El Socio de mi padre romance Capítulo 12

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

La escenografía era aún más impresionante, había muchos ramos de girasoles por toda la suite y más pétalos, velas y peluches por todos lados. Hasta que vi la cama tan grande, espaciosa y hermosa, con un corazón hecho de rosas que tenía las iniciales “A & A”.

–Axel, gracias por esto, es perfecto – Lo abracé y lo llené de besos – Me encanta, pero no era necesario que hicieras todo esto.

–Nada es suficiente cariño, cuando se trata de ti ¿Quieres una copa de vino? – Me ofreció.

–Claro que sí, por favor.

Axel destapó una botella de vino tinto, Castillo Ygay, sirvió el vino en dos copas y me dio una. Yo levanté la vista y se me dispararon las pulsaciones en cuanto lo veo, es él y siempre ha sido él. Axel, conecta su mirada con la mía y nuestro contacto visual se establece, sin yo saber si sería capaz de romper esa conexión maravillosa. Yo solo quería seguir mirándolo a él y a sus hermosos ojos verdes.

–Amaia, brindo por ti y por nuestro primer fin de semana, de los muchos que nos esperan juntos – Axel me tomó de la mano – Antes de que seas mía y de que estemos pasados de copas, te voy a decir algo que llevo guardando por años y que no sabía si un día tendría la oportunidad de poder decírtelo, así mirándote a los ojos y frente a frente.

–Sí Axel, será nuestro primer fin de semana de muchos más – Respondí sintiendo que se me iba el aire – Dime, ya sabes que siempre, me puedes decir lo que sea.

Teníamos esa clase de confianza, por eso habíamos sido amigos antes de lo que nos estaba pasando ahora.

–Cariño, Amaia yo te amo – Axel me dijo y se me detuvo el corazón al escuchar esas palabras – Te he amado desde hace bastante tiempo y antes que me digas algo, quedamos de no enamorarnos, pero yo no puedo hacer nada, yo cuando menos lo esperé ya te amaba y te lo digo conscientemente y antes de que seas mía, por primera vez.

Me quedé pasmada, recargada en un mueble, sintiendo como se me iba todo el aire del cuerpo y cómo todo me empezó a dar vueltas, claro que yo, también lo amaba, pero nunca esperé que el sintiera algo por mí, algo más que una simple atracción y un cariño de amigos. Levanté mi vista y lo miré, mientras mis lágrimas salían como cascadas de mis ojos y entonces supe que no tenía caso, esconder más mis sentimientos.

–Axel, yo también te amo – Confesé – Y siempre, siempre has sido tú. Nunca pensé que te ibas a fijar en mí. – Pues era una chiquilla para él.

–Ahora, ya sabes que te amo Amaia. – Me aseguró.

Axel, me tomó entre sus brazos y después de tanto esperar, nuestras miradas se cruzan y yo no sé muy bien ni cómo actuar, él me besa con mucha ternura y suavidad que ese primer beso, me acelera el pulso, nuestras lenguas se entrelazan y el deseo aumenta. Entre beso y beso, él me susurra al oído que me ama y yo, hago lo mismo con él, a pesar de tener y sentir mis nervios a flor de piel, sintiéndome frágil, inexperta y estúpida, pero él me mira con una mezcla de ternura y sensualidad, dándome a entender que todo estaría bien.

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