LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 73

Cinco meses después.

Después de horas de viaje en el avión, al fin he llegado al aeropuerto Fráncfort del Meno de Alemania después de mi gran estancia en Canadá.

—Señorita Hoffman, la están esperando el chofer de señor Clark —me habla uno de mis trabajadores, el guardia.

—Gracias. Te encargo ser cuidadoso con el regalo de mi novio —le recuerdo.

—No se preocupe señorita, en un momento el paquete llega a su casa.

Le agradezco con una sonrisa y de inmediato salgo del aeropuerto, en seguida reconozco al chofer de Clark, me acerco a él, me saluda y abre la puerta de la camioneta. El chofer comienza con el trayecto mientras admiro las calles, las cuales extrañe durante tres semanas.

Al llegar a mi hogar se detiene el vehículo, le agradezco al chofer y sin perder más tiempo salgo de auto. Me adentro a la casa ansiosa de ver al amor de mi vida, recorro cada pasillo de mi casa y logro dar con él, está en el jardín leyendo un libro. Con toda la felicidad de volver a verlo lo abrazo por la espalda sorprendiéndolo.

—¿Me extrañaste? —digo con ánimo.

Al sentir mi cuerpo deja de ver su libro y me voltea a ver, pero son cortos los segundo en verme y de nuevo le pone atención a su libro ignorándome por completo, y recuerdo el por qué está enojado.

—¿Aún sigues enojado por eso?

Me ignora, hace días que hace los mismo.

—¿Por qué te comportas de esa manera? —le reclamo.

Realmente esperaba que me recibiera como siempre lo hace, con un reconfortante abrazo, unos besos, una cena lista o nuestra habitación, pero nada de eso, lo único que recibo en su frialdad.

Continúa leyendo como si yo no existiera. Cansada por su actitud dejo de abrazarlo, en realidad estoy cansada por el viaje y no tengo fuerza para pelear con él.

—De saber que seguirías enfadado mejor me hubiera quedado otra semana más en Canadá.

Me doy la vuelta y comienzo a caminar hacia el interior de la casa para dormir un rato. De repente siento como sus brazos me detiene tomándome de la cintura pegándome a su gran cuerpo.

—Iría por ti a Canadá si tardarás un jodido día más —su ronca voz golpea en mi nuca.

Sé que mi viaje debía de durar solo una semana, pero las cosas se complicaron y tuve que quedarme otros días más, además enfermé y tuve que hacerme unos exámenes, no quería preocuparlo.

Me zafó de su agarre y giro para verlo, quiero ver el hermoso rostro que extrañe a cada segundo.

—Mi intención no era quedarme tanto tiempo. Te dije, las cosas se complicaron y tuve que quedarme más tiempo. Perdón por quedarme más tiempo de lo acordado.

—Te eche de menos—confiesa.

—Y yo a ti. Lo siento —en verdad lo siento mucho.

Me hizo mucha falta tenerlo a mi lado, aunque habláramos todos los días y nos mandáramos mensajes a cada minuto no es lo mismo que tenerlo junto a mí viéndolo de frente admirando esos hermosos ojos grisáceos que me hipnotizan.

—Entiendo que es tu trabajo, pero no me gusta tenerte lejos por mucho tiempo. Casi es un mes tu ausencia.

Beso esos labios que tanto me hicieron falta. Igual me sentí tan sola por su ausencia, ahora que estoy aquí tendremos más citas. Dejamos de besarnos al escuchar la voz de la empleada llamarme.

—Señorita Hoffman, le llego un paquete.

Recuerdo el regalo de Jaxon y sonrió con complicidad.

—Gracias, en un momento voy.

La empleada asiente, hace una reverencia y se marcha.

—¿Un paquete?... Si es uno de tus pretendientes olvídalo, lo tiraré a la basura. Y más si es del ese idiota que me cae mal —se enoja.

—Te dije que no lo odies. Ethan solo es un empleado para mí y ya —le recuerdo.

—Si, pero ese idiota te ve con otros ojos, además que te llama cada rato. Es fastidioso.

—Ven vamos a ver el paquete —dejo de lado sus celosos.

Entrelazamos nuestras manos y caminamos hasta la entrada. Al llegar le muestro la gran caja, Jaxon se sorprende al ver el tamaño.

—La pueden subir a la habitación —le pido a los de paquetería.

Le doy la orden a una de las chicas que los guie a mi habitación.

—Nena, ¿qué es eso? —pregunta al estar solos.

—Es una sorpresa… ¿Subimos?

Acepta y subimos a nuestra habitación. Los trabajadores dejan la caja en la habitación y antes de irse les doy una propina por sus servicios y se retiran dejándonos solos.

—Espero que te guste, lo compre para ti —digo con emoción.

—¿Esto? —señala la caja.

—Sí, creo que te gustará.

Confuso, buscar unas tijeras para facilitarse el trabajo; abre la caja y al quitar todo el cartón del producto se sorprende por tremendo regalo.

—Nena, ¿es enserio?

—¿Te gusta?

Me emociona el saber su respuesta, aunque sé que le gustará.

—Es perfecto para nuestra habitación secreta —sonríe con complicidad.

Complacido por su regalo se acerca hacia mí cargándome entre sus brazos.

—¿Lo quieres usa ahora? —pregunta con picardía en su voz.

—Encantada de usarlo contigo.

— ¿Qué posición quieres probar?

—No lo sé, sorpréndeme —le susurro en los labios para después darle un beso con morbo incitándolo a hacer el amor.

Final 1

Final 2

Final 3

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