, pero no sabía distinguirlo. En lo que si estaba seguro era que de nuevo la quería hacer mía, y otras y muchas veces más, que la quería tener todo el tiempo junto a mí, si era para estar follandola mucho mejor, pero también quería tenerla de muchas maneras más.

— Y– yo.. n–no.. creí.. que quisieras ducharte… — tartamudeo.

Sonreí cuando la escuché me sentía un maldito afortunado al saber que yo provocaba eso en ella, que yo la ponía nerviosa y eso me enorgullecía. Se que no le era indiferente, como cuando ella demostraba lo contrario al principio, se que ella también me desea, también quiere esto, quiere que la haga mía una, otra y muchas veces más sin parar.

Se arqueo cuando una de mis manos tomó su cadera y con la otra comencé acariciar la piel de su abdomen húmedo. Mis dedos comenzaron a recorrer cada centímetro de esa zona, mientras iba subiendo poco a poco, hasta llegar a sus pechos redondos que se encontraban llenos de vida, y eran perfectos, y sus pezones rosados eran como si me hicieran una invitación a probarlos nuevamente mientras comenzaban a endurecerse por mi tacto.

Su jadeo y su respiración entre cortada me decían que eso le gusta y mucho. Acerca más mi cara para poder besar su hermoso cuello, era una de las tantas cosas que me gustaban de su cuerpo, era largo, suave, delicado y frágil.

Comencé a dejar besos y mordidas suaves, me encantaba disfrutar ese cuello. Mordí su lóbulo, y le susurre.

— Quiero volver a estar dentro de ti. Hacerte mía y que grites de nuevo mi nombre, mientras me vacíe completamente en ti. — dije suavemente en su oído. — ¿Tú también lo quieres?

Solo siento como se estremece con solo decirle esas palabras, y se que ella también lo quiere, su cuerpo lo dice todo siempre responde primero, aunque a veces ella lo quiera negar, eso la delata.

— También... lo quiero... — responde entre jadeos.

— ¿Quieres que te tome aquí mismo? — pregunte — Porque esta vez no seré cuidadoso, quiero follarte duro. — digo en voz baja.

— Sí, por favor… lo quiero… — sin esperar más responde.

Eso me hizo excitar más que hasta provocó que mi miembro se pusiera mucho más duro, en menos de un segundo. Con rapidez y con algo de fuerza mis dedos se aferraron a sus caderas sin importarme si le hiciera daño o no, ella y yo queríamos esto, yo le había dejado claro que en esta ocasión no iba hacer como la primera vez. Sabía que me había entregado su virginidad hace horas atrás y eso me calentaba arduamente, saber que era mía, solo mía. 

Había deseado hacerla mía, pero también deseaba follarla sin contemplaciones, quería tener sexo de todas las mil formas o posiciones que hubiera, solo con ella. En cada rincón, lugar, donde sea, si fuera posible la tuviera todo el tiempo arriba de mí, o yo sobre su cuerpo haciéndola gritar de placer mientras me hundo dentro de ella.

Todo esto me calentaba más, con solo pensarlo, y el tenerla así, en que en un momento más la reclamare como mía todo eso me volvía loco.

Con mis manos giré su cuerpo para estar frente a frente. Y sin esperar a que dijéramos algo más, tome sus labios con mi boca y comencé a besarla apasionadamente, sin detenerme en ningún segundo, mientras mi lengua se abría paso para entrar en su boca. Era un beso ansioso, como si hubiéramos extrañado tanto esto.

Mordí con algo de fuerza su labio inferior y después baje con rapidez por su cuello hasta llegar a sus preciosos y grandes pechos para tomarlos con mi boca. No había medido nada con ella. Era pura, cruda, lujuria, sin filtros. Y quizás algo sentimental. Algo en lo que no quería pensar ahora mismo.

Deje de besar sus pechos y alce mi cabeza para verla a los ojos, en ellos podía ver el mismo deseo que en los míos existían cada vez que la miraba. La levanté contra mí y no pude evitar sonreír de satisfacción cuando me enrollo las piernas alrededor de las caderas. Era un manojo de curvas exuberantes y suaves. Maldita sea. Todo en ella me encantaba.

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