Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 11

Orlando detuvo sus pasos por un instante al oír lo que dijo su abuelo, pero finalmente no le respondió.

Vanesa, al escuchar los pasos fuera de la puerta, se puso en alerta inconscientemente, pero sabía que no podía evitar que Orlando entrara, ya que era la habitación de ambos.

Sin embargo, Orlando paso de largo y Vanesa, por fin, exhaló un suspiro de alivio. Después de comprobar que Orlando se había ido, cerró bien la puerta y se tumbó exhausta en la cama.

Vanesa no había dormido muy bien, así que se levantó a las seis de la mañana. Era la hora de hacer ejercicio para Gerardo, por eso ella fue al jardín a acompañar al anciano.

Un poco después llegó la hora de desayunar.

—Abuelo, ten cuidado.

Vanesa primero ayudó a Gerardo a sentarse, luego se sentó en el otro lado de la mesa.

Jaime vino seguido por los sirvientes para servir el desayuno. Al ver que pusieron cubiertos en el asiento que tenía al lado, Vanesa se quedó atónita:

«¿Orlando sigue aquí?»

—Jaime, mira por dónde anda Orlando, que si no viene, se quedará sin desayuno.

Jaime hizo una reverencia antes de ir a buscar al señorito, pero a unos pocos pasos divisó a Orlando que ya estaba bajando las escaleras.

—Buenos días, abuelo —saludó Orlando con indiferencia.

—¡Ya es muy tarde! —Gerardo contesto con seriedad.

Orlando encogió los hombros y se sentó rápidamente junto a Vanesa, ya que tenía que comportarse mejor delante del abuelo.

—Después de comer, ayuda a Vanesa en la organización de la cena. ¡Y no te hagas el vago! ¿Me oyes?

—Entendido —Orlando asintió, reprimiendo su disgusto.

Gerardo estuvo satisfecho con su respuesta y le dijo a Vanesa:

—Vanesa, este banquete es principalmente para dar la bienvenida a vuestro tío Dylan que va a regresar. Ya he mandado a arreglar su habitación, lo que tendrías que hacer sería invitar a unas señoritas decentes, ya que Dylan sigue soltero a sus treinta y tantos años. Como tío vuestro, deseo que contraiga un matrimonio feliz lo antes posible.

—Sí, lo entiendo.

«Entonces, el banquete es para dar la bienvenida a ese odioso Dylan. Si mal no recuerdo Dylan ya tiene treinta y dos años. Pues, sí que se le puede tratar de señor.»

—¿Hay que preparar bien el dormitorio de Dylan para esta noche?

—No hace falta, el vuelo de Dylan es para mañana por la mañana.

—¿Mañana por la mañana?

«¿Cómo es posible? Entonces, ¿con quién me acosté hace dos noches? ¿Acaso Dylan mintió al abuelo con una fecha falsa y volvió con antelación? ¿Pero por qué?»

A Vanesa le surgieron tantas dudas en un instante.

—Orlando, mañana ve a recoger a Dylan en el aeropuerto.

—Vale —Orlando estaba disgustado, porque no le apetecía ser chófer.

Después del desayuno, Gerardo se marchó a la empresa y Orlando no iba a ayudar a Vanesa sin la presencia del abuelo.

—Como mi esposa, esto es tu obligación —Orlando dijo burlonamente y se fue sin mirar atrás.

No obstante, Vanesa suspiró aliviada porque en realidad temía a Orlando.

Ahora no conocía a Orlando, ni comprendía el porque ese hombre que ella había amado tanto, había cambiado de manera tan drástica.

De verdad, ella se había ilusionado con la idea de una vida dulce y feliz juntos después del matrimonio, pero ahora solo le quedaba un sufrimiento interminable.

El tiempo se paso volando y llegó el día del banquete.

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