Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 12

Luego de una velada divertida con sus amigos y una noche terrible en la que no consiguió pegar un solo ojo Danielle, consiguió arrastrarlos a desayunar la mañana siguiente antes que todos cumplieran con sus responsabilidades y se fueran a sus respectivos trabajos. Escogieron el mejor restaurante, abierto a las 7 de la mañana, “Mondo Waffle”. Wes, fue el encargado de hacer el pedido, tenía una memoria envidiable además demostraba ser el más entrenado para una noche de juerga a mitad de semana.

-Primor creo que los chicos no estaban preparados para esto –comenta tomando asiento junto a su amiga en la mesa donde todos miraban sus teléfonos

-Son una nenitas ¿ese es mi café?

-Sí, tu café con chocolate

-¿Más chocolate que café? –preguntó emocionada

-Sé cómo bebes el café me ofendes

-Odio el café –suspiró otra cosa que le recordaba a Nicholas

-¿Por qué no dormiste anoche? ¿Te sientes bien?

-No. Bueno solo a ratos -guardó silencio un momento-. No me siento mal pero…, mientras menos pastillas me recetan más difícil es borrar los recuerdos y esto que me aplasta el pecho es como si no me dejara respirar

Wes, le rodeó los hombros con uno de sus brazos atrayéndola más cerca para reconfortarla, estaba temblando. Le acarició el brazo con suaves movimientos mientras ella bebía un poco de su café

-Tenemos que conseguir que no necesites absolutamente ninguna píldora, quiero que estés saludable, ya sabes que no me gusta que estés tan flaca

-Estoy bien, lo dijo la nutricionista

-Anoche debiste despertarme ese era el trato que teníamos

-Haces demasiado por mí Wesito, ya me estoy cansando de consumir tu tiempo

-Te adoro primor, nunca me va a molestar que me llames

-Mi héroe

-No te pongas pesada, tienes que dormir un poco así que nos iremos a mi casa

-¿Y tu trabajo?

-Sobrevivirán sin mí una mañana

-El hombre perfecto, ya sabes que no voy a aceptar que ningún tarado te trate mal –le dio una suave palmadita en la mejilla

-¿Qué hay de tu amiguito Theo? –recordó Wes

-¡Uy! No te pongas celoso –sonrió acurrucándose bajo su abrazo

-El tipo es un pretencioso que solo habla de él, fue la peor cita que pude tener

-Wes, él, solo estaba nervioso, habla mucho cuando se siente inseguro

-No estoy muy convencido de querer verlo otra vez, menos después de que ustedes dos tuvieran algo

-Fue en mi época negra, tampoco quiero que salgas con cualquiera, pero si no te sientes cómodo puedo hablar con Theo, el viernes tengo que ir a probarme unas cosas

-¿Sigue llamándote “musa”?

-Es diseñador, puede ser rarito, además es divertido probarse tanta ropa linda

-Por qué no te quedaste con Lee -suspira dramáticamente-. Ya estarías casada, embarazada y con un perro

-No

-Es un encanto ese doctor de vaginas

-¡Cierra la boca! –rió a carcajadas por su comentario

-Es lo que hace, si fuera chica fingiría solo para que me eche un vistazo y me ponga las manos encima o me revise con esa zonda que te meten para ver tu interior

-Que depravado eres Wes, aunque si tuviese un doctor lindo puede que me planteara hacerme un depilado brasileño

-¡Oh mierda! No quiero pensar en tu vagina Danielle, te pasas

Muerta de la risa Danielle, dejó su taza de café y se levantó para ir al baño. Necesitaba refrescarse, las ojeras que colgaban de sus ojos la hacían ver como un cadáver andante así que buscó en su bolso un corrector para intentar ocultarlas. Al salir corrió a la entrada como una loca y se lanzó a los brazos del hombre que acababa de entrar

-¡No puede ser, Lee!

-¡Sorpresa!

Con alegría Lee, la recibió en su efusivo abrazo, sabía de debía estar confundida por verlo allí, hace días que le comentó las ganas que tenía de verla y esa mañana en una de sus tantas conversaciones le había dicho que como no pudo dormir iba a llevarlos a todos a desayunar a ese mismo restaurante

-No sabes cuánto necesitaba ver tu cara bonita –sonrió Danielle, besándole la mejilla a su amigo

-Que buen recibimiento, la última vez me echaste a patadas –bromeó alegre

-Perdón –hizo un puchero y lo abrazó con más fuerza apoyándose en su pecho

-Te perdono solo porque me gusta lo que veo

-Lee, no me coquetees ya sabes que solo podemos ser amigos

-Payasa –rió, ambos sabían muy bien lo que eran para el otro

-¡No puedo creer que estés aquí!

-Vamos a sentarnos muero de hambre, acabo de llegar

-Los waffles aquí son una delicia -dejó de abrazarlo para tomar su mano-. Vamos a la mesa con los chicos –lo llevó para que saludara a todos

-¿Segura que no les molesta?

-No, solo están como zombies porque anoche se emborracharon y hoy los obligué a venir a desayunar

-¿Celebraban algo a mitad de semana?

-Supongo que mi nuevo trabajo, conseguí algo como anfitriona en un restaurante muy lindo

-Vaya, eso suena refrescante

-Sí, me distrae mucho

-¿No bebiste?

-No…, no lo hago, solo cuando…

-Lo necesitas, lo tengo

-Lee ¿recuerdas lo que pasó entre nosotros? –se detuvo antes de llegar a la mesa

-Dani, lo tengo claro, es por eso que somos amigos ahora, eres una gran chica

-Es que nadie lo sabe, bueno solo Wes, pero todos desconocen los detalles “sucios” de mi vergonzoso hundimiento

-Basta de eso, no tiene nada de vergonzoso, y no lo justifico pero estabas intentando espantar el dolor, fue una perdida horrible

-Mierda, deberías ser psicólogo, eres bueno haciendo que la gente hable

-En ese caso preferiría detective –le sonríe para borrarle esa lúgubre expresión de preocupación del rostro

Llegaron a la mesa y solo Leo y Wes, se levantaron para saludarlo apropiadamente. Amanda y Mika, solo agitaron la mano y siguieron concentradas en sus tazas de café.

-Toma asiento conmigo, ignóralos, solo necesitan comer para volver a ser humanos

Se instalaron en la mesa de al lado y enseguida una camarera fue a tomar su pedido.

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