El Socio de mi padre romance Capítulo 18

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Era un compañero de trabajo al que le apodaban de esa forma, pues tenía una apariencia muy similar al de la persona que le apodaban.

–Claro, si no hay problema. Lo haré – Dijo mi esposa. – Gracias.

Cecy tomó la mano que le ofreció Bin Laden y se pararon a bailar. Amaia ya estaba muy pasada de copas con su Luis Miguel y no sabía que me molestaba más, si el relajo que estaban haciendo o que de vez en cuando se dieran besos, pensaba que esto se trataba de una actuación, pero no me agradaba que se trataran como si fueran novios de verdad. Estaba que me llevaba el diablo. Sin verlo nadie venir, vino el animador de la noche y puso un micrófono en nuestra mesa.

–Vengo por el valiente o la valiente que se atreva a cantar en el karaoke de esta noche, traemos muchas pistas para todos los gustos – Dijo el animador – Alguien ¿Se animará? O lo escogeré yo.

Lo que me faltaba ahora, que me dijeran que subiera a hacer el ridículo ahí y a cantar. Eso sí que no gracias, eso era para alguien o muy loco o muy borracho, a mí la verdad estos show no me gustaban.

–Yo voy a cantar – Dijo la dulce voz de mi Amaia.

No me imagina que iba a hacer, porque eso no era normal en ella, además con unos tragos encima le habían dado ánimos para tomar el micrófono y ofrecerse a participar en el karaoke.

–Muy bien señorita, venga conmigo – Se la llevó el animador.

Pasó un rato y ya no ví a Amaia y al animador tampoco, hasta que comencé a escuchar la pista de una canción que yo conocía muy bien y entonces se iluminó el escenario y la vi a ella, mirándome a mí y también veía que miraba a Luis Miguel.

–Está canción se la dedicó a alguien muy especial, que está conmigo esta noche – Ella me miraba sólo a mí – Para ti amor, el número uno.

Dicho eso yo, tenía que luchar para contener lo que estaba sintiendo cuando ella cantaba la canción de Lucero, el número uno y ahora todo tenía sentido. Amaia siempre me decía que yo, era su rey. Cuando terminó la canción le hice señales con la mirada, esperando que ella captara mis indirectas para ir a la oficina. Necesitaba abrazarla, besarla y algo más que eso.

–Discúlpenme un momento – Dije para levantarme de la mesa.

Noté que Ale iba a seguirme, pero Luis Miguel oportunamente la invitó a bailar y eso me alegró que al menos tendría unos momentos para estar a solas con mi Amaia. Entré a mi oficina y para mi sorpresa ella, ya estaba sentada en mi escritorio con una mirada hermosa que me hizo, correr a abrazarla y a besarla con desesperación en ese momento.

Al estarnos besando y abrazando, ella abrió sus piernas aún con su vestido puesto para recibirme y yo, la besé como si fuera la última vez en mi vida, que la iba a tener para mí. Estábamos arriesgando y mucho, pero ahora no me importaba nada.

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