VENGANZA EQUIVOCADA (Saga Los Ferrari) romance Capítulo 10

Llegó a un aeropuerto privado, donde lo estaban esperando varios pilotos, se montaron en varios helicópteros y se dirigieron a la zona del accidente donde comenzaron a rastrear el lugar, allí pasaron varias horas hasta que detectaron restos de la aeronave siniestrada, y luego de unos minutos encontraron unos cuerpos, Sebastián se bajó de la aeronave con el corazón latiéndole a mil por segundos, sentía que le faltaba el aire, cerró los ojos un momento tratando de recuperar el control, siguió caminando para ver los cadáveres con el miedo atenazándole las entrañas. Al acercarse, sintió gran alivio cuando vio que ella no era uno de los fallecidos, eran dos hombres y una mujer miembros de la tripulación.

Continuaron la búsqueda, pero luego de un rato debió ser suspendida por las condiciones climáticas, por lo cual debieron aterrizar de emergencia en un aeropuerto cercano al sitio de la búsqueda, las autoridades que dirigían la búsqueda pidieron a quienes participaban en la operación que fueran a descansar, pero Sebastián no quería hacerlo, quería continuar con las labores, ¿Qué pasaría si estaba viva y mal herida?, el tiempo jugaría en contra.

—Yo voy a seguir buscándola, no puedo pedirles a ustedes que arriesguen su vida, pero yo tengo que encontrarla, es la madre de mis hijos y es la única mujer que me importa —empezó a caminar, pero dos de los pilotos lo detuvieron, uno de ellos Stanisllao, hombre de su confianza y que tiempo atrás habían sido muy amigos, le dijo:

—No puedes hacer eso Sebastián, ¡Estás loco!

—Tú no entiendes, puede estar herida y mientras más tardemos en encontrarla sus posibilidades de vida se estarían reduciendo—le dijo angustiado controlándose para evitar las lágrimas que pugnaban por salir.

—Pondrías en riesgo tu vida.

—¡A mi que me importa mi vida! con gusto la daría a cambio de la de Bella—expresó con fuerza.

—No entiendes que eso en vez de ayudar, lograría lo contrario, si sufres un siniestro, te empezarían a buscar a tí. Además acabas de decir que tienes unos niños ¿Qué sería de ellos si a ti te pasara algo?

—Nada. Vivirían felices, tú sabes el maldito miserable que he sido yo—dijo con enojo mientras se pasaba las manos por sus cabellos.

—No te dejaré ir así tenga que amarrarte—. Le espetó desafiante colocándose enfrente de él para evitarle el paso, y no solo él , otros dos pilotos hicieron lo mismo.

—Yo soy tu jefe Stanisllao, así que apártate— expresó furioso.

—Me importa un bledo, aquí no eres mi jefe, aquí estamos en una operación de rescate y yo soy rescatista, tú no, aquí eres solamente un voluntario—. Sebastián lo observó muy enojado, estaba acostumbrado a salirse con la suya, pero ésta vez Stanisllao no se lo permitió. Por ello se fue a sentar en unos asientos disponibles y el piloto se sentó a su lado.

—¡Claro como no es tu mujer quien está en peligro!, no te interesa lo que le pase—le dijo rechinando los dientes de la molestia.

—¡La tuya tampoco! Que yo sepa, tú tienes a todas y a ninguna, y a Anabella no las has vuelto a ver por mucho tiempo.

—Yo la vi crecer, yo la cuidaba cuando iba creciendo, la consentía y la protegía. Ella es importante para mi.

—¿Y con todo eso la repudiaste? Se te olvidó protegerla de ti mismo—afirmó su compañero.

—Si se me olvidó protegerla de mi mismo, fui lo peor, la deje sola con mis hijos— y sin poder evitarlo más perdió el control de sus emociones y empezó a llorar, sentía que se ahogaba, se desahogó con Stanisllao, le contó todo lo que había sucedido con Anabella, él solo lo escuchaba en silencio, le contó como había luchado por los que sentía por ella cuando tenía sus quince años, se abrió a él, sacó todo lo que tenía por dentro, le contó sobre la enfermedad de su madre y como la había encontrado desesperada llorando le había mostrado hasta fotos de su padre con Alicia.

Se sintió aliviado de tener a quien contarle, hasta eso lo había perdido; con Lorenzo, Peter, eran compañeros de fiestas, más no eran sus amigos. En cambio Stanisllao fue su amigo por un tiempo y compañero de farra, fue quien lo escuchó cuando pasó lo de Camila, lo que le costó su amistad con su mejor amigo Nick Sebastini, pero no valía la pena recordar eso, para todos él había sido el villano.

Luego de un par de horas reanudaron la búsqueda, después de cuarenta y ocho horas del accidente se encontró un sobreviviente, Leónidas Andrade, quien a pesar de estar herido, se encontraba con vida y conciente, le preguntaron por Anabella y su asistente, pero no sabía nada de ellos, manifestó que al despertarse luego del accidente estaba en el área donde lo rescataron y desconocía como había llegado allí.

Después de trabajar más de cuarenta y ocho horas casi ininterrumpidas en las labores de búsqueda se retiraron, él se dirigió a Palermo, a la casa de su padre, al llegar visitó a los gemelos a su habitación, los besó, les dedicó unos minutos, luego de ducharse y vestirse los buscó y se los llevó a su habitación para dormir con ellos. No pudo conciliar el sueño, no dejaba de observarlos, estaba sorprendido de lo mucho que se le parecían, sólo tenían la forma de sus bocas como su mamá—. Anabella, ¿Dónde estás?— Se preguntó.

De inmediato los recuerdos de ella se colaron en sus pensamientos, desde la primera vez que la vio, las peleas, los encuentros, sus celos, lo sobreprotector que había sido cuando ella era una adolescente de doce años, se recordó de ella a todas las edades, como fue creciendo, cuando evitaba volver a casa de su padre para no encontrársela, y cuando cumplió sus quince años, le hicieron una gran fiesta digna de una princesa, estaba bellísima, bailó mucho con ella hasta que sus pies no pudieron soportar el cansancio, ella se sintió feliz y su sonrisa iluminaba no sólo su rostro sino que contagiaba con su esplendor a todos los que tenía cerca.

Fue ese día cuando se dio cuenta que debía apartarla, porque se estaba colando en su alma, embriagando sus sentidos, aparte de ello él era un hombre y ella una adolescente, por eso al día siguiente cuando estaba en la piscina y ella se acercó, rozando su cuerpo en su espalda lo sorprendió y más cuando se lanzó sobre él a besarlo, lo dejó sin respiración, casi cayó en la tentación y fue difícil controlar su cuerpo para que le obedeciera, hasta que la resistió y la apartó de si, propinándole tan crueles ofensas.

Y así pasó toda la noche recordando, su sonrisa, su mirada, sus expresiones, la noche que la besó en la piscina y luego cuando la hizo suya, ella se entregó con toda la inocencia e ilusión de una chica enamorada, porque si de algo estaba segura es que él fue su mundo para ella, lo adoraba e idolatraba el suelo que pisaba, tan así que logró cautivarlo, pero en su necedad, al darse cuenta que estaba a punto de caer atrapado en sus redes, le humilló con la mayor alevosía, fue el más ruin de todos los hombres, y eso era muy difícil de perdonar, y todo por vengar a su madre, las dudas lo invadían, ¿Quién tenía la razón? Su madre había estado segura, cuando le contó y ahora Alicia decía que no era cierto ¿Habrá dicho la verdad? Le dolía la cabeza de tanto darle vuelta a ese asunto, no podía conciliar el sueño, sólo se quedó recostado mientras disfrutaba de tener a sus hijos en sus brazos, era la sensación más sublime que había sentido en su vida.

Al día siguiente y durante las cinco semanas posteriores continuaron la búsqueda, encontrando sin vida sólo al asistente de Leónidas, pero de Anabella no apareció rastro alguno, luego de ese tiempo cesaron la búsqueda y trascurrido tres meses desde que se produjo el accidente aéreo, declararon fallecida a Anabella Estrada.

Sebastián se mudó a casa de su padre, pero el dolor y el remordimiento por la muerte de Anabella, lo llevaron a un estado de abandono y depresión, consumía diferentes tipos de alcohol, en muchos casos cayendo en la inconsciencia, lloraba y gritaba llamando a Bella, mientras le suplicaba perdón por haberla despreciado y hacerla sufrir, su soberbia había desaparecido, se había alejado de sus compañeros de fiestas y había dejado sus empresas en manos de sus empleados, hasta tal punto que su padre, tuvo que asumir la inspección y vigilancia de las mismas.

Se sentaba a un lado en la piscina de la casa y empezaba a llamarla — ¡Anabella! ¡Anabella! ¿Por qué te fuiste? Lo hiciste para que sufriera, te vengaste de mí de la peor manera, me dejaste sólo con tus recuerdos y atormentado por no haberte valorado y sin poder volverte a ver. ¡Fui un maldito arrogante! quien debió morir fui yo, no tú mi pequeña de mirada intensa, y sonrisa resplandeciente. ¡Dime! ¿Como hago para vivir con tanto dolor y remordimiento? Pudimos haber sido felices. ¡Dios! Quisiera no seguir viviendo, ¿Cómo se hace para vivir con las consecuencia de tus malos actos?— decía desesperado.

Uno de esos días, su padre lo escuchó y hastiado de ese círculo vicioso que se había repetido durante las últimas semanas, se acercó a él, le quitó la botella y la lanzó contra el suelo diciéndole —¡Ya basta Sebastián! ¿Hasta cuándo vas a seguir así? Eres un maldito egoísta.

—Voy a seguir así hasta el día que termine con mi maldita vida— le dijo balbuceando y con un lenguaje torpe y sus ojos enrojecidos producto de su ebriedad.

— ¿Y no piensas en tus hijos? ¿Para eso querías estar cerca de ellos? ¿Qué ejemplo le estás dando? Sólo el de ser un borracho impertinente, derrotado. Estoy seguro que Anabella jamás le hubiese gustado que sus hijos presenciaran el estado en que te encuentras. ¿Así le demuestras el amor a Anabella? Descuidando e ignorando a sus hijos como cuando ella vivía.

Se quedó observando a su padre, y sus palabras se introdujeron en su cerebro adormecido producto del licor consumido, dándole un momento de lucidez — Claro que no padre—respondió sumiso.

—Entonces te vas a tu habitación, te bañas, te arreglas y al salir voy a esperarte con un café puro, te duermes y mañana te quiero activo, volviendo a tu vida y atendiendo a Camillo y a Taddeo. Esos niños han sufrido mucho a su corta edad, no dejan de llorar y llamar a su madre, también se ponen agresivos y pelean entre sí y por más esfuerzos que hagan Alicia y Amine, no han podido sobrellevar la situación con ellos, es tu responsabilidad son tus hijos, deja de vivir egoístamente como lo has hecho hasta ahora y deja de pensar que es a ti quien le duele más la muerte de Anabella, porque todos lo que aquí vivimos estamos afectados. Alicia porque era su madre, la llevó nueve meses en su vientre, la parió, la crió; los niños porque hasta que ella murió solo habían estado con ella, eran inseparables; Amine porque los tres últimos años de la vida de Bella, fue una amiga y como una madre para ella, y yo porque en mi corazón era mi hija y como tal siento su pérdida, entonces ¡maldita sea!, deja de comportarte como un egoísta y deja de huir de tus responsabilidades y empieza a actuar como un hombre maduro, no como un imbécil—.Manifestó con ira mientras se retiraba.

Sebastián se quedó impactado por las palabras de su padre, por muy enojado que estuviera con él, nunca le había gritado y hablado con tanta rabia. Eso lo hizo reaccionar, se levantó, salió de la piscina y se metió en su habitación entró al baño, se ducho, se afeitó, se vistió y bajó, lo estaba esperando su padre con un termo de café puro, y mientras lo tomaba le dijo —Ya es hora de retomar tu vida, con esa actitud no vas a traer de vuelta a Anabella y tendrás que acostumbrarte a vivir con ese remordimiento interno, porque no permitiré que te acabes, debes pensar en los gemelos, a ella no le hubiese gustado que se criaran en un ambiente de intranquilidad y de caos, si alguna vez la amaste demuéstralo siendo mejor persona, mejor padre.

—Por supuesto que la amaba, pero fui un necio, igual ella no tuvo la culpa de lo que ustedes hicieron, dime papá aclárame ¿Fuiste amante de Alicia mientras mi madre vivía? Ella tenía la seguridad de que estabas enredado con tu secretaria, fue un día a tu oficina y los vio abrazados, mientras le susurrabas palabras dulces a Alicia en sus oídos. Además te siguió un par de veces, te fuiste a su apartamento y te vieron almorzando y cenando con ella, hasta hubo fotografías de ello.

—Eso no es verdad—le dijo su padre mirándolo a los ojos— te juro por tu vida y las de mis nietos que son lo que más quiero en la vida, que nunca fuimos amantes. Dime Sebastián ¿Viste las fotografías?

— Si padre las vi—le dijo mirando a su padre fijamente, sosteniéndole la mirada.

—Y en esas fotografías que viste de nosotros ¿Estábamos besándonos, tomándonos de las manos o en alguna situación comprometedora? —interrogó su padre.

Sebastián se quedó meditando y recordando las fotografías que había visto, y pensando en frío se dio cuenta hacía donde quería llevarlo su padre —No padre, no había nada comprometedor, sólo era una pareja sentada comiendo mientras hablaba—dijo avergonzado, porque en el momento que vio la fotografía y debido a la rabia y la decepción que sintió al enterarse de lo que había hecho su padre, la rabia lo cegó y por eso nunca estuvo de acuerdo con el matrimonio de su padre y Alicia, nunca la soportó.

—¿Qué quieres decir que mi madre me mintió? ¿Y lo que la vi sufrir? Ella se deprimía y pasaba horas llorando, se sentía impotente por no poder hacer nada para competir con Alicia, aunque tú la atendías, lo que vio aceleró su muerte ¿Y ahora me dices que mi madre era una conspiradora mentirosa, que fingió lo que vi, es eso padre?— preguntó irritado—yo debí cargar con mis diecisiete años el sufrimiento de mi madre.

—Ella no era una mentirosa, pero Alicia no era mi amante.

—Entonces ¡¿Cómo fue?! ¿no te estabas abrazando con Alicia y susurrando palabras en sus oídos? ¿Mi madre vio mal? Hazme entender Giovanni Ferrari, porque por más que devano mi cabeza, no lo proceso— gritó enojado.

— ¡¿Sí ó no?! Explícame porque no entiendo, tu respuesta es afirmativa o negativa. De verdad quiero tu aclaratoria. Aunque ahora entiendo, que así hayas sido amante o no de Alicia, nada justifica lo que le hice a la mujer que amaba, pero el odio me cegó, y no pude ver dentro de mi corazón el amor que le tenía y mi mente ganó cualquier disputa, la encontró culpable y la sentenció, y ya es tarde para pedir perdón, aún cuando es lo más deseado por mi alma, mi pequeña no está y nunca podré resarcirla por todo el daño que le ocasioné. Pero tú si estás a tiempo de darme una explicación y espero por ella padre— le dijo molesto.

—Hijo, no sabía que tu madre me había visto abrazando a Alicia.

—Entonces ¿fue verdad? —.Inquirió.

—Si, pero ella lo interpretó mal.

—No entiendo, ¿dime como se puede interpretar mal lo que vio?

—Es cierto yo estaba abrazando a Alicia, la estaba consolando y tranquilizando, ella había contactado con el padre de Anabella, ese día lo había llamado para hablarle de su hija, para que la conociera y pudieran relacionarse, pero él la rechazó, le dijo que no tenía hija bastarda, que él le había dado dinero para que se deshiciera de ese problema, que no la reconocía como hija que sus únicos hijos eran lo que había tenido con su esposa. Él fingió ser un hombre libre y Alicia cayó en su red, al quedar embarazada, la mandó a abortar y le contó la verdad que tenía esposa e hijos. Ese día ese hombre, le había dicho que era una descarada por haber tomado el dinero y no haber abortado. Y que ni se le ocurriera decir que era padre de esa mocosa, porque no respondería de sus actos. Ella estaba llorando y yo la abracé diciéndole que no se preocupara, que iba a salir adelante con su hija, que yo la ayudaría para que la niña tuviera una buena educación.

Sebastián se pasó la mano por la cabeza preocupado—Y la historia se repitió, verdad, yo rechacé a mis hijos que tuve con Anabella— dijo con dolor.

—Fuiste un necio hijo, un ciego. Pero ahora estás corrigiendo y eso es lo importante.

—Yo tenía mis razones para dudar en ese momento. Te juro que volví a la casa a los dos días siguiente de haber estado con Anabella, vine a pedirle perdón, y cuál fue mi sorpresa cuando abro la puerta de entrada y Bella iba subiendo las escaleras con Fernando, iban abrazados, los seguí a la habitación y hasta abrí con sigilo la puerta y ninguno se percató de mi presencia, los dos estaban en la cama acostados mientras se abrazaban, ella tenía su cabeza en su pecho mientras él con una mano le acariciaba su cabeza y la besaba, dime ¿Qué debía pensar de eso? Cuando estaba seguro que su madre había sido tu amante. No pude soportar esa escena y salí corriendo para no regresar. Sentí fue un odio que se desbordaba de mi como lava, cada vez que los veía me provocaba matarlos, sobre todo a ella por haber sido tan falsa.

—Pero eso no fue así, ella estaba destrozada después que tú la dejaste, no quería comer, ni hablar con nadie, cayó en un estado depresivo por más de cuatro semanas, hasta nos reclamó a su madre y a mí nuestra supuesta aventura mientras tu madre vivía, tratamos de explicarle que nunca habíamos sido amante cuando Florella estaba con vida, pero no quiso escucharnos, nos gritó que nos odiaba, y éramos los causantes de que tú le hubieras destrozado la vida. Después de lo que pasó, en esos duros momentos Fernando fue su único apoyo, nunca estuvieron juntos, él solo la llamaba, le hacía compañía, la consolaba, aún cuando estaba loco por Bella, ella no lo amaba, él le pidió que se casaran pero ella lo rechazó, por eso Fernando se alejó y dejó de ser su amigo, él también la abandonó, pero Anabella no podía corresponderle porque vivía y moría por ti. Ella nos dijo en una oportunidad, que te amó desde el primer momento que te vio, cuando ella tenía siete años y tú tenías diecisiete, llegaste a la oficina y luego que te fuiste nos dijo, “cuando crezca y sea una mujer grande voy a casarme con Sebastián y voy a tener unos lindos bebés con él”.

—Ella siempre estuvo clara de su amor por mí, imbécil fui yo, al no darme cuenta y valorarla. Como me gustaría tener el poder de regresar el tiempo, lo haría sin dudarlo, no perdería ningún momento con ella. Sabes padre, tengo muchas pinturas de ella, me sentía súper identificado con algunas, y sabes lo irónico de la situación, que luego de saber que ella era esa pintora famosa supe que yo había provocado el dolor que causó su inspiración, en esos cuadros.

—La confusión ha sido la causante de muchas tragedias en nuestra familia. Lo fue en el matrimonio de tu madre y mío, porque como te dije nunca fui amante de Alicia para esa época, si salíamos a almorzar y a cenar algunas veces, porque platicábamos mucho, ella me contaba de su vida y yo de la mía, aunque si te soy sincero me encantaba conversar con ella y esos eran mis mejores momentos del día, cuando comíamos y yo me desahogaba de mi dolor y de la impotencia que sentía por la inminente muerte de tu madre, pero jamás hubo más que una amistad. Si tu madre me hubiese contado lo que pensaba jamás se hubiese ido con esa equivocación. Y en tú caso con Anabella, porque debiste haber aclarado la situación de una vez, preferiste callarlo.

—Es cierto, se los asomé una vez, pero fue convencido de que habían estado juntos y aunque Fernando me dijo que no era cierto que se había acostado con ella, no le creí.

—Hijo, solo quiero que pases la página de esa etapa tan triste en tu vida.

—¿Me estás pidiendo que la olvide? Pues temo que eso no será posible, lamentablemente para mi Anabella Estrada era y seguirá siendo el amor de mi vida, y mientras viva, viviré atormentado por los remordimientos, porque nunca me perdonaré haber perdido la oportunidad de haber sido feliz con mi pequeña. Parecía una muñequita, tan frágil, tan dulce, fue un ángel que llegó a mi vida y no pude reconocerlo, me convertí en un ser tan oscuro, tan cínico y ruin, que no pude identificar la inocencia cuando la tuve al frente, y ese será mi peor castigo padre, haberla perdido irremediablemente, la tuve, la desprecié, la humillé, me burle de ella, le bajé su autoestima, la minimice. No puedo imaginarme como se sintió con cada golpe emocional que le propiné, como vivió su embarazo, como enfrentó la soledad cuando Fernando la abandonó, cuando se vio sola con esas criaturas y la noche antes del accidente no perdí oportunidad de seguir abriéndole las heridas, las hice más profundas, le desgarré el alma, ¿Cuál sería su último pensamiento antes de morir? Por Dios padre te juro que no puedo con tanto dolor y remordimiento en mi pecho— Terminó sollozando como un niño abrazado a su padre— ¿Dime padre, como puedo arrancarme este sufrimiento que me carcome el alma? Ayúdame viejo, ¡Ayúdame!

—Hijo sabes que daría mi vida por evitarte ese dolor, pero lamentablemente toda acción trae como consecuencia una reacción, cada uno debe cargar la cruz de sus propios errores. Deja todo al tiempo, es el mejor aliciente para calmar tu dolor. Tal vez nunca olvides pero el sufrimiento no tendrá la misma intensidad, espera, el tiempo te curará.

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