El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 6

De repente, pareció que la temperatura del entorno había bajado unos cuantos grados.

El hombre era alto y parecía un dios griego. Estaba detrás de ella de forma imponente y desprendía un aura intimidatoria.

Adriana se mordió el labio con fuerza. Sin querer, contenía la respiración. A través del reflejo del espejo del elevador, vio al hombre mirándola fijo.

«Parece un león mirando a su presa. ¡Deprisa, deprisa!».

Adriana miró el número que parpadeaba en la pantalla del elevador, con la esperanza de escapar rápido de este lugar asfixiante.

«Trece, doce, once, diez...».

Contó los números en silencio, mientras su corazón latía con fuerza. Sin saberlo, Dante se acercaba a ella.

¡Ding! Al fin, el elevador llegó a la planta baja.

Una vez que las puertas se abrieron, se apresuró a salir. Tenía tanta prisa que tropezó y se cayó.

¡Pum! Se desplomó boca abajo como una rana.

Todos los que estaban fuera se sorprendieron. Algunos empleados que acababan de salir del elevador normal se taparon la boca y se rieron.

Adriana estaba tan avergonzada que quería cavar un agujero y esconderse en él. Se puso de pie con torpeza y salió corriendo, tapándose la cara.

Detrás de ella, el hombre miraba su figura en retirada mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.

Adriana pensó que la fiesta de bienvenida sería una cena en un restaurante, pero resultó ser una sesión de copas en Encanto Nocturno. Para su sorpresa, Marco también estaba allí.

«Esta es una reunión del departamento de administración. ¿Por qué hay alguien del departamento de recursos humanos aquí?».

A Adriana no le hizo ninguna gracia, pero sus compañeros estaban presentes, así que no iba a echarlo de forma brusca. Marco ya se había presentado a sus colegas. También pidió botellas de licor caro, que estaban colocadas alrededor de la mesa.

Un colega masculino tomó la palabra.

—Señor Palacios, este licor cuesta más de ocho mil. No deberíamos hacer esto a nuestra nueva colega.

—¿No lo sabes? —Marco sonrió—. Adriana es una heredera. Es rica. Entonces, ella puede pagar las bebidas de todos aquí en Encanto Nocturno. No es nada para ella.

—¿Oh? ¿En serio? —Unas cuantas compañeras se mostraron curiosas. Rodearon a Adriana y la bombardearon con preguntas—. Adriana, ¿eres una heredera? ¡Qué inesperado!

—No…

—Por supuesto, lo eres. —Marco la cortó de modo brusco y se rio—. La única hija del hombre más rico de Ciudad H, Ricardo Ventura. Han oído hablar de él, ¿verdad?

—¿Ricardo Ventura? ¿El que saltó de un edificio hace cuatro años? —pronunció un hombre—. No me extraña que el apellido Ventura me suene mucho.

—Creo que he leído las noticias. Los Ferrera cancelaron el compromiso de su hijo con la Señorita Ventura, y entonces ella vino a Encanto Nocturno y pasó la noche con un gigoló travesti. ¿No es así?

Sus colegas la miraban fijo, con una mezcla de curiosidad, emoción y asombro, mientras esperaban su respuesta.

Adriana se sintió asfixiada por ellos. Negándose a seguir soportándolo, se levantó para marcharse.

El Director del departamento de administración, Pablo Ávila, la detuvo y reprendió al resto.

—¿Qué están haciendo? ¿Así es como tratan a nuestra nueva colega? Vamos a trabajar juntos en el futuro, así que, por favor, dejen de burlarse de ella.

—De acuerdo, lo sentimos. —Se disculparon con Adriana de inmediato.

En el momento en que Adriana se encontró con la mirada divertida de Marco, escapó de la sala privada sin decir nada.

Quería escapar del pasado y empezar su vida de nuevo, pero el pasado seguía persiguiéndola.

«Nunca podré librarme de él, ¿verdad?».

Adriana respiró profundo para calmarse.

—¿Qué pasa? ¿Fue demasiado para ti? —Marco se acercó a ella y se burló—. Cómo ibas a sobrevivir, ¿eh?

—Lo hiciste a propósito. —Adriana lo fulminó con la mirada—. Me contrataste a propósito y me hiciste invitar a mis colegas a cenar para que me humillaran. Lo haces para vengarte de mí.

—Así es —respondió Marco, asintiendo con una sonrisa—. Pedí comida y bebida con valor de unos cientos de miles sólo para ti.

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