Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 26

—¿A donde vamos? —quise saber al notar que entrábamos a un bosque. Todo se miraba medio lluvioso e incluso había niebla.

—Ya estamos llegando, tranquila —me dice— ¿Qué crees que le haya ocurrido a Nicky? —me inquirió— Miré en las noticias que se había peleado pero lo que no sé es por qué.

Le di una mirada rápida.

—No lo sé la verdad.

—Es raro porque él no se mete en peleas, de seguro tuvo que haber una razón muy fuerte para llevarlo a los golpes —el coche de Mate se estacionó frente a una cabaña. Y sobre lo que había dicho, en realidad Nicky se había peleado por mi culpa. ¿Significaba que le importaba? En el fondo me gustó pensar que si, pero con él nunca se sabe. Además por cómo actuó hoy.

—Llegamos —Mate apagó el coche así que nos bajamos. Hacía frío, lo bueno es que traía un suéter cuello de tortuga. Así no me resfriaré. Como había dicho Mate, la cabaña era rústica, adentro se podía observar una luz tenue en amarillo.

Mate me abrió la puerta y los dos nos adentramos. Cuando la cerró, se sintió todo más acogedor, la chimenea estaba encendida, lo que nos hizo entrar en calor rápido.

—Había ordenado que viniera alguien antes para dejar todo listo. Nos hubiera tomado un rato encender la chimenea—rió.

—Es hermosa —susurré.

—Permíteme —Mate tomó mi bolso y lo puso por ahí cerca. Él se quitó su abrigo.

—Lo sé. Vengo aquí muy seguido, me gusta estar lejos de la gente y del ruido. Aquí siento que tengo mucha paz para pensar y aclarar mis ideas.

—Si estuviera en tu lugar haría lo mismo —avancé un poco más viendo todo a mi alrededor. Había dos ventanas un poco grandes de vidrio, nos daba la vista al bosque. Se estaba haciendo de noche ya. También había una estantería llena de libros en el rincón, de inmediato me acerqué a ellos. Mate me seguía, no sé si me observaba de pies a cabeza, pero lo único que sé es que me sentía muy observada y muy vulnerable con el.

—¿Te gusta mucho leer? —me preguntó.

—Así es, es solo que no he tenido tiempo últimamente. Ya sabes, la universidad y el trabajo. ¿Puedo?

—Claro, escoge el que quieras. Te puedes llevar uno si gustas. ¿Qué género prefieres? Apuesto a que Romance —sonrió de lado. Tenía una linda sonrisa. Mate no era para nada feo, sino todo lo contrario.

—Y yo apuesto a que solo porque soy chica crees que me gusta el romance. Pero sí, un poco. Sin embargo prefiero el misterio y el terror. Cosas oscuras. —lo miré. Ahora Mate estaba más cerca.

—¿Te gusta lo oscuro? —quiso saber, su tono fue grueso y tan varonil, provocó algo dentro de mí. Sus ojos tenían algo que me dejaba medio idiotizada por un momento. Carraspeé y salí de mi trance, tomando el primer libro que encontré. Era grueso, azul. Tenía una portada bastante llamativa.

The mysterious death of Max. Así se llamaba el libro. Me llamó mucho la atención.

—¿Te gusta? Puedo prestártelo si quisieras, recién lo terminé.

—No pensaba que te gustara leer —comenté ojeando un poco el libro. Tenía una dedicatoria, se sentía tan especial. Según era una pareja de escritores quienes lo habían hecho. —¿No te molesta lo del libro? —lo miré.

—Por supuesto que no. Eso no es nada. Si hay algo que tengo es que me gusta compartir.

—¿En serio?

—Solo hay una cosa que sí no compartiría —se acercó, me estaba poniendo un poco nerviosa su cercanía.

—¿Qué cosa? —me alejé un poco, mi espalda chocó contra la estantería de libros. Mate avanzó, poniendo su brazo arriba de mi cabeza, inclinando su rostro hacia mi.

—A una mujer. Eso es lo que no compartiría —dijo— ¿te digo un secreto, Alis?

Asentí.

Su aliento chocaba con mis labios, no era una sensación a cómo sentía con Nicky sino que era diferente. Pero no me desagradó. Había algo que me llamaba la atención de Mate, es solo que aún no sabía qué.

—Suelo ser muy celoso y posesivo. Me gusta que mi mujer tenga solo ojos para mi así como yo los tendría solo con ella. No tolero ni que volteen a ver a mi chica, me muero de la rabia y pierdo el control. Cuando me enamoro, Alis, me entrego completamente. No me divido, no comparo. Simplemente existe ella y yo. —confesó. Sentí algo cuando me dijo todo eso. Inconscientemente mordí mi labio inferior. Eso que había dicho había sido... caliente y... excitante. ¿Qué puede ser más excitante que un hombre que piense así? Entreabrí mis labios haciendo que se me escapara un pequeño gemido. Mis manos se volvieron débiles haciendo que el libro se me soltara, pero Mate lo atrapó con su mano sin quitarme la vista de encima. El libro estaba a la altura de mis muslos, Mate lo metió entre mis piernas para que lo sostuviera de ahí, así que eso hice. Los dedos de Mate rozaron las hojas del libro, simulando como si acariciara otra cosa. Y supe bien qué.

¿Qué demonios estoy haciendo?

—Eso es... interesante —hablé, tomando el libro de entre mis piernas. —Tendrá mucha suerte la mujer que tenga tu corazón.

—Pero aún no aparece —se aleja un poco— ¿quieres vino?

—Un poco.

Nos sentamos en el sofá, dejé el libro en la mesita de en medio para mientras. Mate me tendió una copa de vino así que la tomé.

—No hay una mujer que logre llegar a mi corazón. Al menos eso pensé —me miró.

—Estoy segura de que la encontrarás.

No entendí su mirada.

—Ojalá y pase pronto. Pero cuéntame, ¿qué tipo de hombre esperas para ti? Si eres lectora serás muy exigente con el tipo que quieres.

—Pues... —tomé un sorbo del vino—... No he pensado mucho en eso, en toda mi vida no ha llegado nadie que cumpla mis expectativas.

Hasta hace poco, claro...

—Los hombres hoy en día son mujeriegos, les gustan las mujeres que muestran todo en las fotos. Ese tipo de mujeres les llama la atención. Eso los hace desear —tomé otro sorbo.

—Quizá tengas razón.

—Al fin y al cabo son solo cuerpos. —comenté— No hay un hombre que solo tenga ojos para una sola mujer. Eso no existe.

—Parece que olvidaste lo que recién te dije. Al parecer los dos estamos a la espera de algo que no estamos seguros de que pasará.

Miré para otro lado, no sabía bien a qué se estaba refiriendo pero eso me pareció como a una indirecta. Mate no era nada feo lo admito, era un hombre exitoso, guapo, inteligente. Lo que toda mujer quería. Si yo fuera otra me le hubiera lanzado encima en este momento. Pero soy Alicia , no en cualquiera me fijo. Además, con Mate no tengo tanta química que con... el ingrato de mi jefe.

En eso su celular sonó.

—Discúlpame —me dijo para después reponer— Hola, Nicky.

Sentí algo cuando mencionó su nombre.

—Sí, no puedo esta noche. Estoy ocupado, ¿no recuerdas? No insistas porque no te diré. Te veo mañana, amigo. Descansa y disfruta tu noche. —cortó.

Yo carraspeé un poco porque en realidad tenía curiosidad de qué es lo que le había dicho Nicky a Mate.

—Tu jefe, quería que saliéramos los cuatro a un bar. Él está con Veronica justo ahora.

Me tensé. Claro, mi jefe no pierde el maldito tiempo. Espero que contraiga alguna enfermedad sexual por andar metiendo su pene en cualquier vagina. Tranquilízate, Alicia . ¡Agh! Es que odio a los hombres. ¿Por qué son tan calientes y tan mujeriegos? No sirven para nada. Me puse de pie y tomé el libro, me había puesto de malhumor.

—¿Qué pasa? —Mate me siguió.

—Recordé que tenía que hacer algo de la universidad—tomé mi bolso y metí el libro— Te daré el libro en cuanto lo termine, ¿vale?

—No te preocupes, quédate el tiempo que lo necesites. Alicia , no quiero que te vayas —se acercó, su mirada se veía caída ahora. Me pareció sincero. Es que la estábamos pasando tan bien que el idiota de Nicky me arruinó la noche de nuevo. Que se pudra él y la idiota de Veronica. Solo espero que después esa tipa no le salga con alguna notica... ya sabes cómo. Solo deseo que se le rompa el condón o que su método anticonceptivo no funcione.

¡Agh! En serio estaba de malhumor.

—Pero... ¿por qué? —quise saber después— Sin rodeos, Mate, ya estamos bastante grandecitos como para andar con eso.

Me observó.

—¿Sin rodeos?

Asentí.

—Bien —me tomó de la cara y unió sus labios con los míos. Al principio me desconcertó un poco, en el fondo sabía que a Mate le gustaba o algo así, pero no pensé que se fuera a lanzar tan rápido.

Recuerda que Nicky está con Veronica, me decía mi mente. Eso me dio más ánimos para enroscar mis manos en el cuello de Mate y devolverle el beso con la misma intensidad con la que él me lo había dado. En eso Mate se separó y me giró, sentía su pene en mis nalgas, sus labios besaban mi cuello mientras que con otra mano acariciaba mi brazo.

—Alis, esto es una tortura.

—¿El qué?

—Tenerte ganas y no poder quitarlas. Te deseo, te deseo como jamás he deseado a una mujer. —me volteó de nuevo, haciendo que me enganchara a su cintura, presionándome contra la pared. Me volvió a besar. Abajo, en la entrepierna de su pantalón, podía sentir que algo crecía más y más.

¡Mierda! ¿Qué se supone que voy a hacer?

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