El Socio de mi padre romance Capítulo 33

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Vi a mi hermosa mujer, caminar por el pasillo del Tec para meterse a clases y cuando la vi desaparecer de mi campo de visión, me fui del Tec. Iba de vuelta al hospital para llevar el medicamento que requería mi hermana, mientras conducía solo podía pensar en Amaia, aún sentía el sabor dulce de los besos que nos acabábamos de dar y aunque estaba consciente de lo mucho que estábamos arriesgando ambos, yo sentía que no me importaba nada, qué juntos lo podíamos todo.

Mi celular comenzó a sonar con insistencia, pensé que sería Ale para darme informes de nuestros casos y pendientes de hoy, pero no… era Cecilia, la persona con la que menos me apetecía hablar, ese momento, pese a eso mejor le contesté.

– ¿Qué pasó Cecilia? – Pregunté al tomar su llamada – Que yo sepa, ya deberías estar trabajando.

–No, no pasa nada – Ella quería pleito – Anoche, me quedé esperando a que mi marido me llamara y me dijera las cosas, de lo de su hermana. Ya que no llegaste a la casa, al menos debiste hablarme, eres un grosero Axel.

–La grosera eres tú, ¿Se te olvida como te comportaste anoche, en el hospital? Te refrescaré la memoria, dijiste que mi hermana se iba a morir y trataste mal a Ale y a Amaia sin tener ningún derecho – Le recriminé – Que tengas un buen día, no quiero seguirte escuchando.

–Me vas a tener que escuchar, si no quieres que vaya y haga un escándalo al despacho, por defender lo que es mío, soy capaz de dejar en vergüenza a Alejandra delante de todo el mundo, de hecho, estoy aquí, en tu oficina esperando a Mauricio – Lo que dijo Cecilia, hizo que me hirviera la sangre – Le pienso decir, lo que su hijita y tú, andan haciendo. Después de lo que anoche vi, no me queda duda que Alejandra y tú son amantes.

Llegué como pude al hospital y una vez que me estacioné en el lugar, pude entonces, decirle a Cecilia, lo que se merecía, no iba a tener contemplaciones con ella, no era de los que se quedaban callados, sus verdades también me las sabía.

–No tengo tiempo para tus estupideces, lárgate de ahí de mi oficina en este preciso momento o te va a pesar – Dije sin importarme nada – No tienes pruebas para decir lo que estás diciendo. Ale solo es mi socia y es la hija de Mauricio, me vas a meter en un problema con él, si le dices tus pensamientos idiotas ¿No te entra en la cabeza que pondrás en peligro la sociedad de nosotros? Ale es su hija y obviamente, la defenderá, así sea por encima de mí, eso sin contar que puedes meterla en problemas a ella, con su esposo, solo por tus celos enfermos.

–No son celos enfermos, Axel. Sé de lo que eres capaz tú y bien dicen que todas las esposas, cuando sentimos celos de alguien, es por algo. A Alejandra no solo le gustas y le encantas, ella quiere algo más contigo ¿Estás ciego o estúpido?

–Estoy lo que tú quieras, pero lárgate ya de ahí – Le ordené con autoridad – Sí, no quieres que yo, haga un escándalo con tu familia ventilando nuestros problemas. Deja de meterte con mis socios y con mi trabajo ¿Entendiste?

Escuché el eco de mi propia voz, adentro del auto todavía, por estar discutiendo con Cecilia, no me había bajado a entregar el medicamento de mi hermana. Cecilia comenzó a llorar, algo que me daba flojera de ella, siempre quería arreglar todo así y yo, siempre he sido alguien que detesta los dramas. Estuve a nada de colgarle y ella parece que presintió lo que iba a hacer, inmediatamente siguió hablando.

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