Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 35

Refrescada y decidida a acabar con la odiosa bruja manipuladora, se encaminó de regreso al gran salón donde la fiesta iniciaba pero aún seguía distraída, ¿por qué Nicholas, no le había dicho algo? O ¿Por qué su papá esperó tanto tiempo para aparecer?

— ¡Señorita Ross!

Dean, uno de los amantes de Frida, la detuvo justo en el peor momento, intentaba no llamar a Nicholas, para preguntarle los motivos por los que nunca le dijo nada. Ni siquiera se lo cuestionó cuando su papá, apareció esa única vez, rescatándola de las garras de su madre la loca obsesiva y con un extraño sentido de la disciplina haciéndose cargo de su apartamento, cuando desapareció tras el accidente dejó de preocuparse y eso incluía pagar la renta y facturas. Inspiró una profunda respiración y esbozando una sonrisa se giró para saludarlo

— Sí, hola otra vez Señor Dean

— ¿Dónde se dirige con tanta prisa?

— Bueno de regreso a la fiesta, el desfile estuvo maravilloso y me gustaría poder vestir más de uno de los bellísimos diseños

— Sin dudas lucirían aún mejor en usted Señorita Ross, si me permite el atrevimiento esta noche se ve como una verdadera fantasía

— Oh, vaya…, es un adulador de primera, ha hecho que me sonroje

Y sí estaba sonrojada, pero no por sus palabras sino que del modo en que la estaba mirando, de seguro desnudándola con el pensamiento, era una sensación repugnante, pero debía mantener la sonrisa si quería que todo saliera bien

— Una mujer hermosa como usted no debería estar sola nunca ¿qué pasó con su cita?

— ¿Se refiere a Wes?

— El afortunado Wes, sí

— No diga eso, yo soy la afortunada de tener un amigo tan bueno como él, es un sol y solo me protege

— ¿Solo amigos?

— Así es, soy una mujer felizmente soltera

Danielle esperaba que con esa insinuación tuviera algún tipo de reacción ¿era realmente un hombre en busca de oportunidades donde se presentaran, o se conformaba con dos mujeres y ya?

— Siendo así permítame que la invite a uno de los salones de exhibición, me siento osado y quiero regalarle el vestido que usted escoja

— Pero sería un vestido muy costoso —sonó impresionada ¿solo eso bastaba para que comenzara a regalar su dinero a una desconocida?

— Y un dinero muy bien invertido ¿no le parece?

— ¿Podría pensarlo? —esa mirada bajo espesas cejas canosas conseguía ponerla muy nerviosa

— De acuerdo, pero vendrás conmigo ahora mismo para mirar los diseños, estoy seguro que lograré convencerla si vemos esas finas y femeninas prendas

— Muy justo

Intentando mantener la sonrisa pese al pánico que sintió por las intenciones reflejadas en el rostro de Dean, aceptó su brazo y le permitió guiarla entre los invitados hacia las escaleras. Estaba muerta de miedo y gracias a eso le resultó imposible escuchar alguna palabra de lo que sea que estuviese hablándole el hombre, su atención estaba enfocada en encontrar o a Theo o a Wes, para que le prestaran ayuda de ser necesario.

Ninguno apareció.

Llegaron hasta la exhibición donde las mismas modelos posaban las prendas que habían desfilado hace unos instantes. Esta era una actividad exclusiva por lo que tenías que reservar con anticipación, pero como Theo, ordenó que los 5 novios tuvieran acceso a todo no fue difícil. Ahora estarían a solas en un salón lleno de mujeres y música seductora.

Danielle, consiguió algo de tiempo admirando los atuendos y emocionándose casi exageradamente con el vestido más caro de la habitación solo para probar hasta donde sería capaz de llegar el hombre para llevar a una mujer a su cama

— Por una hermosa mujer como tú, el valor es solo un detalle

— Usted tiene que estar muy loco, acaba de conocerme —esa había sido una autentica reacción

— Me gusta correr riesgos y más con una belleza como tú… —insinuó mordiendo su labio inferior para no decirlo en voz alta

— ¿Podemos hablar en algún lugar donde no nos miren tantos ojos?

Preguntó señalando con la cabeza hacia las modelos. Dean, lo interpretó como una invitación directa a su telaraña y con una tremenda sonrisa la tomó de la mano y la guio a un rincón de la sala libre de miradas de todo tipo acorralándola contra la pared, invadiendo deliberadamente su espacio personal

— ¿Qué hace? —jadeó asustada

— Estamos solos, como deseabas

— Yo solo quería…

Y de pronto perdió el habla, la mano del Señor Dean, se posó en su cadera deslizándose lentamente hacia su trasero posándose con dedos y uñas en su nalga, eso sumado a su respiración algo acelerada

— Haré lo que me pidas muñeca de porcelana, solo debes prometer que seré afortunado y me concederás el honor de probar tu piel y tus labios al terminar la noche

Casi se hecha a llorar.

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