El Socio de mi padre romance Capítulo 3

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Con ese primer beso que Axel me había dado, yo confirmé lo que había intuido y sabido siempre, que él besaba de maravilla y no sólo eso, que fue tan intensa la sensación del beso que provocó que me corriera ahí, sin siquiera tocarme en el asiento del auto, me quedé en una especie de trance cuando nos separamos un poco para tomar aire y él que siempre me ha sabido leer a la perfección, lo notó.

–Amaia, ¿Estás bien, cariño? – El me estudiaba con sus preciosos ojos, clavados en los míos – Quizás, no debió de pasar esto.

Esto debió pasar desde hace tiempo, no se iba a retractar ahora, no lo dejaría porque ya había probado un poco de cómo podría ser, si se cumplían todos mis propósitos.

–Estoy mejor que bien – Le sonreí – Axel, esto es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, espero que signifique un sí, que si me dejarás hacerte feliz.

Se me encogió el estómago de solo imaginarme lo que podíamos llegar a hacer nosotros dos, si con ese solo beso me había llevado al mismo cielo, que sería cuando ya estuviéramos sin nada que nos separara, desnudos frente a frente.

–No lo sé, estamos por entrar a una situación de mucho peligro y tengo miedo, de las consecuencias que podamos tener después, los dos. Tú con tu padre, con mi socio y yo, con él también y además con Cecilia.

Yo estaba dispuesta a todo, nadie iba a impedir que llegara hasta las últimas consecuencias, porque no iba a dejar escapar esta gran oportunidad, necesitaba que accediera, no que se echara para atrás.

–A mí no me importa lo que me pase, mientras me beses así – Declaré con seguridad – La pregunta sería ¿Tú te atreves a esto?

Lo miré directo a los ojos, no me podía mentir, porque el estaba en las mismas condiciones que yo, por que no solamente se trataba de lo que yo sintiera o lo que él me hacía sentir, sino también de lo que él se había guardado durante tanto tiempo.

–Claro que me atrevo, Amaia, pero tenemos que tener cuidado. – Lo dijo muy convencido.

Dicho eso, prácticamente me había dado un sí. De inmediato empezamos a besarnos apasionadamente y sin ningún tipo de control, entre beso y beso yo le quité el saco que terminó en el asiento trasero del auto y él mientras me besaba, me atrajo de tal modo que quedé sentada encima suyo entre el volante y él, estaba enloquecida del puro deseo.

Seguíamos besándonos, él deslizó sus manos por mis piernas, haciéndome sentir una desesperación única en su tipo, la intensidad del beso iba subiendo y yo, le quité la corbata y le desabroché la camisa, dejando su abdomen muy bien trabajado expuesto para mí y comencé a acariciarlo lentamente, provocando que él se desesperara aún más, hasta que me detuvo. Y entonces me di cuenta, que el auto estaba todo empañado.

–Amaia, lo primero que te digo y lo primero que yo, no hago – Se empezó a reír – Tenemos que irnos de aquí, te he dicho que tengamos cuidado y estamos aquí afuera de la tienda y en plena vía pública, dando todo un espectáculo.

No era como si lo estuviéramos haciendo a la vista de todos, solamente que se tratara de gente muy curiosa que se acercara a ver qué era lo que estábamos haciendo, no era nada malo que una pareja se estuviera besando dentro de un auto.

–Axel, no toda la gente está pendiente de nosotros y, además, ya está oscureciendo un poco son las 7 de la noche, relájate – Respondí despreocupada sin soltarme de él – Mejor, sigamos en lo que estábamos.

–Sí, pero vayamos a otro sitio. Es peligroso estar aquí, nos puede ver alguien.

Muy bien, entonces que hiciéramos lo que el señor correcto quería, no íbamos a ser los rimeros a los que encontraran en esa situación, pero sería mejor irnos a otro lado como lo estaba sugiriendo él.

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