La niñera y el papá alfa romance Capítulo 99

Moana

Seguía mirando la fuente, totalmente desconcertada por la repentina decisión de Ethan de besarme cuando yo sólo necesitaba un amigo en quien confiar, cuando de pronto oí el ruido de unos tacones sobre la piedra.

Mi corazón se desplomó cuando levanté la vista y vi quién se dirigía directamente hacia mí: Kelly.

Tenía una sonrisa ladina en la cara que me dijo todo lo que necesitaba saber. Estaba tramando algo. Hubiera intentado levantarme y alejarme, pero estaba claro que ya me había visto y era demasiado tarde.

-Hola, Kelly-, dije, forzando una leve sonrisa. -¿Cómo estás? Intenté ser educada e ignorar el hecho de que llevaba el mismo vestido que yo, aunque me incomodaba verla así. Me decía a mí misma que tal vez era sólo una coincidencia, ya que la tienda a la que Edrick me llevó parecía cara y popular, pero conocía a Kelly lo suficiente como para intuir que era completamente intencionado por su parte. Estaba claro que incluso se había arreglado el vestido para que le quedara más ceñido al abdomen, como si quisiera presumir de que tenía el vientre plano y delgado mientras el mío crecía.

Kelly se detuvo delante de mí con la misma sonrisa en la cara. Tenía el teléfono en la mano y lo agarraba con tanta fuerza que tenía los nudillos derechos. Ahora que estaba más cerca, me di cuenta de que había algo más detrás de su sonrisa: pura maldad y odio. Sus ojos eran fríos y calculadores.

-Sabes-, dijo ella, poniendo las manos en las caderas, -intenté darte el beneficio de la duda. Quiero decir, es obvio que sólo estás tratando de estafar al pobre Edrick para que te dé dinero y estatus social, y él está cayendo en la trampa por alguna estúpida razón, pero pensé 'Hey... Tal vez ella es sólo una niñera en busca de trabajo'. Resulta que estaba equivocado, y todo el mundo puede verlo. Edrick lo verá también, después de esta noche.

-Um... ¿Qué?- pregunté, parpadeando incrédula. -No estoy segura de saber de qué estás hablando.

se burló Kelly. Seguía de pie delante de mí, impidiendo que nadie me viera. No pude evitar preguntarme si era intencionado, como si no quisiera que nadie viera lo que estaba a punto de hacerme. -Eres una zorra, seduciendo a dos hermanos así en una noche.

Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Vio mi beso con Ethan? Cualquiera en el exterior podría haber sido capaz de decir que ese beso fue espontáneo y no consensuado. -Kelly, eso no es lo que...

-Ahórrate las excusas-, dijo, golpeando ahora su teléfono para desbloquearlo. -Yo te vi. Y tengo pruebas.

-¿Pruebas?

-Toma. Dio unos golpecitos más en la pantalla y la giró para que yo pudiera verla. Mis ojos se abrieron de par en par cuando lo hizo; en la pantalla, había una imagen clara de Ethan besándome en la fuente. Fue justo antes de que recuperara el sentido y lo apartara, lo que hizo que pareciera que me gustaba. Como si quisiera que me besara, aunque en realidad no quería que lo hiciera.

-Ethan me besó sin mi permiso, y yo lo rechacé-, gruñí, poniéndome de pie. -Estás tergiversando la historia.

-¿Estoy tergiversando la narración?- Kelly respondió con una risita irónica. -Tú eres la que ha estado bailando el vals con Edrick, metiéndote en su vida y en la de su familia. Todo el mundo sabe lo que has estado haciendo y es patético. ¿Por qué no tomas el dinero de Michael y nos dejas en paz?

Se me hizo un nudo en el estómago. ¿Kelly sabía lo del ultimátum de Michael? ¿Estaban juntos en esto, o algo así? Todo este tiempo, Kelly había estado siguiendo a Edrick como un cachorro perdido, y su padre, al parecer, llevaba años presionándolo. No podía evitar preguntarme si planeaban trabajar juntos esta noche para separarnos a Edrick y a mí y hacer que me fuera. ¿Era por eso que Kelly quería hablar con Edrick en privado al principio del banquete?

-Creo que estás celoso-, solté.

Kelly abrió mucho los ojos. -¿Celosa?-, preguntó, riendo abrasivamente. -¿Yo? ¿Celosa de ti? Eso es ridículo. Jamás sentiría celos de una inútil niñera humana que tuvo que ir a dejarse preñar por un acaudalado director general hombre lobo en un patético intento de ascender en el escalafón social.

Ahora era yo quien se reía. Sentí que Mina volvía a burbujear dentro de mí, instándome a defenderme, y eso hice. La presencia de Mina me infundió una nueva confianza y, de repente, me dio igual lo que pensaran los demás si me oían. Para mí, Kelly no era más que una adolescente huraña.

-Estás celoso-, le dije. -Estás celosa de que Edrick nunca te quiera. Crees que elegirá a una niñera humana en vez de a ti, y no puedes soportarlo. Eres como un niño.

Los ojos de Kelly se abrieron tanto que pude ver el blanco alrededor de sus pupilas. Su cara se puso roja como la remolacha e incluso las venas de su cuello empezaron a aflorar.

-Pequeña zorra-, gruñó. Entonces, con un movimiento rápido, levantó la mano, la retiró y me abofeteó en la cara con toda la fuerza que pudo. La fuerza con la que me golpeó un hombre lobo hizo que la cabeza me diera vueltas y caí de espaldas sobre el borde de la fuente, agarrándome la cara.

-Voy a enseñarle esta foto a Edrick esta noche-, dijo Kelly con indiferencia mientras volvía a meter el teléfono en el bolso mientras yo seguía sentada en el borde de la fuente y me agarraba la cara, mirando aturdida al suelo. -O coges el dinero de Michael y nos dejas en paz de una vez por todas, o me aseguraré de que Edrick te eche él mismo.

No podía hablar. El dolor de la bofetada todavía me palpitaba en la cara y en la cabeza, y me zumbaban tanto los oídos que apenas podía oír la voz de Kelly. Por fin, aparentemente satisfecha con su destrucción, se sacudió el pelo largo y rubio por encima del hombro con un hmph y se marchó furiosa. Lo último que oí después de que se desvaneciera el sonido de sus tacones sobre el suelo adoquinado fue el ruido de la puerta al abrirse y cerrarse, dejando que la música y las voces recorrieran temporalmente el aire del pequeño jardín antes de desaparecer de nuevo.

Una vez a solas, un sollozo escapó de mi garganta. Bajé la mano temblorosa de la cara escocida, con todo el cuerpo temblando de dolor y rabia. No importaba si aceptaba el soborno de Michael y me iba o no lo aceptaba, seguía atrapada entre la espada y la pared. ¿De verdad me echaría Edrick por un beso que yo ni siquiera quería? ¿Mi hijo siempre se preguntaría por qué su padre no quería estar en nuestras vidas? ¿Se preguntaría Ella siempre por qué la abandoné?

Las lágrimas empezaban a brotar y sabía que aquí me verían con facilidad y la gente empezaría a hacerme preguntas. Así que, haciendo acopio de la poca dignidad que me quedaba, me puse en pie y comencé a alejarme de la sala del banquete, donde podría estar verdaderamente a solas con mi dolor.

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