El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 79

Renata llevó a Adriana a «Capricho Imperial», un lugar privado que estaba situado en el corazón de una plaza comercial.

La mujer parecía haber reservado todo el local solo para Adriana. Más de diez empleados y un equipo de tres maquilladores reconocidos de manera internacional, estaban esperando para atender las necesidades de Adriana. Esta se quedó atónita al ver la grandeza de todo aquello. Tirando de la manga de Renata, nerviosa, susurró:

—¿No cree que esto es un poco exagerado?

—¡No se preocupe! Lo he arreglado todo para usted.

Renata ayudó a Adriana para entrar en una habitación privada y la asistió para limpiar sus heridas y vendarlas. Después, le dio la indicación a los maquilladores de que empezaran a trabajar en la mujer.

Adriana tenía un vago recuerdo de haber experimentado este tipo de tratamiento antes. En aquellos días, su padre había contratado a un maquillador profesional para ella. Durante un evento importante, llamaba al maquillador para que viniera a trabajar en ella.

Los maquilladores en Capricho Imperial, que ahora atendían a Adriana, era muy difíciles de contratar. Solo aceptaban ser contratados para el cumpleaños de alguien, e incluso esa cita tenía que ser reservada con seis meses de antelación.

Este día, sin embargo, Dante había reservado todo el lugar para ella y había ordenado a todos que la atendieran a ella y solo a ella. Esto significaba que el poder y la influencia de aquel hombre iban mucho más allá de lo que ella había imaginado.

En este punto, ella se sintió aún más nerviosa por todo el asunto. No debía acercarse a hombres como él, una vez que lo ofendiera, se acabaría todo para ella.

Pasó el resto del tiempo entreteniendo sus absurdas preocupaciones…

Pasó una hora. Los maquilladores seguían aglomerándose a su alrededor, retocando su maquillaje y esponjando su cabello. No obstante, ella se había quedado dormida en el sofá.

Los maquilladores intercambiaron sonrisas entre ellos al verla. Les pareció que estaba bastante guapa.

»Sean un poco más gentiles, ¿pueden? La Señorita Ventura tiene heridas en el cuello y el hombro derecho —susurró Renata con urgencia.

—¡Sí, entendido! —Los maquilladores se aseguraron, de inmediato, de hacer sus acciones con mucho más cuidado.

De pronto, uno de ellos dejó escapar un grito ahogado.

—¡Oh, Señor Licano!

Renata y los demás maquilladores voltearon sorprendidos. Ninguno de ellos se había dado cuenta cuando entró en la boutique, pero allí estaba, de pie en una esquina. Llevaba un traje occidental negro, que alargaba su alto cuerpo. Las tenues luces del lugar acentuaban los bordes afilados de su rostro, reflejándose en sus ojos y dando la impresión de que las llamas bailaban en ellos.

El hombre observaba en silencio a la mujer dormida, en el espejo…

Adriana había elegido un momento excelente para quedarse dormida.

—¡Buenas tardes, Señor Licano! —Todo se inclinaron, saludándolo de manera frenética.

Dante levantó la mano, indicando a todos que guardaran silencio y no despertaran a Adriana. Todo el mundo se quedó callado al instante. Los maquilladores reanudaron su trabajo, haciendo todo con el mayor silencio posible.

El hombre se acercó y se sentó en el taburete junto al sofá. Apoyó el codo en el reposabrazos y recargó su cabeza en sus manos, mientras miraba a Adriana, observándola en completo silencio.

¡Qué extraño! En todos estos años, nunca le faltaron mujeres que se quedaran boquiabiertas ante él y se lanzaran a sus brazos. Sin embargo, por alguna extraña razón, era esta mujer la que había despertado algo en él…

Cuando ella lo confundió con un gigoló en línea, él se sintió muy divertido y decidió seguirle el juego.

Cuando ella le ordenó que entretuviera ancianas ricas como gigoló, él estalló de inmediato, hasta el punto de querer estrangularla hasta la muerte.

Cuando trató de chantajearlo con su dinero, se sintió bastante despreciado por ella.

Pero cuando vio que Marco la acosaba, no fue capaz de contener su furia, explotando de coraje. Consumido por intenciones asesinas, había decidido dar muerte al hombre.

Cuando se enteró de que había sido humillada por los Arriaga, solo tenía un pensamiento en su mente, ¡hacerlos pagar diez veces más por lo que hicieron!

Por ese motivo, él había arreglado este montaje para esta noche.

«Miau…».

De repente, un hermoso gato blanco salió de otra habitación. El sonido fue lo suficientemente fuerte como para despertar a Adriana de su sueño. Abrió los ojos todavía adormilada. Un poco aturdida, murmuró:

—¿Ya es de día?

Los maquilladores estallaron en carcajadas a un costado de ella. Sin embargo, de inmediato lanzaron miradas asustadas a Dante y volvieron a quedarse en silencio.

—Señorita Ventura, ha estado dormida durante media hora —dijo Renata, sonriendo—. Su maquillaje está casi listo.

—¡Ah! —Adriana por fin recordó que Renata la había llevado a una boutique y que estaba en el Capricho Imperial. Se miró en el espejo y dejó escapar un grito de asombro—: ¿En realidad soy yo? Me veo hermosa… ¡Ah!

Antes de que pudiera terminar de hablar, se dio cuenta de que Dante la miraba en el espejo y dejó escapar un grito de sorpresa.

Él tenía un vaso de vino en una mano, mientras su cabeza estaba apoyada en la otra. La miraba con una expresión de perfecta calma y compostura, su rostro estaba, por completo, vacío de expresión. Aunque, sus ojos se arremolinaban con una complicada mezcla de emociones…

Adriana se veía hermosa en verdad. No era el tipo de belleza que había sido elaborada con capas de maquillaje, sino el tipo que se filtraba de manera natural en la piel de uno. Parecía un ángel caído del cielo…

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El increíble papá de los trillizos