Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 29

Cuando Vanesa recibió la llamada de Felipe para ir a comer con Dylan, ella casi rompió su borrador de diseño.

«¡Maldito Dylan! ¡Cómo es que sigue aquí!»

A Vanesa le dolía la cabeza al pensar que tendría que comer con Dylan, quería buscarse una excusa para rechazar la invitación, pero tampoco quería influir en el buen humor de su padre.

Cuando los tres salieron del ascensor, vieron a Orlando de frente que entraba por la primera planta y Vanesa se quedó rígida.

«¡¡Qué demonios está pasando!!»

—Hola, papá. Hola, Vanesa —Orlando se acercó rápidamente y miró a Dylan con sorpresa—. Dylan, ¡¿por qué estás aquí?!

Vanesa estaba preocupadísima por si su padre respondiera que Dylan la había llevado al trabajo.

—A estudiar de Felipe —respondió Dylan.

Como lo que dijo era cierto, Felipe no podía preguntar nada más.

«¿Estudiar?»

Orlando no se lo creía, pero tampoco dijo nada, sino abrazó el hombro de Vanesa y dijo con una postura dominante:

—Estoy aquí para buscar a Vanesa a comer, vamos juntos.

De tres personas pasaron a ser cuatros y fueron al restaurante japones que habían reservado. El restaurante estaba cerca del Grupo Cazalla, la comida era deliciosa y el ambiente era muy bueno.

A los dos lados del tatami, Vanesa y Orlando se sentaron en el mismo lado, frente a Felipe y Dylan.

Felipe y Dylan continuaban su conversación matutina en la empresa, con Orlando interviniendo de vez en cuando. Como comprobó que la perspicacia y el pensamiento de su tío pequeño eran mucho más agudos que los suyos, no estaba dispuesto a ser inferior a él, sobre todo ante su mujer y su suegro.

Y finalmente, los tres hombres estaban debatiendo y Vanesa iba bebiendo a solas. Ella se había ido de intercambio a Japón durante su etapa universitaria y le gustaba el sake de este restaurante.

Cuando los tres se dieron cuenta, ya se había sonrojado la cara de Vanesa y sus ojos estaban llorosos, parecía tan encantadora como una bella rosa.

—¡Qué descuidada es esta niña, que se emborracha ella misma!

—Papá, no estoy borracha —negó Vanesa con la cara seria.

«Ningún borracho admitiría que está borracho»

Felipe sonrió impotentemente y le dijo a Orlando:

—Orlando, ten más paciencia con esta niña. De verdad…

—No te preocupes, papá. Me ocuparé de Vanesa —Orlando dijo con una sonrisa y abrazó aposta a Vanesa para que no se cayera del asiento.

—Vaya, se ha convertido en una gatita borracha antes de aprovechar la gastronomía, Dylan, espero que no te importe—Felipe se rio y habló con Dylan.

—No hay de qué, somos familiares.

Dylan sonrió a la ligera y aprovechando el movimiento de coger el vaso para ocultar la frialdad en sus ojos, ya que él estaba muy furioso de que Orlando viera a su gatita borracha. Se sintió tan molesto que incluso tuvo el impulso de llevársela a casa en su corazón.

Luego, Dylan echó un vistazo a Vanesa cuando nadie prestaba atención y lo anotó en su cuadernito de venganzas en su mente para que ella pagase por ello más tarde. No obstante, Vanesa pareció sentir algo y le entró unos escalofríos.

—¿Qué pasa? —preguntó Orlando, abrazando a Vanesa, y de repente recordó sus viejos tiempos amorosos. mirando tiernamente a sus ojos llorosos de la cara sonrojada, pero el amor fue reprimido y el odio surgió al instante.

Vanesa estaba atónita y reaccionaba lenta por la influencia del alcohol.

—Orlando.

Al oír que ella susurró su nombre con voz suave y agraviada, el corazón de Orlando latió rápidamente y la abrazó con más fuerza.

«Ella es mía, la sigo amando, aunque la odie por su traición»

Al ver la escena, Dylan apretó sigilosamente con mucha fuerza su vaso, casi no conseguía controlar su posesividad e iba a destruir todos sus obstáculos que tenía delante.

—Disculpe, su pedido.

Cuando la ira de Dylan estaba a punto de estallar, se abrió la puerta corrediza y la camarera vestida de kimono entró y se arrodilló a la mesa para servir la comida.

Por fin, Vanesa se despertó un poco, se sentó con una cara seria y dijo:

—No estoy borracha, tengo mucha hambre y quiero comer.

—Vale, comemos. No te muevas, te sirvo la comida —Orlando le habló en voz baja y le cogió con los palillos sus comidas favoritas.

Hacía tanto tiempo que Orlando no la mimaba, que Vanesa sintió una tristeza amarga e intentó disimular sus sentimientos comiendo.

De repente, Vanesa sintió una mirada tan ardiente, que se puso rígida y se despertó del todo.

«Vaya, me olvidé de que Dylan seguía enfrente»

Ella conocía la fuerte posesividad de este hombre por lo que se sintió aún más aprensiva, incluso comer le daba pánico. No se atrevió a levantar su mirada, y sólo podía rezar para que el tiempo pasara más rápido.

Sin embargo, Orlando estaba inmerso en el pasado dulce, tratándola con ternura y consideración. Le dio su plato preferido, le susurró instrucciones para que comiera despacio y la cuidó con atención y amplitud.

—Estoy llena —dijo Vanesa tras haber comido unos bocados.

—Pero has comido muy poco, toma algo más —dijo Orlando frunciendo su ceño.

—No puedo más —Vanesa esbozó una sonrisa y miró a Dylan a escondidas.

Aparentemente, el hombre no parecía mirarla en absoluto, pero ella sabía que su atención estaba definitivamente sobre ella.

La extraña sensación en su interior le dio ganas de vomitar. Así que Vanesa se levantó de un tirón ante la mirada preocupada de Felipe y la mirada dudosa de Orlando.

—Voy al baño, creo que he bebido demasiado —dijo Vanesa avergonzada y salió de prisa.

—¡Qué niña más descuidada! —Felipe dijo impotentemente, pero en tono mimado.

—Voy a echar un vistazo —dijo Orlando.

En ese momento, el móvil de Orlando sonó y tuvo que contestar la llamada impacientemente:

—Estoy comiendo fuera, ¿qué pasa?

Después de escuchar la respuesta de la otra parte, Orlando se mostró serio y dijo:

—Vale.

—Vuelve primero si tienes algo pendiente, no te preocupes por Vanesa.

Orlando quería ir a ver si se ella se encontraba bien, pero era más importante el incidente de la empresa.

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