El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 78

—¿Qué… qué crees que estás haciendo? —Amanda estaba tan asustada que retrocedió contra la pared.

—No te preocupes. Aunque quisiera matarte, no lo haría aquí mismo… —Adriana la obligó a ir contra la pared con el cuchillo. Sus ojos se entrecerraron en finas líneas y dijo con frialdad—: Lo único que quería decirte es que los pobres y los oprimidos nunca temerán a los que viven en el lujo. ¡No fuerces mi mano, Amanda, o quién sabe lo que podría hacerte!

Mientras hablaba, de pronto ella clavó el cuchillo…

—¡Aaah! —Amanda dejó escapar un grito que helaba la sangre.

No obstante, el cuchillo no alcanzó a atravesar su piel. En vez de eso, se alojó en la puerta de madera que estaba detrás de ella. La mujer ya se había asustado demasiado. Tomando la tarjeta bancaria de Adriana, se dio la vuelta y huyó de inmediato…

Adriana la vio marcharse, soltando un largo suspiro de alivio al hacerlo. Justo cuando estaba a punto de entrar en la casa, encontró a la Señora Fresno de pie en la puerta, mirándola con lágrimas en los ojos.

—Señorita, lamento mucho las molestias…

La mucama se sintió apenada de sobremanera, por Adriana. Esta había sido mimada durante toda su infancia, con empleados que siempre andaban de un lado a otro para atender todas sus necesidades. Ahora, tenía que recurrir a asustar a un intruso con un cuchillo de fruta para mantener a su familia a salvo.

—¿Qué le sucede, Señora Fresno?

A Adriana no le importaba mucho, lo único que quería era llevar una vida feliz y tranquila con la Señora Fresno y sus hijos, no permitiría que nadie se lo estropeara.

—Mami, mami… —Fifí salió volando de la casa y aleteó alrededor de su cabeza—. Hora de cenar, hora de cenar.

—Oh, ¿tienes hambre, Fifí? Vamos adentro. —Puso un brazo alrededor de la Señora Fresno y dijo divertida—: Señora Fresno, debe estar retrocediendo en el tiempo y transformándose en una niña otra vez. ¿Por qué llora tanto por un asunto como este?

—Es que me siento mal por usted, mi niña.

La Señora Fresno resopló con violencia y se secó las lágrimas, esperando que los niños no vieran nada raro.

—¡Señora Fresno, mami, es hora de cenar!

Los niños ayudaron aprisa a poner la mesa y todos se acomodaron alrededor para una feliz comida juntos.

Justo cuando Adriana tomó los cubiertos, recibió una notificación en su teléfono: «Gigoló Deudor acaba de transferirte ochenta mil».

Adriana se alegró demasiado al ver esto. De inmediato, tomó su teléfono y le envió un mensaje: «¿Tanto dinero?».

«Gigoló Deudor» respondió: «¡Hemos recibido unos pedidos enormes!».

Sin dudarlo, ella envió otro mensaje: «¡Guau, eso es increíble! Pensé que estabas holgazaneando en estos últimos días».

«¡Seré el gigoló más trabajador que hayas visto en tu vida!».

«¡Ja, ja! Mira que consciente eres de ti mismo. ¡Estoy orgullosa de tus mejoras!».

«¿Estás contenta porque mis negocios han mejorado?».

«¡Por supuesto! ¿No significa eso que ganaré más dinero? ¡Sigue trabajando así de bien!».

Después de eso, «Gigoló Deudor» dejó de responder a sus mensajes.

—Mami, come un ala de pollo.

Diana tomó un ala de pollo con sus dedos regordetes y la puso en el plato de Adriana.

—¡Gracias, Diana! —Guardó su teléfono y dedicó su atención a cenar con sus hijos.

Aunque, su mente no dejaba de agitarse con pensamientos. Ahora que Amanda y Selene había difundido la noticia de sus hijos, todos sus conocidos se enterarían tarde o temprano. Cuando eso ocurriera, «Gigoló Deudor» también podría enterarse…

Mientras pensaba en esto, Adriana sintió que una ola de ansiedad se apoderaba de ella. Decidió programar una reunión con «Gigoló Deudor» después de que sus heridas sanaran, cuanto antes terminaran su relación, sería mejor para ambos. En lo que respectaba a Dante, tenía que encontrar la manera de devolverle el chip lo antes posible. Tampoco quería volver a verlo.

Cuando faltaban diez minutos para las dos, de la tarde siguiente, Renata la llamó con puntualidad por teléfono.

—Señorita Ventura, la esperamos en el lugar que acordamos ayer.

—Entendido. ¡Estoy bajando en este momento!

Después de informarle a la Señora Fresno que se iba, Adriana se puso algo de ropa informal y salió de la casa.

Renata había llevado un Rolls Royce para recogerla. Todos en la calle voltearon sus miradas al auto. Todo el que pasaba por delante de él, se detenía unos segundos para admirar su elegante diseño.

Adriana ocultó su rostro detrás de sus manos, temiendo que la gente la reconociera.

—¡Señorita Ventura! Entre.

Renata le abrió la puerta y la hizo entrar en el auto con amabilidad.

Cuando entró en el vehículo, no pudo evitar preguntar:

—Doctora Laporte, ¿por qué me recoge en este vehículo?

—Solo seguimos las órdenes del Señor Licano —explicó la mujer con una brillante sonrisa.

—¡Oh, entonces está bien! —respondió Adriana, sintiéndose un poco desconcertada—. En ese caso, vámonos.

El auto avanzó despacio por la calle. Justo del otro lado, sus tres hijos, que acababan de bajar del autobús escolar, seguían con la mirada el Rolls Royce, con los ojos muy abiertos.

Diana agitó sus largas pestañas, confundida.

—¿En verdad era mami la que se subió en ese auto?

—Sí, eso creo —respondió Patricio con solemnidad, frotando su mentón.

—Incluso llevaba ese conjunto de ropa informal de color gris que consiguió con descuento, en la tienda departamental.

—¡Y esos pequeños zapatos blancos! —añadió Roberto con asombro. Sin embargo, un momento después, dijo con el aire serio de un adulto—: Está bien, no deberíamos ser tan entrometidos en este asunto. Todo el mundo tiene su vida privada y debemos respetar la intimidad de mami.

—Sí, sí.

—Hoy es el Día de la Nación, así que en la escuela nos dejaron salir temprano. Apuesto a que la Señora Fresno se ha olvidado por completo de esto. ¡Vayamos a casa por nuestra cuenta!

—¡Sí! ¡Vamos a casa!

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