Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 17

Vanesa fingió estar pensando y repuso con una sonrisa hermosa y seductiva:

—Pues puedo seguir manteniendo esta aventura conmigo.

—Creía que ya éramos amantes.

—¿Y qué más quieres? —Vanesa le fulminó fríamente a Dylan, quien era un sinvergüenza aprovechado.

Dylan se rio suavemente y le susurró a la oreja con voz ronca:

—Lo dejamos de momento, luego te pediré la recompensa.

—Que... que no sea demasiado excesivo —tartamudeó Vanesa mordiéndose el labio inferior.

Vanesa fingió estar pensando y repuso con una sonrisa hermosa y seductiva:

—Pues puedo seguir manteniendo esta aventura conmigo.

—Creía que ya éramos amantes.

—¿Y qué más quieres? —Vanesa le fulminó fríamente a Dylan, quien era un sinvergüenza aprovechado.

Dylan se rio suavemente y le susurró a la oreja con voz ronca:

—Lo dejamos de momento, luego te pediré la recompensa.

—Que... que no sea demasiado excesivo —tartamudeó Vanesa mordiéndose el labio inferior.

Vanesa tenía poca experiencia en hacer el amor, ya que solo se había acostado con Dylan, quien estaba conquistándola con sus buenas técnicas sexuales, así que ella solo se dejó llevar hasta llegar a su clímax.

Cuando ella recuperó su conciencia de las olas amorosas, Dylan ya estaba bien vestido con un cigarrillo entre los dedos. Dándose cuenta de la mirada que lanzó le Vanesa, este bajó su vista hacia los muslos delicados y blandos de la mujer.

—¡No me mires embobado! —Vanesa agarró avergonzada su vestido para cubrir sus muslos.

Ella ordenó rápidamente su vestimenta y al levantarse casi se cayó porque sus piernas estaban débiles.

«¡Él es una bestia salvaje!»

Vanesa lo maldijo en su interior, pero se levantó a la fuerza fingiendo como si nada hubiese pasado.

—Realmente eres muy duradero, Tito, estoy muy contenta contigo —dijo Vanesa como si fuera una reina y le echó un vistazo a la ligera. —Sigue trabajando así la próxima vez.

«¡Genial! ¡Así parece que yo soy la dominante!»

Vanesa estaba alegre por su astucia, pero no se había dado cuenta de la sonrisa maliciosa de Dylan y éste le habló cuando ella iba a marcharse:

—Creo que mi querido sobrino aún sigue allí.

—¡¿Quéééé?!

Vanesa se torció el tobillo por la sorpresa, cayéndo hacia la mesa de piedra mientras cerraba los ojos pensando:

«¡Mierda, quedaré parlítica si choco contra la mesa!»

Inesperablemente, no sintió nada de dolor, sino que cayó en un brazo con un olor conocido.

«Gracias a Dios, Dylan no es tan malvado.»

Vanesa exhaló un suspiro de alivio e inmediatamente se apartó de Dylan mostrándose muy orgullosa con la cabeza altiv. Luego, miró sigilosamente a su alrededor, pero no vio ni rastros de Orlando y Melina.

«¡Ya se han ido!»

De inmediato, Vanesa pasó de una reina a ser una gata salvaje, y fulminó a Dylan con fiereza al darse cuenta de que caído en la trampa de este.

—¡Me has mentido!

—Sí, lo he hecho aposta —contestó Dylan como si nada.

«¡Imbécil de mierda! ¡Cabrón!»

Vanesa lo detestaba a muerte, ella quería alejarse de Dylan y volver al banquete, ya que llevaba mucho tiempo fuera.

Sin embargo, le dolía mucho el tobillo al andar.

—¡Ay! ¡Duele mucho!

Había una vistosa hinchazón morada en su delicado tobillo.

—¡Es por tu culpa! —Vanesa miró con odio a Dylan, porque ella temía mucho al dolor.

Encima, se necesitaba más de diez minutos a pie para llegar al salón del banquete. Vanesa no sabía qué hacer, ya que no llevaba el móvil consigo y tampoco quería pedir ayuda a Dylan, porque no sabía lo que pensaría la gente al verlos juntos.

No obstante, antes de que Vanesa encontrara una solución, Dylan ya la había abrazado.

—¡Qué estás haciendo! Suéltame, ¿qué pasará si alguien nos ve?

—No vendrá nadie.

A excepción de Orlando y Melina que habían venido por una aventura, nadie se atrevería a entrar en el jardín de la Villa Moya.

—¡Pero no quiero estar tan cerca de ti!

Vanesa recordó que Dylan había mentido a Gerardo, por eso no quería que los vea juntos.

—Si sigues hablando, te llevaré así hasta el salón de banquete —Dylan amenazó a Vanesa de frente.

Vanesa se calló de inmediato al ver que el hombre lo dijo seriamente.

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