Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 9

LILLIE

Habían pasado dos semanas desde aquel suceso, donde  ese tipo pervertido me había raptado en contra de mi voluntad para llevarme a ese hotel. Julie me dijo que era un mafioso muy conocido y demasiado peligroso, que lo llamaban el "Diablo" y que era muy difícil escapar de él sí tenía pensado huir, donde sea me podía encontrar. 

Llevaba días con pánico a salir, aún así no dejé ir a la universidad, no podía dejar de asistir, ya que estábamos en ultimo semestre del segundo curso. Este tiempo dejé de ir al club, Julie había mandado a que me buscaran para regresar al trabajo, pero me negué hasta que dejaron de insistir, mi miedo era muy  grande y no tenía aún el valor para regresar. 

Eso pensaba hasta que hace dos días atrás mi madre tuvo una recaída muy fuerte, y al llevarla al hospital se quedó internada ya que habían dicho los doctores que era necesario para hacerle estudios y así poder controlar cualquier problema que tuviera. En este momento mi hermana y yo estamos aquí en la sala de espera, esperando a que el médico personal de mi madre salga para darnos toda la información que tenga sobre ella.

Fui por unos cafés ya que teníamos esperando desde ayer en la madrugada sin poder dormir, cualquier noticia que nos dieran. Pero hasta ahorita es cuando nos dirán que sucede. Llego hasta donde se encuentra mi hermana y la veo hablando con el doctor, creo que ya le esta poniendo al tanto del asunto. 

Cuando me estoy acercando veo a mi hermana despedirse del señor, para girarse y unirse conmigo, al llegar me abraza inesperadamente.  

— ¿Qué te dijo? — pregunto rápidamente.  

Siento que mi hermana tiembla, su cabeza la apoya en mi hombre y solloza. Se separa un poco de mí y se limpia unas pocas lágrimas que había derramado, en su rostro.  

— Mamá.. esta.. muy mal — musita muy apenas. 

Niego con mi cabeza, camino hacia la silla más cercana y me dejo caer en ella. 

— No, no.. ella se encontraba bien. 

— Lilli — se acerca a mí y se agacha, toma mi cara entre sus manos — Debemos ser fuertes, por ella. 

— ¿Pero qué significa eso?, ella.. ella — no logró preguntar — ¿acaso ella.. morirá? 

Por fin lo pregunto, siento mis ojos húmedos y como unas lagrimas mojan mis mejillas una tras una. 

— Sí no hacemos nada, temo que… sí pueda suceder… 

— ¿Cómo?, ¿me estás diciendo que aún hay posibilidades de que se salve? — pregunto esperanzada.  

— Sí, eso me dijo el médico, que aún hay una forma de que pueda seguir, es con una operación, quitándole el seno. — dice — Pero no sé si mamá quiera esa operación y aunque así acepté que se la hagan no creo que podamos pagarla, y también el tratamiento que viene después de la operación para la recuperación, es muy costoso. Y mucho menos ahora que te acabas de quedar sin trabajo.  

Toma asiento a un lado de mí y suspira. Tenía razón, yo deje mi trabajo sin pensar en las consecuencias en la que arrastraba a mi familia, por estar pensando solo en mí. Les afecto un poco estas dos semanas no tener mi sueldo, y es que era de mucha ayuda ese dinero en el hogar. 

Pero aún así como dijo Alex, no nos alcanzaría para pagar, si es mucho dinero, porque muy apenas cubrimos los medicamentos, mi pago de la universidad y los tratamientos, con solo mi sueldo. Mi hermana se encarga de los gastos del hogar.  

Creo que tengo que volver al trabajo, y veré sí puede hacerme un préstamo o darme un adelanto, espero me ayude, ya que yo la ignore estas dos semanas y puede ser que esté molesta conmigo. Igual no pierdo nada en averiguarlo.  

Le pregunto a mi hermana cuanto es exactamente lo que se necesita para la operación y el tratamiento, ella me dice que son 100,000 dólares, es mucho dinero, tardaría años en juntarlo, bailando en el club, pero si llego a un acuerdo con Julie tal vez y lo pueda conseguir.  

Me despido de mi hermana, le digo que iré hablar con mi jefa para ver si me puede regresar mi trabajo y también si puedo conseguir algo extra. Le hago saber que si me desocupo antes regresaré para venir a traerle algo de comida y un cambio de ropa para que pueda cambiarse por algo limpio. Después de dejarle dicho, salgo casi corriendo para irme directo al club. 

He llegado y aún es temprano para que abran, los únicos que se encuentran en el lugar son los guardias, y por supuesto que Julie también, ya que ella llega después de medio día para estar al pendiente de que todo, y quede listo todo para la noche. Llego al despacho y toco tres veces seguido, ella responde con un adelante y paso. No tuve problema al pasar con los guardias, al parecer aún me estaban esperando. 

Julie está en su escritorio acomodando unos documentos, pero me quedo a medio camino cuando notó que no está sola. Se encuentra acompañada con un señor de traje, muy elegante y ya algo mayor como de unos casi 60 años, medio canoso, robusto, y muy alto, me doy cuenta cuando se pone de pie, al verme. 

— ¡Lillie! — dice Julie, al verme — Sabía que volverías.

Frunzo la nariz, ya que se ha salido con la suya nuevamente.  

— ¿Podemos hablar? A solas. — dije. 

Vi de reojo el hombre que seguía de pie, no dejaba de verme. Ella asiente, y se encamina al tipo, para abrazarlo y despedirlo. 

— Fue un gusto volverte a ver Edgardo, espero vuelvas pronto, para tomarnos ese whisky juntos que tenemos pendiente — le guiña un ojo, después le da un beso delicado en sus labios, el responde abrazándola. 

Yo solo desvió mi mirada para darles un poco de privacidad, quizás sea su amante. Bueno muchos aquí en el lugar hablan de ello, pero como no me gustan los chismes, yo solo los ignoró. No es asunto mío. 

Después de su despedida cariñosa, el tipo sale, y se despide de mí como si me conociera. 

— Un placer, señorita, que tenga un excelente día — dice muy educadamente, muy caballeroso y sale del despacho.  

No entiendo, si ni nos presentaron, que extraño hombre. Sin tomarle más importancia hago a un lado mis pensamientos y me acerco al escritorio para tomar asiento, esto va para largo. 

— Quiero retomar mi empleo. — le digo en cuanto me siento. 

Ella también lo hace, del otro lado. 

— ¿Y ese cambio repentino? — pregunta. 

— ¿No me digas que ya no quieres que regrese? 

— Sí, solo pregunto porque te mirabas muy decidida cuando me dijiste que no volverías.  

— Bueno… es que esa era mi decisión antes de que mi madre se pusiera mal — Julie estaba al tanto de la enfermedad de mi madre. 

Mika le había comentado algo sobre ello, y después de un tiempo ella me había hecho un préstamo pequeño que pague en tres meses, era cuando había comenzado y ocupaba dinero para el tratamiento de mi madre. 

— ¿Pero qué no se supone que ya estaba bien? — pregunta algo preocupada.  

— Así es, pero el tratamiento no funcionó. Y recayó, tiene casi dos días hospitalizada — digo — y los doctores recomiendan una operación para quitarle por completo el tumor. 

Asiente como si comprendiera lo que le decía.  

— Puedo entenderlo muy bien, si necesitas que te ayude en algo no dudes en pedirlo.  

Arrugó mi nariz y mi frente de confusión, no entendía. ¿Ella también vivió algo así?, no sabia si preguntar o no. 

Pero como ella descifró mi rostro y pareció que leyó mi mente, se puso a relatar su situación.  

Ella había entendido todo esto. Me dijo que su madre había muerto de cáncer y que ella había sido una sobreviviente de la misma enfermedad. Ella no había corrido con la mala suerte que su madre, alcanzó a detectar el tumor cuando era muy pequeño, solo que a ella fue en la matriz y para ella fue lo más doloroso, ya que se la habían quitado cuando tenía más de 30 años. Y no había alcanzado a tener hijos y después de eso definitivamente ya estaba descartado llegar a tener alguno. Ella se abrió a contarme todo eso, para que supiera que me entendía perfectamente. Y que me apoyaba en cualquier cosa que necesitará.  

Julie, siempre fue una buena mujer y jefa conmigo, es fría y dura, pero ahora se el motivo por el que es así. Por esa razón no era bueno juzgar a las personas sin saber el motivo de la situación.  

La puse al tanto de lo que habían pedido en el hospital, cuanto y cuanto tiempo teníamos para conseguirlo, era necesario antes de una semana, ya que el tumor estaba creciendo más y podía correr el riesgo de que se pasara también al otro seno, y ya no sería de quitar uno, sino dos. 

Me dolía todo esto que está pasando mi madre, sufría mucho, y lo que más quería en este mundo era quitarle ese gran dolor. Sería capaz hasta de venderle mi alma al diablo. 

Como Julie me dijo que regresara hasta  el sábado a trabajar, para poder estar más tiempo con mi mamá,  acepté para ayudarle a mi hermana y que pudiera ella estar con mi sobrina. Ya que la había dejado encargada a una vecina, que solía cuidar de ella cuando ninguna de las tres podía. Pero no me gustaba que la dejara en cualquier sitió, tenía miedo de que algo le ocurriera, pero entendía que no podía partirse en dos o tres para estar en todos lados. 

Mi hermana necesitaba mucho de mi ayuda, y yo las iba ayudar a las tres, fuera como sea. 

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El viernes por la mañana fui a mis clases, no quería ir porque quería quedarme con mi madre en el hospital, pero llegamos a un acuerdo Alex y yo, de que yo me quedara en la noche a dormir con Sandy y ella en el hospital, el sábado y domingo iría ella a dormir a casa después de que saliera yo del trabajo para turnarnos. Mi hermana había pedido permiso en su empleo, pero solo le habían dado una semana, y estaba preocupada de que tenía que volver el martes por la mañana, y descuidaríamos la mayor parte del día a nuestra madre. 

Yo iba hacer lo posible para venir con ella en cuanto terminaran mis clases. Como hoy me tocaba llegar a casa después de salir, ya que Sandy salía de la escuela y la vecina iría por ella para llevarla a casa, ya que yo salía una hora más tarde que mi sobrina. 

Me dirijo hacía la parada de autobuses, pasó por el estacionamiento de la universidad, pero cuando cruzó entre unos coches para llegar a la acera, de repente alguien me tapa la pasada. Al levantar la vista compruebo que se trata de los mismo tipos malotes que trabajan para ese maldito mafioso. Los miro con cara de pocos amigos. Ya no son dos, sino cuatro, me imagino que como no pudieron dos conmigo tuvo que agregar a dos más.  

— Nos volvemos a ver señorita — dice el tipo, es el mismo de la vez pasada que me habló en un idioma extraño.  

Bufo molesta y del cansancio que me tenían estos tipos. 

— Definitivamente que mala suerte la mía. 

Ellos ni sonríen ni nada. Su semblante es serio y callado, traen lentes oscuros puestos y sus trajes negros perfectamente pulcros.  

— Sí me hace el favor de acompañarnos al auto — dice — El jefe pidió que sin escándalos, ya que no queremos obligarla a llevarla a la fuerza. 

Resoplo más molesta. ¿Qué se traían estos con querer arrastrarme a sus autos? 

Sin cuestionar más, aceptó para termina rápido con este asunto, y saber de una vez por todas que quería su jefe. Pero no me haga desnudar otra vez, porque ahora sí no me iba a dejar, o que si me vuelve a intentar besar o hacer otra cosa lo vuelvo a morder, pero está vez mucho más fuerte, para que no se atreva de nuevo a tocarme. 

Los escoltas caminan a los lados y atrás de mí los otros dos, me guían el camino para llegar hasta el auto, es un Aston Martin gris, es otro, muy distinto al de la última vez. El matón abre la puerta y me invita a subir, me subo colocándome en el asiento del copiloto. Después de sentarme me doy cuenta que del lado izquierdo en el piloto, se encontraba ese oscuro y peligroso hombre, su vista se fija en mí después de quitarse sus gafas oscuras, mientras yo intento ignorarlo, viendo hacía el frente. 

— Te dije que volvería — dice — Por ti. 

Trago saliva, un nudo en mi garganta se forma, mis manos comienzan a sudar, el miedo comienza hacer presencia.  

— ¿Qué quiere? — pregunto malhumorada.  

Él se ve como siempre, frío y arrogante, está casi vestido igual que la última vez que lo vi, con pantalón negro y, camisa color gris oscura, remangada, sin saco. Le sientan bien esos colores oscuros, son igual a él, también no podía faltar sus malditas armas, que están a la vista en una funda colocada en sus hombros. Eso hace que me ponga más nerviosa.  

— Quiero algo de ti — responde — Creo que ya te lo había dejado claro antes de irme — y continúa como si nada —Quiero que hagamos un trato 

¡Oh por Dios! ¿Qué significa esto? Y eso pareció más una orden, que un permiso. 

— ¿De qué está hablando? — él eleva su mano para que guarde silencio y lo deje continuar.  

— Se trata de que seas mía, que tengamos sexo cuantas veces yo lo deseé, a cambio yo te doy lo que tu me pidas,. Tal vez dinero, lujos, casa, auto, pagar toda tu carrera, lo que quieras, te beneficiarias muy bien. Sin decir que también te la pasarás muy bien en la cama conmigo. — dice con arrogancia. 

— ¡No soy una puta! — grito, intentando salir, pero la puesta está con seguro — Creo que ya se lo había dejado claro, también yo. Así que déjeme ir. 

Él me observaba desde su lugar, hasta parece que me desafía al mirarme a los ojos. Eso me provoca irá. ¿Qué se cree?  

— Yo en ningún momento dije que fueras hacer mi puta, más bien serías mi amante, mi mujer, mía completamente, de mi pertenencia.  

— ¡Yo no le pertenezco a nadie!, yo no soy un objeto — contesto furiosa — No estoy en venta, ni para usted ni para nadie más.  

— ¿Entonces lo harías gratis?, creía que necesitabas el dinero. — lo dice cínicamente.  

— ¡Eres el tipo más odioso y arrogante!  ¿Quién te crees que eres? 

Sonríe, esa sonrisa burlona mostrando su hoyuelo sensual. 

— ¿De qué se ríe?, ¿se burla de mí? — vuelvo hablar.

— Sonrío porque eso me excita más, tu comportamiento, tu actitud, me hace que te deseé más, esa fiera que eres me calienta. Tú has logrando lo que nadie ha podido. 

Quedo paralizada en mi lugar boquiabierta con lo que dijo, ¿tanto le provocaba? Y sí está era mi oportunidad para ayudar a mi madre, pero aceptar me convertiría en su prostituta. Pero también el dijo que no sería así. Ay Dios mío no sé que hacer, y es que tengo miedo pero también a la vez quisiera decir que sí aceptó. 

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