Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 15

De repente, Vanesa sintió que le abrazaron la cintura desde atrás haciendo que se asustara mucho. Entonces, una palma le tapó la boca antes de que ella gritase.

Y ella consiguió identificar ese olor a perfume masculino.

«¡Es Dylan!»

Vanesa agrandó los ojos y soltó un grito ahogado.

—¿Adivinaste? —dijo Dylan con voz baja y algo contento.

Abrazó a Vanesa y la sentó cara a cara sobre su regazo. Era una postura extremadamente íntima, haciendo que la cara de Vanesa se sonrojase por la vergüenza.

—¡Suéltame!

Ellos estaban en el jardín de la Villa Moya. Aunque fuese un lugar oculto, si la gente los viera...

—No te preocupes, no hay nadie aquí.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo he confirmado de antemano.

Vanesa se quedó sin palabras de lo sinvergüenza que era ese hombre.

—¡Dylan Moya, suéltame!

—¿Cómo me llamaste?

Dylan no la soltó, por el contrario, con una mano le pellizcó el culo de una manera muy seductora y con la otra mano levantaba su barbilla para morder levemente sus labios.

—¡No!

«¡Serán muy llamativos si se hinchan por el mordisco!»

—Dime, ¿cómo deberías llamarme?

Dylan no iba a dejarla hasta que consiguiera su objetivo y a Vanesa no le quedó otro que rendirse furiosamente.

—Dylan... —dijo con una voz de gatito suplicando.

—Tiíto, por favor, déjame ir. Tengo mucho miedo de que nos vean…

—Nadie nos verá, tranquilizate mi pequeña gatita.

Dylan fue seducido por su dulce voz, así que usó su lengua para ingresar a la fuerza entre los dientes de Vanesa y con un beso dominante y ardiente, la conquistó.

—Ah…por favor.

Dylan cogió la cintura de Vanesa con más fuerza para que su cuerpon se pegara más estrechamente a su pecho.

Vanesa estaba preocupada por ser descubierta y casi lloraba por lo que le hacía Dylan.

Quería resistirse, pero la fuerza de Dylan era superior.

Sus amplias manos calientes, recorría lentamente el cuerpo de Vanesa despertando su sed pasional, haciendo que Vanesa se dejara llevar por él.

Los labios de Dylan estaban besando la clavícula de Vanesa. Este la lamía, chupaba y mordía a la mujer, quien se sumergía en las caricias amorosas del hombre. Dylan consiguió en breve su propósito, bajo sus encantos, Vanesa empezó a abrazar su cuello mientras apoyaba su cabeza en su pecho firme, gimiendo coquetamente.

—Despacito… más despacito … —suplicó Vanesa con voz satisfecha.

—Llámame por mi nombre.

—Dylan... Ah...dame...

La noche veraniega se hacía más amorosa por la sed insaciable de los dos.

Con la camisa suelta, los dos grandes pechos, tan dulces como melocotones, casi saltaron de su sostén, seduciendo a Dylan.

Dylan sentía un nudo en la garganta, y le sustuvo las nalgas para sentar a Vanesa encima de su entrepierna. Él se dio cuenta de que se había mojado su muslo y le sussurró sonriendo:

—Venga, mi gatita, abre tus muslos...

—No...tito, no, no quiero hacer el amor aquí, que vendrá la gente...

Sin embargo, Dylan besaba ávido y salvaje el cuello delicado de Vanesa mientras empezaba a excitarla penetrando unos dedos en el parte interior de Vanesa. ¡Qué mojada estaba ella! 

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