VENGANZA EQUIVOCADA (Saga Los Ferrari) romance Capítulo 13

Era domingo, Sebastián y los niños aun cuando estaban despiertos se quedaron en la cama conversando, luego de un rato empezaron a jugar a las cosquillas, Sebastián le hacía cosquilla a Camillo mientras Taddeo en defensa de su hermano empezó hacerle cosquillas a él, hasta que ambos niños enfilaron sus ataques contra su padre, y él les decía, —Serán sinvergüenzas, no juegan limpio, son dos contra uno, no se vale—mientras daba grandes carcajadas.

—Se vale padre porque eres más grande y fuerte que nosotros —afirmó Taddeo riéndose.

—¡Ya niños! Está bien, ¡Me rindo! ¡Me rindo!, no aguanto más las torturas a las que me someten con sus cosquillas — expresó sin aliento, y sus hijos lo dejaron quieto, luego él tomó a cada uno en un brazo, los abrazó, los besó en sus frentes, mientras pronunciaba —Nunca olviden que son lo más importante en mi vida, los amo y siempre estaré para ustedes —se levantó con ellos, los llevó al baño y mientras los metía en la ducha con grande carcajadas les dijo —. Pero la venganza es dulce, sé que no les gusta bañarse con agua fría y por eso deben ducharse —los niños gritaron al sentir el agua fría, pero no se quedaron con esa, mientras su padre se reía de ellos, tomaron un par de tarros, los llenaron de agua y los arrojaron a su padre, quien no se esperaba esa acción y al sentir el agua chocar contra su humanidad gritó una exclamación —¡Maldición! Par de bribones, no respetan a su padre.

—Padre no digas malas palabras, además fuiste el primero en mojarnos —dijo Taddeo con seriedad.

Sebastián se quedó viendo a su hijo diciendo—Siento haber dicho una mala palabra, no volverá a suceder, pero es que no me esperaba esos tarros de agua fría. Ahora dejamos éste baño hecho un desastre, Amine y Alicia se enojarán, porque le daremos más trabajo a las asistentes de limpieza. Démonos prisa en bañarnos y arreglarnos antes que descubran este desastre, porque seremos hombre y niños muertos.

—Las mujeres no les gusta el desorden padre, mi madre nos reñía siempre cuando hacíamos un desastre y nos ponía arreglarlo. —expresó Taddeo.

—No me imagino a Bella riñéndolos, ella evitaba las disputas—manifestó melancólico —, bueno aunque si la pude ver varias veces muy molesta, porque yo tenía la capacidad de enojarla.

—Padre ¿amabas a mamá? —preguntó Camillo.

—Si la amaba con toda mi alma, pero no supe demostrarlo, fui un hombre muy soberbio y orgulloso, cegado por la rabia —Expresó con dolor—. Cuando se fue me sentí destrozado, aún me causa dolor su ausencia.

—Si la amabas ¿Por qué nos dejaste solos? —. Interrogó Taddeo.

—Porque fui el más necio de todos los hombres y su padre mis niños hizo cosas de las cuales no se siente orgulloso y por ello me he arrepentido todos los días desde la partida de su mami — dijo Sebastián sin poder dejar de sentir remordimiento por el pasado.

—¿Por qué? Cuéntanos padre —. Preguntó Camillo.

—No pequeños, aún no podrían entenderlo, pero cuando crezcan un poco más les prometo que les contaré todo. Por ahora, debemos apurarnos si queremos asistir a la invitación de los Sebastini Madrid. ¿Quieren ir verdad? O mejor nos quedamos en casa disfrutando de un día de descanso —propuso deseoso de que sus hijos aceptaran su propuesta.

—¿Por qué me parece que quieres evadir ese compromiso? ¿Tienes miedo de ver a tu antiguo amigo?—interrogo Taddeo. Padre e hijo se quedaron observándose.

—No tengo nada que temer. ¿Quieren ir?—pensó sin quitar la mirada de Taddeo, él le intimidaba le daba la impresión de que le leía los pensamientos.

Ambos niños emocionados gritaron al unísono —¡Si queremos!

—Entonces nos daremos prisa para ir—manifestó Sebastián. Camillo se fue a cambiarse de ropa mientras Taddeo se quedó conversando con su padre.

—Y tú jovencito, nos llevaremos tu auto para que practiques tu tiempo de carrera. Porque mañana tienes una competencia en la tarde y has estado muy perezoso —le expresó con cariño a su hijo.

—Claro que no soy perezoso. Y sabes que no necesito practicar porque llevo la velocidad en la sangre—expresó con aire de suficiencia a su padre.

—Es cierto Taddeo, lo que no llevas en la sangre es la humildad, no es bueno creerse el mejor—manifestó su padre con paciencia.

El niño soltó una carcajada y expuso —padre no me creo el mejor, lo soy y es bueno siempre decir la verdad —le dijo retándolo con la mirada.

—Taddeo la prepotencia no es buena —le debatió Sebatián.

—¡Tú también lo eres!—dijo el pequeño elevando las cejas.

—Lo era hijo y aprendí a no serlo de la peor manera —indicó con tristeza.

—¿Qué es eso tan malo que le hiciste a mamá? Vi en en revistas y internet fotografías tuya con distintas mujeres en unas fechas en las cuales ya habíamos nacido nosotros. ¿Qué hacías divirtiéndote lejos de tus hijos?—interrogó con suspicacia.

—¿Qué haces buscando información mía? —le interrogó Sebastián serio intentando que su hijo se le olvidara lo que había preguntado.

—Eres mi padre, estoy en mi derecho. Y no respondas a mis preguntas con más interrogantes, creo que intentas evadir la respuesta —indicó el niño con habilidad.

—Eres un viejito en el cuerpo de mi hijo ¿Dime que hiciste con mi niño, por qué actúas y te comportas como adulto? —le dijo bromeando.

—Sebas, Sebas—llamó el niño.

—¿Sabes que me agotas cerebralmente? Eres tú quien tiene un coeficiente de ciento cincuenta, yo no creo que yo llegue ni a ciento veinte —pronunció el hombre volteando los ojos.

—De hecho debes estar como en ciento quince por encima de la media, pero para no tener mi coeficiente, sigues evadiendo muy bien mis preguntas —afirmò Taddeo.

—Y tú eres como un bulldog que no sueltas hasta que no ves sangre—le dijo sonriendo mientras él no dejaba de observar a su papá—. Taddeo, esas son las cosas que cambie cuando me quedé solo con ustedes, como les he dicho no estoy orgulloso de mi pasado, incluyendo eso. Era un mujeriego de primera.

—Pero ya no lo eres. Cambiaste por nosotros. Yo no seré mujeriego, cuando me enamore seré fiel a la mujer que ame, es más solo estaré con la mujer de mi vida, con más ninguna otra —habló el pequeño con convicción.

Sebastián lo miro sorprendido y lo interrogó— ¿Qué sabes tú de amor Taddeo?

—Mucho más de lo que imaginas papá, por lo menos se que a ti te amo—expresó dándole un beso en la mejilla. Gesto que su papá también devolvió besando sus cabellos y dándole un gran abrazo.

—Bueno hijo terminemos de arreglarnos —propuso caiñosamente.

Una hora después llegaron a la casa de los Sebastini Madrid, fueron recibidos por Nickólas y Sophía, se saludaron, mientras ellos se fueron al estudio, Sophía se llevó a los gemelos con sus hijos que se encontraban en el jardín jugando con otros amigos, les presentó a Matteo y a Alondra y al resto de compañeros de juego.

Alondra al presentarlos con una expresión de superioridad les dijo —Espero que sepan comportarse niños, porque normalmente los chicos que crían solo los padres son unos salvajes.

Taddeo le respondió enfadado —Pues niña, mi padre nos educa muy bien, y es el mejor papá del mundo. Pero ya veo que quien no sabe comportarse eres tú, no eres nada atenta, a simple vista se te ve lo creída y grosera que eres.

—Y tú eres un bebé mal educado —le acuso la niña con una mirada de odio de sus ojos ámbares chispeantes.

—¡Ya basta Alondra! —la reprendió su madre— Taddeo y Camillo son nuestros invitados y debes ser buena anfitriona.

—Él empezó a insultarme, además desde que lo vi me cayó mal, se ve que se la da de sabelotodo y no quiero tener contacto con él madre, entonces prefiero alejarme de aquí porque no jugaré con él, prefiero ir a acompañar a Toni. —Y se retiro molesta. Dejando a Sophía sorprendida, porque aunque Alondra era una niña un poco consentida, nunca se comportaba de esa manera tan grosera como lo estaba haciendo en ese momento.

—Disculpen a mi hermana, lo que pasa es que padre la consiente demasiado, pero no se preocupen mis primos y yo jugaremos con vosotros. —dijo Matteo.

Sophía se despidió de los niños, y subió al cuarto de Tony en la búsqueda de Alondra, para reprenderla por su actitud.

Mientras en el estudio Nickólas hablaba con Sebastián —¿Qué quieres tomar? ¿Lo de siempre?

—Tengo un año con siete meses que no tomo ningún tipo d bebidas alcohólica, bueno de vez en cuando consumo máximo un par de copas de vino con poco contenido de alcohol —le comentó Sebastián.

—¿Y eso por qué? —preguntó Nickólas.

—Me costó mucho recuperarme de mi problema luego de la muerte de Anabella —confesó Sebastián.

—¿Qué problema? —siguió interrogando el hombre.

—Luego de la desaparición de Anabella, pasamos cuatro meses en su búsqueda cuando la cancelaron y no la encontramos, empecé a beber sin control, me tiré al abandono, y así pasé çasi un mes en un estado deplorable, hasta que mi padre se enfrentó a mí y me llamó a reflexión, me instó a actuar como un hombre, me dijo que si realmente creía que la muerte de Bella me dolía más a mí que a todos ellos, que con esa actitud no iba a traerla de vuelta y a ella no le hubiese gustado, que los niños se criaran en un ambiente de intranquilidad y de caos, me habló de que si la amaba debía demostrar ser una mejor persona, un mejor padre.

—Te entiendo, yo me volvería loco y no pudiera sobrevivir si algo le pasara a Sophía. Es la mujer de mi vida —afirmó Nick.

—Me alegro que seas feliz, siento mucho lo que te hice, me comporté como una escoria. Te traicioné Nickólas, siempre les fallo a las personas que más amo, tú y yo habíamos sido inseparable desde que yo tenía siete años y tú trece años, fuiste como mi hermano, siempre me protegías y yo te traicioné acostándome con tu primera esposa, pero te juro que no fue intencional, yo te esperaba en tu casa había llegado con bastante contenido de alcohol en mi sangre, y para empeorarlo Camila me sirvió otro trago, no quería tomármelo pero ella insistió, le echó algo a mi bebida, porque aunque estaba allí sentía como si flotara, perdí no sólo la cuenta de la cantidad de licor que consumí, sino el control sobre mis movimientos, ella se desnudó, se me tiró encima y empezó a besarme.

« Con mi poca capacidad que tenía en ese momento, intenté rechazarla, pero no controlaba mi cuerpo, estaba como adormecido y no ejecutaba las ordenes de mi cerebro. Ella me desnudó y se subió encima de mi mientras me tocaba y besaba, luego me llevó a su cama, es lo último que recuerdo, hasta que tú nos encontraste. Te juro que no podía ni siquiera procesar lo que había pasado, cuando tú y yo nos entramos a golpe y perdimos esa amistad de más de once años. Eso que pasó me hizo ser un cínico y a no confiar en las mujeres por eso me enredaba con todas sin respetarlas, entendí que ellas iban tras mi dinero por ser el heredero de la fortuna Ferrari, y bueno esa opinión se acentuó cuando pensé que mi padre había engañado a mi madre con Alicia la madre de Bella, eso originó la venganza en donde terminé haciéndole daño a la mujer que amaba. Siento lo que te hice a ti y a Bella, no me alcanzara la vida para arrepentirme.

—Sebastián es bueno que aclaremos las cosas después de mucho tiempo, pero quiero decirte que el pasado no es importante para mí, no te niego que al principio me dolió mucho tu traición, pero luego de unos días me di cuenta que había sido lo mejor porque así descubrí la clase de mujer con la que me había casado y supe que nunca había amado a mi ex mujer, cuando conocí a Sophía me di cuenta que ella si era la indicada, me flechó desde el primer momento y tuve a punto de perderla por mi desconfianza, me porté con ella como un patán, pensé que ella era igual a Camila y a mi madre. Sabes que me di al alcohol y hasta me infarté, porque ella no me quería perdonar y se negó a escucharme. Y sé que mi desconfianza hacia las mujeres surgió como consecuencia de todo lo que hizo mi madre, pero encontrar a Camila contigo terminó de dañarme y me convirtió en un hombre despiadado.

—Lo siento mucho, no sabes cuánto me arrepiento de eso—expresó Sebastián con tono de remordimiento.

—No fuiste culpable, ella te emborrachó y te drogó y se aprovechó de tú situación y aparte eras casi un adolescente, tenías solo dieciocho y con las hormonas alborotadas, pero en ese momento yo no comprendía nada. Pero ya eso paso. Vamos a olvidarlo. Cuéntame ¿qué pasó con Anabella? Ella era tu hermanastra la hija de Alicia ¿Verdad? —Preguntó Nickólas.

—Si, me perseguía por todas partes, era una ternurita—manifestó con una sonrisa—, como te dije pensé que mi padre y Alicia eran amantes desde antes de que mamá muriera y por eso quise vengarme de ellos a través de Anabella, siempre la amé, peleábamos, hablábamos, le obstaculizaba cualquier salida o romance —se sonrió—, hasta le hacía maldades. Cuando cumplió los quince años, ella se me ofreció encontrándome en la piscina, y aunque me sorprendí y quise corresponderle, recapacité y la aparte de mí. Ese tipo de situaciones me han traído muchos problemas.

—Siempre has tenido ese efecto en las mujeres que se lanzan encima tuyo —le dijo con fastidio Nickólas.

—¿No vas a olvidarte de lo que pasó? —interrogó Sebastián.

—Ya lo olvidé, te perdoné porque ya no me duele. Pero no desvíes el tema, sigue contándome sobre tu relación con Anabella —lo instó con curiosidad Nickólas.

—Bueno, luego de ese incidente pasaron tres años, y un día antes de su cumpleaños me aparecí temprano en la casa, ella estaba en los preparativos de la fiesta, pero aunque ella me atraía, yo oculté todo bajo una máscara de odio porque quería vengarme de su madre usándola a ella, la invité a la piscina donde me encontraba con un grupo de amigos, Lorenzo, Peter, Fernando, Vanessa, Pamela, Adriana y Milena, y aposté con los muchachos que en menos de veinticuatro horas me acostaría con ella, al llegar a la piscina empezamos un juego y como ellas perdieron le puse una penitencia, ella no quiso cumplirla, le dije que debía pagarme un premio, la besé frente a todos, por poco no la hago mía allí mismo, hasta que recapacité y la solté, ella salió corriendo.

« Luego más tarde, llegué a su habitación y me acosté con ella, era virgen y estaba loca por mí, cuando me di cuenta, me había cautivado, me asusté y la humillé delante de todos mis amigos, la expuse, diciendo muchas mentiras, que no me excitaba, que como teniendo una mujer como Pamela la iba desear a ella, pero todo era parte de una venganza—mientras contaba su voz se quebraba y los ojos se le humedecían —. Fernando la defendió y me apartó de ella, discutimos y le dije que se quedara con ella. Bueno seguí humillándola y despreciándola, aunque por dentro me estaba muriendo, eso me enfurecía, no quería enamorarme de la hija de la mujer por la cual mi padre traicionó a mi madre —quedó en silencio.

— ¿Qué más pasó Sebastián? —interrogó Nick.

— Ella quedó embarazada y Fernando fue a contarme y me burle de él y traté de zorra a Bella, dije que ese bastardo no era mío, la acusé de ir tras mi dinero. Total desde que tengo uso de razón eso es lo que más le atrae a las mujeres de mí.

—Es cierto, aunque tampoco eres un tipo feo— mencionó riéndose Nick.

—Gracioso. Bueno no acepté ese embarazo como producto de aquella noche. Mientras Fernando le dio el apoyo, la ayudó, hasta la acompañaba a las consultas, se convirtió en padre de los niños. Cuando nacieron mi papá intentó que los viera pero los rechacé y dije que iba a borrar cualquier fotografía de ellos que me enviarán.

— ¿Y luego? —A Nick le entrenenía la historia de amor entre Sebastián y Bella, por eso preguntaba los detalles.

—Bueno no supe de ella, hasta tres años después, cuando coincidimos en una exposición de arte en Roma, allí me enteré que ella era la famosa pintora Anna Ferrestra, lo desconocía, de hecho coleccionaba sus cuadros y me sentía tan atraídos por ellos sin saber que se trataba de mi Anabella y era mi mal trato que lo inspiraba, bueno ese día la volvía a tratar con desprecio, la insulté, ella me pidió que me fuera de su exposición, llamé a unos amigos y me fui a mi casa con unas mujeres, al día siguiente supe lo del accidente en la noticia y mi mundo se desplomó, me vine a Palermo, cuando vi a mis hijos los remordimientos me iban a matar.

—Son exactos a ti. Me imagino que con solo verlos supiste que eran tuyos —afirmó su amigo.

—Efectivamente, mis dudas se sustentaban en que vi a Fernando acostado con ella en su cama abrazados, dos días después de que me había estado con ella —indicó Sebastián con un suspiro..

—¿La encontraste con otro hombre? —le dijo asombrado—. ¡Vaya! Fernando tu amigo, A eso lo llamo justicia poética enfatizó Nick.

—¡Claro que no!, no fue lo que imaginé, yo los vi en la cama vestidos, mientras Fernando la besaba, yo pensé lo peor, pero mi padre me contó que ella andaba deprimida y Fernando la consoló pero nunca se acostaron, los celos y la ira me cegaron. Y bueno pase deprimido un tiempo, hasta que pude salir de ese abismo.

En eso entra Sophía acompañada con una amiga y Nickólas se levanta —Amigo te voy a presentar una gran amiga le decimos Toña ó Toni —cuando Sebastián se gira, ve a Antonia Cáceres, el clon de Anabella.

Sebastián se puso pálido y dijo—¡Eres tú! tienes que ser Bella.

—Nickólas ya lo conozco, lo vi en la cafetería, pero no sé porque se empeña en llamarme por otro nombre, creo que está loco —habló la mujer molesta por la actitud del hombre.

Cuando Nickólas iba a contestar aparecieron los niños corriendo y cuando Taddeo y Camillo vieron a la mujer salieron corriendo hacia ella gritando emocionados —¡Mamá! ¡Mamá! ¡Estás aquí! Volviste por nosotros. ¡Estas viva!

Ella sorprendida no sabía qué hacer, los niños la abrazaban fuerte mientras la llamaban mamá, le encantaban los niños pero ella no tenía hijos, si tuviera los recordaría. Nickólas y Sophía observaban la escena sorprendidos sin poder hablar.

Sebastián se acercó y levantó a los niños del suelo mientras ellos gritaban al mismo tiempo —¡Déjanos padre! ¡Déjanos ya! No ves que estamos con mamá —gritaba Taddeo.

—Viste que no nos dejó Taddeo, vino por nosotros, mamá vino por nosotros, ¡Suéltanos padre!—Exclamaba Camillo desesperado.

—Lo siento hijos, lo siento mucho, ella no es su madre, ella es Antonia Cáceres—pronunció conmovido Sebastián.

—No papi, estás equivocado ella es mi mamá Anabella, ¿Eres ciego que no la reconoces? —gritó llorando Taddeo— ¡Suéltame padre! para abrazarla, yo quiero estar en sus brazos ¡Suéltame!.

—¡Hijo basta! ¡No lo es! no es tu madre hijo—le dijo con énfasis Sebastián.

—¿Por qué quieres causarnos este dolor padre? si es nuestra madre, es nuestra madre ¿Por qué quieres mentirnos, ¿Verdad que es nuestra madre Camillo? —interrogó desgarrado Taddeo.

—Claro que es nuestra madre, no estamos ciego, el corazón no miente ¿Por qué estás siendo cruel padre? Eres muy malo ¿Crees que no reconoceríamos a nuestra propia madre?—habló Camillo mientras grandes lágrimas se desbordaban de sus pequeños ojos.

Los niños estaban realmente afectados, mientras todos los adultos estaban conmovidos e inmóviles por la escena, el único que trataba de controlar la situación era Sebastián.

—Mis niños, no estoy siendo cruel no saben que daría todo lo que tengo porque no sufrieran ningún dolor, ¡Dios! —. Expresó desesperado mientras lágrimas también comenzaron a surcar su rostro y se arrojaba al suelo sosteniendo a sus hijos mientras decía—, hasta mi vida la daría a cambio de que su madre estuviera con ustedes. Pero ella no es Anabella mis amores, ella es otra persona se llama Antonia y solamente se parece a su madre, pero no es ella —abrazaba con fuerza a sus hijos mientras lloraban y sentía su corazón fraccionado en mil pedazos.

Ni Sophía, ni Nickólas y sobre todo Antonia pudieron controlar las lágrimas de ver a ese hombre destrozado con el llanto de sus hijos por su madre.

Luego de veinte minutos cuando los niños se calmaron y hasta se habían adormecidos, Sebastián se levantó del suelo y dijo: —Creo que es mejor que nosotros nos retiremos, siento ésta escena que hemos hecho en su casa, discúlpenme —mientras caminaba hacia la puerta cargando a sus hijos Nickólas lo interrumpió.

—No estás en condiciones de ir a ningún lado Sebastián, por favor quédate—afirmó Nickólas.

—Tranquilo, ya estoy bien. Me acostumbré a vivir con éste dolor y debo seguir adelante por mis hijos, si ellos no estuvieran, te juro me hubiese dejado vencer.

Salió caminando hasta que sintió una mano que lo retenía al voltearse era Antonia quien le dijo: —No se vaya, ¡Por favor! Quiero que me cuente de Anabella. Deme a los niños y los subiré a la habitación con Sophía

Ya los niños se había quedado totalmente dormidos del agotamiento que habían sufrido de tanto llorar. Antonia tomó a Taddeo y Sophía a Camillo y subieron a la habitación. Mientras subían Antonia pudo percibir el olor del niño, le resultó agradable y familiar, con un tenue olor a lavanda y sintió como su corazón florecía tuvo una extraña sensación que la asustó —Sophí, ¿Por qué me parezco a esa tal Anabella? ¿Por qué el olor de éste niño me resulta familiar? no tengo memoria sino de los últimos dos años. Cada vez que veo a ese hombre mi corazón se desboca y parece un tambor, me pasó cuando lo vi en el cafetín del parque y lo sentí ahora. ¿Y si mi prometido me ésta engañando? Y si soy Anabella, ese hombre sería mi esposo. Tengo miedo Sophía —.Concluyó nerviosa.

—Tranquila Antonia, no sé qué decirte, estoy confundida y conmovida por todo esto. Debes contarle todo a Sebastián, decirle que no tienes memoria y que no sabes si eres Anabella —propuso Sophía.

—No, por favor no le digas, él me gusta pero a la vez me causa miedo. Él es el hombre de mis sueños y él que no dejo de pintar en mis cuadros —afirmó Antonia.

—¿Cómo así? —interrogó Sophía.

— Ven a tu estudio de pintura, allí he estado trabajando en varios cuadros y todos son el rostro de un hombre. Ven a verlos —.Llegaron al estudio y se dirigieron a la parte que Sophía le había prestado para pintar, ambas eran artistas y se habían conocido hace más de un año en casa del prometido de Antonia y de allí había nacido una gran amistad. Al descubrir los cuadros Sophía se quedó pasmada y exclamó —¡Oh por Dios! Ese hombre es Sebastián.

—Sophí ¿Será que soy esa Anabella?, ¿Y esos chiquitos que están sufriendo por su madre son mis hijos? ¡Es increíble! esto me parece un sueño. Pero no comentes nada de esto Sophía por favor, yo lo haré pero primero debo estar segura.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: VENGANZA EQUIVOCADA (Saga Los Ferrari)