Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 27

Maratón 2/4

Narra Pía:

El dolor de cabeza es intenso, mí cuerpo se siente como un saco usado que había sido lanzado y pateado mil veces seguidas.

Mí mente esta completamente confusa, los recuerdos y actos que he llevado acabó la noche anterior, se encuentran dispersados como pequeños fragmentos en mi cerebro.

El cómodo colchón es quien calma el dolor de mí cuerpo por segundos. Un fuerte olor a colonia de hombre penetra mis fosas nasales en pequeñas ráfagas de tiempo.

Esta es mí primera y última resaca. Siempre he aborrecido ese líquido acuoso, que contiene ingredientes capaces de llevarte a decir cosas de las que puedes arrepentirte e incluso realizar acciones que te llegan a resultar graciosas.

En mí vida lo habían probado, era más de las que sí iba a una discoteca bailaba y bebía, pero jugos naturales o agua. Las veces que llegué a salir con mí compañera de cuarto, yo era quien terminaba evitando que ella cometiera errores.

Mí subconsciente me traiciona trayendo un recuerdo bastante inesperado a mí cabeza.

—Eres tan guapo —mí voz sonó rasposa y rara.

—Tú eres tan inocente y torpe —su voz fue varonil, sexy e arrogante.

—Quiero besarte —escupí sintiendo sus manos en mí cintura y su cara muy cerca de la mía.

—Yo quiero follarte —expresó él con una sonrisa en sus labios a la misma vez que me aproximaba más a su cuerpo acortando la poca distancia que nos separaba.

Hasta ahí llega aquel recuerdo dejándome con la curiosidad de sí algo llegó a suceder en aquel momento. De un instante a otro desperté bastante asustada.

Mí vista está bastante nublada, no era capaz de distinguir en donde me encontraba hasta que divisé mí vestido a solo unos centímetros de mí.

«Mierda, ¿qué sucedió realmente en aquella discoteca? »pensé con mis manos en la cara.

Me toqué mí cabello intentando que los recuerdos llegaran con rápidez.

Fijé mí vista en mí entorno tratando de descubrir donde me encontraba exactamente.

La cama se encontraba pegada a una gran pared de color azul Prusia, justo al frente había una mesa con una laptop Dell, una silla de hierro pequeña donde se en hallaba un pantalón de vestir marrón claro.

Del lado izquierdo había un vestidor que poesía unas puerta de caoba blanca.

Unas grandes ventanas que daban a las grandes calles de mí país cegandome con la luz del sol que se colaba por aquel lugar.

Me sentía bastante ligera a lo que ropa se refería así que lentamente fui bajando mí mirada hacía mí vestimenta hasta que me percaté de lo que acontecía.

"Mierda " pensé al haberme dado cuenta de que solo tenía una camiseta y gracias a los cielos mí ropa interior de encaje café negro, pero aún así mí mente no procesaba nada.

En lo que me encontraba absorta en los acontecimientos del día anterior la puerta de aquel dormitorio se abrió, permitiendo ver una ancha espalda con tatuajes y musculosa entra por esta misma.

Hice lo primero que me vino a la mente, me lancé al fuerte cuerpo de aquel desconocido tratando de evitar que me violara sin mí consentimiento.

—No dejaré que me toque en contra de mí voluntad —posé mis manos en su cuello y mí boca en su oreja mordiendo con fuerza hasta sentir el fuerte sabor a la sangre.

Él chico se defendía cómo podía, pero de sus labios no paraban de salir algunas risas burlonas, hasta el momento que lo mordí.

Con gran fuerza mí cuerpo fue lanzado en dirección a la cama permitiendo que el de liberará.

—Mierda, sí que eres salvaje cuando te lo propones —pronunció aquel chico con esa voz que tanto me recordaba a aquel egocéntrico, gilipollas, atractivo Dante Vivaldi.

—¿Dante? —cuestioné levantando mí trasero de la gran cama matrimonial en la que me habían lanzado hacía unos segundos.

—¿Quién más sería tan estúpido de traerte a su casa? —contestó con un tono socarrón.

—Ok, no me digas que, ¿tú y yo?  —comencé a hacer como que sí él y yo hubiéramos tenido algo de lo que no tenía memoria.

—Así es, me entregaste tu virginidad en bandeja de plata —confesó él con una sonrisa en sus labios y aproximando su cuerpo al mío.

Solo poseía unos calzoncillos Calvin Klein con un pequeño elástico color grisáceo, y su torso totalmente desnudo con el cabello húmedo dejando caer pequeñas gotas de este.

Mí pulso se aceleró al escuchar sus palabras y mis labios se abrieron en señal de sorpresa.

"Imposible" pensé con los ojos abiertos como platos y una lágrima bajando por mis ojos color cielo.

—No juegues con eso —aquellos vocablos salieron de mis labios con un sonido bastante extraño.

—Sabes que no miento, y mucho menos, soy capaz de mentir —sus palabras seguían latentes en mí mente, no podía creer que fui capaz de entregarme a aquel cabronazo de mierda que solo me usaría para su beneficio y entretenimiento.

—No puedo creer que haya sido capaz de acostarme contigo, pero sobretodo, que fueras capaz de aprovecharte de una chica borracha —comenté levantándome de la cama y secando mis lágrimas.

—Me atrapaste, nada sucedió, sin embargo, pasará en algún momento —confesó con una sonrisa en sus labios y calmando mis acelerados latidos cardíacos, se acercó a mí cuerpo mientras decía aquello.

—No sucederá nada —retrocedí lentamente a la misma vez que él se aproximaba a mí.

—Sí sucederá —comentó pegando su cuerpo más al mío, provocando que algunas emociones se intensificaran con rápidez y gran agilidad.

—¡Que nó! —exclamé cuando mí cuerpo terminó en el cómodo colchón de aquella habitación de color azul Prusia.

—¡He dicho que sí! —exclamó él con sus manos acercándose a mis muslos y tomándolos con sus grandes manos.

Su toque fue eléctrico y caliente. Mí cuerpo aumentó su temperatura, mí entrepierna de comenzó a mojar con que solo acercara su nariz a mí cuello besándolo con lentitud.

Por otra inercia mis manos se posaron en su pecho sintiendo sus calmados latidos, y lo duro que estaba.

Mí cabeza se echó para atrás dándole la oportunidad a que sus labios se disfrutaran de mí blanca y suave piel.

Un gemido salió de mis labios cuando posó su mano derecha en mí muslo derecho dejando que mis flujos vaginales salieran sin dudar.

Mis pulsaciones estaban irregulares, los pensamientos que estaban en mí cabeza no eran para nada saludables, ni mucho menos inocentes.

Mí respiración estaba errática y pérdida por completo, mis labios estaban secos al igual que mí garganta.

—¿Qué haces? —pregunté con algunos gemidos saliendo de mis labios y mis manos en su pecho.

—Follarte —aquella palabra me sacó de mí estado de calentura permitiendo que le propinara una patada en su gran entrepierna que estaba bastante abultada.

Al propinarle aquel golpe retrocedió y terminó en el suelo retorciéndose de puro dolor.

—Me cago en la leche —su voz sonó más como una susurro y a la misma vez un poco ronca.

—Eso te pasa por creer que sería otra de esas chicas que se acuestan contigo por dinero —mis labios se movían al decir aquello y mis mejillas estaban rojas, la camisa estaba arremangada mostrando mí ropa interior y mis largas piernas.

—Te voy a ... —no pudo continuar cuando salí de aquel cuarto huyendo como toda una gallina dejándolo al él todavía en la alfombra negra de su cuarto retorciéndose de dolor y sus manos en su compañero de batalla.

Mí huida no fue satisfactoria, pero logré llegar al cuarto de baño antes que él chico de ojos marrones y labios tentadores.

Abrí la gran puerta de madera de abedul, mientras cerraba a mis espaldas y ponía el pestillo, previniendo que aquel chico llegara a dónde me encontraba yo .

Recosté mí espalda a la puerta de madera blanca y relajé mí respiración tratando de calmarla.

Mí mano se posó en mí pecho sintiendo mis fuertes latidos y temiendo que se me saliera del pecho aquel órgano interior que permitía el bombeo de la sangre, que ayudaba al funcionamiento de mí cuerpo.

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