Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 28

No había contratado a sirvientes en la Villa Real, sino solo venía una señora de limpieza en horas determinadas.

Vanesa se preparó un desayuno sencillo de sándwich y un vaso de leche, luego salió a tomar un taxi, porque su coche estaba estacionado en el Grupo Cazalla.

Ella salió media hora antes para evitar la hora punta pero vio en la puerta de la comunidad un coche familiar, era de Dylan. Esto la hizo sospechar y ponerse nerviosa.

Vanesa quiso ignorarlo, pero éste empezó a pitar y la obligó a parar del susto.

—¡Gilipollas! ¡Y encima está sonriendo! —Vanesa murmuró en voz baja y tuvo que correr hasta el asiento del copiloto.

—Conduce.

«¡Imbécil! ¿Es que no teme que descubran nuestra relación? ¿Cómo se atreve a esperarme en la puerta?»

—No me gusta esa forma de hablar, inténtalo de nuevo.

A Dylan le encantaba ver cómo de irritada e impotente estaba Vanesa, lo que le satisfacía.

—Tito, por favor, ¿podemos irnos ya? —dijo Vanesa lentamente con una sonrisa falsa.

—Claro —por fin, Dylan puso el coche en marcha.

Cinco minutos después, sonó el teléfono de Vanesa, era Orlando. Realmente, Vanesa no tenía ganas de contestar la llamada, pero tuvo que hacerlo porque sabía que Orlando era muy insistente.

—¿Es Orlando? ¿Necesitas que respondo al teléfono por ti?

—No —Vanesa le echó un mal de ojo y contestó al teléfono.

—Vanesa, ¿dónde estás? —gritó Orlando.

—¡¿Dónde puedo estar?! Pues, en camino al trabajo.

«¿Este enfermo mental me llama tan temprano para gritarme?»

—¿He vuelto para recogerte a propósito, y ya te has marchado?

—¿Y qué quieres? ¿Tengo que esperar tu caridad? ¡Orlando, no seas tan infantil! De qué sirve tratarme bien de repente, no lo necesito y me da mucho asco. ¡Por favor, mantengamos la distancia y no nos molestemos más!

«¡Es irrazonable! ¡No entiendo por qué Orlando se comporta tan raro desde anoche!»

Vanesa no quería hacer más caso a Orlando, colgó la llamada y apagó el móvil.

Tras haber hecho todo eso, Vanesa se acordó de que aún estaba en el coche de Dylan y el ambiente se volvió de repente un poco raro.

—Parece que vuestra relación no es muy buena.

—¡Nada que ver contigo! —Vanesa miró irritada a la sonrisa maliciosa de Dylan, porque ella sabía que él seguro se reiría de ella por dentro, ¡era un demonio total!

—¿Necesitas mi ayuda como tío?

—¿Tu ayuda? —dijo Vanesa con tono de burla—. Daría las gracias de que no me perjudiques. Además, no creo que me quieras ayudar de verdad.

—Piensas tan mal de mí.

«¿Mal? ¡no!, ¡pésimo!»

Vanesa lo criticó en su interior y guardó silencio hasta llegar al Grupo Cazalla.

—Gracias por tu ayuda.

Dicho esto, Vanesa abrió la puerta y salió directamente del coche.

—Vanesa.

Al escuchar la voz de Felipe, Vanesa se asustó y vio que su padre acababa de llegar. Su conductor siempre le dejaba en la entrada del edificio y luego aparcaba en el garaje subterráneo.

En ese momento, Dylan todavía no se había marchado y Vanesa le guiñó en secreto para que se fuera. Sin embargo, Dylan la ignoró y se bajó del coche para saludar a Felipe cortésmente:

—Buenos día, señor Felipe.

—¡¿Dylan?! —Felipe se sorprendió, porque no esperaba que fuera Dylan, sino Orlando, quien llevase a su hija al trabajo.

—Mi empresa está cerca de aquí. Vi a Vanesa esperando el taxi en el camino y la llevé de paso.

—¡Qué coincidencia!

Felipe no pensó demasiado, porque tenía muy buena impresión de Dylan.

—Señor Felipe, si tiene un rato libre a lo largo del día, ¿le importaría charlar un poco conmigo? Como acabo de volver del extranjero, no sabría si tendría el honor de recibir una lección suya.

Felipe no lo iba a rechazar, porque admiraba a Dylan y también quería charlar con él.

—¡Claro que sí, hoy estoy libre! Pero no me llames señor, sino Felipe.

—Felipe —asintió Dylan y echó un vistazo misterioso a Vanesa con mucho significado.

Cuando Vanesa estaba furiosa al ver que charlaban con alegría, captó la mirada de Dylan y se asustó inconscientemente, porque sentía que este hombre lo hacía con mala intención.

«Joder, ¿qué diablos está haciendo?»

—Vanesa. ¿Vanesa?

Vanesa recuperó su conciencia después de que Felipe la llamó dos veces, ella ocultó sus pensamientos y abrazó el brazo de su padre de manera cariñosa para entrar a la empresa.

—Papá, vamos, que llegamos tarde.

—¡Qué niña! —Felipe sonrió y se dejó llevar por su hija.

Dylan también los siguió y levantó una sonrisa decente en su hermoso rostro. Aparentemente estaba mirando el edificio del Grupo Cazalla, pero toda su atención estaba centrada en Vanesa.

De modo que, Dylan descubrió que su gatita mostraba diferentes caras frente a él, frente a Orlando y frente a Felipe. Y la cara que era menos acordaba a su personalidad era frente a Orlando.

«¿Es una prueba de que Vanesa no ama tanto a Orlando como ella piensa?»

Este punto satisfizo a Dylan y éste decidió moderar un poco sus bromas a su gatita.

En breve, el ascensor llegó al piso diecisiete y Vanesa tuvo que dejarlos, por mucho que quisiera vigilar a Dylan para evitar que dijera algo indebido, no podía hacerlo.

—Adiós, Papá. Adiós, Dylan.

—¡Venga, a trabajar! —dijo Felipe sonriendo y acariciando la cabeza de su hija.

—Papá, ya no soy una niña —se quejó Vanesa de manera cariñosa.

Vanesa se marchó apresuradamente sin atreverse a echar un vistazo a Dylan, porque no quería que el viera su cara infantil frente a su padre, aunque nunca pensó el por qué.

Luego, Vanesa estuvo distraída durante toda la mañana, porque temía que aquel hombre malvado le dijera algo intencionadamente a Felipe.

En la sala de recepción del piso más alto, Felipe se lo estaba pasando bien con Dylan. Ya sabía que Dylan era muy talentoso, pero aún así se fue sorprendiendo a medida que lo iba conociendo.

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