Héroe Retrasado romance Capítulo 20

-Sólo estaba haciendo su trabajo, no hay necesidad de castigarlo —dijo Jiang Ning.

En ese momento, el Hermano Gou juntó sus manos y respondió con apuro:

-¡Gracias, Gran Jefe! Gracias por su perdón, Gran Jefe. El pequeño Gou tendrá que esforzarse de ahora en adelante.

Temía que si Jiang Ning se enojaba, lo sacarían de ahí a patadas. Parece que el Gran Jefe era fiel a sus principios.

-Gran Jefe, sólo dígame: si quería comer aquí, ¿por qué molestarse con reservaciones? —Huang Yuming sonreía al decir esto, luego hizo un gesto con la mano para que el Hermano Gou y los demás hombres se fueran. Se volteó y le dijo a los recepcionistas:—Díganle a los demás invitados que se vayan. Su comida será gratis el día de hoy. Que no interrumpan la cena de mi jefe.

Los recepcionistas se quedaron pasmados en silencio.

Nunca habían visto que Huang Yuming tratara a alguien

con esa cortesía.

-Jiang Ning. -Los recepcionistas estaban a punto de informarle a los invitados cuando Sumei intervino-: No hagas esto, los demás sólo quieren disfrutar su comida. No es correcto echarlos de aquí.

—¿Oíste lo que dijo mi mamá? —preguntó Jiang Ning, haciendo con un gesto con la cabeza.

-Ah, sí, sí. Mi señora tiene razón. Qué desastre, espero que mi señora no se lo tome mal. -Entonces Huang Yuming sugirió-: Entonces, ¿vamos a mi salón privado?

Jiang Ning no puso peros, así que fue el primero en ir y los condujo a un lujoso salón. La habitación sólo la usaba Huang Yuming y nadie más podía entrar. Pero ya que Jiang Ning estaba ahí, quería darle sólo lo mejor. Lin Wen y Sumei no pudieron sino soltar un soplido de sorpresa ante ese salón que era aún más grande que su propia casa. Y la decoración definitivamente valía una fortuna. ¿Cómo es que Jiang Ning tenía tal posición?

-¡Uno de cada uno de nuestros mejores platillos! -ordenó

Huang Yuming-, Mi señor, ¿qué le gustaría beber?

Un Wen se quedó inmóvil. Sabía que las bebidas eran caras ahí, así que hizo un gesto con las manos.

—Sólo agua.

-Eso no. Han venido a mi restaurante y sería terrible si no les sirviera como mejor puedo.

Ordenó que trajeran el mejor moutai.

Huang Yuming podía darse cuenta, por las extrañas expresiones de Lin Wen y Sumei, de que tenían mucha curiosidad por saber cómo estaba relacionado con Jiang Ning.

-Mi señor, mi señora, no hagan reverencia. Conozco al Gran Jefe desde hace mucho tiempo -explicó-. En aquel entonces, los dos éramos indigentes y casi moríamos de hambre en la calle. Si no fuera por ese pan que me compartió el Gran Jefe, no habría ningún Huang Yuming hoy.

»Así que no me hagan reverencia. Este restaurante es prácticamente el restaurante del Gran Jefe. Cuando quieran, sólo vengan. Dejaré este salón para que lo usen ustedes y todo lo que coman será gratis siempre.

Lin Wen y Sumei quedaron aún más sorprendidos. ¿Gratis? Esta comida costaría varios miles de dólares. ¿Era gratis sólo porque él lo decía?

Lin Wen reconoció de inmediato la botella de Moutai que trajo el mesero. Esa botella sola costaría una fortuna.

-Esto...

Ni esposo ni esposa sabían cómo reaccionar. Ni siquiera sabían cómo rechazarla.

—Mamá, papá, no se preocupen. Es como un hermano para mí.

Huang Yuming estaba tan feliz que sintió que podría volar. ¿Oyeron eso? El Gran Jefe dijo que era como un hermano para él. ¡Qué honor y qué privilegio!

—Muy bien, vuelve a lo que estabas haciendo —dijo con calma Jiang Ning.

-Claro, claro. Gran Jefe, Jefa Yuzhen, mis señores, tómense su tiempo para comer. ¡Pidan lo que quieran!

Huang Yuming se despidió cortésmente y cerró la puerta tras él.

El salón estaba en silencio. Lin Wen y Sumei estaban tan impactados que no podían sentir nada. Su nuevo yerno les había dado sorpresa tras sorpresa.

-Tus hermanos de la Secta de los Mendigos de verdad son muy cercanos, ¿verdad, Jiang Ning? —Lin Yuzhen hizo una mueca.

No era tonta. Podía darse cuenta de que Huang Yuming y Jiang Ning no se portaban como hermanos. Era obvio que Huang Yuming lo respetaba y le temía.

«Qué lista es mi esposa». Jiang Ning no iba a decirle que todo lo que Huang Yuming tenía se lo debía a él. Mientras Huang Yuming hiciera un buen trabajo, podría tener aún más. Tanto que no se lo creería.

—Mamá, papá, no se queden ahí sentados. Coman algo -dijo Jiang Ning con una sonrisa.

Pero Lin Wen y Sumei seguían sin moverse. Se quedaron ahí sentados y se volvieron más reservados que antes. Todo era demasiado irreal e impactante. Podían ver claramente que Jiang Ning no era un hombre cualquiera. Pero esto era más extraordinario de lo que habían imaginado.

Después de un rato, Sumei miró a Jiang Ning y le preguntó:

-¿Eres muy rico?

Jiang Ning asintió.

—¿Comparado con el director Huang?

-No puede comparársele conmigo.

Jiang Ning no intentó ocultarlo. Sumei no preguntó más.

—¿Eres bueno para pelear? —Le tocaba a Lin Yuzhen preguntar.

-Sé algo de artes marciales.

-¿Comparado con el jefe del equipo de seguridad del Grupo Lin?

Lin Yuzhen sabía que el jefe era un hombre muy preparado y un veterano del ejército. No tenía problema con enfrentarse a cinco personas él solo.

Jiang Ning no dijo nada pero se rio un poco. Esa risa demostraba desdén. Lin Yuzhen comprendió de inmediato.

—Mis piernas, ¿de verdad pueden curarlas?

La última pregunta vino de Lin Wen. Era la pregunta que más le preocupaba.

-Sí, te lo garantizo -respondió Jiang Ning con solemnidad.

Todo el que lo conocía sabía que estas palabras eran tremendamente valiosas.

Lin Wen respiró hondo, sus ojos se enrojecieron al mirar con seriedad a Jiang Ning. Entonces, tomó el licor de la mesa, se sirvió un vaso y luego intentó servirle uno a Jiang Ning. Este se apresuró a tomar la botella para servirse él mismo.

-No sé qué más decir. ¡Este brindis es en tu honor! No importa si de verdad puedo curarme o no, te agradezco por tus palabras.

Lin Wen nunca bebía mucho, pero levantó su vaso con ambas manos y lo bebió de un trago. Sumei no lo detuvo. Ella sabía lo mucho que su esposo quería poder pararse de nuevo. Jiang Ning también se bebió su vaso de un trago, luego les sirvió a Lin Wen y a Sumei.

—Este es por mamá y papá. —Y continuó con seriedad—: Si no hubieran criado a una muchacha tan maravillosa como Yuzhen, yo no estaría aquí el día de hoy.

Después de decir eso, se bebió su vaso. Lin Wen y Sumei chocaron sus vasos pero no dijeron nada y se los tomaron.

Después de un par de tragos, el ambiente no estaba tan tenso. Lin Wen empezó a hablar más y a beber con entusiasmo. Sumei y Lin Yuzhen intentaron detenerlo un par de veces pero se rindieron. Era raro que Lin Wen pudiera poner de lado sus preocupaciones, así que lo dejaron tomarse esta oportunidad para relajarse de verdad.

Los hombres charlaban muy alegremente. Sumei y Lin Yuzhen los miraban beber y conversar, y sintieron de repente que esa escena frente a ellas era muy conmovedora. Sin embargo, Jiang Ning no era realmente su yerno. Antes, sentían que Jiang Ning no era lo suficientemente bueno para Lin Yuzhen, así que estaban enojados y molestos. Pero ahora, después de entender más sobre Jiang, lo sabían: ellos no eran lo suficientemente buenos para Jiang Ning.

-Jiang Ning, sé que eres muy rico pero espero que no vayas a gastar dinero en nosotros así como así. —Sumei sonreía al decir esto—. Todo esto son favores que te debemos, pero en verdad podemos pagártelos.

Su voz no lo culpaba ni se burlaba de él, en cambio, sonaba un poco impotente. No eran una familia codiciosa. Jiang Ning miró a Sumei y entendió a dónde quería llegar. Sabía que no iba a ser fácil que esta familia lo aceptara tan rápidamente. Se rio.

—He sido huérfano desde joven. No tuve un hogar, así que nunca había probado la comida casera. Ahora, por fin tengo un hogar, entonces, estoy muy feliz. Mientras mamá y papá no me echen, haré caso a todo lo que digan.

-¿Eres huérfano? -Sumei sintió de repente un fuerte tirón en su pecho.

—Es huérfano, de otro modo no sería indigente —dijo Lin Yuzhen.

En ese momento, Sumei lo sintió en su corazón. Con razón a Jiang Ning le encantaba la comida casera. Debió haber sufrido muchísimo dolor e injusticia para hacerse rico en la actualidad. No tuvo padres a su lado cuando era joven y tuvo que soportar todo por su propia cuenta. De sólo pensarlo se le rompía el corazón.

-Aunque no seas mi yerno, sigues siendo un buen muchacho -dijo Sumei, con los ojos rojos y llenos de lágrimas. Si no te importa que mi casa sea pequeña, quédate con nosotros primero. Un día, si encuentras un mejor lugar, podrás irte.

—¡Bebamos! —Lin Wen levantó su vaso.

Jiang Ning también levantó el suyo. Podía sentir que la familia había comenzado a cambiar su actitud hacia él. Sabía que Lin Yuzhen y su familia no eran gente codiciosa. De hecho, eran todo lo opuesto. Eran amables e ingenuos en extremo y definitivamente valía la pena protegerlos. Sólo había algo en lo que Sumei se equivocaba. Jiang Ning no tenía intenciones de irse. ¡Este era su hogar!

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