La niñera y el papá alfa romance Capítulo 98

Edrick

Estaba demasiado sorprendido por la proposición de Kelly como para hablar. ¿Fue ella la que pagó al tabloide para que mantuviera la foto, sólo para poder manipularme para que tuviera una falsa relación con ella? ¿O fue otra persona la que se lo propuso... como mi padre?

-¿Y bien?-, dijo, batiendo las pestañas delante de mí. -¿Qué me dices?

-I...- Hice una pausa, parpadeando incrédula mientras mi cabeza daba vueltas. -Necesito una copa-. Sin decir nada más, giré sobre mis talones y me dirigí hacia la puerta del salón de banquetes.

-¡Al menos piénsatelo!- Kelly me llamó con un tono de voz cantarín. -¡Estaré esperando a oír tu decisión!.

Suspiré al volver a entrar en la sala del banquete, dejando que la música y el ruido de los invitados me invadieran. ¿Por qué no podía simplemente disfrutar del banquete? ¿Por qué parecía que este tipo de cosas siempre tenían algún tipo de connotación política?

Mientras me dirigía al bar, intenté olvidar la conversación con Kelly. Ella ya estaba un poco borracha, y era evidente que sólo estaba siendo vengativa porque parecía que todavía no podía superar el hecho de que yo nunca iba a estar interesado en ella románticamente.

-Ginebra con tónica, por favor-, le dije al camarero. Me di la vuelta y miré a los invitados de la fiesta mientras esperaba mi copa. Al hacerlo, vi una cabeza familiar que se abría paso hacia mí entre la multitud.

Mi padre. Estupendo.

-Hola, papá-, le dije cuando se acercó. Le tendí la mano, pero no me la estrechó, sino que pasó a mi lado para pedir su bebida. Así que iba a ser una de esas noches; mi madre no mentía cuando decía que estaba de mal humor. Con un suspiro ahogado, me di la vuelta y cogí la copa del camarero. Estaba dándole un sorbo y ocupándome de mis asuntos cuando, de repente, mi padre me puso delante un papel doblado.

-¿Qué es esto?- pregunté frunciendo el ceño mientras lo cogía y lo abría. Mis ojos se abrieron de par en par al ver que era un gráfico de la cotización de nuestras acciones. Parecía que habían bajado un poco durante la semana pasada; estaba perfectamente correlacionado con el día en que ocurrió el incidente de los tabloides.

-Tu pequeño error ya está afectando a nuestro negocio-, dijo mi padre. Inclinó la cabeza hacia atrás y se bebió el vasito de whisky de un trago, luego lo dejó de golpe sobre la barra con una fuerza que incluso hizo saltar al pobre camarero. -Tienes que hacer lo mejor para nuestra empresa. Esto ya ha durado demasiado.

-¿Qué es lo mejor?- pregunté, volviendo a doblar el papel y acercándoselo. -¿De qué estás hablando? ¿Qué ya ha pasado demasiado tiempo?

Mi padre emitió un sonido exasperado que estuvo a escasos centímetros de ser un gruñido. El camarero le volvió a llenar el vaso, se lo arrebató y se lo bebió también de un trago. -Seré viejo, pero no soy tonto, muchacho-, dijo mi padre. -Ya tuve bastante paciencia con tu primera hija. Puede que sea ilegítima, pero al menos es una mujer lobo de pura raza. Pero esta...- Se volvió y señaló a Moana, que cruzaba el salón de baile cogida de la mano de Ella. Vi cómo Ella se dirigía entusiasmada hacia mi madre, que sonreía de oreja a oreja y la colmaba de besos. Mi padre no le sonrió ni una sola vez. Mis ojos se desviaron entonces hacia Moana, que estaba absolutamente deslumbrante con su vestido; mucho mejor que Kelly, y Moana apenas tenía que esforzarse para estar tan guapa. Era una belleza natural, mientras que Kelly estaba demasiado delgada y los efectos de demasiado alcohol, demasiados cigarrillos y no comer lo suficiente ya empezaban a notarse en su rostro. Siempre sospeché que también se drogaba, pero nunca pude estar segura.

-Papá, ¿tenemos que tener esta conversación ahora mismo?-. pregunté, cogiendo mi vaso y alejándome un paso de la barra. -Es el banquete familiar. ¿Por qué no puedes pasar un buen rato?.

Mi padre se burló. -¿Cómo voy a pasármelo bien en serio si vas por ahí preñando niñeras humanas?.

Se me hizo un nudo en la garganta al oír las palabras de mi padre. Por segunda vez aquella noche, recordé que Moana no era más que eso: una niñera humana. Una sirvienta de clase baja. A menudo olvidaba que no era una mujer lobo de la alta sociedad por su belleza y su gracia, lo que hacía que me doliera aún más cuando me recordaban su verdadera posición social. Por supuesto, no podía admitirlo ante nadie, ni siquiera ante mí mismo, pero en secreto deseaba que fuera una mujer lobo de la alta sociedad. Si lo fuera, ya habría reconsiderado nuestra relación si no fuera por mi desprecio abrumador por el amor y el matrimonio.

No supe qué decir. Mi padre se volvió entonces para señalar a Kelly, que acababa de entrar por la puerta lateral y ahora se paseaba por la sala del banquete. -¿Por qué no te casas ya con Kelly?-, dijo. -Es una mujer lobo de una familia acomodada, y es una Alfa. Podrías decir que Ella es la hija que tuviste con ella y nadie pestañearía.

Sin embargo, se me ocurre una persona que ciertamente pestañearía: Olivia, la madre de Ella. Ya era bastante difícil mantener a Ella en la oscuridad sobre la verdadera naturaleza de su madre y hacerla creer que estaba muerta. Si le decía al público que Ella era hija de Kelly, Olivia se enteraría y haría todo lo posible por entrometerse de un modo u otro. No sólo eso, sino que Ella me guardaría rencor para siempre si se enteraba. Siempre había pensado hablar de ello con Ella algún día, cuando fuera mayor y pudiera entender emocionalmente mis motivos, pero si se enteraba ahora, a una edad tan temprana, no estaba segura de que pudiera superarlo.

De repente, me di cuenta de que mi padre debía de ser quien había incitado a Kelly a hablar conmigo. Sin duda estaban confabulados y eso me hizo hervir la sangre.

-Tú la incitaste, ¿verdad?-. pregunté, girándome para mirarle mientras agarraba mi vaso con tanta fuerza que estaba segura de que se rompería. -Le dijiste a Kelly que intentara convencerme de tener una relación falsa con ella.

Mi padre se limitó a encogerse de hombros y cogió su tercera copa de la barra, esta vez sosteniéndola despreocupadamente mientras empezaba a dirigirse hacia la pista de baile.

-Es hora de que madures, Edrick-, dijo. -Es hora de hacer lo que es mejor para la empresa.

Me quedé mirándole mientras desaparecía entre la multitud sin decir una palabra más. Aún no me había terminado la copa, y a estas alturas ya ni siquiera me apetecía; sólo necesitaba salir a tomar el aire. Dejé la copa en la barra, me di la vuelta y salí corriendo hacia el jardín.

Necesitaba dar un paseo y alejarme de todo esto.

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