Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 9

Maratón 1/3

Dante Vivaldi:

Las nubes negras que cubren el cielo de Vancouver mantienen el entorno Gon esa frialdad que me llena de alguna forma de una pizca de nostalgia, junto a la bella imagen inalcanzable que muestran  los tejados llenos de nieve, incluso las tiendas con millones de adornos que me provocan jaqueca cada que les hecho una simple ojeada por lo brillante de las luces.

Algunas mujeres vestidas con sus largos y caros abrigos elegantes que protegen sus anatomías de este clima devastador, junto a las millones de personas alardeando millones de frases aleatorias que llegan a volverse repitentes y agobiantes.

Suspiro, deslizando las manos por mis hebras pardas cubiertas por algunos pequeños copos de nieve blanca que se mantuvieron ahí horas antes de entrar a la majestuosa edificación dónde predominan las ventanas con cristales.

Desvió mi mirada a una pequeña familia con dos pequeños que sonríen emocionados con los regalos que descansan en sus manos. Unos gorros de lana del mismo color cubren sus cabecitas, unos abrigos que a lo lejos logras descubrir lo calientes que los deben mantener. La pareja va de la mano, mientras las mejillas de la chica se sonrojan en el momento que se adentran en una de las cafeterías que está al frente de la avenida Saint George Street, en dónde está ubicado mi centro laboral.

Mi rostro se desfigura despreciando como siempre eso que nunca quiero tener o vivir.

No soy amante a esta aburrida estación del año; siendo completamente honesto no soy el mayor fan a los días festivos, incluso en mi cumpleaños me la paso lo más alejado de Italia lo posible, todo por el hecho de no querer tener contacto con el hijo de puta de mi padre. Somos dos hijos; Romeo Alarik y yo; Dante Vivaldi; sin embargo, lamentablemente soy la segunda copia del cabrón que preñó a mi madre.

Esa mujer de unos setenta años se mantiene mejor de lo debido, no es como que la vez y piensas “Joder parece que tiene quince años” no; tampoco llegamos a esos extremos; aunque su rostro es perfilado cubierto por una delicadas arrugas que se le resaltan en cuando sonríe en las esquinillas de sus ojos, más conocidas como patas de gallo; sus enormes ojos verdes junto a su cabello castaña cubierto por una extensa cantidad de canas que ni siquiera anhela cubrir. Su esbelta figura cubierta por estrías y ese toque elegante que heredé de ella, es lo que la mantiene como la dueña de una de las empresas de modelaje más conocida en el mundo “La Boaulitae”. Carlota Varinetti es una mujer fuerte, exitosa, pero demasiado amorosa; algo que desprecio; odio las muestras de afecto. Originaria de Cerdeña, hija de una de las mejores familias pero la más exigente.

En cambió; mi padre es un ser frío, manipulador, déspota e incapaz de amarse a alguien que no sea uno mismo. Es un hombre de unos setenta y siete años con un pensamiento machista, basado en los millones de dólares, y los negocios dónde sipre obtenga más dinero del que ya tiene. Es un alemán descendiente de una familia igual de ambiciosa que él. Recuerdo que ni una vez en mi maldita niñez estuvo presente, solo cuando cumplí mis dieciocho años para que como siempre tomara las riendas de su empresa; como bien se conoce ni siquiera fue mi sueño, me negué en el momento en el que me lo ofreció, demostrando que soy igual de orgulloso que él. Ricardo Vivaldi; el ser más despiadado y odioso del mundo, justo el que más desprecio de todo. Sus ojos marrones, las arrugas que demuestran el pasar de los años y el que siempre tenga su ceño fruncido, su mandíbula cuadrada, su anatomía resistente y musculosa, incluyendo su cabello blanco por las canas de la edad.

Mi hermano en cambio es la versión en masculino de mi madre y es de alguien de quién no soy muy amante a hablar.

Salgo de mis estúpidos pensamientos rememorando a mi familia, y tratando de recordar sí en algún momento actuamos como familia; sin embargo, me quedaría sin neuronas rebuscando en mi subconsciente cosas que nunca llegaron a pasar; ¡O sí!, en las cenas de negocios junto a los Thompson dónde pretendiamos ser algo que no éramos. En donde como siempre termine follandome a algunas de las camareras en el baño.

Okay, no soy el mejor hijo del mundo y lo admito, ni siquiera el mejor hermano, incluso de amigo soy una pena pero al menos bajo el esfuerzo; sin embargo, soy el ser más perfecto del mundo, atractivo, codicioso, un follador de puta madre, un besador estupendo, junto a millones de virtudes que solo saben resaltar con mi dominante personalidad.

El recuerdo de la rubia es como un delicioso manjar de adrenalina que me empolla en dos segundos; sus inocentes ojos verdes con pequeñas motas azules, sus finos y rosados labios con ese labial rojo intenso, sus curvas para nada llamativas pero que de alguna forma eran más que evidente la inocencia que perpetua; obligándome a imaginar mis manos p recorriendo su piel tersa, sus gemidos mientras degusto su exquisito sabor; demostrando lo perverso que puedo llegar a ser.

Relamo mis labios, sobando la evidente erección que se ha formado en mis pantalones, molestándome por la fricción de la tela con la dureza.

Alzo la comisura de mis labios rememorando el suceso de ayer en la noche.

No solo logré como siempre completar el contrato de expansión con los nuevos inversionistas ejecutivos, junto a mi secretaria que como siempre mostró su eficiencia en la forma del servicio.

Deslizo las manos por mi cabello manteniéndome en frente de los enormes ventanales de mi oficina, apreciando el transcurso de algunos autos en las calles pobladas se familias, mientras los fríos copos de nieve caen en su ropa.

Libero un suspiro de estrés, deseando olvidar los millones de problemas que se arremolinan en mis hombros, impulsándome a volver a tomar asiento en la silla de mi escritorio a la vez que diviso las trescientas llamadas de mi madre.

Vuelvo a suspirar preparándome mentalmente para apagar mi teléfono cuando el nombre de mi progenitora aparece en la pantalla, provocando que la rabia se apodere de mi flujo sanguíneo en segundos, obligándome a pedir paciencia a Dios antes de contestar el condenado dispositivo.

—¿Cosa sta succedendo? —cuestiono con muy poca energía en estos momentos como para pelear.

¿Cosa sta succedendo?“¿Qué sucede?”

—¿¡Sai quante volte ti ho chiamato figlio del diavolo!? —espeta con la furia siendo evidenciada en su tono con acento italiano.

¿¡Sai quante volte ti ho chiamato figlio del diavolo!?“¿¡Sabes cuántas veces te he llamado hijo del demonio!?”

Escucho unas voces al otro lado de la pantalla, en el momento justo en que deseo enviarla lo más lejos posible de este mundo.

—Dimmi cosa diavolo vuoi mamma, non ho una vita intera —asevero con tedio, suplicándole a todo los infiernos que se apiaden de mí.

Dimmi cosa diavolo vuoi mamma, non ho una vita intera“Dime qué carajos quieres madre, no tengo toda una vida”

—Uff, sei insopportabile come tuo padre —se queja, y me la puedo imaginar peinando su cabello blanco con un mohim apoderado de sus labios.

Uff, sei insopportabile come tuo padre“Uff, eres igual de insoportable que tú padre”

Una mueca de molestia se adueña de mis expresiones, junto a mi respiración acelerada y mis puños apretados. Endurezco mi mandíbula, más rabioso de lo debido. Con la sangre apoderándose a más prisa de la necesaria de todos mis sentidos.

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