Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 22

—¿Qué fue eso? —me reincorporé, haciendo el amago de salir.

—Espera, afuera puede ser peligroso —Nicky me detiene del brazo. Lo miré un poco mal, eso hizo que él quitara su mano. —Puedo ir yo —sugirió, pasándome de lado.

—Iré contigo —lo seguí. Necesitaba saber qué había sido ese estruendo arriba de la casa. Cuando Nicky abrió la puerta el viento fuerte se coló hacia la casa haciendo que algunas cosas cayeran de su lugar. Estaba demasiado fuerte, los árboles se mecían de un lado a otro, parecía que se arrancarían.

A cómo pudimos Nicky y yo caminamos un poco lejos de la casa y luego nos giramos. Había una rama en el techo, eso había causado el estruendo.

—¡No la podemos quitar! —exclamé.

—¡Sí podemos! ¡Yo lo haré! —Nicky avanzó hacia unas escaleras que daban al techo que estaban adheridas a la madera.

—¡Nicky, es muy peligroso! —lo seguí— ¡Además el viento no te dejará avanzar!

—¡Es por eso que la llevaré al otro extremo y la dejaré caer allí! —empezó a subir las escaleras— ¡Es peligroso que esa rama permanezca en el techo!

Mierda.

Me preocupaba Nicky, temía que se cayera o que viniera alguna otra cosa y lo golpeara. Así que hice lo único que podía hacer: seguirlo. Subí las escaleras detrás de él, sentía que el viento me empujaba, así que procuré agarrarme bien de los barrotes. En el fondo tenía miedo. La lluvia empezó a caer en ese momento, era un poco fuerte. Sería peor porque las cosas estarían resbaladizas. Sin duda esta era una mala idea.

—¡Alis, entra a la casa! —me exclamó Nicky desde el techo al notar que lo seguía.

De pronto se venían unos relámpagos, con truenos y todo eso.

—¡Te ayudaré! ¡Será más fácil así! —estando en el techo Nicky me ayudó a subirme por completo. La rama era más o menos grande y gruesa. Solo esperaba que no estuviera pesada. Estos vientos así traían cosas desde más largo, quien sabe desde donde vendría esta rama. Y una rama jamás venía sola.

—¡¿Por que eres tan terca?! ¡Es peligroso. —Nicky y yo estábamos completamente empapados.

—¡Deja de reprocharme y ayúdame! —empecé a tomar la rama de un extremo. El viento no ayudaba mucho que digamos pero habría que llevar la rama en esa dirección. No ir a la contraria con el viento. Nicky tomó del otro extremo, levantamos la rama y empezamos a llevarla hacia el otro extremo de la casa. —¡Está pesada! —la dejé en el suelo un momento.

—¡Vamos, Alis, tu puedes! —quizás íbamos como a mitad de camino. El agua en el techo me hacía resbalarme a veces, y en este momento agradecí que la casa fuera techo plano y no empinado, porque sino hubiera sido imposible. Tomé de nuevo la rama y seguimos llevándola despacio, procurando no resbalar y caer. Eso sería fatal. ¿Cómo llegaríamos a un hospital a estas horas y en estas condiciones? Cuando pensaba en hospitales me provocaba escalofríos y un poco de náuseas. O quizás nada más era por lo que aún no había comido.

—¡Ya casi, Alis!

Vino un relámpago y al segundo cayó un rayo demasiado fuerte, y digo que cayó porque a lo lejos pude notar la detonación. Había caído en un árbol. ¡Qué miedo! Cuando llegamos al final del otro extremo Nicky y yo soltamos la rama y la dejamos caer. Lo habíamos hecho.

—¡Lo hicimos! —me quise acercar pero me detuve en seco.

—¡Volvamos dentro! ¡Es peligroso estar aquí afuera! —Nicky me tomó de la mano. Los dos caminamos con dificultades contra el viento en busca de las escaleras. Nos costó un poco, pero Nicky era fuerte y el me ayudaba a que el viento no me llevara.

—¡Sostente de aquí! —se arrodilló y me enseñó unos barrotes de hierro. Se miraban fuertes. Me puse de rodillas también y me sostuve fuerte— ¡Mientras yo bajo sostente fuerte! ¡Vendrás detrás de mí!

Asentí repetidas veces. Me estaba empezando a dar frío, la lluvia caía más y más fuerte, hasta creo que había empezado a llover granizo. Eso sería peor. Nicky empezó a bajar por las escaleras, cuando hubo un espacio para mi lo seguí, tratando de bajar con cuidado. El sonido del viento súper fuerte me hacía tener un poco de escalofríos. Hacía muchos años, pero muchos, que no presenciaba una tormenta como esta. Solo una vez cuando era una niña, pero ese había sido un tornado con lluvia que había pasado casi cerca de aquí. Habíamos tenido mucha suerte todo este tiempo porque en esta zona eran muy comunes.

—¡Te espero aquí! —Nicky ya había bajado. Los barrotes de la escalera estaban muy resbalozos, en una casi me suelto. Me hacían falta unos metros para llegar nada más, cuando estaba cerca mi pie resbaló, mis manos resbalaron haciendo que cayera directo al piso... quise decir, directo a los brazos de Nicky porque el me había atrapado. —¿Estas bien?

Asentí.

Me bajé, Nicky me tomó de la mano y los dos corrimos a la casa. Estando dentro él cerró la puerta, el viento ya no nos molestó. Clase diferencia estar dentro ya.

—¡Dios! ¿Qué fue lo que pasó? —lo miré. Estábamos empapados.

—Fue algo extremo —Nicky se empezó a quitar su camisa mojada dejando ver su abdomen plano.

La vista arriba, Alicia .

—Me quiero dar un baño —murmuré, subiendo las escaleras. Pero me detuve en seco al recordar que no podía dejar a Nicky ahí abajo con la ropa mojada. Sería demasiado cruel de mi parte— ¿Nicky?

—¿Si?

—¿Vienes?

Nicky frunció un poco su ceño sin entender pero luego asintió, subiendo las escaleras detrás de mi.

—Claro, entrarás a la recámara de mi abuelo. —me detuve en la primera puerta y la abrí. La habitación del abuelo era muy sencilla a cómo lo era el. Me dirigí al baño y abrí la puerta, Nicky venía siempre detrás de mi— Hay agua caliente —abrí la llave del agua caliente— Así que puedes bañarte tranquilo todo el tiempo que quieras.

—¿Y tu?

—Yo estaré en mi habitación. Tengo que preparar algo para comer después, muero de hambre —le di una última mirada para después salir del baño.

—¿Alis?

Me giré a verlo.

—¿Si?

Se quedó pensativo un momento, quizás debatiéndose en sí decirme algo o no, pero después solo negó con la cabeza.

—Nada, ve tranquila.

Dudé un poco y me giré, saliendo de la habitación. Me adentré a la ducha de mi cuarto, me quité toda la ropa mojada y me metí a bañar con agua caliente. ¡Qué diferencia se sentía! Afuera estaba helando y aquí me sentía en la gloria. De todas formas se escuchaban ciertos granizos chocando contra el techo. Por la ventana pude ver la lluvia más y más recia. El viento más y más fuerte. Era una tormenta muy grande sin duda. Me preguntaba cómo estarían mis padres y mi abuelo. Solo esperaba que esta tormenta no los haya interceptado en medio camino.

Cuando salí del baño me vestí con unos pantalones de pijama y una camisa de tirantes. Dejé mi pelo suelto y me puse mis pantuflas. Antes de salir mi mirada cayó en la mesita de noche, el celular que había dejado allí. Había olvidado mandarle mensajes a Graciella, así que me acerqué y lo tomé. Tenía poquita carga pero no había nada de señal así que de nada servía traerlo. Lo dejé en el mismo lugar y salí.

En el pasillo Nicky también salía de la habitación del abuelo, casi reí por verlo con unos pantalones cortos y una camisa de mi abuelo. Se miraba un tanto chistoso.

—¿Nicky?

El me vio.

—No me critiques, fue lo único que encontré. No creo que mi ropa se seque ahorita, además de que no andaré desnudo por ahí, ¿no crees?

—Obvio no.

Los dos bajamos las escaleras y nos dirigimos a la cocina.

—¿Crees que dilate la tormenta?

—No lo sé, pero me encontré este radio inalámbrico en la mesa de tu abuelo, creo que nos servirá. —Nicky encendió el radio buscando alguna frecuencia que estuviera disponible hasta que encontró una. Había una emisora pasando reportes. —¿Te ayudo a cocinar?

—Sí, por favor.

—La carretera rumbo a Nashville está cerrada. Hay demasiados árboles caídos que impiden el paso a los autos. Recomendamos a las personas que se hospeden en hoteles o lugares en donde no sea riesgoso. La tormenta es fuerte y creo que con el paso de las horas se hace aún más. —decía un hombre en el radio.

—Mis padres —susurré— ¿crees que estén bien?

—Lo están. Ellos ya habrían llegado a Nashville, es solo que tendrían que esperar a que la tormenta pase y que despejen la carretera para poder volver. —me dijo Nicky.

Asentí.

—Espero que así sea y estén bien. ¿Crees que los caballos estén bien? —quise saber después.

—Esperemos que sí. Si la puerta está muy asegurada ellos están calentitos en el establo.

—La aseguré bien —le hice saber— O eso creo.

—¿Eso crees?

—No, la aseguré bien.

—Está bien.

Nicky y yo hacíamos el almuerzo mientras afuera todo era un caos. Había una enorme ventana de vidrio en la cocina que daba afuera, se podía ver la lluvia caer, los relámpagos, los árboles meciéndose. A pesar de todo se miraba bien.

—La tormenta, según las autoridades, durará toda la tarde y toda la noche. Repito, la tormenta durará hasta mañana. Por favor, quédense en sus casas, preparen sus velas porque es probable que la energía se vaya.

Miré a Nicky con horror.

Genial.

Me quedaría otra noche sola con Nicky.

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