Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 30

-Quítate la ropa, tengo prisa –señaló el bulto en su pantalón

-No pienso hacer tu trabajo, si me quieres, aquí estoy

Y la perversa sonrisa en su rostro se expandió, esas eran palabras mágicas que por supuesto todo hombre deseaba escuchar algún día. Se quitó la camisa y los zapatos bajo su atenta mirada. Le picaban las manos por tocarla así que cuando lo hizo fue directo a su blusa, se la quitó lanzándola por los aires acariciándole los hombros y brazos desnudos, hipnotizado con sus pechos envueltos en encaje negro. Sin aliento se dejó caer sobre sus rodillas para llevar sus manos al botón de su pantalón y abrírselo, pero en vez que quitarlo enterró su rostro en su vientre plano para absorber su aroma

-Me haces cosquillas

-Pronto sentirás más que cosquillas

Prometió y enseguida le quitó los zapatos para poder deshacerse de los pantalones. La visión de Danielle, solo en ropa interior era un verdadero placer culpable.

-Ya deja de mirar y quítate tu ropa, no pierdas el tiempo Nic

-Así que también me necesitas

-¿Crees que habría llegado hasta este punto si no lo hiciera?

-Quiero escuchar las palabras mágicas

-Te deseo, quiero que me folles y dejes de hacer preguntas ¿algo más?

-Sí ¿duro o suave?

-Duro, muy duro

-Tus deseos son órdenes

Se deshizo de los pantalones y el bóxer para tomarla con absolutamente ninguna sutileza y dejarla sobre el colchón, se lanzó sobre ella y la besó desesperado mientras sus manos eliminaban la ropa interior de Danielle, sin perder el contacto de sus labios

-Nic…

Pero no escuchó continuó con su euforia tocándola y besándola poseído por su excitación.

-Condón -pide apretando los ojos

-Mierda, no quiero

-Hazlo y ya, no aguanto estoy lista, ya basta de jueguitos

Exigió deteniéndolo en su festín. Mordisqueaba y lamía por turnos los pechos de Danielle, mientras ella hacía esos ruiditos tan eróticos que le resultaba imposible detenerse.

-Quiero sentirte

-Es lo que estás haciendo

Negándose a usar uno llevó su elección a la unión entre las piernas de Danielle, y lentamente comenzó a penetrarla hasta estar absolutamente todo dentro

-Sí, como me calienta sentirte así...

-No juegues conmigo

-Un poco más, solo... -un gemido ahogado cortó su oración

-Maldición..., eres un, un trampo..posooooo

Se meció lentamente disfrutando la fricción, el placer de tenerla piel contra piel sin obstáculos..., hasta que escuchó que volvía a pedirlo y su cabeza hizo las conexiones. Sin sutileza se quitó de encima rodando hasta la mesita de noche, buscó tardando más de lo normal y tirando todo en el interior del cajón hasta dar con un paquete de tres condones. Abrió el primero y se lo deslizó con urgencia antes de regresar a su posición dentro de ella

-¿Y ahora?

-Perfectooo -gimió con aprobación

-Así me gusta

-Ya cierra la boca y muévete más fuerte, me estás volviendo loca

-Es todo lo que quiero. Volverte loca -declaró con una tremenda sonrisa en el rostro

-¿Estás contento?

-No, contento no. Me siento feliz

-De acuerdo hombre feliz, utiliza tus atributos y hazme sentir bien

-Cuando acabe contigo no querrás separarte de mí

Entre risas y gemidos Nicholas, cumplió con su petición y la hizo sentir como la mujer más deseada del planeta. Se deleitó con la mujer que lo vuelve loco, que le quita el sueño con su cuerpo a disposición y en su casa, en su cama, con sus jadeos y esos hermosos ojos sobre él, siguiendo todos sus movimientos y caricias.

Dos horas después estaban recostados sobre la cama completamente deshecha, las almohadas en el piso, las sabanas también y el cobertor cubriéndolos apenas

-Entonces ¿qué? ¿Ahora nos casamos y te mudas aquí?

Preguntó Nicholas, emocionado acomodándose en la cama más cerca de ella, acariciando la curva de su cintura

-¿Cómo dices? ¿Estás hablando en serio? -jadeó sorprendida

-Sí –asintió sin dudarlo, acomodando su cabeza sobre una de sus manos.

-Claro que no. Hace años que no sabíamos del otro, acabamos de tener sexo, otra vez, no podemos solo casarnos -explicó boquiabierta

-¿Por qué no?

-Bueno primero, porque no quiero. Segundo ni loca me mudo a esta casa, me trae muy malos recuerdos. Tercero no nos conocemos lo suficiente, no hemos tenido una relación común y corriente, antes solo fue sexo, pelea, más sexo y más peleas.

-¿Quieres perder el tiempo teniendo citas y hablando del pasado? –concluyó con desagrado

-No pongas esa cara de fastidio. Puede que quiera algo parecido antes de un “cambio tan drástico” es lo normal Nic

-Bien, lo haremos a tu modo, siempre y cuando seas mía.

-No soy una cosa, así que olvida esa tontería de “eres mía”, solo YO soy mi dueña

-Eres realmente insoportable -suspiró dejando caer la cabeza en el colchón

-O tú el ser con menos paciencia en este planeta. Aunque eso ya está asumido y muy comprobado

-Puede ser… -murmuró entre dientes algo escéptico

-Y ya deja de pensar en una etiqueta ¿no te gustó lo que hicimos que intentas cambiarlo?

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