Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 21

LILLIE

Me encuentro temblando del terror que acabo de presenciar. Sigo escuchando una voz que me llama, y de repente me comienzan a sacudir de los brazos, ya que seguía en shock.

Parpadeo e intento recobrar el sí. Frente a mí se encuentra mi amiga, frunzo el ceño, no comprendo que hace ella aquí. Pero ignoro esa parte y noto su rostro de preocupación.

— Lilli, ¿te encuentras bien? — pregunta, pero la ignoro.

No logró concentrarme. Seguir aquí de pie como si nada, y que él esté allá afuera tendido en el suelo mientras sangra herido.

Me suelto de su agarré, que seguía tomando de mis brazos, y camino hacia la puerta para salir y regresar a su lado. No soy capaz de dejarlo así, no puedo y no quiero hacerlo.

Mika grita mi nombre se que se preocupa por mí, pero no puedo quedarme aquí cruzada de brazos sin hacer nada.

Antes de llegar a la puerta, freno en seco, cuando veo que la abren, trago saliva nerviosa, y dejo de respirar. Espero no sean esos pervertidos que anteriormente nos molestaron. En eso mi respiración se acelera junto con mi corazón, al comprobar quién es.

Es él, sí. Sonrío como una tonta cuando entran, y no se porque. El chico lo ayuda y mi sonrisa se borra de golpe cuando veo el porque, mis ojos se quedan fijos la mancha de sangre. Llevo mis manos a mi boca, comienzo a temblar. Pero reaccionó y me acerco hasta él tan rápido como puedo.

Cuando me pongo enfrente de ellos, lo examinó con la mirada, de pies a cabeza, hasta que mis ojos se detienen en los suyos, en esas pupilas grises e intensas, que ahora demuestran algo de aflicción. Frunzo los labios, quiero preguntarle como se siente, pero antes de que lo haga él me gana la pregunta.

— ¿Cómo estás? — dice en voz baja, pero en un tono que lo pueda escuchar.

— Yo estoy bien. Esa pregunta debería hacerla a ti — examino su herida con los ojos —¿Duele mucho? ¿Es muy profunda?

Me acerco más y coloco mis manos en su pecho, lo escruto con mi mirada y mi tacto. Su camisa esta medio abierta, siento algo duro, no creo que sea su abdomen. Escucho un carraspeo y alzo mi cabeza para verle a la cara. Y lo veo con una de sus estúpidas sonrisas seductoras y picardía, mostrando su hoyuelo de un lado. Detengo mi revisión.

— Nada que no haya vivido ya, sobrevivire—negó — Pero no te detengas, puedes proseguir con tu labor. — sonríe más, mostrando su perfecta sonrisa — A mí no me molesta, al contrario — me guiña un ojo.

— Eres un idiota — le doy un golpe en el hombro y suelta un gruñido de dolor.

Mis ojos casi se salen del susto, creo que lo he lastimado. Preocupada le descubro donde le golpeé. Ese era uno de los lugares donde tenía manchado de sangre, pero creí que no era suya, ya que en el pecho también había solo que no encontré ninguna herida.

Lo tomo de la mano y lo llevo a que se siente en la orilla de una cama que se encontraba en esa habitación.

No le había puesto atención al lugar, pero cuando caminé con él hasta la cama para sentarlo, pude notar que era parecida a una habitación de motel. Nunca he estado en una pero por el desorden, con envolturas de condones y bebidas, también hay una cama y una puerta con un pequeño baño, es lo que me hace pensar.

Le quitó la camisa sin importarme su tonta sonrisa y su mirada con la que me ve. Quedo anonadada al verle, es lo más perfecto que he visto. Traía un chaleco antibalas, pero de lo quito en cuanto le desabroche la camiseta. Dejando por completo su duro y bien marcado abdomen, sus pectorales bien definidos.

Oh por Dios, es tan perfecto.

Mis ojos se quedan por unos instantes en ese lugar. Y no sé porque me han dado ganas de tocarlo nuevamente, recorrer con mis manos cada línea marcada. Al bajar más veo tres cicatrices, una al costado y dos muy cerca del ombligo.

 ¿Cómo se las hizos? Y no se porque mi curiosidad se despierta, pero no iba a tratar de averiguarlo.

Probablemente se las hizo en algún enfrentamiento, como el de hoy. Puede ser, siempre está expuesto al peligro. Más bien él es el peligro.

No sé porque pero quisiera acariciar cada cicatriz que su cuerpo tenga, y explorar más allá, para descubrir al verdadero Diablo. Mentalmente sacudo mi cabeza para sacar esos pensamientos de mi cabeza.

Me concentro en mi objetivo y pongo mi mirada solo en la herida. Y la examino. Lo ignoro. Ya que se dio cuenta de que casi se me cae la baba mientras le miraba su torso.

Maldito arrogante. Giro hacia el chico rubio que sigue detrás de mí, junto con mi amiga. Ella está agarrada del brazo de él,  frunzo el ceño confundida. Pero caigo en cuenta en que él pueda ser el tipo que había venido a buscar, ¿pero cómo?, él es el amigo del Diablo, o tal vez el que vino a buscar lo dejo al olvido y se encontró a otro. Eso es típico en ella. Bueno eso lo investigare más adelante, ahorita lo que importa es curar esa herida. Más tarde Mika oirá mi sermón, por haberme abandonado por un revolcón.

Me siento frustrada, no me pareció bien lo que ella hizo. La miro molesta, pero desvió la vista y la ignoro cuando abre la boca para hablar. Y dirigí mi atención al su amante.

— Necesito, limpiar la herida, ¿no sabes si hay un botiquín aquí? — digo cortante.

Él encoje los hombros en señal de no saber.

— No sé, pero déjame checar.

Se aleja de nosotras y se va rumbo al baño, no más se escucha el sonido de cosas que caen al suelo.

— Lillie... yo… — balbucea.

La interrumpo cuando pongo mi mano enfrente, cierro mis ojos y respiro profundo.

— Ahora no.

Ella solo asiente con su cabeza, y la agacha. Se que se siente culpable, y se que no la está pasando bien, pero no tengo ni ánimos y ni fuerza de discutir, que se que voy a regañar la. Lo que más me duele es que se haya olvidado de mí o no le importo en como me sentía, y para venir a tener sexo con un tipo. Es algo que me decepciona, que para ella nuestra amistad tenga menos valor, todo por un hombre, o más bien por unos billetes.

El chico rubio sale del baño y trae con sigo una pequeña caja y me la ofrece.

— Es todo lo que encontré — tomo la caja.

Me acerco a al Diablo, y abro la caja. Solo hay una pequeña botella de alcohol, gasas y benditas. Bueno servirá para limpiar, le da tiempo a que llegué a su casa y le saturen como debe ser.

— Esto dolerá un poco — le digo mientras me inclino un poco.

Él se encuentra sentado con sus piernas abiertas, y yo me coloqué entre ellas para así poder acercarme más.

— No te preocupes, ya estoy acostumbrado.

Tomo el alcohol y las gasas, y mojo la herida para limpiar. El gruñe un poco. Pero en ningún momento sus ojos se apartan de mi rostro. Parece intentar descifrarlo. Mira mis ojos y después se desvía a mis labios, y más cuando los humedezco. Lo veo de reojo y siento esa mirada que hace provocar en mí muchas sensaciones locas e inquietas.

Sigo con mi tarea, y termino de limpiar. Lo bueno es que solo fue un roce. Si hubiera sido más grave no me hubiese perdonado si algo malo le pasará.

— Listo, por el momento es todo lo que puedo hacer.

No deja de verme, parece que va a decir algo, pero su amigo se adelanta.

— Diablo, nos tenemos que marchar ya.

Comienzan a tomar sus cosas, Diablo no se pone su camisa, ya que esta llena de sangre. Se pone de pie y se gira hacia mí.

— Hay que ir nos.

Yo asiento con mi cabeza, y volteó hacia mi amiga para decirle con la mirada que salgamos de ahí. Pero el toma de mi mano y jala de ella para llevarme con él.

— ¿Qué haces? — pregunte, pero aún así dejo que me arrastre con él.

— No pienso dejarte ir sola. Iván. — se gira para hablarle al chico.

Entonces si es el tal Iván, que mi amiga quiere enganchar.

— ¿Qué pasa? — dice en cuanto llega a nuestro lado junto con Mika, están tomados de las manos.

— ¿Alguna salida de emergencia que sepas que hay por aquí?, del lado contrarío — le dice con la mirada, refiriéndose a algo.

No entiendo que sea. Al parecer ellos se saben comunicar así.

— Si la hay. Tenemos que llegar al fondo y doblar a la izquierda y después a la derecha hasta el final del pasillo allí se encuentra la salida de emergencia.

— Bien, tomaremos ese atajo. — se vuelve hacia mí — Vamos a salir hacia el otro lado, el contrario del que habíamos venido, por ningún motivo mires hacia atrás, ¿entendido? Solo hacia donde vamos.

Asiento lentamente. No sé porque razón pedía eso.

Salíamos tomados de la mano, en pareja. Y aunque quiera voltear a ver atrás, él me lo impide mientras sale con sus tontas provocaciones.

— Creo que tu mirada se puede seguir perdiendo en mi torso desnudo — dice mientras caminamos derecho por el pasillo — ¿Deseas tocarlo de nuevo? — susurra cuando se pega a mi lado.

Le echo una mirada asesina, ¡maldito pervertido!

— Ni en tus sueños.

— Lastima — resopla. — Por qué yo si lo deseo, no sabes cuanto.

Hago un gran esfuerzo para no caer en sus provocaciones, y no me refiero a que me vaya a molestar, sino a no caer en esa gran tentación de infierno que hasta quema. Él es un hombre peligroso, es puro fuego. Nunca sabría manejar algo así. El problema no es solo ese, sino lo que está logrando despertar en mí.

Por más que lo niegue, lo deseo, quisiera que me tocará nuevamente, como lo hizo en aquel baño del hospital. Deseo que llegué a más lejos y me quemé con sus manos mientras recorrer con ellas todo mi cuerpo.

Pero no puedo dejar que lo haga, no me puedo dejar llevar por lo que anhela mi cuerpo, él y yo somos distintos. Él solo quiere mi cuerpo para sexo, no le importa lo que llegue a sentir, él no es un príncipe azul, es lo contrarío a ello.

Lo único que tendría con él sería peligro y sufrimiento, él no es un hombre que entregue su corazón, solo su cuerpo. Así que no es el correcto.

Logramos salir, y en el trayecto por los pasillos, su amigo le llamó a los mastodontes. Eso creo, porque ya están afuera esperando a su jefe. El tipo que me cae mal, que me acorraló una vez por órdenes, le entrega una camisa negra al Diablo, suelta mi mano por unos segundos para ponérsela y de nuevo me agarra, y jala de mí.

Abre la puerta de su Lamborghini y con su cabeza señala para que entre. Lo pienso por unos segundos mientras me quedo de pie frente a él.

— Diablo — dice su amigo, cuando alcanza llegar junto a nosotros — Ya les dije a los chicos que limpien antes de que lleguen los demás. No creo que tarden en llegar. Creo que ya es hora de ir nos.

No le responde y solo voltea para verme. Como quien dice esa es la señal para irnos y no debo pensarlo más. Sin protestar me subo al asiento de copiloto. El cierra con cuidado y rodea el auto para colocarse del lado piloto. Encendiendo el motor haciendo que ruga.

Mi amiga se fue con su amante, novio, su hombre o lo que sea. La vi subir antes de él a una camioneta todoterreno.

Diablo acelera a toda velocidad por las calles de nueva York, mis manos están en mi regazo, están temblando, todo esto me agobia. De solo pensar que otros tipos iban a ir, y quien sabe a que, no puedo pensar en cosas buenas.

Minutos después llegamos al un edificio, no es mi casa y tampoco el hotel al que me llevo la última vez. Giro mi cabeza para verlo, no comprendo que hacemos aquí.

— ¿Qué es este lugar?

— Es dónde me estoy quedando.

— ¿No se supone que era un hotel dónde te quedabas? — hago una mueca confundida.

— Ya no — termina de estacionar y apaga el motor — He comprado este lugar.

Quedo boquiabierta, es un edificio alto, son departamento y al parecer se ve que es un sitio muy lujoso y costo.

— Te refieres a un piso, ¿verdad?

Él niega con la cabeza y sale del auto, llega a mi lado y abre la puerta para que salga, sigo impresionada. ¡Compro este edificio!

No digo ni una palabra más, solo caminamos hasta el elevador, entramos en cuanto las puertas se abren, presiona el botón del piso ultimo de arriba que es el treinta. Mis manos siguen temblando y hasta sudan. No sé que hago aquí. Debería haberle dicho que me llevara a mi casa.

Las puestas se abren y muestran lobby amplio con colores pela y dorados, muy hermoso y elegante. Con una cascada en una pared, y solo se encuentran adornos y una puerta color caramelo con diseños. Llegamos a ella y el la abre al momento que pone su huella.

Entramos al lugar. Y que más boquiabierta cuando veo el recibidor, hay estructuras metálicas elegantes y colores blancos y negros, y al parecer esos tonos son los únicos que hay porque la sala también es del mismo tono. Sillones grandes de piel, color negro y una enorme alfombra blanca. El piso es de madera. A lado de la sala hay un mini bar, bien equipado.

— ¿Qué hacemos aquí?, ¿más bien, que hago yo aquí?

— Aquí estarás segura.

Solo dice eso, se dirige a la barra que tiene de bebidas. Saca una botella, que al parecer es whisky y se sirve en un vaso.

— Necesito regresar a mi casa.

Estoy de pie en medio de la sala.

— ¿Quieres tomar algo? — ignora lo que dije mientras toma del líquido que contiene su vaso.

— No, no quiero. Solo deseo volver a mi hogar.

— Eso no puede ser posible.

Camina y se coloca frente a mí.

— No te estoy preguntando, y tú no tienes porque decidir si o no puedo volver a mi casa — cruzo mis brazos en mi pecho.

Esbozó otra vez esa sonrisa típico en él. Y se acerca mucho más a mí.

— Te aconsejo por tu bienestar que lo mejor es que te quedes aquí, que volver a tu casa. Allá solo estarás sola y expuesta a que algo malo te pase, recuerdo bien que tu familia está en el hospital.

Tenía razón, estaría sola. Mi madre y Alexa se encontraban aún en el hospital. Otra sería que me fuera con ellas, pero también podría estar exponiéndolas a ellas.

Pero de solo pensar que me quedaré aquí a solas con él, eso provoca que me ponga más nerviosa. Me latía tan fuerte el corazón que estaba segura de que él lo podía oír. Me tenía que quedar, y lo que más me inquietaba es que tengo que dormir en este lugar, no sé si me volverá a pedir que cumpla con mi parte del trato o lo tome sin pedirlo. Una parte de mí tiene miedo, pero la otra está esperando a que me tome sin contemplaciones.

«Me he vuelto loca.»

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