El Socio de mi padre romance Capítulo 5

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Estudiando la expresión que acababa de ver en la cara de Amaia, me pude dar cuenta perfectamente que no le había parecido para nada en absoluto, la cláusula de intimidad exclusiva conmigo, ya que de inmediato ella quiso cambiarse a su lugar, pero no pudo hacerlo porque yo la tenía abrazada, no iba a dejar que se bajara de mi regazo.

–Axel, es que en eso último no estoy de acuerdo – Admitió con desanimo – Porque yo, si me tendré que hacer a la idea, que en las noches estás teniendo eso con Cecilia y ¿Por qué no eres justo conmigo?

No quería entrar en discusión por eso, ahora que la iba a tener no la compartiría con nadie, me consideraba muy egoísta para eso y si no iba a ser así, mejor que no empezáramos nada.

– ¿Sabes, cariño? Es mejor, dejarlo aquí – Le dije, con todo el dolor de mi corazón – Veo que eso, va a afectarte mucho el que yo esté con Cecilia y perdóname, pero no puedo permitir que tú seas de nadie más. Vamos a recomponernos la ropa y te llevo a casa de Alejandra, mañana supongo que tienes que ir al Tec.

Ella no se movió de mis brazos y empezó a llorar. Me di cuenta, cuando sus lágrimas empezaron a empapar mi pecho. Qué difícil era todo eso, ella tan solo tenía 20 años, toda la vida por delante y podía tener al hombre que quisiera a sus pies, era la mujer más hermosa del mundo, al menos para mí lo era, y yo de estúpido, haciéndola sufrir.

La levanté despacio hasta que nos miramos a los ojos y no pude más que besarla nuevamente hasta beber todas sus lágrimas entre beso y beso, no me gustaba verla llorar, ni yo ser el que le provocaba ese llanto.

–Axel, no me digas que lo dejemos aquí – Dijo cuando nos separamos del beso – No quiero, que dejemos esto sin haberlo tenido de verdad, está bien. Haré lo que me digas y seré solo tuya en la intimidad ¿Puedes retractarte de lo último que me has dicho? Por favor.

Ella era la que tenía que tomar la decisión final, y no la quería presionar, pero siendo esta su respuesta, me haría la firme propuesta de no fallarle en nada para que no me cambiara por nadie.

–Sí cariño, me retracto totalmente. Seguimos en esto y que Dios nos agarre confesados, ¿Tienes algo más que quieras agregar?

Ya después de esto sellaríamos nuestro pacto, nadie se tenía que enterar de lo que haríamos a partir de este momento, sería nuestro secreto y esperaba que nadie lo descubriera.

–Sí, ante la gente somos los mejores amigos que hemos sido siempre Axel, tenemos que tener cuidado, pero que te quede claro que cuando vea la oportunidad, te robaré algo más que besos.

Me parecía perfecto porque yo también estaría en todo mi derecho de hacerlo. No desperdiciaría ninguna oportunidad que tuviera delante de mí.

–Lo mismo te digo yo a ti y no tengo nada más que decirte una última cosa Amaia – Tomé aire y la miré a los ojos – Te quiero mucho, eres mi mejor amiga y no quiero que esto haga que dejemos de llevarnos como siempre, te lo pido por favor. Pero sabemos los dos, que no debemos de involucrar sentimientos así, que seremos dos amigos que tienen sexo. – Amaia, me miró y sonrió.

–Amigos con derechos, Axel así se llama eso – Me corrigió – Pero también somos amantes, te guste o no, es el término correcto. No puedo ser tu novia, siendo tu casado y estoy de acuerdo, nada de involucrar sentimientos, sólo te pido que, no te enamores de mí.

Esa frase se quedó grabada en la mente y en el corazón, era lógico que no debía de enamorarme de ella, porque eso traería consigo un desastre de dimensiones catastróficas para los dos, la abracé para pegarla de nuevo a mí y ella se relajó tanto que cuando quise que nos moviéramos de ahí, se había quedado dormida.

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