El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 25

—¡Deja de hacerte el tonto! —Adriana le tiró del brazo y lo miró con la preocupación marcando sus rasgos—. Fui a tu cabina y cuando dijeron que alguien había muerto, pensé que eras tú. Además, el cheque que me dieron esas tres mujeres fue cancelado. ¿Qué demonios pasó anoche?

—¡Vamos a otro sitio a hablar! —Con eso, Dante la condujo fuera por la puerta trasera.

Los guardaespaldas de esas mujeres ricas quisieron ir tras ellos, pero fueron incapacitados muy fácil por Fabián.

Una vez fuera de Encanto Nocturno, el sonido de la música heavy metal se desvaneció y el mundo volvió a quedar en silencio.

Adriana se apresuró a disculparse:

—Lo de ayer fue culpa mía. No debí haberte entregado a esas tres mujeres. ¿Qué te hicieron con exactitud?

Dante no respondió, pero hizo un gesto a sus guardaespaldas que no estaban muy lejos.

Se retiraron de inmediato al ver su señal.

»¿Sigues enfadado conmigo? No volveré a tratarte así nunca más... —Adriana lo jaló de la manga—. Gigoló, me perdonarás, ¿verdad?

—¡Dime de otra manera! —Dante frunció el ceño.

—Pues no sé cómo te llamas. —Adriana se dejó empujar por él—. ¿A dónde me llevas?

Dante hizo otra señal detrás de él, a lo que Fabián le lanzó al instante las llaves de su auto Aston Martin.

Dante la atrapó en el aire y abrió con suavidad la puerta antes de empujar a Adriana dentro.

»¿Es este tu auto? —Adriana se quedó asombrada—. Este auto tal vez cuesta decenas de millones, ¿verdad? ¿Cómo es que tienes un auto tan caro? ¿No me digas que en realidad eres un heredero rico y que has salido a trabajar a tiempo parcial como gigoló por aburrimiento?

—¿Puedes pensar como una persona normal? —Dante puso los ojos en blanco.

—¿Entonces de qué se trata? —A Adriana le picó la curiosidad—. ¿Pertenece a una clienta?

—Mm, es de una clienta. —Dante se preocupaba por inventar una excusa, pero resultó que no tenía que hacerlo.

—Entonces, ¿esto significa que además de trabajar como gigoló en Encanto Nocturno, también tienes una sugar mommy? —Adriana se dio cuenta en ese momento—. No me extraña que la otra vez...

Estuvo a punto de decir que una vez lo vio dentro de un Rolls-Royce, pero por suerte se contuvo a tiempo.

Ese día había sacado a sus tres hijos. Tal vez él no la vio, pero era mejor no mencionarlo, para que ella pudiera seguir manteniendo la existencia de los niños en secreto para él.

—¿Mm? —Dante arrancó el motor y se alejó.

—¿Cuántas sugar mommies tienes? —preguntó Adriana.

—Una es suficiente. ¿Cuántas crees que necesito? —Dante levantó las cejas.

—Bueno, parece que es una mujer muy, muy, muy rica.

Con el Rolls-Royce y el Aston Martin en mente, Adriana hizo un cálculo mental, concluyendo que esta sugar mommy suya tal vez tenía una identidad muy extraordinaria.

—¿Qué te pasa? —Dante se dio cuenta del miserable estado en el que se encontraba con una mirada de desdén.

—Cof, cof. Lo siento. —Adriana sacó deprisa un puñado de pañuelos para limpiarse la nariz antes de airear sus quejas.

—Hoy ha sido un día muy desafortunado para mí. Esta mañana casi me atropella un auto en el trabajo. Me caí y ahora tengo un gran moretón en el trasero, y también me raspé las manos. Luego, tuve que limpiar la piscina del último piso como castigo, y me empapé en el proceso. Luego, casi me viola un pervertido. Y ahora, me metí en una pelea y me arrancaron un puñado de pelo del cuero cabelludo... —Se lamentó de manera lastimosa.

—Eso se llama karma. —Dante se regodeaba en su desgracia, pensando que se merecía todo esto por sus malas acciones de anoche.

—¿Qué? —argumentó Adriana—. Todo es porque tengo un Diablo como jefe. ¡No sabes lo psicópata que es! Su chófer casi me atropella, pero en lugar de disculparse, ¡me miró como si le debiera algo! Después de eso, cuando estaba limpiando la piscina, tiró su anillo al agua y me pidió que lo recuperara. Casi me muero de frío haciendo eso. La cuestión es que ni siquiera lo ofendí, así que no puedo entender por qué me haría eso. Tal vez sufrió algún tipo de tragedia en su infancia y quedó traumatizado por ello, por eso creció siendo tan cruel...

Mientras la escuchaba, el rostro de Dante se fue ensombreciendo. Entonces, pisó de manera brusca el acelerador antes de girar con brusquedad el volante.

El auto se desvió hacia un lado, haciendo que la cabeza de Adriana se estrellara contra la ventanilla con un golpe...

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