La niñera y el papá alfa romance Capítulo 100

Moana

Con la cara todavía ardiendo por la bofetada de Kelly, necesitaba alejarme del banquete antes de que alguien me viera y empezara a cotillear aún más. Si alguien me veía llorar, sabía que Kelly también se sentiría satisfecha, y yo no quería eso.

Cuando reuní la poca dignidad que me quedaba y empecé a recorrer los jardines, el sonido de la música y de los asistentes a la fiesta hablando y riendo empezó a desaparecer poco a poco, sustituido por el canto de los grillos y el sonido de las fuentes. Finalmente encontré un jardín tranquilo no muy lejos, con una fuente en el centro e hileras de melocotoneros rodeando el perímetro, cuya dulce fragancia llenaba el aire.

Me apoyé en uno de esos árboles e incliné la cabeza, dejando por fin que las lágrimas fluyeran ahora que sabía que estaba completamente sola.

Toda mi vida he deseado crear una hermosa familia propia. Después de pasar mi infancia en un orfanato, siempre quise traer al mundo a un niño con dos padres cariñosos que nunca lo abandonaran. La idea de tener una familia grande y feliz siempre me hacía sonreír, pero ahora solo me hacía llorar más al darme cuenta de que incluso mi propio hijo podría no tener eso ahora.

Aunque Edrick aceptara a este niño, nunca me aceptaría a mí y su familia nunca nos aceptaría a ninguno de los dos. ¿Cómo podría traer a un niño a un lío como éste? ¿Cómo podía traer a un niño a un mundo en el que su propio abuelo lo odiaba con ardiente pasión?

Pensar en la posibilidad de hacer las maletas y marcharme, incluso con el dinero de Michael, me hizo sollozar aún más. Ni siquiera se trataba sólo de Edrick o del bebé; Ella se había convertido casi en mi propia hija a mis ojos, y no podía soportar la idea de que su carita confundida y triste se preguntara por qué me iba. Pero pasara lo que pasara, de un modo u otro, alguien sembraría la semilla del odio en su mente en algún momento. Tanto si era desprecio por el nuevo bebé, pensando que la sustituiría, como si era desprecio por mí y por arruinar su estructura familiar, no podía imaginar un escenario en el que alguien no acabara por darle ideas equivocadas y crear amargura en su corazón.

-¿Estás bien?

No le oí llegar mientras lloraba. Levanté la cabeza y me giré para ver a Edrick detrás de mí, con las manos en los bolsillos y una expresión de preocupación en el rostro.

-Um... Sí-, dije, enderezándome y secándome las lágrimas de los ojos con el pañuelo. -Sólo las hormonas. Me agobié un poco con todo el ruido y la gente.

Edrick no parecía creerme, pero no se entrometió. Ninguno de los dos habló durante unos instantes; mientras miraba por encima del hombro hacia la mansión, los sonidos de la fiesta llegaban hasta nosotros a través de la brisa veraniega, un pequeño suspiro escapó de sus labios. No pude evitar preguntarme si a él también le habría pasado algo. Quizá Kelly y su padre le molestaban de forma similar.

-Es una bonita fiesta-, dije, queriendo cambiar de tema.

Edrick se encogió de hombros. -Normalmente, sí. Este año...- Le falló la voz y tragó saliva. -¿Quieres caminar?

Asentí con la cabeza. -Sí. Pasear estaría bien.

Empezamos a caminar juntos, sin hablar ninguno de los dos. Yo llevaba el bolso en las manos mientras Edrick guardaba las suyas en los bolsillos, pero era innegable la cercanía que había entre nosotros mientras caminábamos. Ninguno de los dos hablaba, pero yo disfrutaba del silencio. Era agradable, después de mis interacciones con Ethan y Kelly, simplemente caminar en silencio con alguien que parecía tener una comprensión similar de lo que estaba pasando.

A veces olvidaba que este embarazo estaba afectando a Edrick de forma similar. A veces suponía que estaba tan absorta en mis propios sentimientos que olvidaba lo que significaba para él tener un hijo con una mujer a la que acababa de conocer y sentir algo por ella cuando era socialmente inaceptable que lo hiciera. Debió de afectarle mucho.

Atravesamos una columnata de piedra que conducía a otro jardín más grande. Más adelante, había una gran fuente rodeada de piedra blanca y rosales rojos. Había un pequeño banco de piedra ornamentada delante de la fuente, y me llamó la atención; después de todo lo ocurrido, sobre todo con el calor de la tarde de verano, empezaban a dolerme los pies y a hinchárseme los talones. Intenté elegir zapatos de tacón bajo, pero el embarazo hacía que incluso esos me resultaran incómodos.

-¿Te parece bien si nos sentamos?- pregunté, señalando el banco y mirando a Edrick. Mi cara se enrojeció rápidamente al ver lo guapo que estaba a la luz tenue con la brisa alborotándole el pelo. Aparté rápidamente la mirada, tragando saliva. -Me duelen un poco los pies.

Edrick asintió. Nos acercamos al banco y me hizo un gesto para que me sentara, pero él siguió de pie, inspeccionando pensativo las rosas de uno de los arbustos. Observé en silencio cómo tocaba los pétalos con los dedos, como si contara cada uno de ellos.

-Debe haber sido agradable, crecer aquí con todos estos jardines-, dije, mirando a mi alrededor. -Es tan exuberante.

-Era una de las mejores partes de vivir aquí-, dijo en voz baja. -Había muchos sitios a los que escapar cuando mi padre estaba de mal humor. Rara vez se molestaba en venir hasta aquí, así que a veces, cuando su humor era especialmente agrio, incluso dormía aquí bajo las estrellas.

No pude evitar sentirme mal al imaginarme al pequeño Edrick durmiendo fuera cuando su padre se mostraba cruel o malhumorado. Pero cuando levanté la vista hacia él, vi que se le dibujaba una sonrisa en la comisura de los labios. No parecía demasiado disgustado; en todo caso, parecía recordar aquellos días con cariño. Ahora me daba cuenta de que tal vez aquellos días eran preferibles a estos, antes de que creciera y se convirtiera en director general.

También me recordó lo que Tyrus me había dicho ese mismo día, y no pude contener mi curiosidad.

-Tyrus me dijo que fuisteis juntos a la universidad-, le dije.

-Mhm.

-¿Cómo fue la universidad para ti? ¿A qué te dedicaste?

Edrick se encogió de hombros, caminando ahora hacia el siguiente rosal. -Negocios. Nada emocionante.

Hice una pausa, mordiéndome el labio. Se suponía que la universidad era una época emocionante, una época para explorar las cosas que te hacen feliz y elegir una carrera que te traiga alegría. A Edrick, sin embargo, no parecía gustarle nada esa época. -¿Qué otra cosa habrías estudiado?- le pregunté. -Cuando eras pequeño, seguro que no decías que de mayor querías ser empresario.

Para mi sorpresa, el multimillonario alfa soltó una risita. -No, supongo que no-, dijo, levantando por fin los ojos de las rosas para mirar la luna. -Aunque es embarazoso.

-Todo el mundo tiene sueños embarazosos cuando es niño-, insistí. -Puedes contármelo.

Edrick guardó silencio unos instantes. Luego, con un suspiro, respondió por fin. Su voz sonaba casi entrecortada. -Quería ser profesor-, admitió finalmente. -Un... profesor de música.

Me dio un vuelco el corazón al pensarlo, pero al mismo tiempo me sentí confusa; nunca había visto a Edrick tocar ningún tipo de instrumento ni siquiera mencionar su interés por la música.

-¿Tocas algún instrumento?- pregunté.

Asintió con la cabeza. -Piano, sobre todo.

Era extraño; había un piano en el ático, que Ella sólo utilizaba para sus clases. Aparte de Ella, puede que oyera a Amy o Lily aporrearlo de vez en cuando, pero Edrick ni siquiera lo miraba. Abrí la boca para preguntar por qué, pero de repente, antes de que pudiera decir nada, el multimillonario alfa hizo algo aún más inesperado.

Se descalzó, se quitó los calcetines y se remangó los pantalones.

-¿Qué haces?- pregunté, ahogando una risita mientras se subía al banco.

-Dijiste que te dolían los pies-, dijo, pasando por encima del respaldo del banco y directo a la fuente. -Vamos.

Me levanté y miré a Edrick con confusión. Parecía completamente sobrio; no había visto una copa en su mano en toda la noche. Y sin embargo, allí estaba, descalzo en la fuente detrás de la mansión de sus padres. Y me tendía la mano con una mirada seria.

-El agua se siente bien-, dijo. -Te lo prometo.

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