El Socio de mi padre romance Capítulo 9

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato México

Tan pronto dejé a Amaia en su escuela, me fui a los juzgados para alcanzar allá a Ale, antes que se fuera a poner peor de lo que ya estaba en la mañana. De camino para allá, sólo podía pensar en una cosa, en ella en mi Amaia. Así la veía y la sentía desde ayer y me tenía vuelto loco y eso que solo nos habíamos besado y acariciado.

Era muy hermoso lo que me estaba pasando con ella, tanto que todo el tiempo sentía que no pisaba el suelo, permanecía en las nubes, me sentía como cuando me enamoré por primera vez hacía algunos ayeres. El sonido de mi celular, me sacó de mis pensamientos y era quién yo pensaba, Alejandra, mi colega.

–Hola Ale, ¿Qué paso? Ya voy para los juzgados – Me justifiqué – Voy de regreso de dejar a Amaia en el Tec, siempre si la fui a llevar para no tardarme en pasarle carga, pero ya estoy llegando allá.

Le tuve que explicar para que no dijera nada indeseable, y en verdad ya estaba por llegar, no iba a tener que esperarme demasiado

–Axel, adelántate con el cliente que tengo problemas para hacer el estúpido trámite – Ella estaba histérica – Por favor, espérame y entretenlo con lo que tengas hecho del trato ¿Por qué si hiciste algo, cierto?

Ella siempre era muy acelerada, no podía esperar a que yo le dijera las cosas, pero se iba a tener que esperar y en cuanto llegara le diría lo que apenas iba a leer, lo que me había dado Amaia el día anterior.

–Claro Ale, no te preocupes. Termina el trámite, te espero con el cliente y si todo sale bien, no tendrás ni que verle la cara, si acepta lo que hice para llegar al trato y que podamos evitar el juicio, cómo me has pedido.

–Gracias Axel, por eso te quiero. Allá te alcanzo. – Dijo presurosa.

–También te quiero y me debes unos tragos, por presenciar tus arranques de la mañana.

–Claro, ya que ganemos el caso del delincuente con tu brillante trato, nos los iremos a tomar para celebrar.

–Hecho, allá te espero Ale.

–Sí y gracias, de nuevo.

Al terminar de hablar con Ale, me di prisa y me fui directo a los juzgados, el cliente no llegaba todavía y eso me daba tiempo a darle una revisada a lo que me había entregado Amaia en esa carpeta. Esperando que sí, nos ayudara a cerrar el trato o Ale me iba a cortar la cabeza si sabía que yo no lo había hecho, pues mi idea siempre había sido llegar al juicio, como siempre lo hacía.

Al terminar de revisarlo, me di cuenta que Amaia me había salvado este trato, la comisión y el caso y no sólo a mí sino también a Ale, porque éramos ambos un equipo. Me había parecido muy buena información. Ale llegó de repente y justo a tiempo pues el cliente, venía caminando detrás de ella.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Socio de mi padre