Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 18

Mamá y yo estábamos de regreso en la granja. Yo bajaba algunas bolsas de la camioneta al igual que mamá.

—Alicia , tienes un jefe muy guapo—se le miraba tan animada—ojo con eso, podría haber una oportunidad ahí.

—¡Mama!—negué con la cabeza—¿crees que un sujeto como él se fijaría en una chica como yo? Créeme que yo sería su última opción—caminabamos hacia la casa con las bolsas de papel cartón en nuestros brazos—si tan solo vieras las mujeres que lo siguen.

Enseguida llegó Leo, para ayudarnos con las demás compras. Venía con vaqueros llenos de mugre, una camisa medio abotonada a cuadros, unas botas de cuero en color café y un sombrero medio ajustado de color beige, su cabello le sobresalía por los lados, al parecer había cambiado un poco.

—Hola, Alicia —me echó una mirada de los pies a la cabeza—por lo que veo estás muy cambiada, hace tanto que no te miraba.—tomó el resto de compras.

—Hola, Leo —respondí sin ninguna expresión en mi rostro—sí, al parecer uno se pierde por acá cierto tiempo y las personas luego te ven diferente, pero supongo que así es acá, se me había olvidado que todo lo hacen grande.

Mamá iba adelante con su bolsa de compra. Intentó abrir la puerta principal, pero le fue imposible.

—Un momento, señora—Leo se adelantó—yo la abro por usted—la abrió.

—Muchas gracias, Leo,—asintió con una pequeña sonrisa—hombres como tú hay pocos por acá.

Nos adentramos a la sala, coloqué las compras encima del comedor, subí rápidamente hacia mi habitación, sabía que si me quedaba ahí mamá empezaría a preguntarme tantas cosas de Nicky, ademas estaba Leo y también me di cuenta de cómo me quedaba viendo. Conozco esa mirada de los hombres, esa que te desvisten con solo analizarte un poco y yo ya había acabado el ciclo con el.

Me recosté un poco en la cama poniendo mis manos debajo de la almohada, me preguntaba qué andaría haciendo Nicky por acá. Su respuesta de negocios la miré un poco incoherente ya que acá era una zona bastante rural, pero bueno… si él dice eso pues eso será.

—¿Alicia ?—mamá llamaba desde la sala

—¡Dios!—empuñé mis manos y labios—ahora que querrá esta señora, tan solo no puedo estar acá un rato porque ya se le antoja buscarme para todo.—bajé las escaleras de malas ganas—lo primero que hago es venir hasta acá para buscar un poco de paz y me ha salido el tiro por la culata.

—¿Qué dices, Alis?—mamá estaba en el desayunador con su música a todo dar.

—¡Nada!—negué con la cabeza rodando mis ojos—¿para que me llamabas?—volteé mis manos.

—Pues para que me ayudes a seleccionar las frutas y verduras para cuando venga tu novio…—arqueó su ceja—digo, tu jefe—sonrió.

—Como que hoy andamos algo chistositas ¿eh, mamá?—palmeé su hombro—buena suerte, pero desde ya te aclaro que tu hija pasará mucho tiempo soltera, tampoco intentes pasarte de la raya cuando él venga—tomé el cuchillo para cortar unos tomates, naranjas y cebollas, mamá hoy haría su famoso estofado de res.

Crucé los dedos para que a Nicky le gustara ya que él estaba acostumbrado a comidas finas y exóticas.

—Deberías de venir más seguido, Alis,—mamá se acercaba con un delantal blanco de lona—te haría bien que salgas de esa rutina que tienes.—tomó una olla y la colocó en el quemador encendido.

—No te ilusiones mucho, mamá—achicaba mis ojos lagrimosos de haber cortado la cebolla—no siempre vendré por acá, luego llamas a medio pueblo cada vez que venga y mejor yo paso con eso, siempre me has conocido como soy.

—Lo sé, pero no le vi nada malo—ajustaba la llama de la cocina—al menos a tu padre y a mi nos has hecho mucha falta, tantos años conviviendo juntos que cuando te fuiste todo fue diferente, pero te darás cuenta cuando tengas tus propios hijos.

—Si es que eso llega a pasar—reí de manera sarcástica—no te hagas muchas ideas de que eso pueda pasar.

—Ese hombre que tienes por jefe… ¿te trata bien?—me miró encima de su hombro mientras seguía cocinando.

—Mamá, Nicky tan solo me trata como trataría a cualquier empleado de su empresa—puse mis labios en una sola línea, quería ser lo más cortante posible, mamá no se daba por vencida en averiguar cosas de él—si me disculpas, creo que ya terminé—me acerqué detrás de ella dándole un pequeño masaje en su hombros—relájate mamá, iré a los corrales.

Me senté en una piedra bastante cómoda, mi papá estaba con Leo montando a caballo, estaba enseñándole cosas, al parecer acá había como una exhibición de caballos y mi padre siempre participaba, la vida del campo siempre me había gustado, lo único que me gustaba disfrutar de mi privacidad, acá todo era muy diferente, me encontraba en contacto con la naturaleza y eso me hacía muy bien. Además que el estar apartada del celular era otra de las cosas que le hacían bien a mi cabeza, ojalá y tuviera vacaciones más adelante.

—Hija—papá se acercaba montado a su caballo—¿te gustaría montar uno de los caballos?—se perfiló con el caballo trotando de un lado a otro, vaqueros de cuero, una faja con una hebilla de la cabeza de un toro, una camisa manga larga a rayas y un sombrero negro.

—No creo, papá—pues yo no haría eso, me daba cierto temor que un caballo me botara, era bastante miedosa en esas cosas—quizá en otra

—Vamos, Alicia ,—Leo llegaba en otro caballo, al parecer era bueno en eso—te pierdes de algo bueno.—acomodó su sombrero.

—Tranquilos—sonreí asintiendo—en otra ocasión los acompaño, pero prefiero verlos de larguito—ambos se retiraron dándole en los costados a sus caballos para que estos corrieran.

Me levanté y me acerqué al corral, había uno que me llamaba más la atención, era un caballo negro azabache con cierto pelaje en sus patas y cola.

—¿Está muy hermoso no lo crees, Alicia ?—papá intentaba domarlo—¿recuerdas cuando te lo regalé?

—Espera—me sorprendí—¿este es Fugaz?—fruncí el ceño

—Así es y desde ese entonces jamás se ha dejado montar, es un caballo muy rebelde—se paseaba dentro del corral.

Quizá se parece un poco a mi de rebelde.

—Es un bonito caballo—una voz que conocía y me hacía vibrar provenía desde atrás, era Nicky,—es un auténtico Pecherón, son fuertes y grandes, un símbolo de grandeza sin duda—subió una pierna a una tabla del corral recostando sus brazos, traía una camisa negra, un pantalón de mezclilla y unos zapatos negros deportivos, era totalmente diferente al Nicky que conocía en la ciudad.

Tragué grueso pues no creía que mi jefe estuviera acá, en mi casa, o sea, qué incómodo sabiendo cómo es el.

—Nicky, ¿Qué haces acas?—me extrañé—se supone que vendrías en la noche justo para la cena ¿no?

—Así es, pero quise comprar ciertas cosas para la cena y las dejé por acá—el sol le daba en sus ojos tornándolos con un color más claro—tu mamá es muy amable, pero ¿por qué te extrañas de verme acá?—sonreía—¿quieres que me vaya?—me observó con otro tipo de mirada, esta era una mirada más cálida.

—No, tranquilo, puedes quedarte—aparté mi vista de él dirigiéndome al corral—parece que sabes mucho hasta de caballos.

—Así es, nosotros jugábamos al Polo y créeme que ahí desarrollas gran destreza con los caballos

—¿Quieres decir que hasta puedes montarlos?—al parecer mi jefe era una caja llena de sorpresas, creo que en todos los aspectos era bueno.

La noche había caído, nos encontrábamos en la sala sentados en el comedor, papá estaba en un extremo, mamá en el otro, yo en el centro y Nicky estaba en frente. El estaba degustando del estofado de res que había hecho mamá, lo analizaba, yo era muy buena con el lenguaje corporal y estaba esperando que él hiciera un gesto que me hiciera creer que no le gustaba.

—Esto simplemente está exquisito—saboreaba una y otra vez—no había probado algo como esto, señora.

—Qué bueno que te gustó—dijo mamá—Alicia también hizo su parte—me observó—¿no es así?—levantó sus dos cejas.

—Por favor, mamá, casi no hice nada—bufé—la mayoría lo hiciste tu.

—Pues si es así tendrás que llevar la receta—Nicky me fulminaba con su mirada—quizá me enseñes a cocinar esto porque la verdad me ha gustado todo, más bien le quería pedir si puedo tomar un poco más.

¿Qué? Es en serio, no lo puedo creer, si es que se porta como que es otro sujeto, ¿no será que este tipo es un doble o el hermano gemelo del Nicky que conozco? Porque el Nicky que yo conozco no haría eso.

De pronto escuchamos unos ruidos extraños que venían del corral.

—Con permiso—papá salió en busca de su linterna.

De inmediato todos salimos para ver qué era lo que estaba pasando. Papá se acercaba corriendo hacia nosotros con su respiración agotada.

—Se trata de Fugaz, se ha escapado—tomaba aire—lo peor de todo es que Leo no está para ayudarme.

—Yo lo ayudaré—dijo Nicky muy decidido—sólo présteme uno de sus caballos.

Enseguida papá lo llevó para que tomase un caballo de los que estaban disponibles, lo montó como si era algo rutinario y salió corriendo en busca de Fugaz. Lo acepto, se miraba tan sexy cuando enganchó una pierna sobre la otra.

HORA Y MEDIA MÁS TARDE

Ahí venia Nicky, con su camisa rasgada y con Fugaz, lazado de su cuello a un trote sincronizado.

—Lo siento por la demora, pero este caballo sí que corre—su voz estaba agitada—está sano y salvo—bajó del caballo y encerró a Fugaz, lo extraño es que él lo había domado.

—Muchas gracias, Nicky—se lo agradecí de corazón, pues ese era un regalo muy importante de mi padre—¿Qué pasó con tu camisa?—quise saber.

—Ah, pues esto pasó cuando me pase rasgando con unas ramas que se me atravesaron pero no es nada—tenía unas pequeñas heridas en su abdomen y en la parte baja de su pecho—tengo que irme.

—Espera un momento—lo detuve—déjame al menos curar esas pequeñas heridas, es lo menos que puedo hacer.

—Está bien. Si tú quieres…—nos dirigimos hacia la casa.

Busqué en el botiquín algodón, alcohol y una crema para las heridas. Se acostó sombre mi cama sin su camisa.

—¿Esta es tu habitación?—observó las paredes detenidamente riéndose un poco.

—Oye, tampoco abuses ¿ok?—lo fulminé con la mirada—este era mi cuarto de cuando estaba pequeña—tomé el algodón embebido de alcohol

—¿Sabes que eso arde?—se quejó—que manera de desquitartelas conmigo

—Entonces no te burles de mis cosas—puse mis labios en una sola línea como una niña inocente.

Enseguida me sentí extraña al tocar el cuerpo suyo, mis manos habían pasado de su pecho a su abdomen, sentía unas sensaciones muy fuertes muy debajo del ombligo y eran unas que me dominaban, un deseo incontenible emergía desde lo más profundo de mi cuerpo, el hombre a quien tenía de frente me hacía sentir cosas inigualables; poco a poco hubo una atracción entre él y yo que nuestros labios se acercaba cada vez más, su mano estaba en mi cintura y yo… tan solo me sentía bajo el hechizo de un hombre.

¡toc, toc!

—¿Todo bien ahí?—mamá entró a la habitación.

—Sí, mamá, justo estaba terminando de curarlo—guardé toda las cosas en el botiquín.

—Ten—mamá le daba una camisa de papá—espero te quede.

—Muchas gracias, no era para tanto—la tomó y se la puso. Increíble que hasta la ropa más sencilla le quedaba muy bien—podría haberme ido sin camisa al coche, pero le agradezco por su detalle. La pasé muy bien, espero que tengan muy buena noche.—se despidió para tomar su flameante coche.

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