Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 17

—¿Qué harás donde tus padres? —cuando Myers y yo nos adentramos al departamento nos dirigimos hacia mi habitación. Mi cuarto estaba hecho un desastre, habían cosas tiradas por aquí y por allá. Pero era Myers, no me importó.

—Quiero hacerles una visita —respondí, mientras sacaba la maleta del ropero. Era pequeña, color negra. Solo iría sábado y domingo porque lunes tenía que venir a clases y obviamente a trabajar.

—Hace mucho que no visitas a tus padres, es decir, los años que tenemos de ser vecinos no he visto que salgas así. Has de estar muy mal.

Lo miré raro.

—¿A qué te refieres con mal? —puse la maleta abierta en la cama y me dirigí a sacar ropa de mi ropero. Myers solo estaba sentando en el borde de mi cama hablando. No sabía ni por qué le dije que me acompañara.

—Fue solo un comentario —se encogió de hombros.

—¿Dónde es tu casa? —quiso saber, ahora se recostó en la cama poniendo sus brazos como almohadas. Rodé los ojos para mis adentros pero no le dije nada. No entendía tampoco por qué últimamente estaba de malhumor. En realidad creo que Myers es quien saca lo peor de mi.

—En Tennessee, Myers —respondí seca—Allí nací —empaqué solamente tres pantalones y tres camisas. La ropa interior la empaqué con cuidado de que Myers no la viera.

—Tennessee—saboreó el nombre— Dicen que es bonito, hay mucho pasto... la vida campirana.

Por último empaqué un par de zapatos.

Creo que estaba lista.

—¿Viajarás en autobús?

—No creo, es muy lejos y llegaré más tarde. Llamaré a un Uber —contesté, sacando mi teléfono de celular y mandando mensajes a la aplicación de Ubers, quizás había uno disponible que hiciera ese viaje tan largo. Aunque sé que me costará caro.

Había uno. Como lo supuse me cobrará un dineral, pero era lo que había. Estaría aquí en diez minutos.

—Salgamos —le hice seña a Myers.

—¿No quieres que te acompañe?

Lo miré mal.

—¿No? —respondí de manera obvia. Al salir de departamento dejé cerrado con llave todo.

—Lo bueno es que vendrás el domingo, así no te extrañaré tanto.

—Adios, Myers —me despedí— Cuídate.

Él solo elevó su mano diciéndome adiós con ella. Me adentré al ascensor y apreté el botón del living. Mientras iba bajando aproveché para mandarle mensajes a Graciella diciéndole que iría a visitar a mis padres.

De Graciella:

¿Cuando vuelves?

De inmediato le escribí una respuesta.

De Alis:

El domingo, querida. No hagas nada indebido mientras no estoy, por favor.

De Graciella:

Como qué podría hacer? Te voy a extrañar :(

De Alis:

Igual yo.

De Graciella:

Me llamas cuando llegues :3

De Alis:

Claro. Xoxo

Al salir del ascensor me quedé un momento esperando al taxista, mi mente viajó por un momento a Nicky, la noche que pasé con el. No lo sé, era muy extraño todo con mi jefe. A veces se comportaba raro y otras no, también me pareció raro esos tipos. Había algo que Nicky ocultaba, lo podía sentir.

Minutos después el Uber llegó, subió mis maletas a la cajuela y yo me adentré en los asientos de atrás. Tenía un largo viaje por recorrer.

Horas más tarde.

—¿Señorita? Llegamos.

Abrí los ojos un poco soñolienta, era de noche ya. Pude apreciar por el reloj del auto que eran 9:30. Me sentía súper cansada. Estábamos en el pueblo, mi madre me esperaría cerca de por aquí para llevarme a la granja. No estaba tan lejos de aquí, solo a unos minutos.

—Puede dejarme por aquí —le hice saber al conductor.

—Por supuesto.

El conductor se detuvo cerca de un local de licores, se bajó a sacar mis maletas así que también me bajé. Me sentía entumida todo el cuerpo. El ambiente era otro aquí, más sano, más rústico. Sentía que había vuelto a mi hogar. Me dio cierta nostalgia todo. Habían personas paseándose por las calles, algunos estaban en parejas.

—Aquí tiene —le pagué al señor.

—Gracias, buenas noches.

El conductor se adentró al auto y se fue. Tomé mi maleta y me digné a ver para ambos lados, ¿en donde estará mamá? En eso, el claxon de un coche me hizo saltar del susto en el mismo lugar. Una camioneta vieja se estacionó frente a mi. Era mamá. Estaba sonriente, traía una música campirana en el radio.

—¡Alicia ! —mamá se bajó del coche y corrió a abrazarme. Hice una mueca porque no me gustaba tanta muestra de cariño, pero igual le devolví el abrazo.

—Hola, mamá.

—¡Pero mírate! Hace años que no te veo, estás más delgada, ¿no has estado comiendo bien, cierto? Alicia , la primera regla para dejarte vivir fuera de la casa era que te alimentaras bien y no lo estás cumpliendo —me sentenció con su dedo índice.

Rodé los ojos. Ella nunca cambiaba. Seguía igual, se veía joven. Sus cabellos rubios le caían por los hombros, los tenía en algunos rizos.

—Claro que lo estoy cumpliendo —respondí— Es solo que la universidad me tiene estresada —tomé mi maleta y la empecé a meter en la parte trasera de la camioneta. —¿Como ha estado todo por aquí? Muero de sueño.

Mamá rodeó el coche y se subió también.

—Todo normal, como siempre la misma vida de un pueblo. Al menos tu ves otras cosas y disfrutas de otras cosas. Hay tanto que contarte —encendió el coche y arrancó— Hicimos una pequeña reunión en casa para darte la bienvenida.

—¿Qué? —la miré mal— Mamá, lo único que quería después de este largo viaje era descansar tranquila.

—No seas grosera, Alicia , son algunos vecinos nada más.

—Sí, claro.

En el camino me seguía diciendo lo mismo, hasta que estábamos llegando a la granja. De noche no se veía casi nada, extrañaba el ambiente rústico de aquí. También extrañaba a los caballos. Me pregunto cómo estará Fugaz, el caballo que mi padre me había regalado cuando era una niña.

Al llegar a casa bajé mi maleta, se escuchaba alguna música dentro. Genial, ahora tendría que saludar a todos los vecinos. Para mi madre “algunos vecinos” era casi todo el pueblo. La casa era grande, lo suficiente para que ellos alcanzaran en la sala.

—Tu abuelo está muy emocionado de que estes aquí —dijo. Igual me sentía emocionada por verlos de nuevo. Es solo que no planeé ver al medio pueblo aquí. Antes de entrar a la casa puse mi mejor sonrisa y entré.

Como dije, habían muchas personas, me saludaron, tuve que saludar, estaban mis primos también. Saludé a mi padre, al abuelo quien se sentía incómodo con tanta gente también. Después de todo no fue tan malo porque me hizo olvidar un poco de mi patética vida y concentrarme en los problemas ajenos.

—Prima, estas más guapa —Jared, mi primo de doce años se me acercó— ¿Tienes novio?

—No —respondí mientras tomaba vino. Me encontraba en la enorme mesa del comedor yo sola, los demás estaban en sus cosas.

—Es extraño, pero Leo aún está disponible —murmuró. Casi me atraganto con el vino cuando Jared me mencionó a ese tipo. Era mi ex novio de la secundaria. Hace años que no lo veía.

—¿Y eso qué? —me abaniqué con la mano.

—Solo te decía. —se acercó— Algunos dicen que aún no te supera.

Lo miré con la cara arrugada, él solo se puso a reír y se alejó corriendo.

—Niños.

El resto de las horas fueron aburridas, las visitas se fueron como a la una de la mañana. Me sentía muy cansada. Mi abuelo se despidió porque moría de sueño también, al igual que mi padre. Mi madre me acompañó a mi habitación. Dejé la maleta en el piso y me acosté.

—¿Duermes con la misma ropa que usas en el día? —me reprochó.

—Obvio no, es solo que tengo pereza cambiarme —hice puchero.

—Quítatela, aquí hay algunos camisones de cuando estabas.

Y la habitación estaba igual que cuando me fui, nada más que era más como de una niña. A regañadientes me quité la ropa y me puse un camisón que me quedaba a las rodillas. Dios mío, qué horror. Pero no me quejé.

—Descansa, mañana saldremos temprano a comprar algunas cosas al pueblo.

—Okay.

Solamente cerré mis ojos y me quedé dormida de inmediato.

—¡Alicia ! ¡Despiértate!

Escuchaba que me llamaban a lo lejos, quizás era solo una vaga pesadilla.

—¡Alicia !

Alguien me removió.

Abrí los ojos con dificultad al momento en que una enorme luz me cegaba. Mamá estaba abriendo las cortinas y toda la luz del sol me golpeaba la cara.

—¡Mamá! Es temprano.

—Son las diez de la mañana, Alis, tenemos que ir al pueblo.

Gruñí.

—Ve tú.

—Alis, quiero pasar tiempo contigo. Dices que mañana te vas. Aprovechemos el tiempo que podemos pasar juntas.

—Hmm muero de sueño.

—Eso con un baño se quita.

Mi mamá para todo tenía solución.

Bostecé.

—Está bien —acepté de mala gana.

—Te doy diez minutos.

Y se fue.

Salí de la cama con toda la pereza del mundo y me adentré al baño. Me bañé, dejé que el agua se llevara el sueño y la flojera, parecía que estaba funcionando. Salí y me vestí con unos pantalones ajustados, una camisa corta y unos converse viejos. Peiné mi cabello, dejé el celular de lado y bajé. Mi madre me esperaba en la camioneta ya.

—Buenos días, abuelo —le dije al viejito que estaba sentado afuera mirando el horizonte. Tenía una gallina en sus piernas. Me pareció gracioso.

—Buenos días, ¿dormiste bien después del escándalo que hizo tu madre?

—Más o menos —respondí— ¿Donde está papá?

—En el corral con Leo.

—¿Leo?

—Si, trabaja con el.

—Oh.

Mierda.

Mamá hizo tocar su claxon.

—¡Ya voy!

—¡No molestes a tu hija! —la regañó mi abuelo. Cosa que me hizo gracia, mamá solo rodó los ojos.

El día estaba soleado, se veía todo verte. Habían algunos caballos a lo lejos, más tarde disfrutaría de esto con más tranquilidad.

Me monté a la camioneta y nos dirigimos al pueblo.

En el pueblo mi madre se dedicó a contarme sobre sus amistades y los chismes comunes mientras comprábamos frutas y más cosas para cocinar después. Estábamos en la misma tienda de licores cuando a lo lejos miré un coche muy parecido al de Nicky Chance, el corazón se me aceleró un poco al imaginar que podría estar aquí. Pero no podía ser, era solo una muy extraña coincidencia.

—¡Alis! Mira a quien me encontré.

Mi mamá venía saliendo de la tienda de licores con algunos vinos en la mano, pero mi mirada cayó a la persona que venía detrás de ella.

No. Puede. Ser.

—Es Nicky Chance, ¿por qué no me dijiste que le habías hablado de mi a tu jefe?

Quizás porque no lo hice.

—¿Nicky? —me acerqué. El hombre vestía más común, no usaba sus típicos trajes sino que ahora solo usaba unos pantalones y una camiseta blanca. Su pelo iba más libre. No parecía mi jefe. Quizás era su hermano perdido.

—Hola, Alicia —me saludó con su típico tono seguro. Él transmitía seguridad.

—¿Qué hace aquí? —fue lo que pregunté.

—Alicia , no lo bombardees con tus preguntas. Discúlpala, ella es especial —le dijo mi madre. La miré mal de inmediato— ¿Qué lo trae por aquí?

E igual ella le hizo la misma pregunta, quien la entiende.

—Negocios. —respondió mi jefe, cosa que no me creí— Luego supe que Alicia me había comentado que estaría por aquí también. No pensé que me la encontraría si.

No, qué va.

—Pues qué casualidad, a mi me da gusto conocerlo. Es más, quisiera invitarlo a cenar esta noche a la casa, ¿está de acuerdo?

¿Pero qué hace mi madre?

—Mamá, el señor Nicky es un hombre muy ocupado. No lo molestes —me acerqué a ella— Discúlpanos —ahora me dirigí a él.

—No hay problema, yo voy encantado.

—Perfecto. Entonces lo esperaremos en la granja.

—¿Estás de acuerdo, Alicia ? —me preguntó mi jefe. Su mirada era tan penetrante que no se la podía sostener mucho tiempo.

—Claro. —sonreí. Pero en el fondo sentía que era una mala idea.

—Nos veremos allá entonces, qué pasen buen día.

Y el tipo se alejó como si nada a su coche.

Me pareció muy extraño encontrármelo aquí casualmente. Muy extraño.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi primera vez (COMPLETA)