Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 18

Dylan abrazó a Vanesa hasta la puerta lateral, que estaba cerca del salón de banquete.

—Ve todo recto y encontraras a los sirvientes. Bueno, debes saberlo mejor que yo.

Vanesa asintió aliviada y le dio las gracias a Dylan. A pesar de sus sentimientos extraños, opinó que Dylan no era tan malo.

—Gracias. Pero prefiero que me agradezcas de otra manera.

—¿De qué manera?

—Haciendo el amor conmigo —Dylan se rio entre dientes con malicia y se dio la vuelta cuando Vanesa se sonrojó de la ira.

«¡Gilipollas, cabrón! ¡No debería pensar que él tendría un lado bueno!»

Vanesa tardó un poco en calmarse, luego ordenó bien otra vez su ropa y fue cojeando hasta el cruce del salón de banquete, donde los sirvientes la vieron.

—Señora Vanesa, ¿se ha herido el pie? —preguntó preocupada una sirvienta.

—Sí, me he torcido el tobillo en el jardín. ¿Me ayudas a subir las escaleras, por favor? —Vanesa sonrió avergonzada y esta se apresuró para sostenerla.

Desafortunadamente, se encontraron en las escaleras con Orlando, que acababa de ducharse.

—Todavía no se ha terminado el banquete, ¿y te estás haciendo la vaga? —preguntó Orlando disgustado.

—Ya hice todo lo que tenía que hacer.

Vanesa se sorprendió de lo tranquila que estaba. Miró fijamente el rostro de Orlando, pero ya no recordaba el por qué lo había amado tanto tiempo. Ahora, solo le daba asco su cara, porque le recordaba los gemidos descarados de él y Melina.

—Ya te puedes marchar.

—Sí, señora Vanesa.

La sirvienta se inclinó respetuosamente y cuando se iba a ir, Vanesa dijo nuevamente:

—Por favor, dile al abuelo que me he torcido el tobillo y no puedo presentarme más en el banquete.

—Sí —asintió y se fue la sirvienta.

Orlando puso mala cara, pero su mirada cayó inconscientemente sobre el moretón en el tobillo de Vanesa.

Le fue doloroso a Orlando, pero al instante, ese sentimiento de pena se convirtió en una irritable furia y se burlonamente dijo:

—Aún no has hecho nada para la familia Moya y ya estás lastimada, es como si te hubiéramos maltratado.

Vanesa soltó una risa fría y refutó altivamente:

—¿No crees que es un maltrato que yo estando tanocupada con el banquete, tú estes como nieto primogénito de cháchara con tu amante en el jardín?

—¿Me estás espiando?

—¡No seas tan descarado! —se burló Vanesa barriendo a Orlando de arriba abajo con su mirada.

—Vaya, ¿no te has dado cuenta de lo ruidosos que eran vuestros gemidos? Y realmente me sorprendes tu gusto al elegir a tu amante. Pero bueno, sois una pareja perfecta.

«El puto y la zorra, pareja de locura».

—¿Qué quiere decir con esto?

—Nada —Vanesa se apoyó tranquila en la barandilla—. ¿Puedes cederme el paso? Quiero ir a descansar.

Orlando no se movió, así que Vanesa puso los ojos en blanco y pasó directa por su lado. Sin embargo, él jaló su muñeca y ella casi se cayó por la tirada repentina.

—¡Cuidado! —Orlando entró en pánico y se apresuró a abrazar a Vanesa.

Al oler el dulce aroma de su cuerpo, Orlando se puso un poco aturdido, porque la fragancia de su esposa era completamente diferente al perfumen espeso de Melina, la suya era refrescante, limpia y atractiva.

Orlando se sintió tan atraído, que se había olvidado de la ira de ser traicionado, entrándole unas ganas enormes de besarla.

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