Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 66

Dante Vivaldi.

El tiempo a pasado volando como nunca. Cada vez comprendo más eso que muchos dicen de que cuando uno está feliz el tiempo corre sin detenerse. Fugaz, veloz, ocasionando que poseas unas ansías verlo detenerse en segundos pero eso no baste.

Después de aquella noticia que con gusto celebramos, mi vida ya había dado un giro radical imponente.

Mis decisiones ya habían cambiado, mis metas, sueños, todo se había vuelto en torno a los gemelos que venían en camino. Pero sobretodo, a disfrutar de quién en unos meses se convertiría en mi futura esposa.

Pía había sido esa señal que necesitaba para madurar, para que mis ideales fueran diferente.

No les mentire, continuaba apreciando un buen culo; sin embargo, tenía el más delicioso de todos así que no me sentía tentando a devorar a los que viera.

Millones de discusiones no se hacían esperar entre la rubia y yo; aunque al final terminábamos como tanto me gustaba.

Cuando de ella se trataba era una maldita bestia insaciable que no podía dejar de follar, incluso, disfrutar de escucharla gemir mi nombre. Conmigo aquella mujer había experimentado todo lo que debía.

Hoy esa cumpleaños.

Catorce de febrero del dos mil veintitrés; y aquí estábamos Ethan, mis suegros, mi hermano y yo en mi enorme mansión preparando todo para el cumpleaños de mi chica.

Mi chica.

Esas palabras sonaban tan malditamente bien en mis labios que me estaba sentía un hombre nuevo y renovado.

Pero más amaba verla diciendo que era su prometida y que nadie usurparía ese lugar que tan bien se merecía, por el cual lucho como nunca. Soporto mis cagadas de tío calenturiento, de hijo de puta, de cabrón; cada una de mis malditas facetas que la derrumbaron pero como toda una mujer madura las soportó, superó, mantenerse en pie por su sola. Eso es lo que tanto amo de ella. Sí; la amo, pero no es un maldito amor de mierda que no sirve, es uno capaz de quemar el mundo por no verla derramar una lágrima por otra persona, prefiero verla sudando con mis folladas que ver sus ojos derramar lágrimas por personas que no lo merecen.

—¿Escuchó lo que le dije yerno? —la afable voz de aquella mujer de cincuenta años me libero de ese embelesamiento en el que me había mantenido.

El patio estaba con todo lo que sus padres habían pedido.

Mi madre se hallaba entrreteniendolas en la consulta.

Muchas veces la acompañe a ellas, para mí mala suerte siempre terminaba lloriqueando como un marica, pero era por culpa de la radicación que me ponía un poco sentimental.

Observé con una pequeña disculpa plasmada en mi rostro a mi suegra que me miraba expectante.

—Emm; nop, no le estaba prestando atención —me sincero.

Coloca sus dedos en su tabique en frustración, respira y vuelve centrar sus ojos en mí cuerpo.

—A ver; veamos si me puedes seguir —fija su vista en su tablilla marcando algunas cosas—, las flores deben estar colocadas en los centros de la mesa —asiento haciendo lo que me ordena mientras su mirada está atenta en mi cuerpo.

Las coloco cada una en su lugar con mi corazón palpitante un poco acelerado.

—Ahora —vuelva a repasar la tablilla con su mirada atenta—, las comidas ya estan todas listas en sus lugares. Los refrescos también —hago una mueca al saber que por petición de Rebe todos beberíamos refresco o zumo, pero las bebidas estaban prohibidas así le haríamos compañía a las chicas.

—¿Todo está listo? —cuestiono.

—Si, parece que sí —afirma feliz sentándose en una de las sillas de aquel hermoso patio.

Todo está maravilloso.

Hay varias guirnaldas colgadas en cada lado del patio trasero, mostrando una hermosa imagen del lugar, las mesas están organizadas en diagonal y se puede decir que son unas cuantas.

Paso la mano por mí cabello cuando mi celular suena con una notificación. Fijó mis ojos en la pantalla encendida, el mensaje es la confirmación que necesitábamos.

—¡Ya están de camino! —exclamo con una sonrisa en mi rostro; eliminando las arrugas de mi traje color azul Prusia.

Mi cabello está desordenado de una manera sexy. Todos se ponen en sus posiciones mientras yo entro por la puerta de la cocina en dirección a la de entrada.

Paso por delante del enorme espejo que ahí se encuentra mejorando mi sensual imagen.

Contemplo lo bueno que estoy, relamo mis labios recordando el día que aquella rubia y yo follamos justo delante de este enorme espejo de cuerpo entero que yo mismo había mandado a colocar al lado de la escalera.

Fijó mi vista en el reloj que se encuentra en mi muñeca derecha a la vez que mi corazón se acelera al escuchar el sonido del timbre. Camino directo a la puerta y antes de que mi madre halle sus llaves la abro.

Mis ojos se fijan en los de la rubia. Mi polla se enciende cuando muerde su labio inferior con nerviosismo y amo lo sonrojada que está al percibir mi intensa mirada encima de su diminuto cuerpo, pero sobretodo en su panza ya grande.

La tomo de su cintura acercándola a mí cuerpo en un segundo, sin importarme que mi madre este a solo unos pasos.

—Me la has puesto tan duro que me están entrando unas terribles ganas de follarte en la cocina —susurro en au oído a la misma vez que le muerdo el lóbulo de su oreja.

—¿Y por qué no lo haces? —cuestiona en un tono bajo y de manera atrevida ocasionando que mis labios se alcen en una sonrisa de completa maldad.

—Hay dejen de ser tan cursis —nos molesta Rebe ganándose una mirada asesina de mi parte.

—Cállate ballena —la fastidio pasando la mano por las mejillas de mi rubia.

—Pero si solo estoy embarazada —se queja y yo me carcajeo volviendo a fijar mi vista en la rubia.

—Ya lo averigüaras —dejo un casto beso en sus labios. Alcanzo su mano llevándola en dirección al enorme patio.

Todo están en silencio, una risita no muy disimulada sale de los labios de Rebe que camina al lado de mi madre, provocando que Pía se gire curiosa.

—¿Qué es tan gracioso? —interroga en dirección a las dos mujeres que nos siguen.

—Lo diferente que esta mi hijo. —habla mi madre.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Peligrosa 21+ (COMPLETA)