NADIE COMO TÚ romance Capítulo 124

«¿Aitor ha cambiado? ¿Ahora se preocupa por mi vida privada?». Nicolás se quedó ahí pensando.

Jacobo lo empujó por detrás para que respondiera a la pregunta de Aitor.

Nicolás por fin reaccionó.

Después de pensarlo un rato, respondió:

—¿Una mujer drogada? Imposible, no me tiraría a una mujer así. ¿Te has olvidado de que soy rico y guapo? Hay innumerables hermosuras que se me tirarían encima, ¿qué necesidad tengo de costarme con una drogada? Sí, admito que soy un tipo poco serio, ¡pero eso no quiere decir que soy un pervertido que acosaba a cualquier mujer!

Según la familia proveniente y la apariencia de Nicolás, realmente no necesitaba violar a una mujer drogada. Pero ¿y si lo hizo estando borracho? ¿Se emborrachó e inconscientemente entró en la habitación equivocada?

Aitor preguntó agresivamente.

—Piénsatelo bien antes de contestarme. ¿No tuviste momentos borrachos?

Ante el serio interrogatorio de Aitor, Nicolás se dio cuenta de la gravedad del asunto. La única persona que podía hacer que Aitor se pusiera así solo podía ser Valeria.

Nicolás seguía atado, de pie allí preguntó:

—La mujer drogada que mencionaste no será Valeria, ¿verdad? ¿Qué diablos pasó?

Aitor no respondió, teniendo en cuenta a Valeria, no sabía qué decir ni por dónde empezar. Además, no quería mencionar a Vicente.

Ante la situación, Jacobo solo se lo explicó a Nicolás por Aitor.

Jacobo simplemente le contó a Nicolás lo que le había pasado a Valeria en la universidad hacía dos años.

Nicolás estaba conmocionado a la vez que sentía pena por esa mujer.

«¡¿Quién diablos es tan loco, vicioso y despiadado?! Si me entero de quién es, ¡definitivamente no dejaré en paz a ese cabrón!».

Jacobo dijo que Aitor lo había enviado a investigar el incidente en que drogaron a Valeria hacía dos años, con las pistas llegó hasta la habitación del Hotel Gran Siglo, donde todo ocurrió.

La recepción del hotel le dio a Jacobo una pista importante. En la mañana siguiente del incidente, el personal encontró un pañuelo con la letra «P» bordada cuando limpiaba la habitación. El pañuelo de seda era muy parecido al que personalizó Nicolás.

Jacobo sonrió disculpándose y dijo:

—Presidente Nicolás, lo siento mucho, lo traje atado porque estaba un poco ansioso. Después de todo, usted es el más sospechoso.

La explicación de Jacobo tenía mucho sentido, Nicolás asintió repetidamente y dijo:

—No pasa nada, es comprensible, tienes tu deber que hacer. En cuanto a ese pañuelo de seda...

Llegando allí, Nicolás se detuvo de repente, luego volvió la cabeza para mirar a Aitor con enojo. «¿Será que mi fábrica de pañuelos de seda fue adquirida y paralizada repentina e inexplicablemente por Aitor? ¡Lo que me ha hecho pasar en ese momento!».

Ya todo tenía sentido, solo Aitor era capaz de acabar con su fábrica de pañuelos de seda en tan poco tiempo.

Nicolás maldijo:

—¡¿Así que detuviste la producción de mi fábrica de pañuelos de seda sin antes juzgar la veracidad de los asuntos?! ¿Solo para tomar represalias por Valeria? ¿Qué hay de mí? ¡¿No es muy injusto para mí?!

Aitor lanzó una mirada a Jacobo para que desatara a Nicolás. Jacobo le sirvió a Nicolás un vaso de whisky.

«¡Este Aitor es demasiado! Vale que proteja a Valeria, pero ahora encima ella se convirtió en su detective privado. ¡Realmente se toma a Valeria en serio! ¡Sí que es un tonto enamorado!», Nicolás maldijo en su mente.

«No puedo dejarlo pasar así sin más. ¿Y este tipo es mi amigo? ¿Qué amigo me dejaría de lado solo porque tiene a su esposa?».

Aitor todavía tenía dudas, al fin y al cabo, la evidencia estaba allí, ¿quién más podría ser si no fuera Nicolás? No podía dejar pasar al responsable. Nicolás siempre había sido un playboy y sus palabras eran poco creíbles.

Aitor dijo:

—Haz memoria detenidamente. Aunque seas tú, tampoco te mataré. Solo quiero averiguar la verdad del asunto y darle a Valeria su justicia. Solo así podrá ser feliz en el futuro. Nicolás, recuerda bien lo que pasó hace dos años, piensa en el Hotel Gran Siglo, el pañuelo de seda, la habitación...

Nicolás se esforzó por recordar, levantó el vaso y se bebió el whisky.

Levantó la mano hacia Aitor y le prometió que no se había tirado a Valeria, que nunca haría tal cosa. Si lo hubiera hecho, ¡definitivamente lo admitiría! En cuanto al pañuelo de seda, tampoco entendía el por qué.

Aitor no confiaba en Nicolás, simplemente preguntó:

—¿Es posible que se te haya olvidado porque te has acostado con demasiadas mujeres?

Nicolás se abrochó la ropa, ordenó su vestimenta, lo pensó y dijo:

—Eso es aún más imposible, lo tengo anotado, ¿de lo contrario cómo me acordaría de tantas mujeres con las que me he acostado? Mi cerebro no es tan espabilado. Te juro que nunca he visto a Valeria, y mucho menos me he acostado con ella.

Nicolás hojeó su agenda de hacía dos años y dijo:

—Hace dos años, no estuve en el Hotel Gran Siglo, porque en mi agenda no está anotada, ni recuerdo haber ido.

Si no era Nicolás, ¿de quién podría ser el pañuelo de seda?

Jacobo preguntó:

—¿Qué hay del pañuelo de seda? Tiene bordado la letra «P». Es algo que ha salido de su fábrica, encima lleva la inicial de su apellido.

«¿Qué? ¿Ahora incluso Jacobo ha empezado a interrogarme? ¿Me están considerando como sospechoso? ¡Vaya injusticia que me ha caído!»

Nicolás dijo:

—Este pañuelo de seda es bastante parecido al mío, pero ¿la letra P solo puede venir de Pacheco? Tal vez sea pato, perro, pimiento, paraguas, puré... ¡Hay millones de palabras que empiezan por P! Esto no explica nada.

Aitor regañó a Nicolás:

—No intentes explicarte, sabes lo feroz que soy yo, ¡si no me dices la verdad, definitivamente puedo hacer mucho más que cerrar tu fábrica de pañuelos de seda! Nicolás, si el pañuelo no es tuyo, ¿sabes de quién podría ser?

Hacía mucho que no vio a Aitor preocuparse tanto por una mujer. Nicolás no pudo evitar suspirar.

En el pasado, Aitor no necesitaba vivir bajo una actuación, tampoco necesitaba usar una silla de ruedas para ocultar su capacidad. Era feliz. Fue el tiempo y la experiencia lo que lo cambió.

Ahora que Valeria había entrado en su vida, Aitor se había vuelto más vivo.

Teniendo en cuenta que Aitor le daba tanta importancia a Valeria, como amigo suyo tenía que ayudarlo con todo lo posible.

Nicolás respondió:

—Tengo demasiados pañuelos de seda, todos los años se los regalo a amigos y clientes importantes, pero todos son amigos cercanos con buenas relaciones. En cuanto al pañuelo de seda de hace dos años, tienes que dejarme que lo piense y lo investigue a la vuelta. Aitor, no te preocupes, tus asuntos son también mis asuntos. ¡Te ayudaré a investigar de quién es el pañuelo de seda!

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