Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 18

Mini maratón 1/2

Pía Melina.

Los nervios son un cuchillo de doble filo; y mucho más cuando estás delante del causante de ellos; ese que con solo una mirada perversa pone tus piernas a temblar, sonroja tus mejillas y te hace tragar en seco con las imágenes para nada dulces que se desplazan por tu cabeza, volviéndote un manojos de vergüenza, rabia y lujuria.

Suspiro, colocando un mechón dorado de mi cabello detrás de mí oreja, mientras perpetuo como los rayos del sol impactan en sus cabellos castaños, y esos ojos que solo saben escanear mi vestimenta con tanto descaro que moja mi entrepierna en segundos.

Relame sus labios, acomodando con su expresión neutral los gemelos de su traje a la vez que me muestra esa sonrisa socarrona que amaría eliminar de su rostro.

—Estoy llegando a pensar que no puedes estar un día sin ver mi bello rostro —susurra pasando por mi lado, perpetuando un leve roce en mi brazo que me estremece, erizando cada parte de mí.

Carraspeo, sonrojada y más nerviosa de lo normal; maldiciendo por no ser capaz de detener mis alocadas hormonas.

Ruedo mis ojos, manteniéndome en mi lugar en espera de que me permita tomar asiento.

«Solo debes actuar profesional Pía; solo eso». me digo a mi misma, cerrando mis ojos en un ejercicio de respiración que trata de aislar mis acelerados latidos.

Su mirada intensa altera mis emociones, obligando a mi tick a hacer acto de aparición; a la vez que una risa nerviosa sale de mis labios.

—No se crea tanto; ni siquiera he pensando en usted —aclaro, quitando las arrugas de mo conjunto mientras trato de sostener con fuerza mis objetos.

La carcajada grutural que es liberada desde el fondo de su garganta me domina, haciéndome babear con la pequeña imagen de su espalda robusta, y la pose de seguridad que mantiene con su mirada en la ventana de cristal que se encuentra detrás del escritorio con un librero repleto por libros de economía, finanzas, contabilidad en el.

—Hay preciosa... —su voz es como una sinfonía melódica pero atrapante que cala tu alma hasta lo más profundo, y mas cuando viene con palabras altaneras—... Eres una pésima mentirosa.

Aprieto mi mandíbula, queriendo calmar las ansías que tengo de despotricar contra el, cuando me es imposible detenerme y las palabras salen sin ningún tipo de problema.

—Já, ni si... —alza su mano, ocasionando que me quede en silencio, en el momento en que observa su reloj y decide tomar asiento en la butaca que a halla delante de escritorio.

—Dejémonos de rodeos y tome asiento —ordena, haciéndome elevar una ceja, a la vez que me cruzo de brazos más que agotada de sus actitudes.

—No me de más órdenes —advierto, al final acatando la orden, en el momento que comienzo a sacar la grabadora junto a la agenda para dar inicio a la entrevista.

Sus ojos me miran espectantes, esperando a que mis sentimientos no me dominen; y es que por más que no quiera ya es algo que no puedo evitar.

—Bueno... —me preparo, acomodando mejor mi anatomía esbelta en el asiento—, estamos al tanto de todo los logros que ha conseguido a pesar de haber comenzando bastante joven, e incluso sin ayuda de su padre; sin embargo, nos gustaría conocer. Si pudiera comenzar de nuevo, ¿Qué haría diferente?

Entrelaza sus manos con profesionalismo, dejando ver el inmenso reloj de oro que descansa en su mano derecha, a la vez que los músculos de su cuerpo se tensan, adhiriéndose más a su traje azul Prusia; color que parece ser su favorito debido a que la mayoría de las veces es el que más le he visto usar.

—Como toda empresa hemos tenido nuestros altos y bajos; eso no se puede negar y es que han habido etapas en las que muchos han dudado de mi capacidad empresarial; aunque, siempre están los que terminan tomando el riesgo, cosa que cuando comencé fue algo complicado, decidir hacer las cosas de cero, sin el uso de mi apellido; ni mucho menos los contactos de mi padre fue lo que más dificultades trago consigo; sin embargo, al final, con ayuda de mi ambición, ideales, perseverancia y mis trabajadores logramos alzarnos como la mejor rama de todas; justo hoy contamos con más de quinientas sucursales en todo los países del mundo, con concesionarios de gran calibre donde las personas de bajo estatus social pueden atribuirse uno que otro carro mediante pagos en cuotas, o por retardo, además de que en estos instantes ya hemos llegado a la empresa con mayor cantidad de empleados a nivel mundial.

—¿Y más o menos de cuánto es la cifra? —cuestiona cruzando mis piernas, llamando sin intensión la mirada deo castaño que traga, y se relame sus labios.

—Hasta ahora de más de ochocientos billones de personas, incluyendo los diferentes departamentos, pero estamos planeando extendernos a una mayor cantidad, e incluso a que jóvenes internacionales tengan la capacidad de obtener cursos por nuestras empresas —responde embelesando mis sentidos con la manera tan maravillosa en la que explica y aborda cada tema.

El brillo en su rostro cuando habla de lo que ama es tan satisfactorio y es como un niño pequeño cuando está con su juguete favorito.

—Prosigamos con la siguiente pregunta —la picardía se apodera de sus fracciones, acelerando mucho más mis latidos, mientras posiciona sus antebrazos en sus rodillas, mostrando esa sonrisa maliciosa que activa todas mis alarmas.

—Adelante —susurra con un tono bajo, ronco y más que erótico que me obliga a apretar mis piernas por el calor que se apodera de mi vientre.

—¿Cuál es el mayor desafío que ha enfrentado con su empresa? —pregunto, vertiendo un poco de agua en el vaso que descansa en la pequeña mesa de café que se mantiene a una distancia perfecta de los dos.

—¿Hasta ahora? —inquiere, manteniendo sus ojos fijos en los míos; asiento afirmando mi interrogante—; el que una rubia con cara de angel se niegue a caer ante sus más perversos deseos.

Trago en seco, perdiendo la capacidad de habla cuando sostiene mi cuello con un agarre que me hace liberar un gemido, que toma mucha más fuerza en el instante justo en que acorta la distancia, y desliza su mano hasta mi cabello; incrustando sus dedos en el.

«¡Mierda! ». maldigo con las inmensas ganas que me obligan a cerrar los ojos y brindarle todo el acceso posible a mi cuello de tal forma que puedo sentir la calidez de su aliento impactar con esa zona sensible.

—¿Nunca te han dicho lo malditamente adictivo que resulta tu aroma? —propina una suave mordida en mi cuello, provocando un centenar de sensaciones altamente adictivas y placenteras.

Vuelvo a tragar en seco, y mucho más cuando su lengua húmeda, cálida y mordaz se lame mi cuello, le sigue mis labios; sin embargo, el que una de sus manos intente sobrepasarse es lo que me hace salir de mi estado de estupidez, volviendo a la realidad de lo que está pasando.

Le propino un fuerte manotazo en su mano, y sin pensar, solo dejando llevarme por mis impulsos le lance los restos de agua que quedaron en el vaso de cristal, mojando su rostro.

—Vine aquí a hacerle una entrevista no ha actuar como una cualquiera —reitero con la rabia corroendo mis venas—, continuamos con lo que vine a hacer o me marcho y deberá pedirle a otra agencia que venga porque de mi no obtendrá nada mas que no sea profesionalismo.

Su mandibula se endurece, limpiando los restos de agua que mojan su rostro, y odio el que mis labios y manos piquen con el deseo de tocar algo que está más que prohibido para mi.

Acomodo mi vestimenta, entre tanto el vuelve a mostrar una sonrisa que me saca de mis cabales.

—¿Sabes que mientras que más te niegues a liberar tus demonios más te absorberán rubia con lengua venenosa? —comenta, haciéndome morder el interior de mi mejilla por inercia.

—Ese será mi problema —respondo fría, con neutralidad, preparándome para continuar con lo que vine a hacer.

—Uff; no voy a negar que lo que más ansío es escuchar como gimes mientras disfruto de tus húmedos labios, el que mi polla te rompa hasta lo más profundo, y el saber que te cogeré como nadie podrá hacerlo nunca más —mis mejillas se sonrojan con sus palabras, y es que esa manera tan directa y liberal que tiene de hablar me pone aunque me niegue a creer que es así—; sin embargo, mi mayor desafio siempre ha sido mi personalidad; muchos clientes siempre desean tener la razón y aunque esa es la regla principal bien sabemos que no será así, como vez soy una persona directa, certera y sin nada que ocultar, por tal razón mis clientes son siempre elegidos se manera especial, mediante unos planes en los cuales el pedido es tomado. Por el momento no he tenido problemas para cerrar ningún negocio y es que sí así lo deseo sería capaz de vender bragas en el medio de la avenida a millones de dólares... Te aseguro que con solo mostrar mi físico e inteligencia muchas caen ante mi facilidad para la negociación; por algo escogí esta rama.

Carraspeo, colocando un mechón de mi cabello detrás de mí oreja, mirando la hora segundos después de estar atenta a que continúan unas más personajes.

—Muchos estamos al tanto de sus nuevos proyectos; ¿Nos hablaría un poco de todo lo que está planeando? —interrogo cruzando mis piernas con mi espalda recta.

—Sí; tengo nuevos objetivos ya trazados para este nuevo año —aclara, deslizando sus manos por su cabello con suficiencia.

—¿Nos puede mencionar algunos? —pregunto, jugueteando con el bolígrafo entre mis dedos.

—Por supuesto —acerca su rostro al mío, mostrando esa sonrisa socarrona, a la vez que coloca un mechón de mi cabello justo detrás de mí oreja, enrojeciendo mis mejillas con su tacto—; follarte.

Trato de bajar la mirada, sintiendo la sangre que corre por mis venas llenar mi sistema en segundos, a la vez que comienzo a toser se manera desenfrenada por semejante desfachatez.

Mis mejillas se vuelven rojas como tomate, muerdo mi mejilla interna, tragando en seco por la falta de saliva que comienza a hacer acto de aparición, el oxígeno deja de llegar a mi y me siento a punto de desfallecer.

Sin embargo, su inmensa mano tatuada sostiene mi barbilla, obligándome a mirar sus atrapantes órbitas oculares color marrón, acariciando la comisura de mis labios con su dedo, en una leve pero desquiciante caricia.

—¿Acaso nunca te han dicho lo apetecible que es tu rostro angelical?, ¿O las perversiones que insita a hacer con esos labios? —acorta un poco  más la distancia que separa nuestros rostros, provocando que nuestras rodillas se rocen, incitando a que un leve gemido se escape de mis labios, pero sea acallado por el agarre que me propinan sus dientes con suavidad—; ¿Acaso nunca la han follado como lo que es?

Embelesada bajo la mirada al movimiento que ejerce su boca al pronunciar los vocablos, tragando en seco ya más roja que un picante.

No sé de dónde saco la fuerza para que esas palabras que carcomen mi mente sean liberadas sin siquiera balbucear o trabarme con mi propia lengua como sucede por culpa de mis nervios.

—¿Qué soy? —inquiero con voz rasposa, queriendo dejar que el calor que nos envuelve de alguna forma se vuelva algo más.

La curvatura de su sonrisa me enternece, haciéndome gemir por lo bajo.

—Un maldito angel que quiero corromper...

¿Alguna vez han perdido la capacidad de hablar e incluso respirar?

Bueno, ahora mismo me acabo de morir y necesito que me resuciten; mi cerebro se ha desconectado de mi cuerpo, corazón está bombeando como loco, enviando a toda la velocidad sangre a mi parte más sensible.

El ambiente que nos rodea es calor puro, de tan fuerte que cuando con altanería se retira debo beber el vaso de agua que descansa en la pequeña mesa de café que está entre nosotros; pidiendo a la vida que me ayude a soportar sus descaros.

Trato de mantener la compostura, acomodando mi cuerpo en la pequeña butaca cuando el solo acopla mejor la chaqueta de su traje, admirando mis pechos con descaro.

—Estoy más que seguro que ese conjunto ya se convirtió en mi favorito —alega, sonriendo con malicia, a la vez que peina sus castaños cabellos.

Alzó una de mis cejas, desconcertada pero temerosa a la misma vez, no quiero ser consciente de las locuras que dirá cuando pregunté; sin embargo, mis labios se mueven antes de lo pensando.

—¿Por qué dices eso?

Señala mis pechos con locura, sonriendo con picardía.

—Te aseguro que esta vista es la mejor —murmura, mordiendo su labio inferior—; y más cuando solo me las imagino haciéndome una muy buena paja rusa... E incluso siendo degustados por mis manos... Lengua y boca.

Carraspeo nerviosa, teniendo que volver a tragar para encontrar mis cuerdas vocales que se niegan con demasiada fuerza a salir.

—Pero claro... —pega su espalda al cómodo asiento de cuero, entrelazando sus manos encima de su regazo—... No soy un maldito romanticón y conociendo lo que se de usted hasta ahora; estoy al tanto de que es un cliché andante.

Su declaración hace mi sangre hervir pero está vez de rabia, activando mi lengua viperina de tal forma que debo apretar los puños en mi regazo más que molesta; necesitando y pidiendo al cielo por la fuerza para soportar el humor desquiciante del castaño.

—Mejor continuemos con la entrevista —demando, bajando mis ojos verdes con motas azules a la pequeña agenda.

—¿Y qué hemos hecho hasta ahora? —su descaro es el que más me saca de mis cabales, queriendo conocer un lado de mí que nunca ha salido sino es con él; sin embargo, esta vez no lo permitiré, no podra jugar con mis emociones.

Trato se enfocarme, colocando mi anatomía de forma correcta, con mi expresión profesional.

—Bueno, hasta ahora somos concientes de los nuevos concesionarios que se están creando en Madrid y Berenice —comienzo, permaneciendo como la profesional que soy, a la vez que el juguetea con un pequeño lapicero entre sus dedos—; lo que nos interesa conocer es, ¿Si hasta el momento alguna de las constructoras a dado algún problema, o sí, simplemente se mantienen en un rango profesional pidiendo siempre su opinión y criterio?

Suspira, de una forma que me hace mirar sus ojos, siendo absorbida por la intensidad de su mirada.

—Hasta ahora mis proyectos siempre han salido de acuerdo a mis planes; soy una persona que sabe disfrutar beneficios que yo mismo he conseguido por si solo; aunque, justo en este momento estoy trazando una nueva meta —la fuerza y el tono de voz que utiliza solo saben desconsentrarme.

«Vista al frente Pía». Pienso, riñiendome por no ser capaz de superar esos encantos.

—¿Me puede mencionar o hablar sobre esa nueva meta? —pregunto, posando un pequeño mechón de mi dorado cabello detrás de mí oreja, dejando ver mi diminuto pendiente.

—Admirar un rostro que me tiene con mis dos cabezas pensando las mil maneras de romperle el coño, incluso en los lugares donde tendría la mejor vista del entrar y salir de mí miembro en su vulva húmeda, palpitante que no dejará de liberar esos deliciosos jugos que desgustaré; aunque lo más importante es ... —habla tan tranquilamente que es como sino sintiera nada cuando au prominente erección es mas que notable—... Mis proyectos avazan como debe ser, ya que; cuando quiero algo.....

Sonríe con tanta maldad que estremece mi ser.

—No descanso hasta obtenerlo...

Mi corazón se detiene y es como si ya no pudiera vivir más, como si mi capacidad auditiva, nerviosa, olfatoria, e incluso la visión se me hubiera nublado con pensamientos donde el y yo estaríamos con menos ropa de la pensada; sin embargo, eso no dura tanto ya que a mí mente llega el rostro del pelirrojo y es cuando me percato de todo lo que estoy haciendo mal, dejándome llevar por mi mas oscuros deseos cuando no debería ser así.

—Le aseguro que a mí nunca me tendrá —pongo mi postura recta, mostrando mi misma expresión neutral que he reforzado justo desde que lo conocí.

—¡Oh preciosa!; Sí te tendré —la confianza, prepotencia y altanería con la que dice aquello me enoja más de lo pensando y sin pensar me levanto de un solo golpe, con los puños a cada lado de mi figura siendo apretados con más fuerza de la necesaria.

—¡No, no lo harás!; Tengo a Peter que es el mejor hombre del mundo y uno capaz de demostrarme las bellas cosas de la vida —increpo, enfureciendo más de lo pensando con sus palabras, gritándole al punto de que mis cuerdas vocales temen fallar.

Unas estruendosas carcajadas que solo me sacan mucho más de quicio de lo pensando, mientras me mantengo de pie con los tacones ya haciendo de las suyas.

—¿Nunca escuchaste la canción de Heaven de Julia Micheals ? —cuestiona limpiando una pequeña lágrima invisible, pero continuando con las carcajadas.

Arrugo el entrecejo desconcertada.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Peligrosa 21+ (COMPLETA)