LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 25

El camino fue corto, gracias a las calles despejadas tuvimos un rápido camino. Al llegar, Zeth se estaciona enfrente de un pequeño edificio con departamentos; me ayuda a bajar de la moto y me permite la entrada al edificio, tan amable cómo siempre saluda al portero y las personas que se cruzan por nuestro camino. Entramos al ascensor y subimos al cuarto piso.

Al entrar al departamento Zeth grita un Estamos aquí. De un pasillo poco alumbrado sale una mujer no mayor a los cincuenta años, al verla se me parte el corazón; la mujer sale con una manguera conectada a su garganta y otra en el pecho el cual le ayuda a respirar; el verla tan pálida me dan ganas de llorar, es delgada y de piel blanca.

De ese descuidado aspecto lo que más brilla en ella son sus ojos al ver a su hijo. Sonríe, su sonrisa se ancha demostrando sus dientes y abre sus brazos esperando que su único hijo la abrace. Me conmueve la escena.

—Mi hijo, estás aquí.

Zeth no tarda en correr a los brazos de su enferma madre, ella sonríe más al tener a su hijo entre sus brazos brindándole un cálido beso en su mejilla.

—Mamá te quiero presentar a Mallory Hoffman, ella es mi jefa —la mujer de castaños ojos me mira y me sonríe.

—Un gusto conocerla señorita. Soy madre de este increíble hombre, me llamo Anna Bristol —su sonrisa aún sigue brillando en su rostro pálido.

—El gusto es mío señora —le devuelvo la sonrisa —. Le traje un pastel de queso con zarzamora. Alguien me dijo que es su favorito —digo con una sonrisa.

Le entrego la caja con el pastel, lo recibe cortésmente y me brinda una sonrisa.

—Gracias, no te hubieras molestado… ¡Ay! pero que descortés. Hijo pasa a la bella dama a la mesa, enseguida llevo los platillos.

—En un momento te ayudo madre.

La madre de Zeth desaparece por el mismo pasillo de donde salió.

—Tu madre es muy amable —comento al estar solos.

—Es la mejor para mí.

Me pone muy contenta el ambiente que crean entre madre e hijo. Aquí hay amor verdadero, como el de mi padre y yo.

—Estoy de acuerdo contigo.

Zeth me invita sentarme a la mesa y me sirve un vaso con agua, me deja un momento sola mientras le ayuda a su madre a traer la comida. En unos minutos aparecen con una variedad de platillos.

—Esto se ve delicioso —alago el esfuerzo de su madre.

—No es por presumir, pero mi madre es la mejor cocinera —Zeth presume a su madre con orgullo.

—De solo verlo y oler, me dio mucha hambre —lo digo enserio.

Los platillos se ven exquisitos y el olor ni se diga, me abren el apetito.

—Adelante, coman —Anna se sienta aun lado de su hijo.

Ambos toman asiento y Zeth reparte los platos.

No sé por dónde comenzar, es mucha comida y todo se ve delicioso.

—Adelante, sirve lo que quieras.

El brillo de Anna me contagia de alegría y hace sentirme en confianza.

—Gracias, es solo que no sé cuál probar, todos se ven exquisitos.

—Te recomiendo el kassler y bröchen. Están riquísimos —Zeth me señala cada platillo.

La cena fue tan perfecta, hace mucho que no como en compañía de personas y lo mejor de todo es que la comida esta deliciosa y las charlas son de lo más agradable y graciosas. Después de probar todo el buffet pasamos con el postre, el pastel que traje. Ha Anna se le iluminaron los ojos con solo probar una cucharada; esta noche es magnífica, pero no duró por mucho.

El sonido de mi celular interrumpe la cena indicándome que tengo una llamada, agarro mi celular de la mesa y veo el remitente; el solo ver el remitente la palabra alerta se cruza en mis pensamientos.

Me levanto y pido disculpas, me alejo para tener un poco de privacidad. Al llegar a la pequeña sala contesto la llamada.

— ¿Qué se te ofrece? —hablo con formalidad y en un casi susurro.

—Es muy tarde, sal de la casa, te estoy esperando.

Sus palabras me dejan aturdida, entiendo el mensaje. Saber que está afuera de la casa de Zeth esperándome me hace sentir enojada por su actitud.

— ¿Qué haces aquí?

—Te estoy esperando. Ya estuviste mucho tiempo con el niñato, ahora necesito de tu tiempo —su tono de voz comienza a irritarme.

— ¿Para qué me quieres?

— ¿Realmente quieres saberlo?

—Si.

—Necesito que te entregues a mí. Me es difícil contenerme teniéndote cerca, necesito que estés en mi casa esta noche, tengo esas ganas de chuparte y morderte los senos.

Cada una de sus palabras me excitan, la libido comienza a recorres por todo mi cuerpo, hace que un escalofrió me erice la pie. Debo admitir que yo también lo necesito, no es lo mismo masturbarte que tener su miembro adentro, la sensación es diferente. Necesito sentir su cuerpo y más ahora que me calentó con su vulgaridad.

—Nena te estoy esperando. Tengo ansiedad por azotar tu trasero y dejarlo rojo por hacerme de enojar.

—En cinco minutos salgo —detesto ponerme tan frágil ante él, pero en verdad lo necesito.

Termino con la llamada y regreso a la mesa sentándome en mi lugar.

—Lo siento, pero me tengo que ir —me disculpo.

—Es tarde, no me fije en la hora —Anna mira el reloj que está colgado en la pared y me da la razón.

—Estoy muy agradecida por su compañía esta noche y por la deliciosa cena —agradezco amablemente.

—A ti linda, por venir a esta humilde casa. Sabes que puedes venir cuando tú quieras.

—Gracias. Me voy.

—Zeth acompáñala a su casa —le ordena a su hijo.

Zeth no puede llevarme a casa e inmediatamente me opongo a la idea.

—No gracias, ya pedí un taxi.

— ¿Estás segura? —pregunta Zeth.

—Si tranquilo, descansen.

—Adiós linda, cuídate.

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