Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 31

Dante:

Me acerco el decimoquinto vaso de whiskey a los labios degustando su sabor amargo y fuerte.

Levanto mi mirada observando a la chica de cabellos rubios morderse las uñas y caminar de un lado para otro.

Arrugo mi ceño y vuelvo a darle un leve trago a mí bebida a la vez que me coloco mis dedos en mi tabique calmando la molestia de ver a Darla caminando de un lado para otro.

—Joder deja ya de moverte; me tienes hasta los cojones —escupo sin cuidado y al ver su expresión de odio le muestro una sonrisa.

—Deja las gilipolleces y no me grites o te juro que tus bolas las colgaré como trofeo en mi cuarto —me señala con su dedo y trago en seco al ver como sus palabras no son juradas en vano.

—Ok; lo que tú digas —refunfuño y continuó bebiendo de aquella bebida intentando olvidar las sensaciones tan raras que estoy sintiendo.

«¿Qué mierdas me está pasando?»

Me paso la mano por el cabello y trago en seco en el momento que las puertas de mi apartamento se abren.

El vestido de flores veraniego le queda perfecto en su cuerpo diminuto y me demuestra que a pesar de no ser de esas chicas exuberantes también tiene lo suyo.

Mi mirada es tan intensa que en el momento que levanta sus ojos y la cruza con los míos, sus mejillas se sonrojan; pasa la mano por sus mechones rubios dejando algunos detrás de su oreja, mientras se muerde su labio inferior.

En un impulso que no sabía de dónde carajos había salido ya me encuentro justo enfrente de ella con mis manos en su labio inferior sintiendo lo suave que es y su dulce olor. En ese momento siento que mi corazón se me saldrá del pecho; mi respiración se pierde por un lugar donde me es complicado encontrarla y mis ojos se fijan en los azules de ella.

Posa su mano en su pecho y traga de manera lenta al sentir mi tacto; logró percibir como su piel y la mía arden en sintonía con un toque; sus pupilas están dilatadas y sus mejillas continúan con el color rojizo presente en ellas.

—¿Qué tal está la rubia con lengua viperina? —mi voz sale rasposa y un poco jadeante; mi garganta está seca, haciendome volver a tragar.

—No me digas así —hace un puchero de niña que me vuelve loco de una manera que me es incomprensible.

«¿Qué mierdas me está pasando?»

Me alejo un poco tratando de aclarar mis ideas; respiro y solo puedo pensar en una cosa... Huir. Estamos tan absortos en nuestra guerra de miradas peligrosas que no nos damos cuenta de la pareja de enamorados que estaban al lado de nosotros.

Giro mi rostro hacía aquellos tortolos y muestro una sonrisa al ver como la joven de cabellos rubios inspecciona a su futuro esposo.

—¡Estoy bien! —exclama tomando la cara de su prometida dejando un beso en sus labios bastante delicado.

—Pensé que estabas enojado conmigo —comenta ella estirando sus labios de una manera bastante graciosa.

—No; solo debía encontrar a mi hermana pequeña y conversar; estuvimos muy mal y lo sabes —aquello lo dice observándome a mí también; yo solo encojo mis hombros y me acerco a mí sofá tomando mi bebida.

La rubia se gira en dirección a Pía con un puchero y sus manos juntas.

—Lo siento; se que nos equivocamos y que estuvo mal que te ocultaramos la verdad pero es que al saber que odiabas a aquel gilipollas solo pensamos que no ibas a querer saber que el sería el padrino —Pía continuaba con su cuerpo estático y sus mejillas sonrojadas; Rebe tomó las mano de la señorita llamando su atención—, ¿Nos perdonas y vuelves a ser la madrina?

Pía parece pensárselo; su mirada se posa en mí y luego en Ethan; este está con sus manos juntas haciendo un puchero como tratando de convencerla.

Les presto atención y arrugo mi ceño al ver como le suplican perdón.

«Que el diablo me envie al cielo si algún día le suplicó perdón a esa niña»

—No supliquen; ni que fuera un dios —comento acercando el vaso de cristal a mis labios.

—No lo soy —dice ella hablando de una manera bastante sexy que me deja anonado.

—¿Qué? —cuestiono con una sonrisa en mis labios.

—No soy un dios, ni mucho menos una diosa; sin embargo, se que soy mejor ser humano que tú; incluso soy la mejor persona que conocerás en este mundo; ¿sabes por qué? —cuestiona acercándose a mí.

—¿Por qué? —le sigo con una pregunta y percibo la mirada de todos encima de nuestra discusión estúpida.

—Porque no le deseo el mal a nadie; porque no soy egoísta y egocéntrica, porque se lo que valgo y quien me merece; porque nunca miento y valoro a las personas que merecen ese valor, no soy tu Dante, y siendo honesta ni desearía serlo, no juzgo a las personas porque se que está mal; siempre he dicho que no se debe juzgar a un libro por su portada, aunque si puedo hacerlo por sus acciones y las tuyas te delatan de cierta manera —me señala con su dedo y luego se dirige a Darla; siento como mi miembro aumenta su tamaño en el momento que se da la vuelta y me muestra ese hermoso culo redondo; muestro una sonrisa malvada y le doy una fuerte nalgada, descubriendo algo que me la pone peor.

«Joder que duró está»

De un momento a otro siento una mano siendo estampada contra mi pómulo haciendo que por inercia coloque mi inmensa mano en el lugar sintiendo el calor que se estaba colando en aquel lugar.

—Eres un idiota; no me vuelvas a tocar ni un pelo me oyes —grita como una loca tocando mi pecho con su dedo y ocasionando que una idea loca venga a mí mente.

—No sabes cómo me pones —susurro ya con mis manos cerca de su cuerpo dejándola estática y sonrojada.

—¡Sueltame! —exclama después de escuchar mis palabras intentando huir de mí pero eso es algo que no dejaré; su cuerpo en movimiento provoca que sus partes se rocen con las mías y la fricción me levante más mi miembro viril.

—¿EN SERIO ES LO QUÉ QUIERES? —grito y me pegó mucho más a ella sintiendo su calor corporal, mis latidos y mi respiración ya no estaban como antes; ahora todo era mucho más fuerte.

—Yo... No... —sus palabras salían entrecortadas; su pecho subía y bajaba con rapidez; sentía como ya no ponía resistencia, mis ganas de besarla subían con cada minuto pero algo en mi decía que este no era el momento ni el lugar; que si empezaba y tal vez no terminaría hasta hacérselo en cada parte de esta casa; la alejé de mi cuerpo y sin más le di la espalda yendo a darme un buen baño; necesitaba refrescarme—. ¿A dónde crees que vas? —cuestiona intentando agarrarme del brazo.

—A tirarme una buena paja que me has dejado el pene más parado que una tabla; siento que la verga me va a explotar de las ganas que tengo de follarte —mis palabras la dejaron con la boca abierta; miro a mí amiga, le hago una seña, a lo que ella asiente y salgo de aquel lugar sin pensarlo.

Mis pasos resonaba en el pasillo. Pasé mis dedos por mi cabello sintiendo su suavidad. Por un impulso estampé mi mano contra la pared; mi sangre estaba ardiendo en puro deseo.

Mis nudillos estaban blancos y con pequeñas gotas de sangre saliendo de este, además del agujero que se había creado.

«Mierda; mierda; ¿En qué me he metido?»

Sin dudar entré en la ducha y posicione mi mano en la perilla a la vez que la giraba sintiendo como agua helada caía por todo mi cuerpo.

«Ojalá me refresque y me baje el calentón que me cargo»

Mis manos estaban en la pared de la ducha y mi cabeza estaba en el medio con la mirada fija en mí miembro varonil que continuaba como una flecha igual de erguido.

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