LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 4

Me siento incomoda con la presencia del hombre que tengo enfrente, sus sonrisas burlonas no me agradan en lo absoluto. Puedo ver a través de sus ojos la burla en ellos, su arrogancia me enferma.

—Señorita Hoffman, por favor siéntense. Vamos a conversar sobre el trabajo.

Hago caso a su mandato y me siento en unos de los sillones de piel más finos que he visto. Me acomodo la falda al sentirla subirse al momento de sentarme, acomodo mi postura y lo miro a los ojos.

—Señorita Hoffman, estamos realizando la nueva colección primavera-verano para este mes. Estamos colaborando con la diseñadora Jia Park, una de las mejores diseñadoras más famosas a nivel mundial. Los diseños de esta temporada son trajes de baño y por ende necesito que el personal empiece a cotizar las mejores telas. Además, es necesario que mande los bocetos al taller de corte y confección con el boceto de las primeras piezas. Necesito que todos los preparativos estén listos para que yo pueda firmar la autorización... ¡Ah! y una cosa más, quiero que empiecen con la publicidad, todo eso lo quiero para esta semana.

Lo dice con rapidez que mi mano está a punto de entumecer por escribir rápido, aun así, tomé nota de cada detalle de lo que quiere.

—Eso es todo —dice sin mirarme, está atento a unos documentos.

—Ok.

La habitación se queda por unos segundos en silencio y me incomoda más, pero como profesional no bajo la mirada y la sostengo al frente percatándome del hermoso color gris que hay en sus pupilas, además de que sus pestañas son largas y risadas.

«Muy vanidoso.»

—Usted va hacer mi asistente personal, tengo que conocerla. Dígame, ¿qué edad tiene?

—Veinticuatro años —contesto a secas.

— ¿Es soltera, viuda, casada?, ¿vive con sus padres?

—Soy soltera. Mi papá trabaja en Italia y mi madre hace ocho años que no la veo, mis padres se separaron.

Trato de explicar lo más rápido posible, siento que me sofoco al sentir la pesadez de su mirada, y comienzo a transpirar del nerviosismo.

—Entendido, ¿Cuáles son sus motivos por el cual decidió venir a Milton’s Corporation?

—Soy graduada y cómo ya le expliqué vivo sola, tengo que trabajar para solventar mis gastos.

— ¿Qué planes tiene a futuro?

—A corto plazo es desarrollarme más en mi carrera y a largo plazo tener mi propia empresa de publicidad.

No pregunta más, desvía la mirada por la amplia habitación.

—Es todo. Un placer conocerla, señorita Hoffman.

—Bien señor, me retiro —le sonrió de manera formal sin llegar a malos entendidos.

—Antes de que se retire, necesito su número telefónico para contactarla.

Desconcertada, asiento con el movimiento de la cabeza.

—Si —no protesto.

Me extiende un cuaderno con un bolígrafo y en seguida anoto mi número telefónico junto a mi nombre completo. Al termina, le extiendo el cuaderno y el bolígrafo.

—Mañana la quiero de nuevo aquí a las ocho de la mañana —avisa.

—Si, señor Clark. Buena tarde, me retiro.

—Vaya a la empresa para hacer lo que le pedí. La veo mañana.

—Si.

Me levanto de la silla, hago una reverencia para después tomar mi bolso y salir de ahí. Al salir de la casa camino hasta la estación de autobuses para llegar a la empresa; después de una hora llegué y de inmediato comienzo con mis labores, todo lo que el señor Clark me pidió.

Cansada del todo el día, veo la hora en mi celular, 9 pm; es tarde y yo sigo en la empresa. Con pesadez agarro mis cosas junto con mi bolso para irme a casa. De camino a la parada del bus mi celular suena indicándome que es una llamada. Lo saco de mi bolso y dudo en contestar, es un número que no tengo registrado; no me gusta contestar números que no tengo registrados, aun así, lo hago.

— ¿Hola?

—Señorita Hoffman la necesito en mi casa ahora mismo.

Por un momento dude de quien se trata, pero con solo escuchar y reconocer la ruda voz entiendo que es el vanidoso de mi jefe.

Ante su orden «¿¡Qué está loco!? A estas horas de la noche ¿¡Yo ir a su casa!?»

—Es parte del trabajo, cuando la vea le explico. Dígame en donde está para mandar un chofer por usted.

Resignada, acepto. Él es mi jefe y el trabajo lo tengo que cumplir.

—Acabo de salir de la empresa, estoy en la parada del transporte público. Enfrente de la empresa.

—No se mueva, mi chofer llegará en unos minutos.

Sin más que decir él termina la llamada. Sin renegar, me siento en la banca y espero hasta que llegue.

Después de veinte minutos mi celular de nuevo suena, esta vez ya tengo registrado su número y en este momento me está llamado.

—Sube al auto.

Es lo único que dice y me cuelga; en un segundo aparece un auto negro enfrente de mí. El vidro polarizado se baja y veo su rostro bien cuidado dentro del auto. Subo al auto rodeándolo para sentarme al lado contrario, al cerrar la puerta el auto arranca.

El ambiente en el auto es incómodo, en total silencio, sin música, lo único que se escucha es el sonido de la cuidad y de los autos pasar.

—Lamento llamar a esta hora pero necesito de su ayuda. Una de las modelos se puso exigente en querer ver los diseños antes de aceptar; además, mi padre quiere el reporte de las ganancias y pérdidas del mes pasado y necesito que me ayude, le aseguro que la voy a recompensar —explica.

—No se preocupe, lo ayudare.

Llegamos a su casa-jardín y una vez adentro empezamos con el trabajo. Él empezó a escribir el reporte mientras yo saco cuentas de las ganancias y pérdidas. Los números no me coinciden y me desespero de tanto borrar, eso llama la atención de mi jefe.

—Lo siento señor, no soy muy buena en esto —aclaro al ver su acusatoria mirada.

—No te preocupes, dime qué es lo que no entiendes.

Le entrego mi hoja con operaciones y le enseño el motivo del porque no me cuadran los números, él lo analiza para luego después decirme cual es mi error; gracias a él entendí mejor y los números me empezaron a cuadrar.

Pasan las horas, después de tomar cuatro tazas de café que me invito el señor Clark y con unas largas horas de trabajo mi cuerpo está muy cansado y los ojos me pesan mucho, me cuesta tenerlos abiertos.

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