VENGANZA EQUIVOCADA (Saga Los Ferrari) romance Capítulo 20

Sebastián regresó a la habitación para acompañar a su hijo, empezó a hablarle mientras el niño permanecía inconsciente, diciéndole —Te amo hijo. Perdóname por haberte castigado sin razón. Perdóname por no saber acercarme a tí y por no poder decirte que estoy muy orgulloso de ti, como no estarlo, con un hijo que toca el violín desde los tres años, conoce y habla más de cuatro idiomas con menos de seis años, es campeón infantil de competencias automovilísticas, maneja el computador y sus programas mejor que yo —manifestó con una sonrisa—. me muestra mis errores esperando que los corrija, me deja sin palabras con su fluidez. Prometo no volver a juzgarte sin oírte. Soy imperfecto Taddeo, me equivoco y lamentablemente no hay un manual que me indique como ser un buen padre, se aprende en el camino, por eso se cometen errores en el proceso, pero quiero que jamás te olvides y siempre tengas presente, que el amor que siento por ti es infinito. Te amo profundamente hijo —. Terminó besando su frente.

Pasaron tres días y Taddeo abrió los ojos, se quedó observando a su papá, había oído todo lo que le dijo, se le veía de muy mal aspecto, con ojeras, una barba de varios días y demacrado, al observar hacia el otro lado estaba Antonia, o mejor dicho Anabella, su madre, también la escuchó, a penas la miró no pudo evitar las lágrimas que asomaron en sus ojos, ella enjuagó sus lágrimas mientras decía —Hola príncipe de mi vida. Soy Anabella, tu mami.

Taddeo con una sonrisa le dijo —Te escuché, estos días mientras me recuperaba, los oí a mi padre y a ti. Estoy tan contento que estés con nosotros. Soy el ser más feliz del mundo mami. Te extrañé mucho mamá. Te amo demasiado y me alegro no haberte perdido, siempre tuve esperanzas de que regresarías.—la tomó por un brazo y la hizo inclinarse para darle besarla y abrazarla prolongadamente mientras de sus ojitos salían grandes lágrimas que corrían por sus mejillas.

Después de ese emotivo encuentro, Sebastián le dijo—Hijo ¿a mí no me vas a recibir con un beso y un abrazo? —. Taddeo no le respondió, ni siquiera volteó la mirada hacia su padre.

Él repitió —Hijo te estoy hablando, por favor no me ignores, estaba muy preocupado por ti. Sabes que te amo ¿verdad?

—Realmente padre, no sé si realmentr me amas. Me juzgaste injustamente y eso me tiene muy triste—le dijo con un bajo tono de voz.

—Claro que te amo, siento mucho no haber escuchado tus argumentos, erré cuando te castigué pensando que habías ofendido a Alondra, sin conocer tu versión ¿Quieres perdonarme? —le dijo inclinándose hacia él y posando su frente en la del niño—, me tenías muy preocupado, no quería perderte, tu hermano, tu madre y tú son mi posesión más preciada. Te prometo no volver a ser duro contigo —le sonrió—. Mi cloncito.

—Yo también te amo. Y es cierto—expresó el niño mirándolo—, según las leyes de la física los polos iguales se repelen, y nosotros somos dos polos idénticos.

—Bueno aquí aplicaremos las leyes de las matemáticas. —mencionó Sebastián.

—Dos signos negativos dan positivo. —afirmó el niño.

—¡Dios! Mi hijo es un genio—afirmó con una sonrisa Sebastián.

—Lo heredé de mi padre—enfatizó el niño con orgullo.

—¡Ya va! Esperen ambos. ¿Qué lo genio lo heredaste de tu padre? Permíteme diferir, numerosos estudios afirman que la inteligencia se hereda de la madre, así que Sebastián, no quieras ganar gloria con escapulario ajeno—indicó mientras entraban a la habitación, Alicia, Giovanni y Camillo.

—Está bien amor, como tú digas—dijo Sebastián con resignación dándole un beso a Anabella y abrazándola.

Todos quedaron sorprendidos y Giovanni bromeó—Estoy impresionado hijo. ¿Cómo una duende de ese tamaño, tiene dominado a un hombre de un metro noventa? —mientras soltaba una carcajada y todos se saludaban.

—Padre, no soy una duende —expresó Bella molesta—los gigantes son ustedes, yo soy de buen tamaño ¿Verdad amor?

—Si princesa, tu eres la mujer perfecta —le dijo mientras la besaba—Taddeo tu madre y yo nos casaremos en tres días por el civil y en cuatro meses por la iglesia.

—Me parece excelente, quiero tener juntos a mi padres, que me consientan ambos. Además tomarme muchas fotografías en la boda—anunció contento.

—Bueno voy a preparar todo para que nos casemos ¿Qué les parece? —preguntó Sebastián.

—Muy bien Camillo y yo estaremos allí, pero en la boda religiosa quiero llevar los anillos—pronunció Taddeo contento.

—Hermano yo también quiero llevarlos —dijo Camillo.

—Veo que tenemos un conflicto —expresó Sebastián— Pueden llevarlo los dos con una niña.

—No me parece —dijo Camillo—, eso lo debe llevar es una pareja, no se ve bien que seamos tres, además debo llevarlo yo que soy él más chico —indicó con convicción Camillo.

— ¿Y qué niña servirá de acompañante? —preguntó con curiosidad Taddeo.

—Alondra —respondió Anabella.

—Madre si ese es un chiste, me parece muy malo. No tolero a esa niña, no quiero ir con ella ni a la esquina —comentó Taddeo.

—Hijo, pero yo quiero mucho a Alondra. ¿Puedes hacerlo por mi? Por favor—le dijo en tono de súplica, pestañeando seguido y con una gran sonrisa.

—Quién le dice que no a la mujer más bella del mundo —indicó Taddeo con una mirada de adoración mientras le tomaba la mano y se la besaba—, sabes que estoy en tus manos, ¡te adoro! el amor que siento por ti no se compara con nada.

—Gracias mi príncipe —manifestó Anabella besándolo.

—Como no soportas a Alondra los anillos los llevaré yo con ella—enfatizó Camillo.

—Camillo serán los dos junto con Alondra y punto—informó Sebastián.

—Porque siempre tienen que complacerlo a él. Estoy alto, Taddeo ya toca el violín, Taddeo toca el piano, Taddeo esto, Taddeo es un genio, Taddeo lo otro. Todo gira en torno a él. No sabes lo feliz que fui cuando desapareciste ¿Por qué volviste? Siempre tienes que ser tú quien se lleva los aplausos, los halagos, todo y a Camillo que lo parta un rayo —dijo con amargura.

Todos se sorprendieron por la explosión de carácter de Camillo, ninguno se lo esperaba—¿Qué dices Camillo? No le digas eso a tu hermano. Discúlpate de inmediato —expresó Sebastián.

—No me disculparé por lo que pienso, ustedes me hacen sentir excluido, debieron entregarme a otra familia que me quisiera —indicó entre molesto y triste el niño.

—Tú actitud es desagradable Camillo. Me has decepcionado, sabes que no es cierto, que te aamos —expresó Bella y el niño bajo el rostro apenado.

—No mamá, papá, no riñan a mi hermano, déjenlo quieto, Camillo si quieres llevar los anillos tú sólo con Alondra no me importa, total a ella no le caigo bien, ni ella a mí, tienes razón en eso y si te hace feliz hermano, no tengo problema. Pero nunca vuelvas a lamentar el porque volví, yo te extrañé mucho y lo que me daba fuerza para resistir era volver a estar otra vez juntos, ese tiempo fue demasiado angustioso para mi —concluyó el niño con rostro compungido.

—Lo siento Taddeo. No pensé lo que dije, lo hice en un momento de rabia, claro que te amo —concluyó Camillo.

—Tranquilo hermano. Nunca te cohíbas de pedirme lo que quieras, tú felicidad siempre la pondré por encima de la mía —expresó Taddeo.

Se hizo un silencio sepulcral en la habitación, hasta que Alicia lo rompió —Hija volviendo a la boda, yo puedo ayudarte con los preparativos —dijo tímidamente.

—No creo sea buena idea, como no quieres que se celebre este matrimonio, mal podrías sentirte bien, preparándolo—replicó Anabella.

—Está bien hija, yo sólo quería ser partícipe de tu felicidad —manifestó entristecida.

—No fue eso lo que dijiste hace dos meses, todo lo contrario ibas a impedir el matrimonio entre Sebastián y yo, a como diera lugar —comentó Anabella desafiante.

—Por Dios ¿Qué le pasa a mi familia? Está guerra me enferma. ¡Basta Anabella!—le dijo Sebastián—, no está bien las disputas con tu madre y menos delante de los niños, ella te ama y quiere lo mejor para ti. No puedes desdeñarla.

—¿Entonces no eres lo mejor para mi Sebastián?, porque eso es lo que ella piensa. ¿Entonces le hago caso a su percepción de no casarme contigo? ¿Además porque la defiendes tanto? Hay algo extraño ¿O me estás ocultando algo?

—No la defiendo, es que es tu madre y no me gusta que discutas con ella, siempre han sido muy unidas y no quiero que por mi culpa su relación se vea afectada. Te amo demasiado para eso, hasta mi vida sería capaz de darla por ti y mis hijos, pero no me pidas que te apoye en que seas injusta con Alicia. Además quiero paz entre nosotros —habló con convicción.

—Eres demasiado hábil Sebastián. —expresó Bella.

—No sé porque lo dices—la tomó de la mano y la beso con pasión—, cuando es verdad que te amo.

Luego se quedaron conversando un rato, y por fin Anabella cedió y aceptó la ayuda de su madre. Al rato, llegó el doctor y dio de alta a Taddeo, con las indicaciones de cuidado.

Se quedaron tres días más en Florencia donde Sebastián organizó una sencilla ceremonia en compañía de sus padres, Nick y Sophía que fungieron como testigos, los cuatro niños y por supuesto la novia, así celebraron su boda civil en el ayuntamiento de la ciudad, donde tomaron muchas fotografías como era el deseo de Taddeo.

Después del matrimonio civil, Giovanni y Alicia se fueron a Palermo, mientras que Sebastián, Anabella y los niños se fueron a Roma, a la casa de Sebastián que ocupaba más de cinco hectáreas de terreno, con todas las comodidades, era más lujosa que la casa de Palermo, estaba ubicada en la Viale Metronio Lazio,

Cuando llegaron entraron a la casa a Anabella, le dio una mala sensación y dijo —No me gusta ésta casa, ¡No quiero estar aquí!—dijo desesperada—, no, no, no quiero estar aquí—y empezó a llorar y los niños al verla así también se alteraron.

Sebastián preocupado la abrazó mientras le decía —Cálmate mi vida, tranquila, estás afectando a los niños se sentó en el sofá con ella en su regazo, mientras la abrazaba y le susurraba palabras dulces, los niños cada uno se le colocó a cada lado, así pasaron más de treinta minutos hasta que la calmó.

—¿Estás bien pequeña? —le preguntó dándole un beso en la frente.

—Lo siento. No se porque reaccioné así, es que me da una mala sensación estar aquí, cómo si hubiese vivido momentos malos, no entiendo. ¿Vivimos antes aquí? —le preguntó mirándolo fijamente.

Sebastián rehuyó la mirada de Anabella mientras le decía—no, nunca hemos vivido aquí.

—Pero, ¿He estado antes? —insistió Bella.

—Amor ya, te dije que nunca habíamos vivido aquí. Y ya no quiero hablar del tema, por favor—le dijo suplicándole, —Vamos a subir a las habitaciones, mandé a redecorar tres habitaciones, una para Taddeo, la de Camillo y la nuestra, vengan vamos a subir a verlas para que me den su visto bueno.

Entraron a la de Taddeo estaba decorado la mitad en temática de carros y la otra de fútbol, pues eran sus deportes favoritos, era fanático de la Juventus y de la fórmula uno, su equipo era la Scudería Ferrarí, era realmente hermoso, en colores blanco, negro, rojo, amarillo y verde. Era amplio, con grandes ventanales, una puerta daba hacia el baño con una gran tina, griferías doradas y una puerta hacia el balcón, el cual su padre, le dijo que debía mantenerse cerrada. La cama era un gran carro de carrera, y un arco dividía la zona de cama de un estar junto al ventanal y al balcón y la biblioteca y la mesa de computadora en forma de arco.

Estaba emocionado, y le dijo a su padre—Me encanta. Es como la soñé. —expresó Taddeo. —pero falta una cama adicional padre.

—Si padre, por si quiero venir a dormir con mi hermano, me gusta mucho su habitación—concluyó Camillo brincando—. Es muy amplia, cómoda y lujosa. Ojalá la mía sea igual de bonita como ésta. Ya quiero verla.

—Si es muy linda, me encanta sólo le agregaremos la cama adicional —dijo Anabella.

—Vamos a ver la habitación del más chico de la casa—propuso Sebastián con una sonrisa.

—¡Wow! —dijo Camillo al ver su habitación decorada de la temática de su equipo favorito La Roma y de su película favorita Coco, la cama era en forma de guitarra, y al igual que su hermano la biblioteca y la mesa de la computadora era en forma de arco, con figuras de los personajes de la película en las paredes, sus dos puertas hacia el baño y al balcón, con las mismas características que la de su hermano—, papi es realmente hermosa, pero le falta otra cama. Gracias. —expresó abrazando y besando a su padre mientras éste lo alzaba.

—Me encanta que te haya gustado mi campeón—manifestó Sebastián mientras le tocaba los cabellos.

—Falta la mía, espero esté tan hermosa como la de los niños—manifestó Anabella sonriente.

—Es un honor bella dama llevarla a su aposento, digno de una reina como usted—le dijo con una sonrisa mientras la llevaba a la habitación de ambos, al entrar se encontraron con las paredes y los pisos recubiertos con madera, generando un ambiente cálido y acogedor con grandes ventanales, y terraza panorámica, con una cama King Size, con mesitas de noche, la cajonera o cómoda, el espejo de la misma línea.

La decoración combinaba sutilmente el mobiliario contemporáneo con el de estilo moderno, al cual integra el baño al dormitorio con una bañera tipo SPA, para una mayor comodidad.

Anabella, abrió sus ojos de par en par mientras decía—¡Wow! Es muy bella, amor, ¡me encanta! —dijo mientras se lanzaba en la cama y los niños con ella, empezó a darle muchos arrumacos, mientras ellos abrazaban y disfrutaban de su madre.

Sebastián los observaba hasta que decidió unirse a ellos acostándose en la cama y abrazándolos, sin embargo, luego de unos minutos ella empezó hacerle cosquillas y los niños la imitaron. —¡Ya basta! ¡Qué malvados son éste trío! Todos contra mí. ¡Qué injustos! Espero que cuando nazca la beba, defienda a su padre porque ustedes son unos regalados con su madre—expresó Sebastián sonriendo.

—¿La beba? ¿Cuál beba? —preguntó Taddeo.

—Su madre, está embarazada—confesó Sebastián

—¿Embarazada?—dijo Camillo—¿Voy a tener otro hermano?

—No, una hermana —expresó Taddeo—, quiero una hermana y se llamará Georgina Antonella.

—No, Patricia Antonella—dijo Camillo.

—No, mi hija se llamará Patricia Isabella —afirmó Anabella.

—Pues, le digo a ustedes dos jovencitos, cuando tengan sus hijos le ponen el nombre y a ti amada esposa, tú te encargaste de colocarle el nombre a los gemelos, por cierto que le pusiste Alonzo a Camillo como tu enamorado Fernando—le dijo con cierto matiz de molestia—,ahora soy yo quien va a ponerle el nombre a mi hija, déjame buscar el nombre de alguna ex novia mía para colocárselo —expresó en broma.

Anabella no se fijó en eso, y enfurecida con sus ojos chispeantes del enojo, levantó su dedo índice mientras lo señalaba y le decía —¡Ni se te ocurra Sebastián Renaldo! porque no sabes de lo que soy capaz. Además no sé quien carrizo es ese Fernando Alonzo—concluyó enojada.

—No te enojes, solo estaba bromeando. Se llamará Gálata Antonella. ¿Y tú no has recordado a tú ex novio? —le preguntó Sebastián.

—Padre deja quieta a mi madre. Ese no es ningún novio de ella, ese es un jugador de Fútbol que estuvo en La Juventus, pero luego regresó al fútbol español. —dijo Taddeo.

—Bueno casi fue tú padre, porque quería casarse con tu mamá—indicó Sebastián con irritación, aunque desconocía porque se había puesto así.

—¿Es cierto madre? —preguntó Taddeo.

—No se, no recuerdo nada de eso. Mis recuerdos no están completos —manifestó Anabella.

—Cuando estábamos más pequeños mi padre no vivía con nosotros—le dijo Taddeo mirando a su padre fijamente—. ¿Por qué padre?

—Porque cuando fui a buscar a tu madre ella andaba de cabeza por el estúpido futbolista— espetó enojado mientras se levantaba de la cama y salía de la habitación, con un enojo que no tenía sentido.

Anabella lo siguió y preguntó—¿Por qué te enojas? Y de repente. No sé ni quién es ese. No lo recuerdo.

Él la observó y se arrepintió de su reacción, ¿Cómo se atrevía a nombrárselo? Además fue él quien la arrojó a los brazos de Fernando y quería endosarle esa responsabilidad a ella. Estaba realmente loco, porque Bella nunca tuvo ninguna relación con ese hombre. Pero es que se molestó, por las declaraciones que leyó de él en cuando venía en el avión. Ese imbécil venía a jugar a La Roma y había dicho que su gran amor había sido Anabella, y que pensaba buscarla para ver si ahora si podía conquistarla. Eso lo sacó de sus cabales. Pero su esposa no tenía la culpa de eso.

—Perdóname amor, leí algo en el avión sobre ese jugador, decía que tú habías sido el amor de su vida y venía a Jugar a La Roma, y esperaba buscarte para conquistarte y me puse celoso sin razón. Te amo pequeña y no quiero que te separes nunca de mi —habló acercándose e inclinándose la tomó de las mejillas y empezaron a besarse descontroladamente.

Él la cargo y se la llevó a una de las habitaciones de huéspedes, descontrolados cedieron a la pasión, devorándose, se desnudaron, la besó desde el cuello y de allí fue recorriéndola lentamente hasta detenerse un momento en sus senos, donde se deleitó acariciándolos fervorosamente y con ternura, los besó y succionó sus pezones, bajó por su ombligo hasta llegar a su centro, donde la tomó y chupó haciéndola sentir una espiral de deseos hasta sentir espasmos que la llevaron al pináculo más alto del placer, mientras grandes jadeos salían de su boca.

Ella no quiso dejarlo sin darle placer y se sentó a horcajadas encima de Sebastián, empezó a recorrer sus pectorales, besándolo y mordisqueándolo, devolviéndole el goce que él le había dado, tomándolo en su boca haciéndolo jadear de excitación, hasta que Sebastián sin poder aguantar más, la obligó a parar diciéndole —Por favor amor ¡Para! Si sigues no voy aguantar pequeña, y quiero estar dentro de ti mi Bella—le dijo levantándose y besándola.

Pero ella lo tumbó en la cama y susurrándole al oído—le dijo—. Quiero cabalgarte—y sin esperar más lo introdujo en su femineidad y empezó a cabalgarlo con pasión desbordada, se movían al mismo ritmo en la danza más antigua de todos los tiempos, sentía que tocaban el cielo con las manos, era una sensación sin igual hasta que juntos alcanzaron el máximo placer.

Ya exhaustos descansaron una en brazos del otro mientras Anabella decía con voz ronca—Te amo Sebastián y te juro que nunca dejaré de amarte, eres el centro de mi vida, mi complemento.

—Yo te amo más eres el mayor regalo que la vida pudo darme. Y no pienso alejarme nunca de ti. —Y así enredados descansaron abrazados, cubriéndose con la cobija se quedaron dormidos sin darse cuenta, hasta que fueron despertados por un par de niños que curiosos los miraban con los ceños fruncidos.

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