Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 7

LILLIE

Seguía de pie, intentando tapar con mis manos algunas partes de mi cuerpo. Se acercó, me agarró bruscamente de la cara sujetándome de la barbilla con una sola mano. 

Por mi mente pasaron recuerdos con mi familia, pensando en mi madre, mi hermana y mi querida sobrina. Sí iba a hacer violada y después ser asesinada, o lo que fuera hacer conmigo, lo último que quería tener en mi cabeza eran a ellas.

¿Cómo pude sentir atracción por alguien así?

Me cuestiono mentalmente, era un monstruo alguien que no tenía sentimientos ni remordimiento alguno. 

Bueno eso era lo de menos ahora, ya lo hecho estaba y me tenía a su merced. En cualquier momento podía hacer lo que quisiera conmigo. Temiendo en que me fuera hacer daño.

— Ahora eres mía — aprieta más mis mejillas, mientras me habla al oído en susurros — Me perteneces.

¿De qué habla este lunático?

— Como le dije al principio, creo que se confundió de persona. — respondo con dificultad por su agarré. 

— ¡Shhh! — me suelta para tomarme del cuello sin apretar con tanta fuerza, y con su otra mano lleva su dedo índice a mis labios — He pagado por ti, solo una noche.

Me quedo rígida por sus palabras. ¿Pagado?, ¿solo una noche?, de que me esta hablando.

— N-no entiendo… — balbuceo.

Pero me interrumpe bruscamente. 

— Qué he pagado por ti, y no me hagas repetirte las cosas más de dos veces, que no me gusta dar explicaciones de nada. — como puedo niego con la cabeza, él sigue recorriendo mis labios, mi cara con su dedo — Por esta ocasión solo será una noche, pero haré todo lo posible para que seas completamente mía. 

Trago saliva, sigue diciendo incoherencias. Pero me armo de valor para responderle.

— Efectivamente se ha equivocado. ¡Yo no soy una prostituta! — lo veo con coraje. — Me confundieron con alguna otra bailarina —lo encaró.

Jamás pensé que sería capaz de enfrentarlo, y menos con esa arma que trae en su otra mano.

Niega con la cabeza, mientras me calla con un "shhh" 

— Sé que eres la misma con la que choque en el club y la misma que bailó con un antifaz. Esa melena rubia y esos ojos esmeraldas son inconfundibles. 

— Pero… pero... yo solo soy una bailarina del club, no una prost..

Me volvió a interrumpir sin dejar que terminara lo que le estaba diciendo. 

— No me interesa saber si lo eres o no — dice— ¡Eres mía y punto!

— Creo que usted está loco.

— Yo también lo creo, a veces necesitamos de esa locura para poder sobrevivir en este puto infierno. — no entendí lo que quiso decir.

Igual ignore lo que dijo, ya no le tomaba importancia a lo que dijera, solo quería salir de aquí corriendo lo más rápido y alejarme de este peligro hombre. Pero no había forma, y menos si me seguía sujetando fuertemente. Estaba empezando a perder la paciencia, en cualquier momento le iba a gritar sus verdades, ya me tenía harta.

Empecé a rebuscar las palabras correctas para que me soltara y me dejara ir, pero no estaba segura, si debía seguir forcejeando o fingir para distraerle y huir en el momento. Tenía que pensar en un plan, pero eso me llevaría mucho tiempo. 

Miro sus pupilas dilatadas, después baja su mirada a mis labios. Mi corazón está a un ritmo fuerte y doloroso e inquieto, con temor. Una de sus manos me toma de la cadera, donde trae el arma, sin darme tiempo de replicar sus labios toman los míos, fundiéndose en un beso agresivo y profundo, de repente siento su lengua probando el interior de mi boca. Yo forcejeó, mientras le doy de puños en su pecho, él me tiene muy agarrada de la nuca, obligándome seguirle con el beso.

Nunca creí que mi primer beso iba hacer así, siento mis mejillas mojarse por mis lágrimas, no aguante más y mi debilidad salió, no quería llorar enfrente de este monstruo.

Sin dejar de pelear intento quitármelo como pueda, sigo luchando, pero como no puedo con él ya que es muchísimo más grande que mi cuerpo. Así que sin pensarlo solo actuó y lo muerdo del labio, tan fuerte que le saque sangre. El gruñe mientras se aparta de mí, pero así interrumpe el beso tortuoso, agradezco mentalmente por mi logró. 

Pero sigo con miedo de que ahora me de un tiro como había dicho. Después de verle que se toca el labio para comprobar si tenía sangre, me vuelve a ver con esa mirada fría y furiosa.

Creo que desperté al demonio.

Rápidamente cerré mis ojos cuando veo por último su mano elevándose, creyendo que me podría golpear, pero nunca llega ese golpe, solo siento que me agarra fuerte del brazo para lanzarme de nuevo a la cama, y es cuando me doy cuenta de que ya llego mi final. 

Abro mis ojos al momento del impacto al caer y veo que se acerca para acorralarme en la cama, pero en eso un tono de celular suena, no es el mío porque lo deje en la mochila que traía y no sé en dónde quedo después de que el tipo esté me arrastrará a su deportivo.

El celular vuelve a sonar, él maldice en voz alta, que hasta me hace saltar del susto. Compruebo que es el de él mientras lo saca de su bolsillo del pantalón, mira la pantalla, aún sigue de pie frente a mí, sin esperar más responde diciendo algo en su estúpido idioma que no entiendo nada.

Se da media vuelta para salir de la habitación, cerrando la puerta detrás de él, dejándome ahí sola. Y suspiro, por fin podía respirar tranquilamente, dejando sacar todo el aire que tenía acumulado. Después de calmarme un poco, me pongo de pie para recoger mis pertenencias e intentar vestirme. No importaba si cuando entrara se molestara por haberme vestido, lo iba hacer por si tenía que correr, ya que desnuda no me iba atrever hacerlo.

Estar delante de ese hombre es agotador, aprovecho su ausencia para buscar mi bolso por la habitación, haber si lo había dejado aquí, pero después de buscar por todos lados compruebe que no era así.

— Puedes irte — dice cuando entra a la habitación.

Me quedo pasmada por ese gran cambio repentino, sigue molesto lo puedo notar en su mandíbula apretada y su mirada oscura, no sé que lo hizo cambiar tan rápido, no lo pienso dos veces y en pocos pasos ya estoy fuera de la habitación, antes de salir de la suite busco mi bolso por el lugar, y es que sino trajera mi identidad, celular y llaves de la casa, me iría sin pensar en ello. Y también como iba a pagar un taxi, pero eso ahorita era lo de menos, podía hasta irme corriendo a mi casa de lo desesperada que estaba.

— Uno de mis hombres te espera a fuera, él te llevará — añade ante mi silencio. 

— No hace falta — y es que lo único que quería era irme y ya no saber nada más de este hombre y de esos tipos con finta de matones.

— No te estoy preguntando, es una orden — masculle. — Y que te quede claro, tú me perteneces y regresaré por ti.

Y así sin agregar nada más se gira para volver a meterse a la habitación. Resoplo por su comportamiento raro. Sin tomarle más importancia a nada más. Salgo de ahí, y me doy cuanta que los mastodontes están ahí esperándome y a otros tres más colocados cerca de la puerta, uno de ellos se acerca, trae mi mochila en sus manos. Bueno tan siquiera hizo algo bueno, como cuidar de ella.

Al llegar a mí me la ofrece y sin pensarlo dos veces se la arrebató, él me dice que me escoltara hasta mi casa, y yo solo le digo que me regrese al club, el insiste en lo mismo ya que su jefe le ordenó eso.

Maldito solo eso sabe dar, órdenes.

Y es que la verdad lo que menos quiero es que sepan en donde vivo.

Sigo insistiendo y le invento algo para que me devuelva al club, él lo piensa por un momento y después acepta. 

Minutos después llegamos al lugar, no espero a que el tipo me abra la puerta o diga algo, solo bajo del auto lo más rápido que logro conseguir, y sin mirar atrás entro al club. Mis compañeros me miran extrañamente y es porque me vuelven a ver después de que ya me había ido, es raro en mí que me vean cuando ya me había marchado. 

Busco con mi mirada a Mika, pero no la encuentro por ningún lado.

Espero no se haya ido.

No quería correr otra vez el riesgo de salir sola a fuera y que esos tipos estuvieran allí esperando, tal vez si me ven con alguien sea distinto.  

Voy a la barra y le pregunto a los chicos por mi amiga, ellos responden que hace unos instantes se había ido al despacho de Julie, les agradezco por su información y me dirijo a la planta alta para ir en busca de Mika.

Toco la puerta al llegar, y después se abre, es uno de los guardias del lugar, me ve con cara de asombró, no sé porque, le pregunto por Mika y el responde que esta ocupada adentro con la jefa. Escucho a mi amiga gritar.

¿Qué sucede?

Empujo la puerta sin importarme el guardia, intenta detenerme, pero ya estoy adentro. Mika se encuentra de pie frente al escritorio, y Julie al verme se queda congelada en su lugar. No sé que esperaba, es la misma reacción del guardia.  

Mi amiga al notar el comportamiento de la jefa, se gira para ver, ya que yo me encontraba detrás de ella. Al verme sus ojos se abren y sin pensarlo se lanza hacía mí para abrazarme.

— ¡Lilli! — grita antes de llegar a mí, y me abraza eufóricamente, me barre toda con su mirada, como cerciorándose de que nada me faltará — ¿Estas bien?, ¿no te hicieron nada?

Cuando interroga me comprueba a que se refiere y eso me deja saber que estaba al tanto de mi situación peligrosa. ¿Pero cómo supo?

— ¿Tú ya lo sabías? — pregunto con miedo.

Y es que tenía miedo a saber que mí amiga estuviera involucrada en mi secuestro instantáneo y de que casi abusa de mí ese tipo.

Ella niega enérgicamente con la cabeza. 

— No, yo me enteré hace un momento y viene a reclamarle a Julie, nadie sabía decirme dónde estabas, pero cuando me enteré que te habían ofrecido al mafioso más peligroso. Vine a comprobar si ella tenía que ver.

Dijo refiriéndose a la jefa, y la miré sin comprender, ella había dado su palabra de no llegarme a vender con nadie, que mi trato era de solo bailar, pero al parecer no había cumplido bien con su parte.

— ¡Tú lo prometiste! — le grité señalándola con mi dedo indicé, mientras me acerco más al escritorio. — Ese era el trato. 

Se pone de pie y suspira. 

— Lo sé, pero no podía decirle no al Diablo — dijo preocupada  — Él es casi dueño de esta ciudad y de todo los lugares que pisa, con un chasquido de dedos puede cerrar el club y quítame todo lo que me pertenece. — Resopla — Además yo tengo tratos con él y sus colegas, y por ese lado también no tenía alternativa. Él me prometió que no te haría daño, por esa razón fue que al final acepté, ya que me había negado, por favor créeme. — súplica. 

Puedo entenderla ya que ella siempre había sido buena conmigo, con todas, y ella misma tenía esas políticas que no se prostituyen sus chicas. Estaba comenzando a dudar eso de ella, ¿pero y si tenía razón? 

— Aún así te tenías que seguir negándote. — conteste, decepcionada.

— Y lo hice, como te dije yo me negué, pero él dijo que no te iba hacer nada, que solo quería tu compañía, yo le dije que tampoco hacías ese tipo de trabajo, que solo bailabas para el club.

— Él me dijo que había pagado. — reclamo al recordar lo que dijo.

— Sí, pero yo no lo acepté, aún así dejo el dinero, pero hay está el maletín con todo el dinero. Yo se lo regresaré a su amigo, que es más sensato que él. 

— No creo poder seguir trabajando aquí, temo que regrese por mí. Me lo ha dicho.

— No puedes hacerme esto, te necesito. Haré lo posible para protegerte, pero por favor no te vayas.

— No sé, no puedo volver a correr el riesgo, ¡Ese maldito estuvo a punto de violarme! — digo furiosa.

Mi amiga me toma del brazo preocupada.

— No creí que te fuera hacer daño. — responde Julie.

— ¡Cómo puedes decir eso! — mi amiga le grita — Sabemos que ese tipo es un demonio, es alguien despiadado sin corazón. ¡La has expuesto ante ese desgraciado!

La tranquilizó tomando su mano, es lo que más me gustaba de ella, siempre me defendía y cuidaba de mí, como una hermana. 

Mi amiga sujeta más fuerte mi mano y me jala para sacarme de allí. Salimos de ese lugar en silencio y sin hacer caso a los que nos llaman. Ella me arrastra hasta su auto, se que esta preocupada por mí y tengo que tranquilizarla. Ya estando en el coche, toma una bocanada de aire y habla. 

— Perdón — dice cabizbaja — Debí cuidarte — golpea el volante molesta. — Soy una mala amiga. 

Niego y pido que me vea.

— No, no es tu culpa — le respondo — Tú no sabías lo que iba ocurrir. — froto su brazo para que se relaje — Mírame, estoy aquí sana y a salvo. 

Me mira con sus ojos húmedos, le regaló una sonrisa. Y ella me responde con una casi igual pero medio forzado. Se que se preocupa por mí y se que no se lo perdonaría si me pasara algo malo, pero ni ella, ni yo somos culpables en esto.

Después de hablar bien las cosas y tranquilizarnos mutuamente, emprendemos el viaje hacia nuestras casas. Espero que mi madre y mi hermana ya estén durmiendo sino tendré que inventarme algo, por llegar más tarde.

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