Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 14

—Buenas noche, Gerardo —Dylan se acercó y saludó a su hermano mayor sonriendo.

—Me disculpo por la demora, había un atasco en el camino. He traído algunos regalos de paso.

Dicho esto, el asistente de Dylan le entregó los regalos.

—Esto es para usted —Dylan entregó una caja a Jaime, que estaba al lado de Gerardo, y dijo:

—Sabía que le encanta el té y le he traído un juego de teteras de arcilla violeta que obtuve en la subasta.

—¡Ay qué cortés eres! —repuso Gerardo sonriendo, al menos de cara parecía que se llevaban bien.

—No hay de qué —dijo Dylan y luego siguió mirando a Orlando y a Vanesa:

—Orlando y Vanesa, también os he preparado regalos. Para Orlando, un reloj mecánico manual de edición limitada y es el modelo más reciente, creo que te gustará.

Dylan puso una caja lujosa de reloj en manos de Orlando y se giró a Vanesa.

Vanesa se quedó algo incómoda y agachó ligeramente la cabeza para no cruzar la vista con ese hombre.

—No sé qué le gusta a Vanesa, así que traje una pulsera. Investigué especialmente que se trata del modelo favorito entre las chicas —explicó Dylan mientras cogía la última caja de regalo del asistente.

Era una pequeña caja azul de terciopelo. El hombre cogió la mano de Vanesa con naturalidad y colocó la caja sobre su palma. Luego, pellizcó levemente su palma a escondidas.

Vanesa se asustó y miró a Dylan abruptamente. Estaba tan nerviosa, pero el otro sonreía con toda tranquilidad.

«¡Qué cabrón! ¿Qué hace seduciéndome?»

Vanesa lo maldijo por dentro, retiró sigilosamente su mano y lo fulminó a ese “cabrón” sin que nadie lo viera.

—Gracias, Dylan.

—No hay de qué, somos familia —Dylan replicó sonriendo.

—Bueno, el banquete va a comenzar en breve. Dylan, preparate para darte la bienvenida, vamos a atender a los invitados.

—De acuerdo —Dylan asintió con una sonrisa muy natural.

En el momento que Vanesa cruzódelante de él , Dylan le pellizcó el trasero aposta, alegrandose mucho en su interior al verla tan asustada como un conejito.

«¡Gilipollas!»

Sin embargo, Vanesa no se atrevía a mostrar su descontento, porque Orlando seguía a su lado.

—Ya se ha ido, no sé qué haces mirando —dijo, Orlando.

Vanesa volvió a su estado decente y dijo fríamente:

—Ya se ha ido el abuelo, ya no necesitas actuar más. Tu pequeña amante te está esperando con ansias, ya no te molesto más.

Vanesa se alejó y Orlando se puso colorado por la ira.

No obstante, Orlando se dirigió a Gerardo y a Dylan, en vez de buscar a Melina, porque tenía que asegurarse primero de que Dylan no fuese su rival.

—Buenas noches a todos, el propósito principal de este banquete es para presentar a un miembro de la familia Moya… —anunció Orlando con el micrófono en medio del escenario.

La cena comenzó oficialmente, como estaban Jaime y Orlando, Vanesa no necesitó hacer nada más y se marchó a escondidas al jardín con una copa de vino en la mano.

La brisa nocturna era tan refrescante que podía calmar la molestia de una persona.

Vanesa caminó junto a la pared llena de rosas y se detuvo en un rincón escondido, donde había unas sillas y una mesa de piedra pulida.

Esta se sentó bebiendo el vino a sorbos, muy relajada.

Entre el cansancio y el alcohol, Vanesa empezó a tener un poco de sueño sin darse cuenta de que alguien se estaba acercando a ella.

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