LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 27

Las directas palabras de su amigo me dejan perpleja. Sin miedo, sin pena lo dice con normalidad; tal vez en ellos sí, pero para mí, aún no me acostumbro.

—Me es grata tu idea amigo, pero me gustaría que cenemos primero. Quiero que se conozcan —propone Jaxon, frenando a su lujurioso y necesitado amigo.

—Tienes razón amigo, fue muy precipitado de mi parte. Sentémonos.

Cada quien toma su respectivo lugar, inmediatamente llega el mesero y nos extiende la carta.

—Bienvenidos, ¿qué desean de comer esta noche? —saluda el mesero amablemente.

—Yo quiero una pasta con una pechuga cordon blue —le pido al mesero.

Fue lo primero que se me antojo al ver el menú.

—Tráigame lo mismo. Quiero conocer lo gustos de mi novia.

El comentario de Jaxon me ruboriza, siento una pequeña descarga crearse en mi estómago y se expande por todo mi cuerpo erizándome la piel, «Qué lindo.»

—Yo quiero una ensalada cesar con langosta —habla el apuesto hombre de ojos azules.

—En unos momentos les traigo sus alimentos.

El mesero le sirve vino a Alexandre, hace una reverencia y se aleja de nuestra mesa.

— ¿Y cómo te ha ido Jaxon? —pregunta el moreno de ojos azules.

—Bastante bien, la colección pasada se vendió bien y obtuve más socios. Espero abrir una cede en Holanda.

—Eso es genial, me da gusto por ti... Brindemos.

Alexandre levanta su copa y también levantamos nuestra copa y brindamos. Bebemos el líquido espumoso y continuamos con la plática.

—Y tú Mallory, ¿cómo conociste al gruñón de mi amigo? —sonrió por la referencia de hacia Jaxon.

—Trabajo con él, soy su asistente —confieso.

— ¡Oh! Entiendo. Atracción de jefe y secretaria.

—Si, algo así.

Alexandre toma su copa y se sirve más vino, el de nosotros aún está lleno. Deja la botella y levanta su copa.

—Brindo por la nueva pareja. Les deseo una buena vida de novios —Jaxon sonríe ante la actitud de su amigo —. Jaxon, cuida a tu hermosa novia y más de los hombres, no la dejes. Es la segunda vez que te veo con pareja y no quiero que mi amigo se quede solo por gruñón —le aconseja —. Mallory, cuida a mi mejor amigo, no lo dejes ir, es momento de que empiece a compartir su vida con una buena mujer… Brindo por su felicidad, salud por los novios.

Jaxon y yo levantamos las copas y brindamos. El ambiente se torna cómodo, una plática surgió de amigo a amigo y de vez en cuando me incluyen. En un par de minutos llega el mismo mesero que tomó nuestra orden, deja nuestra comida y se retira; los tres empezamos a comer.

—Jaxon ¿Te enteraste de lupercalia? Ben y su esposa fueron elegidos para organizar la fiesta.

—No, aún no. Tienen un mes que no hablo con él —comenta.

—Con eso de que se fue de luna de miel perdimos a nuestro amigo. Está de regreso y junto a su esposa prepararán el festín, incluso invitarán a extranjeros.

—Pensé que Ben dejaría de ser luperco por su esposa.

—También pensé lo mismo, pero ya sabes Hanna es igual a él. Son tal para cual.

—Ben supo bien con quien unir su vida. Me alegró por él —deja me mirar a su amigo y se enfoca en mí —Nena, estás muy cayada.

Logro de salir de mi transe, están hablando en otro idioma que no comprendo. ¿Lupercalia? ¿Luperco? «¿Qué mierda es eso?»

—Estoy disfrutado la comida —me excuso para no quedar cómo tonta.

Jaxon asiente y voltea a ver a su amigo cuando le habla.

— ¿Irás a la fiesta? —pregunta.

Entiendo que hablan de una fiesta, pero fiesta de qué. Además, no entiendo el significado de las palabras claves, estos dos hombres se entienden bien y yo estoy quedando cómo tonta tratando de entenderlos. Hay algo que Jaxon aun no me explica y necesito saberlo.

Alexandre hace señas con sus ojos dando el mensaje que sí sé de lo que hablan.

—No te preocupes, Mallory sabe de esas fiestas —le aclara.

Alexandre se sorprende y posa sus azules ojos en mí, yo aun sigo con cara de no entender. Lo único que se me viene a la mente con las palabras de Jaxon es aquel lugar en donde me compartió; desde ese día no me ha explicado más a detalle lo que es ese lugar.

— ¿Y no saliste huyendo? —me pregunta con una ligera diversión en su voz.

—No. Debo confesar que, si me disgusto al principio, pero...

—Te gusta —termina la frase por mí.

Me avergüenzo porque sus palabras acertaron. Si cualquier persona con la misma moralidad que los demás pensaría que es pecado lo que hacemos. Sé que ellos son diferentes, tienen otra manera de disfrutar el sexo y puedo hablar libremente.

—Aún no me acostumbro —confieso.

—Solo la he compartido una vez —admite Jaxon. —Y iré a la fiesta si Mallory quiere ir conmigo.

Comienzo a comprender más de lo que hablan. Las fiestas que Alexandre denomino lupercalia son esas fiestas de sexo que fui con Jaxon, estoy desconcertada.

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