Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 17

Maratón 3/3

Pía Melina.

La luz del sol impacta contra mis ojos, advirtiendo que ya es momento de ponerme en pie.

Mi cabeza martillea, junto al dolor de mi garganta debido a las dos botellas de alcohol que me bebi solo para poder soportar las miradas de odien que le lanzaban los dos castaños a Peter.

Me niego a levantarme, al menos mi cuerpo se niega a obedecer a mis órdenes por más que lo obligue, volviendo el pesar de mis párpados un impedimento, incluyendo en ello el fuerte dolor en mi cabeza, hasta que lamentándome por tener que trabajar justo el primero de enero decido que es momento de empezar mi día.

Abro los ojos soltando un leve bostezo que termina en mi mano, al cubrir mis labios en el acto, a la vez que maldigo por el desorbitante dolor que no me abandona.

Enrollo mi bata aún en mi anatomía, encaminándome al baño con mis ojos cerrados por completo.

Mi cabeza se estrella contra la puerta, llevándome a maldecir a los mil demonios por lo mi estupidez.

Menuda manera de comenzar este día, joder; nuevo año y ya llevo demostrando mi pésima suerte.

Giro el pomo de la puerta escuchando las carcajadas de la rubia y la castaña, mezcladas junto al delicioso olor a desayuno que hace gruñir mi estómago con maldad.

Entro al cuarto de baño liberando millones de maldiciones a la vez que preparo la bañera aún con el sueño haciendo mella en mi, queriendo apoderarse de cada una de mis fibras.

Abro la pileta dejando que la bañera se llene lo suficiente a la misma vez que guardo la agenda con las preguntas, la grabadora y mis otros accesorios en mi bolso.

Rebuzco en el pequeño botiquín una aspirina que calme mi cabeza, encontrando en segundos el pote que no dudo de beberme junto al agua helada del grifo.

Me vuelvo adentrar en la estancia, con uno de mis ojos abiertos para no sufrir un lamentable accidente en el que termine casi muriendo.

Admiro el reloj que continúa en mi mano, perptuando en mi cabeza la hora exacta.

8:30 AM.

Suelto un estrepitoso suspiro de resignación por el agotamiento que presentan mis músculos.

Entro en mi bañera con sales, liberando gemidos de pura satisfacción por el placer de relajar mis músculos y tendones. Echo la cabeza hacia atrás con mi cabello atado en un moño alto, a la vez que la espuma comienza a cubrirme con rapidez.

Cierro los ojos, dejando que el sueño me atrape por segunda vez, cayendo en los suaves brazos de Morfeo.

Siento el agarre de unos fuertes brazos en mis hombros mientras continuo más que cómoda aún con el agua eliminando la suciedad de mi cuerpo.

—Pia, despierta —la humedad de mi anatomía no me dejaba, e incluso el sentir de unas fuertes manos en mis hombros intentando despertarme.

Mis labios formaron una sonrisa a la vez que seguía en aquella nube de algodón de la cual de alguna forma no deseaba levantarme.

—Pia; joder —me estamparon una fuerte bofetada que me despertó en segundos.

Me sobresalté y todo mi alrededor terminó lleno de agua, mi mejilla me ardía mares y mi cuerpo estaba sumergido en la bañera todavía.

—¿¡Pero por qué mierdas...!? —espeté casi queriendo morirme por el intenso rubor que se acentuaba en mis mejillas, junto a las ganas de querer asesinar a quien se hace llamar mi mejor amigo por el tortazo que me acababa de propinar.

—Lo siento, pero es que ya vas tarde a la entrevista —asegura con sus órbitas oculares avellanas fijas en mis irís azules medio verdes.

—¿Qué hora es? —pregunto tratando de despertar por completo, acoplando mejor mi anatomía.

—Las diez de la mañana casi —al escuchar aquella respuesta todo mis latidos enloquecieron por mi falta de compromiso.

—¿Me quedé dormida en la bañera? —pregunto limpiando las comisuras de mis labios, un pilín horrorizada.

—Sí, hasta pensé que te había dado algo, ya estaba planeando los papales para quedarme con el departamento —me molesta, chocando su hombro musculoso con el mío.

—Sí claro, no creo que tú prima sea capaz de dejartelo a ti —lo secundo soltando algunas carcajadas por mis propias palabras.

—Bueno, te dejo para que te cambies —deja un beso cariñoso en mi coronilla para después darme la espalda saliendo en dirección a la sala con su prometida.

Cerré mis ojitos, percibiendo el frío colarse por mi huesos en el momento que me percate de el destrozo que había formado en aquel suelo. Ya después me tocaría limpiar como una estúpida.

Me levanté, extendí mi brazo recogiendo mi albornoz, para cubrirme con bastante prisa; sin embargo, antes de que pudiera realizar otra acción termine resbalando con el agua que cubría las lozas del suelo, cayendo de culo sin nada de dónde agarrarme.

«Hay por dios mi culito de tabla». me quejé, suspirando y sobando mi trasero por el desorbitante dolor que me estaba abordando.

Después de unos minutos lamentando mi pésima suerte, me volví a levantar del suelo, teniendo esta vez mucho más cuidado con no caerme, a la vez que me deshacía del tapón de la bañera; y con sumo cuidado secaba al estropisio que yo misma había armado.

Segundos después ya había finalizado esa tarea y solo me quedaba cepillar mis dientes, me aproxime al lavabo, ya más despierta de lo normal, deseando eliminar mi pésimo olor mañanero. Me lavé los dientes con el silencio, la soledad, junto a la nostalgia formando parte de mi.

Moffy no tardó en adentrarse en la estancia con su típico mentón en alto, poniendo su expresión de cachorro degollado para que como era usual lo sacará a pasear, solo que está vez no podría.

—Lo siento hermoso, tío Ethan será quien lo haga —unas carcajadas salieron de mi al ver como se indignaba con solo mencionar a ese castaño.

Minutos después finalicé mi faena para marcharme con bastante prisa hacia mí habitación.

«Mierda, ¿qué está sucediendo conmigo?». pensé mientras rebuscaba en mi armario algo que ponerme.

Al final encontré un vestido que solo era para ocasiones especiales, pero no tenía más opción que enfundarme en aquello, mi entrevista empezaba a las nueve, iba muchas horas tarde.

El vestido no era de mi total agrado, pero no por eso dejaba de ser hermoso.

En el inicio el atuendo consistía de un hermoso vestido que poseía un precioso corte en los senos de color café negro que daba una imagen de poseer más de lo que tenía, la parte baja era de un color marrón claro, con algunos pliegues que le daban un toque sensual.

No amaba este tipo de vestimenta, pero era la más fácil para aquella situación.

Me realicé un lazo sencillo y mi cabello terminó cayendo en cascada por mi delicada espalda, unos tacones de aguja que conjuntaba con mi ropa y un labial sencillo.

Tomé mi bolso y me marché a la velocidad de la luz.

En la cocina se encontraban la feliz pareja desayunando.

Me acerqué lentamente por detrás y le planté un beso en la mejilla a Ean por haberme despertado.

—Gracias —agradecí mientras bebía una taza humeante de café caliente.

 

—De nada bobita —dio un leve golpe en mi nariz que fue suficiente para sacarme una sonrisa.

—¿Y Valeria? —cuestiono devorando unos bollos que me hacen liberar gemidos de ves en cuando.

—Se fue desde temprano a una sesión de fotos —hago una o con los labios que es suficiente para que el silencio se extienda un poco.

Antes de marcharme me giro en dirección al castaño, alzando mi dedo casi asustandolo en el proceso con aquella acción.

—Por favor, necesito que Moffy salga al parque, el pobre está muriéndose —ellos asienten dejándome mucho más tranquila.

Salgo de mi apartamento, bajando las escaleras con calma aunque a la vez un poco nerviosa, saludando a los vecinos que salían como yo a trabajar justo en esta época.

Me despedí del mismo chico del día anterior, obviando ser demasiado social con las personas y el que me ignorara como siempre.

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