Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 8

DANTE

No sé que me estaba pasando, pero desde el primer instante en que la vi en ese lugar cuando tropecé  con ella, me hechizo su belleza, y solo quería saber quién era. Y cuando la mire bailar en ese escenario quede embrujado por sus movimientos, su sensualidad y lo único que deseé fue tener ese cuerpo exuberante en mi cama, pero cuando la vi desnuda la anhele mucho más. 

Desde el comienzo me di cuenta que esos ojos esmeralda iban ser mi perdición. Y es que ninguna mujer se había convertido en una obsesión, un delirio, un gran deseo hasta quererla tener de cualquier forma en mi lecho, tenerla para saborear cada parte de ella, hasta saciarme de su exquisito cuerpo de diosa. 

No me podía quitar de la mente la imagen de esa mujer. Sus labios, sus pechos y sus felinos ojos. Pero sobre todo más sus labios carnosos, después de haberlos probado ya nada era igual, la deseaba más. A pesar de que la forcé a besarme y se negó todo el tiempo, mas me excitaba su comportamiento y lo difícil que era. Nunca había tomado o obligado a una mujer a estar conmigo, podría ser un maldito en los negocios y al asesinar, pero jamás violaría a una chica, a parte de que nunca tuve necesidad de hacerlo, siempre solitas venían hacia mí, ofreciéndose ellas mismas. Eso era algo que me activaba hasta ponerme cachondo y era lo que me gustaba.  

Siempre me gusto lo fácil, las putas, y no estar batallado en rogar para un polvo. Ahora era diferente, ella me lo ponía difícil y duro a la vez. Y eso me calentaba mucho más que otras. Tenía que hacerla mía, tan solo por una noche, para quitarme estas ganas que le traía y así poder seguir con mi vida como antes, tenía que buscar los forma de convencerla, no podía tomarla a la fuerza y follarmela, ¿o tal vez sí?  

¿Y sí no tenía con solo una vez?, ¿y quisiera más y más de ella? Tengo que planear bien como obtener ese cuerpo para tenerla de nuevo desnuda, pero esta vez en mi cama y yo sobre ella, recorriendo cada parte de ella.

El estúpido de mi amigo dos veces había interrumpido el momento que la tuve entre mis brazos, parecía que sabía lo que hacía porque me reclamó la última vez, diciendo que dejara de divertirme con los polvos. Había llamado bien molesto para ponerme al tanto del problema con los rusos y que habían atacado un cargamento de drogas y armas de nosotros, haciéndonos perder de nuevo mucha mercancía.  

¡Malditos! 

Al parecer querían morir y por supuesto no iban a salir librados de esta, pero primero me iba a divertir con ellos. Iván y mis hombres pudieron alcanzar agarrar a dos tipos de los que trabajan para el cártel del ruso, les había dado órdenes de no matarlos, ya que los iba hacer hablar primero, para eso le pedí a mi amigo que solo los torturaba, era una de las cosas que más practicamos él y yo, pero más yo, él mataba sin interrogar, ni esperar respuestas. Y eso me daba más coraje ya que el sabia el procedimiento por el que se tenían que pasar primero los retenidos.

No solía secuestrar personas no era mi fuerte, pero cuando era para averiguar o a amenazar a alguien lo hacía, en dos ocasiones llegue a mandar a secuestrar a los hermanos del cártel de Ruso contrario. Mis enemigos más fuertes eran los alemanes y los rusos contrarios ya que en Rusia estaba dividido en dos cártel. Yo les ayude a los Smirnov a sacar del territorio a los Vasiliev, que son los contrarios, y con el problema de la emboscada y todo lo que sucedió, los que eran nuestros aliados se volvieron nuestros enemigos al igual que los otros.

Todo se había convertido en una mierda, habíamos perdido una asociación muy grande y ya dos grandísimos cargamentos. Tenía que arreglar este asunto, pero primero iba a torturar a esos dos malditos hasta sacarles toda la mierda que traen guardada. 

Este asunto me tenía ocupado, pero aún así no dejaba de pensar en ella. Tenía que regresar a Italia arreglar esos asuntos, pero en cuanto pudiera iba a volver por ella.

Aquí en Nueva York tenía un abogado confiable, que se encargaba de los asuntos de la empresa junto a Edgardo, lo mandé a llamar antes de partir. 

No tardo en llegar, lo supe cuando tocaron a la puerta de la habitación, ya sabía que era él. Franco se asomó después de que di la orden de que pasará, y haciendo ver al tipo de lentes con traje, asentí para que nos dejará solos y poder charlar en privado. Aunque Franco era de toda mi absoluta confianza. 

— Charlie — me acerque para saludar con un apretón de manos y un abrazo fuerte al abogado — Tanto tiempo sin verte.

— ¡Diablo! Me da un gusto volver a verte — responde al igual — Vine en cuanto me dijeron que ocupabas de mis servicios. ¿Para qué soy bueno?

Él sabía que cuando yo lo mandaba a llamar era para algo ilegal, algo nada referente a las empresas. 

— Necesito que envíes a investigar algo, bueno más bien a alguien — digo — Ocupo que recaudes toda la información de una mujer, que trabaja en el club de Julie.

— ¿Una puta? — hace un gesto — Es muy raro en ti, que pidas algo así en una mujer.

Me apoyo en mis brazos para inclinarme en el sofá, ya me encontraba sentado.

— No es cualquier mujer, solo has lo que te estoy pidiendo — gruño molesto, saben bien que odio que me cuestionen así.  

— Está bien, está bien — pone sus manos en rendición. — Lo que el Diablo pida.

Le doy la poca información que tengo de ella, y la descripción de su físico, no más de recordarlo ya me había puesto caliente, me hacía falta un polvo para tranquilizarme un poco. Pero no lo iba hacer hasta que llegará a Italia. 

                 

━━━━━━ ▪︎★ ▪︎ ━━━━━━

El lunes por la mañana llegue a Italia, me sentía algo agotado porque no había dormido en toda la noche, estaba planeando por video llamada con mi amigo todo la estrategia que teníamos pensado hacer. Ya que estamos preparando el siguiente cargamento y claro estaba a que les íbamos a poner una trampa. Todo eso lo iba a ver con él en cuanto llegara a Italia y también ir a ver a esos tipos para interrogarlos.

Cuando ya estaba reunido con mi equipo de confianza, nos reunimos en la sala que tenía equipada para nuestras reuniones, era en el sótano de mi casa, era un cuarto enorme, teníamos computadoras, pizarras, una mesa central grande con sillas, aquí planteábamos los ataques, los cargamentos, y todo lo relacionado con la organización. 

También teníamos otra habitación ubicada en el mismo lugar pero esa estaba equipada con armas, y todo lo relacionado para entrenamientos, era un gimnasio al igual grande, esos dos lugares se encontraban en el subterráneo de mi mansión,  eran los más restringidos. Solo tenían permiso de pasar mis hombres de confianza y los demás tenían que pasar con permiso, ya sea de Iván o mía. Ese lugar estaba bien asegurado, no era fácil entrar, había guardias por todos lados, como por fuera y por dentro de todo mi territorio.

Después de llegar a unas ideas y estrategias que planeó mi equipo, me levanté tomando mi arma para salir de ahí y irme a visitar a mis queridas visitas, que se encontraban en los calabozos. Ese lugar lo tenía fuera de la mansión muy retirado, se encontraba por unos pasillos largos del patio trasero, que te llevan a hasta ese sitió. Iván, León y Enzo me acompañan. 

Al llegar me doy cuenta de que ya los tenían listos como acostumbraba a pedir que los pusieran. Se encontraban colgados de las muñecas con unas caderas, sus cuerpos estaban colgando, ya estaban golpeados y un poco torturados. 

Cuando me encuentro frente a ellos, les habló en ruso para que me puedan entender.

— ¿Para quién trabajan exactamente? — les pregunto y uno de ellos responde que para los Smirnov, niego con la cabeza — Respuesta incorrecta — tomo mi navaja y me acerco al que no hablo y le corto un dedo del pie, soltando un bramido de dolor, mientras sale un chorro de sangre donde corte — ¿Ahora si me darán una buena respuesta? — él tipo que hablo vuelve a decir lo mismo — Bueno sí así lo quieren — vuelvo a cortarle pero dos dedo más, al mismo hombre, solo grita y lloriquea, es un grito desgarrador y de sufrimiento — ¿Ahora sí?, no tengo su tiempo. Los siguientes serán de la mano. — digo mientras limpio mi navaja con la ropa que trae el tipo puesta, el hombre no dice nada, así que para animarlo, le corto un dedo de la mano, y uniéndose al otro con sus bramidos — Ya me están cansando, y les advierto que hoy no tengo nada de ánimos de jugar — cuando voy a cortar de nuevo otro de sus dedos de la mano, uno de ellos habla, diciendo que me dirá todo si los dejo ir, les digo que sí para que hablen, y claro como yo no soy un tipo misericordioso, pues ahí muere mi palabra. 

Después de decir el nombre de los condenados, me quedo algo sorprendido, no creí que los Bachman estuvieran detrás de todo esto. Los Bachman son los alemanes que tenemos por enemigos desde antes que muriera mi padre, ellos han sido enemigos de la familia por muchísimas décadas. Pero desde que yo quedé a cargo nunca se atrevieron atacar, hasta ahora. Yo sospechaba de mi tío y de Bruno, pero aún no estaba muy seguro de ellos tampoco.  

Después de agradecerles por su amable cooperación, los despedí con un tiro a cada uno en la cabeza. Ya me tenían hartó, y es que sí en parte estaba malhumorado. Desde que esa chiquilla se había negado a besarme. Y el no poder tenerla me tenía con los nervios de punta del coraje.

— ¿Qué te sucede?, estas muy raro — dice Leo, que camina junto a mí, mientras me palmea la espalda con su mano.

— Déjalo, mal de amores — responde Iván. Con una risita

Gruño molesto por su estúpido comentario. Vamos caminando por los pasillos para salir de los calabozos.  

— ¿¡Es en serio!? Al Diablo lo trae inquieto una mujer — ahora es Enzo el que habla.

Se unen los tres en risas, mientras yo estoy con mi cara de pocos amigos, los miro mal. Y ellos solo alzan las manos supuestamente en forma de rendición, pero se burlan.

— ¡Uy!, ¡uy!, ¡uy!

Dicen los tres al unisón. Malditos imbéciles, si pudiera les diera un tiro a cada uno.

— ¡No tienen miedo a morir! — grito cabreado.

Ellos solo se limitan a encoger sus hombros sin importancia. Estúpidos malnacidos. 

— Ya hermano no vale la pena hacer corajes por una puta, es una más y ya. — me palmea el hombro Leo, mientras pone su estúpida sonrisa — Vamos por unas para que te eches un polvo y así se te quite lo amargado.

— En serio hermano tiene razón, ni siquiera disfrutaste torturar a esos malditos, siempre te diviertes y nunca te cansas de hacerlo. — dice Enzo.

Resoplo fuerte.

— No tengo ánimos de nada — respondo, me encaminó por el camino dejandolos atrás. 

— ¿¡En verdad vas a caer en esa mierda, solo por una mujer!? — grita Leo desde donde está, ya que me retiré un tramo de ellos.

Tenían razón, este no era yo, tal vez necesitaba follar con alguna puta para descargar todo lo que traía acumulado. Y que mejor forma que irme con este trío de chiflados al bar que solíamos visitar cuando queríamos salir y divertirnos un poco, para sacar el estrés. 

Me giré y los vi, y les hice una seña, era la señal de que aceptaba, ellos ya lo sabían así respondimos entre los cuatro. Al hacerles la seña se acercaron a mí muy rápidamente sonriendo, Iván paso su brazo por mis hombros mientras los otros dos se adelantaban entre risas y charlas.

— Ese es el Diablo que quiero ver — dice Iván mientras seguimos caminando hacía nuestros autos — ¿En el tuyo o en el mío? 

— En el tuyo — le respondí. 

Y es que ni para manejar tenía ánimos, nos trepamos en el Jaguar deportivo de Iván, mientras el otro par se iban en el camero de León. Así emprendimos el viaje al bar.  

                         

━━━━━━ ▪︎★ ▪︎ ━━━━━━

Ya habíamos llegado, y lo primero que hicieron Enzo y Leo fueron por las mujeres con las que ellos frecuentan follar, ellos no eran como yo de que yo tomaba diferente mujer para tener sexo. Claro que ahorita lo haría con cualquiera de las que ya había tenido una noche loca, pues lo único que quería era descargarme. 

Iván era algo parecido a ellos y algo a mí, cuando se hartaba de la tipa, cambiaba como de auto, pero cuando elegía a una para tener sexo no la soltaba hasta que él quisiera dejarla ir. Él también le huía al compromiso, ese era uno de los motivos por los que las dejaba.

En el bar, siempre solían venir variedad de mujeres, normalmente siempre veía una que otra diferente cuando venía. Pero cuando no tenía ánimos y no quería esperar, tomaba a Tamara. Ella era una puta del bar, que quería ser exclusiva para mí, es una de las pocas con las que había follado más de dos veces, pero solo lo hacía porque era muy buena para hacer orales y porque se movía muy bien en la cama.

Tamara era una chica, guapa no lo voy a negar, pero ni ella ni ninguna otra había movido mi deseo más carnal como esa bailarina de ojos esmeralda. Aún no sabia su nombre, solo se que le decían Esmeralda, era su nombre artístico, Julie me lo había dicho, en ese momento no me interesó averiguar ni su nombre, edad ni nada, no pensé con mi cabeza, sino con el de abajo. 

Nunca me había interesado saber nada de ninguna mujer, ni con Tamara, que había sido con la que más polvos tuve, muy apenas sabia su nombre porque lo decían mucho en el bar, aunque aún así no estaba seguro de si ese era su verdadero nombre. Igual ni me importaba. 

La sensual y guapa Tamara, se acercaba a mi en cuanto me vio, ya nos encontrábamos sentados en una de las mesas del fondo del lugar. Mis amigos se encontraban ansiosamente con sus compañeras. Tam se balanceaba en sus caderas, mientras llegaba a mí. 

— Hola, guapo — se inclinó para hablarme al oído — Los extrañé — dijo, y después mirarme a mí, ve mi entre pierna para referirse a mi miembro.

Sí pensarlo dos veces me puse de pie y la agarré del brazo para arrastrarla a un sitio más privado, solo escucho las risas de mis amigo mientras los dejaba atrás. 

Llegamos al baño y la meto junto conmigo al lugar, cerrando la puerta con seguro. Ella se acerca a mi y pasando sus manos por mis hombros, abdomen, hasta llegar al cinto y botón de mi pantalón. Yo solo dejo que ella haga todo el trabajo, ya que solo quiero un delicioso oral, se arrodilló frente a mí, mientras desabrochaba el pantalón y lo bajaba rápidamente junto con mi bóxer. Yo solo me limité a verla, y me estaba impacientando. 

— ¡Rápido! Qué esperas — mascullo molesto.

Al bajar mi ropa, quedó expuesto mi miembro grande y grueso frente a ella, se quedó viéndolo asombrada como si fuera la primera vez que lo miraba, se mordió el labio y cuando vi que iba a decir algo, la tomé del cabello fuertemente de una estocada hice que metiera mi falo en su boca, y sin más da, se puso hacer lo que tenía que haber hecho desde el principio. La empujaba de la nuca sin soltar mi fuerte agarré, solo escuchaba como se atragantaba, pero ella nunca paró. Cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza para atrás, y comencé a imaginarme esos labios rojizos carnosos, esa mirada esmeralda viéndome mientras recibía un oral de su parte, y no de una puta. Estoy fantaseando con esa exquisita y exuberante bailarina, mientras otra mujer tiene mi falo en su boca.

Acelero con mi mano los movimientos con la que la tengo agarrada de la nuca, mientras me imaginó tocando los pechos de Esmeralda y pasar mi lengua por ellos. Por unos segundos mi mente se nubla, dejándome ir, gruño y me vengo, hasta vaciarme por completo en la puta boca de la mujer que tengo arrodillada frente a mí. No sé que carajos me está pasando, pero al parecer ya ni un oral o un polvo podré tener liberadamente sino es con esa chiquilla de ojos esmeralda.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno]