Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 16

LILLIE

Sigo atrapada en ese brazo fuerte, pegada a él. Nuestros cuerpos se encuentran de lado hacia la donde se encuentra mi madre y mi hermana. Mi mirada va de él hacia ellas donde las noto con una expresión de confusión y asombró.

El Diablo sigue sin soltarme y regreso mi mirada a él para informarle con mis ojos que me suelte. Sin dejar de verme me suelta despacio y sin poner distancia se queda donde mismo. Su rostro se gira hacia mi familia y vuelve a sonreír con una fingida alegría en ella.

«¿Qué se trae entre manos?»

— Muy buen día — dice mientras se acerca a mi madre — Es un placer por fin conocerla — toma su mano para depositar un beso en ella caballerosamente — Dante Mancini — a completa su presentación con una sonrisa exuberante. — Estas son para usted — finalizar entregándole el hermoso ramo de orquídeas.

«Por un momento creí que eran para mí»

Yo me limito solo a rodar los ojos por su actuación.

— Un placer — mi madre sale de su asombro para responder también con una sonrisa amable — Elena Watson. Son bellísimas, muchas gracias.

Noto un tono rojizo en sus mejillas. ¡Qué! ¿Acaso se sonrojo?, este hombre hace que cualquier mujer se incomode con su atractivo rostro, su porte peligroso y sexy.

Después dirige su mirada hacía mi hermana mientras también le toma la mano para repetir lo mismo que hizo con mi madre. Ella suelta una risita y también se sonroja. ¡Qué!, ella no es de ese tipo, nunca se avergüenza por nada y nadie.

— Mucho gusto, Alexa — logra responder tímidamente.

¿Pero qué? Su voz se escuchó tímida. Esa no es ella.

Se que este hombre puede intimidar a cualquier persona, pero nunca creí que podía hacerlo con ellas.

Segundos después reacción y voy hacía mi madre para abrazarla y darle un beso. Ayudo a Alex acercarla a la sala para que tome asiento, dejando a un lado a ese monumento de hombre atrás.

Mi madre se gira para hablarle.

— No piensas quedarte ahí ¿verdad? — le sonríe — Me gustaría saber como es que conoces a mi Lilli, pasa por favor, estas en tu casa.

Oh no, mi madre no debería haber dicho eso. Ahora sí que no sabré cómo sacarlo de aquí. Mientras mi madre y Alex se giran para ir hacia la sala, él me mira con una sonrisa burlona, me volteó para seguirlas y de reojo veo que viene casi detrás de mí.

Ya estando en la sala mi madre está descansando, estoy de cuclillas frente a ella, le ofrezco un té y ella me dice que mejor atienda a mi visita, a regañadientes me pongo de pie para dirigirme al hombre que está sentado en otro sillón, cómodamente como si fuera su casa. Finjo una sonrisa de comercial de pasta de dientes y le hablo con educación.

— ¿Gustas beber algo? — pregunto sin apartar mi vista de él y sin quitar mi tonta sonrisa.

Él se lo piensa por unos segundos mientras acaricia su barbilla durante que lo piensa. Hoy se ve mucho más atractivo, lleva puesto una camisa de botones gris oscuro y unos pantalones de vestir en un tono también muy oscuro, sus brillos y pulcros zapatos costosos, y su saco lo trae desabotonado, mostrando su camisa que le queda muy ajustada y le hacen remarcar sus músculos.

Me mira y habla:

— Un café, sin leche, ni azúcar — su expresión es seria pero su tono de voz se escucha vacilante.

Voy hacía la cocina para ir a preparar ese maldito café, siento sus ojos en mi cabeza, se que me esta viendo mientras me alejó. Entro al cuarto y veo a mi hermana poniendo la mesa con ayuda de mi sobrina, paso por un lado y voy hacer la bebida.

Es mí oportunidad para ponerle veneno, pero si lo hago tal vez me libre de un loco mafioso, pero quizás me gane de enemigos una gran organización de mafia. Y todo por haber envenenado a su jefe. Descartado ese interés, sigo con mi tarea de preparar el café.

Regreso a la sala con una taza caliente en mis manos. O quizás talvez pueda echarle el líquido hirviendo en su entrepierna para que se le quitó lo pervertido y acosador. Me rio para mis adentros mientras pienso en alguna dulce venganza.

Cuando llegó me acerco para colocarla en la mesa de centro, no esperé a que la tomara en las manos, porque si lo hacía capaz y si se la tiraba encima. Interrumpo su charla animada que estaban teniendo.

«No pierden el tiempo»

— ¿Desea algo más? — pregunto cuando termino de depositar la taza para retroceder un poco.

Él se inclina y apoya sus brazos en sus entrepiernas.

— Sí, a ti — susurra para que no lo escuche mi madre.

Pero ella está entretenida revisando su celular, yo lo aniquiló con mi mirada mientras me alejó más de él. Él solo se limita a sonreír más y más.

«Odioso»

Me siento junto a mí madre y ella alza la cabeza para vernos, el uno al otro.

— ¿Dónde se conocieron? — pregunta con una leve sonrisa amable.

Vuelvo a ver al Diablo con una mirada asesina, esperando a que no abra su bocata para decir la verdad. Cuando voy hablar me quita la palabra de la boca y habla él.

— En el club, donde trabaja — dice como si nada mientras toma un sorbo a su café. ¿Qué? Esta completamente loco, sabía que lo iba estropear — Soy un cliente frecuente, suelo ir a tomar en vez en cuando — mi madre sigue viéndolo y esta algo asombrada, se que se le hace extraño que yo interactúe con extraños y más que sean clientes — Ella atendió mi mesa y como vi que era muy simpática comencé a sacarle platica poco a poco se interesó en mi charla y ya después de ahí empezó una amistad.

«Vil mentiroso»

Como temía que le contara la verdad, no digo nada y solo lo miro con mis ojos bien abiertos y boquiabierta. Es muy bueno para mentir y más para que se la crean, mi madre es una de ellas.

— Interesante — lo ve y después me ve a mí — Ella no es fácil de sacarle una plática, al menos que seas conocido.

Termina de decir mi madre, ella me conoce muy bien. Pero a pesar de todo aún se la creé. Ese hombre es muy bueno para engatusar a las personas con mentiras y engaños. Eso lo se muy bien

La plática se hace más amigable y alegre entre ellos, mientras yo solo los veo con el ceño fruncido. Era raro ver a mi madre con este tipo y era aún más extraño ver a ese hombre ser amable y educado. Se que solo era una actuación, ¿para qué?, no lo sé, después le preguntaré porque armo todo este bendito teatro.

Mi querida sobrina llega a nuestro lado y se acurruca en medio de nosotras, le revuelvo la melena que trae suelta y suelta una risita.

— Abu, mamá dice que ya está lista la mesa — informa Sandy. — Titi, también dice que ayudes a Abu y que invites a tu novio a que se quede a comer. — dice dulcemente.

¡¡Qué!! ¿Cuál novio?, mi hermana ya está haciéndose ideas tontas en su cabeza, y lo peor de todo es que se las dice a la niña para que también las diga. Tendré que hablar con ella más tarde de esto.

El imbécil suelta una risa sin que se escuche mucho y lo miro para fulminarlo con la mirada. Qué ni se haga ideas por las palabras de una pequeña de seis años.

— Claro el también vendrá a comer con nosotras — termina de decir mi madre.

Se pone de pie y la ayudó para dirigirnos al comedor. Haciendo a un lado mi molestia por la invitación que le hizo mi familia, mi mal humor tardará más en esfumarse. Llegamos y tomamos asiento, él nos sigue y se coloca  a lado mío, ya que mi hermana le dio ese sitió. Le lanzo una mirada con dagas y ella la ignora.

¿Qué le pasa?, ya solo les falta que me casen con él, no, no ni loca. Primero muerta que tener que ver con este cretino.

La comida se va en charlas entre mi madre y Alex, también entre preguntas que le hacían al Diablo, que de ¿donde era?, por su acento, ¿qué a que se dedicaba?, ¿sí tenia familia o no?, hasta le preguntaron si era soltero. Estas señoras realmente estaban muy mal, no sé que pensaban o que creían que hay entre nosotros para atreverse hacerle todas esas preguntas.

Solo me pregunté si sus respuestas eran verdaderas o también eran parte de su actuación y todo eran puras mentiras. Pero pensando bien las cosas recordé que ese tipo estaba lleno de mentiras, que era un gran don que tenía. Tal vez era una de sus personalidades. En él no se podía confiar.

Me sobre salto cuando siento que alguien aprieta mi muslo desnudo, dirijo mi vista hacía el causante y él sigue bien entrado en la plática. Me ignora, pero en eso siento que acaricia mi piel suavemente con sus nudillos, haciendo que me estremezco e invadiéndome un calor mi cuerpo. Su mano sube hasta mi entrepierna, yo aprieto mis músculos juntando los cerrando mis piernas para prohibirle el paso. Noto que arruga un poco la frente en un gesto que hace y me ve de reojo cuando mi madre de voltea hacia mí hermana.

Aprieta mi pierna para demostrarme que está molesto por lo que hice, ¿qué creía?, que iba a dejar que me metiera mano enfrente de mí familia. Esta completamente loco este tipo. Le doy un manotazo para apartar su mano de mi pierna.

— ¿Cuantos años tienes? — la voz de mi sobrina me saca de la burbuja en la que me encontraba.

Él me vuelve a ignorar y se centra en mi pequeña sobrina, mientras le sonríe con dulzura.

«Falso»

— 29, a muy poco tiempo de cumplir los 30 — le responde.

¿En verdad tendrá esa edad?, no creo que mienta poniéndose muchos años, me lleva por diez y no creo que se suba la edad para intentar quedar conmigo y caerle bien a mi familia, en ese caso la reduciría.

Pero que estoy pensando, él no quiere quedar conmigo, él solo quiere llevarme a la cama, divertirse una sola noche y después votarme.

— ¿En serio? — ahora pregunta mi madre, al parecer ella también lo dudo — Y aún así estás soltero. Eres muy guapo no creo que te hagan falta candidatas.

Ahora entiendo porque lo dudo, resoplo con desesperación por sus interrogatorios, y su atrevidas respuesta también.

Él suelta una risita baja y me ve de reojo.

— Es que no había llegado la indicada. — me guiña un ojo cuando finaliza su frase.

¿A qué viene eso?, idiota.

— ¿Y ahora sí? — ahora es mi hermana la que pregunta.

Fijo que me ahogo con mi bebida mientras tomaba un trago, y interrumpo su animosa conversación. Todos se vuelven a mí para mirarme. Bruscamente me pongo de pie para tomar mi plato y llevarlo al fregadero, no quiero seguir escuchando esas absurda platica.

Después de lavar los cubiertos, me giró para salir de ahí, mi madre me habla para preguntarme a dónde voy, y le respondo que iré al baño, que en un momento más regreso. Y la verdad es un pretexto para alejarme de él y no seguir escuchando esa charla extraña.

Me quedo unos minutos en el baño encerrada, después de echarme agua en la cara y un poco en el cuello, para bajar un poco el calor que provocó en mí hace unos momentos cuando toco mi pierna.

Tocan la puerta, es Alex para avisar que el Diablo ya se irá, suspiro sacando todo el aire. Por fin se largará, quisiera quedarme aquí hasta que lo haga, pero mi hermana sigue insistiendo que salga para despedirme. Que se despidan ellas, a mi ni me interesa, lo más que quiero es a mil metros lejos de mí.

Reniego después de que insistió muchas veces golpeando la puerta, salgo y la veo que me mira con una expresión de esto lo hablaremos más tarde. Roedo los ojos y me alejó de ahí para regresar a la sala. Lo encuentro solo a él, está de pie recargado en la pared que lleva al pasillo hacia la salida de la casa.

Cruzado de pies y con las manos en los bolsillos me contempla desde su lugar. Se endereza cuando me detengo algo alejada a él, camina hacía mí con su estúpida sonrisa en su rostro y su mirada penetrante. Retrocedo hasta que mi espalda choca con una pared del pasillo y él me acorrala. Su rostro está a pocos centímetros del mío.

Mi corazón comienza a latir desenfrenado, mis ojos se abren más y mi cuerpo empieza a temblar.

— No tengas miedo — susurra, su voz sale más ronca — Aún no te haré nada. — dice en un tono sexual.

Pasa su legua por su labio superior y luego muerde lentamente el inferior, me inquieto por sus palabras y su acto. Me regresa el calor a mi cuerpo y mi respiración comienza agitarse.

— Largo — intento sonar firme y seria.

— Se que tú también lo quieres — dice muy seguro — No sé porque te sigues resistiendo, tu mente se niega, pero tu cuerpo lo pide con desesperación. — pronuncia cada palabra en mi oído, mientras roza sus labios — Cuando te toco noto como te estremeces, eso te delata y eso te pide a gritos que te folle, que te haga mía completamente.

Con solo sentir su aliento y sus roces ya me sentía que ardía, me hacía estremecerme por completo hasta el punto de sentir calor y humedad en mi parte íntima. Odiaba que mi cuerpo empezara a sentir esas sensaciones extrañas, hacerme provocar de esa manera, pero lo que más aborrecía era que él tuviera toda la razón.

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